Incluso en los primeros meses del año estaban ocupados, siendo nadadores profesionales había muchas cosas que debían dejar para poder cumplir sus objetivos y ambos eran conscientes de ello; no había arrepentimientos ni reclamos de parte de ninguno.
Ese día ambos tenían entrenamiento hasta tarde, debían trabajar mucho para las siguientes competencias y solo se habían visto por la mañana al despertar y durante el desayuno, luego de eso ambos habían salido y no habían tenido oportunidad de al menos intercambiar mensajes.
Rin regresó antes, recibió mensajes de sus amigos felicitándolo y agradeció a cada uno de ellos. Aun no había rastros de Haru, ni en su hogar ni entre sus mensajes o llamadas. Suspiró profundamente y fue a ducharse antes de comenzar a preparar algo para la cena.
No podía evitar sentir cierta frustración, nada le hubiera gustado más que pasar ese día con él haciendo cualquier cosa. A veces extrañaba los viajes y salidas espontáneas, el huir de la rutina y hacer cosas juntos. Pero era el sueño que compartían, y ninguno podía dejar sus entrenamientos como si nada.
Evitó pensar en eso y terminó de arreglarse para ir a la cocina; estaba tan ensimismado que ni siquiera escuchó cuando Haru volvió, y ahora estaba frente a él.
—Bienve... —no pudo terminar de hablar, tan pronto como se encontraron extendió frente a él una cajita de color negro con un moño rojo—. ¿Qué significa...?
—Feliz cumpleaños, Rin —tomó su mano para depositar el regalo mientras lo miraba—. No lo olvidé, solo quería hacer las cosas bien.
No supo que responder, estaba sorprendido por lo que dijo e hizo y solo pudo abrir la cajita para ver su contenido. Había una pulsera de color dorado entrelazada con un par de listones en color azul y rojo con un par de colgantes con forma de tiburón y delfín.
—Pensé que podrías usarla en tu tobillo, lucen bien en ti cuando las usas así —tomó el accesorio antes de apoyar una de sus rodillas en el suelo para poder colocarla.
Rin se mantuvo en silencio, Haru podía ser tan detallista que simplemente su corazón se estremecía y era incapaz de pronunciar palabra alguna.
¿Qué se supone que debía decir al ver ese regalo? Porque estaba seguro de que lo había realizado por si mismo. Cada detalle era perfecto y no había un solo defecto, pero era evidente que era una pieza única que no encontraría en ningún otro lugar.
Solo pudo abrazarlo con todas sus fuerzas sintiendo su corazón latir rápidamente lleno de emoción. Un "gracias" casi inaudible escapó de sus labios mientras se aferraba a él, sin ser capaz de decir algo más para expresar lo emocionado que se sentía.
Haru solo pudo corresponder a su abrazo con la misma intensidad y la sonrisa grabada en su rostro. Mientras elaborada esa pieza solo quería algo especial que pudiera recordarle que siempre estaría a su lado pese a la distancia, aunque no imaginaba lo significativo que sería.
Rin estaba más que feliz, e incluso si no había podido pasar mucho tiempo a su lado, estaba seguro de que no dejó de pensar en él ni un instante; y sinceramente, no había mejor regalo que saber que había puesto todo su esfuerzo y corazón para elaborarlo.