Se encontraba haciendo limpieza, Haru había salido así que decidió aprovechar el tiempo que tenía libre para encargarse de ordenar un poco y mantener todo organizado.
Recogía algunos papeles que habían sobre el escritorio cuando encontró una pequeña cajita de color rojo. Tenía curiosidad por ver lo que había en su interior, desde que la vio una idea cruzó su mente y eso lo ponía nervioso.
Intentó ignorarlo mientras continuaba limpiando, pero cada cierto tiempo su vista volvía a fijarse en la cajita sin poder evitarlo. ¿Sería lo que estaba pensando? No podía ser, no habían hablado al respecto y Haru sería incapaz de tomar una decisión así sin antes saber que pensaba.
Siguió con sus pendientes intentando alejar de su mente lo ocurrido, no tenía caso comenzar a preocuparse por algo como eso sin siquiera tener idea de lo que significaba. Y aun así seguía intranquilo, le ponía nervioso que Haru volviera y no podía ocultarlo.
—Estoy en casa —después de un par de horas de angustia el encuentro fue inminente.
—Bienvenido —estaba tenso y no podía ocultarlo, Haru no tardaría en darse cuenta.
—Organizaste el escritorio —y ahí estaba, justo lo que más temía escuchar y para lo que no estaba preparado —. ¿Lo viste?
—¿Ver qué? Solo acomodé los papeles y algunas otras cosas que había encima —sabía bien a lo que se refería, pero estaba tan nervioso que siquiera mencionar la cajita resultaría problemático.
—Está bien, de cualquier forma fue culpa mía por dejarlo así como así... Además planeaba dártelo en estos días —su voz permanecía igual que siempre mientras caminaba hacia el escritorio.
En sus manos llevaba la cajita mientras regresaba hacia él. Seguía manteniendo su expresión tranquila pero con cada paso Rin se sentía más nervioso; ni siquiera podía pensar en lo que diría o haría una vez que estuviera frente a él.
—No crees que es un poco precipitado —rascó su nuca evitando la mirada de Haru, tantos pensamientos pasaban por su mente en ese momento que no podía ponerlos en orden—. Quiero decir, sabes cuanto te quiero y que quiero compartir muchos momentos más contigo... Además, sabes que no es tan fácil como eso y... —no pudo seguir hablando, Haru había colocado el anillo antes de que pudiera terminar.
Era sencillo, la argolla era delgada, muy discreta, de color plateado y con una pequeña piedra de color azul. Lo había colocado en el dedo índice de su mano izquierda y mientras lo sujetaba pudo ver que él usaba uno muy parecido, con excepción de que la piedra era roja, en el mismo dedo pero en su mano derecha.
—Si los usamos así cuando nos tomemos de las manos estarán juntos —no había soltado su mano ni un momento y su vista seguía fija en los anillos antes de mirarlo a los ojos.
Era evidente que Rin no entendía lo que estaba pasando y tampoco podía hablar para preguntar. Estaba sorprendido y no podía hacer más que alternar su vista entre sus manos y su mirada.
—Son anillos de promesa. Sé que casarnos o siquiera comprometernos no es tan sencillo como decirlo, pero también sé que nuestra relación es importante para ambos y que vamos en serio —entrelazó los dedos de sus manos mientras lo miraba, quería transmitirle lo que estaba sintiendo—. Eso representan, pensé que te gustaría. Además los anillos son pequeños y no llaman la atención así que nadie preguntaría al respecto...
Esta vez fue él quien se quedó en silencio, repentinamente Rin lo había tomado por las mejillas para besar suavemente sus labios. En el momento en que explicó el significado de su regalo los nervios desaparecieron y sólo la emoción invadió su cuerpo.
Siempre, sin importar como, Haru terminaba sorprendiéndolo sin tener idea de lo que sus palabras y acciones lograrían. Así había sido, y así quería que siguiera siendo