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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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La sorpresa y la indignación fueron grandes en Tanagura cuando el primer acto oficial de Minosi Kan fue donar todo el territorio de Herbay a la república autónoma de Ceres. Por todas partes de Amoi se corrió la voz de que el Área 9 había engañado a Júpiter y ampliado sus fronteras. Los cotilleos resonaron en cada rincón de las calles de Midas y Tanagura tanto como en los salones de Eos y Parthea. En las conversaciones de las mascotas con otras mascotas, de los muebles con otros muebles y de las Elites con otras Elites no se hablaba de otra cosa.

Gideon y Raoul fueron inmediatamente convocados por su Creador. En la cúpula más alta de la enorme torre, la Inteligencia Artificial se materializó frente a ellos tomando su forma humanoide. Los dos Blondies se inclinaron respetuosamente.

La reverberante voz metálica se extendió amenazante por la habitación. "Hijos míos, ya conocen el motivo de esta convocatoria. El Sector 9 ha expandido su territorio, esta es la mayor derrota de nuestra raza en los últimos cinco siglos.

Gideon Lagat, fue tu decisión vender Herbay, eres el principal responsable.

Raoul Am, una de tus tareas era aconsejar y guiar a tus hermanos. No estuviste a la altura de tu predecesor, Iason no habría cometido un error de juicio tan grave. Si tienen algo que decir en su defensa, hablen ahora".

Jupiter esperó, un sonido blanco y amortiguado se expandió por el espacio circundante. Los dos Blondies, símbolos de perfección y dignidad, se estaban enfrentando por primera vez en sus vidas inmortales a las consecuencias de una equivocación y a la ira de la Entidad que los había creado.

La expresión de Gideon expresaba puro terror. En los ojos de Raoul, el dolor de haber decepcionado a su padre. Fue él quien habló primero. "Supremo Júpiter, asumo toda la responsabilidad por lo ocurrido. Por favor, perdona a Gideon. Él fue mal aconsejado por mí".

"Eso es imposible, Raoul", se negó el Superordenador. "No puedes eximir a tu hermano de sus errores. Ambos serán juzgados. Sus castigos serán elegidos en relación a la gravedad de sus faltas".

El sonido blanco volvió a llenar la cima de la torre. La luz azul del núcleo de Júpiter parpadeaba, creando sombras y formas geométricas en movimiento en las paredes de cristal blanco.

"Gideon Lagat, has cedido una parte de Midas a los rebeldes de Ceres permitiéndoles expandir sus fronteras y ganar poder. Serás relevado de tus funciones y del título de Señor de Midas. Tu mente será corregida y restaurada, luego serás reasignado a una nueva posición. La sentencia tendrá lugar dentro de diez días. La ley de Júpiter ha hablado".

La IA hizo una pausa para que Gideon pudiera procesar la nueva información. El rostro del androide se volvió ceniciento de incredulidad, sus labios temblaban ligeramente.

"Raoul Am, has sido declarado culpable de negligencia e indolencia en el desempeño de tus funciones. Permitiré que conserves tu papel como biotecnólogo jefe y director de la clínica de la Torre de Júpiter, pero serás relevado como jefe del Sindicato. Te condeno a siete días de Grito de Júpiter a partir de ahora. La ley de Júpiter ha hablado".

A diferencia de su hermano, Raoul no tuvo tiempo de procesar. En lo inmediato su cuerpo sufrió un espasmo y su boca se abrió en un grito silencioso. Se desplomó en el suelo, tapándose los oídos con las manos en un intento inútil de amortiguar el sonido ensordecedor que le aplastaba el cerebro desde dentro.

"Gideon Lagat, conduce a tu hermano a sus aposentos y ponlo al cuidado de su mueble, luego retírate a esperar la ejecución de tu sentencia".

"Sí, Creador", contestó el rubio con voz quebrada, antes de alcanzar a Raoul y tomarlo del brazo. El bioquímico se aferró a él con desesperación buscando alivio a su agonía, pero nadie podía darle el consuelo que ansiaba. Con pasos inseguros y nervios palpitantes, Lord Am dejó que Gideon lo guiara fuera del santuario de Júpiter.

***

Katze, Iason y Riki estaban reunidos alrededor de la gran mesa del salón. El comunicador de Katze, el especial con ondas imposibles de rastrear por Júpiter, emitió un pitido. En el monitor de llamadas apareció el nombre ‘Raoul’.

Lo que el hombre no se habría esperado fue que, en lugar de su amigo de rizos dorados, el holograma mostró el rostro de un chico sin barba y bien arreglado, con pelo corto de color verde bosque y ojos avellana, que llevaba el uniforme rosa claro de los muebles de Eos.

- Buenos días, estoy buscando al Sr. Katze. -

- Soy yo - respondió el ex-muble en alerta. Ese número, el especial, era secreto. Sólo un puñado de elegidos lo tenía y ese chico definitivamente no era uno de ellos.

- Por favor, disculpe mi insolencia. Me llamo Benson y soy el mueble de Lord Raoul Am. Mi Maestro está enfermo, he intentado curarlo yo mismo pero soy incapaz de hacerlo. Sé que solía visitarle a menudo y pensé que usted podría ayudarle. En este momento estoy con él delante de sus oficinas, pero la puerta está cerrada. Este número estaba guardado entre los contactos del comunicador privado de mi Maestro. -

Katze lanzó una mirada preocupada a Iason antes de volver a centrar su atención en el holo-proyector. - Hiciste bien en traerlo aquí, estaré enseguida. - Cortó la comunicación e inmediatamente salió del refugio.

Frente a la puerta encontró a Benson esperándolo. Llevaba de la mano a un Raoul extremadamente pálido, con los músculos tensos y las pupilas dilatadas en una mirada vacía y perdida. Katze había visto este estado catatónico afligiendo a otros Elites en el pasado y reconoció de inmediato su enfermedad. "¿Cuánto tiempo lleva así?" Preguntó desconcertado.

"Desde ayer por la mañana, señor".

"¿Desde ayer por la mañana? ¿Lleva más de 24 horas en este estado y lo traes ahora?" Katze sintió el impulso de golpear a Benson, pero la mirada angustiada del joven eunuco contuvo su ira.

"Lo siento señor, estoy mortificado. Lord Lagat me encargó que me ocupara de él y he intentado hacerlo. Le di sedantes, pero no tuvieron efecto. No pude conseguir que durmiera o comiera. ¡Por favor, Señor Katze, ayude a mi Maestro!"

"¿Qué más te dijo Lord Lagat?"

"Me dijo que los efectos del castigo de Júpiter durarían siete días".

"¿Siete días? ¿Estás seguro?" Katze jadeó. Nunca había oído hablar de una tortura del Grito de Júpiter tan prolongada. "Muy bien, Benson, yo me encargaré de él. Vuelve a Eos y cubre su ausencia. No le digas a nadie que lo has traído aquí".

"Lo haré, señor. Gracias". El joven eunuco le entregó a Katze la mano de su Maestro, se despidió con una reverencia y se subió en silencio al carro aéreo. El jefe del mercado negro guió suavemente y con aprensión al Blondie por el camino que conducía al refugio.

***

"¿Qué le pasa a Raoul, Katze?" Preguntó Iason, al ver que su antiguo mueble regresaba con su hermano de la mano.

"Es el Grito de Júpiter, Milord, lleva unas treinta horas en este estado. Parece que fue condenado a... siete días".

"¿Siete días?" Repitió Lord Mink.

"Esta fue la información proporcionada a su mueble".

En cuanto Katze le soltó la mano, Raoul comenzó a caminar como un autómata con dirección casual e indefinida. Apenas se encontró con la pared se acurrucó contra ella, encerrándose en sí mismo y tapándose los oídos con las manos. Sus pupilas estaban dilatadas, su rostro tenso, su cuerpo tembloroso y su mirada vacía. El pulso de su corazón artificial estaba enormemente acelerado.

"¿Qué está sucediendo? ¿Qué le pasa a Raoul?" Preguntó Riki.

"Es el Grito de Júpiter", explicó Iason. "Es uno de los castigos más severos reservados a los Elites. Consiste en un sonido interno, incesante y agudo que invade el cerebro cortocircuitando sus neuronas y provocando dolor y una confusión extrema. Induce un estado tenso y palpitante de toda la estructura muscular y una hipersensibilidad nerviosa.

Un androide que se encuentra bajo el Grito de Júpiter no puede captar otro sonido que el que resuena en su cerebro y está ciego, por lo que no reacciona a los estímulos visuales y auditivos externos. La información sensorial táctil, como el calor, el frío, la fricción con la ropa y el contacto con objetos u otros seres vivos, se amplifica, por lo que se aferra a cada mano que se le tiende o busca la pared como si fueran salvavidas".

Lord Mink hablaba con calma y lógica, pero Riki, Cal y Katze estaban incrédulos. Los Blondies son universalmente conocidos por su fuerza y resistencia; símbolos de lustre, omnipotencia y dignidad; temidos y respetados por todos, representan la cúspide de la pirámide social de Amoi, sólo superados por Júpiter. Presenciar a un Blondie en un estado tan debilitado y de necesitad - y no cualquier Blondie, sino el designado para dirigir el consejo de Tanagura- era simplemente increíble.

"Este tipo de castigo suele durar unas horas", continuó Iason. "En los casos más graves se prolonga hasta uno o dos días, pero no más porque las estructuras cerebrales de los Elites que sufren el Grito de Júpiter se comprometen gravemente. Cuanto más larga sea la condena, más graves serán sus efectos a largo plazo. Un Grito de Júpiter de siete días es inaudito". Su voz vaciló en la última frase. Por castigar a Raoul con tanta severidad, Lambda 3000 debió de estar enfurecido y sólo había una razón plausible para tal enfado. Iason sabía que era el culpable del sufrimiento de su hermano.

Todavía acurrucado en posición fetal contra la pared, Raoul miraba un punto fijo en el horizonte. Los rasgos aristocráticos de su rostro estaban deformados por el fuerte dolor.

Iason lo tomó de la mano y lo llevó al dormitorio principal, que era el más cómodo y tranquilo de la casa. Con extrema delicadeza, lo desvistió para liberarlo de la molestia del roce de sus ropas, bajó las luces de la habitación dejándola en una penumbra suave y ajustó la temperatura para que coincidiera con la del cuerpo de un Blondie. Luego esperó a que su hermano volviera buscar refugio contra la pared y salió cerrando la puerta.

La situación era grave. En los últimos meses Katze había desarrollado una especie de afecto y confianza hacia Raoul, e incluso Cal y Riki se habían acostumbrado a su presencia y aprendieron a apreciarlo. Cada uno de ellos sentía una severa impotencia.

"¿Qué podemos hacer?" Preguntó el mestizo a Iason, al verlo regresar.

"No hay cura para el Grito de Júpiter", respondió el rubio. "Es nuestro Creador quien elige cuándo terminarlo. Sólo él puede controlar sus efectos".

"¿Quieres decir que tenemos que dejarlo en ese estado durante otros seis días? ¿No hay una solución?"

"Existe una, pero es sólo una hipótesis teórica que nunca se ha puesto en práctica porqué en Tanagura está prohibido intentar aliviar el sufrimiento de un Elite condenado por Júpiter".

"¿Y cuál sería?" Los tres humanos en la sala estaban pendientes de la boca de Iason.

"Los Elites normalmente sólo utilizan la parte evolucionada y lógica de su cerebro, que corresponde a la mejorada artificialmente, y son precisamente esos lóbulos temporales los que sufren los efectos del Grito de Júpiter. La única forma de mitigar sus efectos sería dejar que el lóbulo del cerebro que controla los instintos primarios de Raoul - es decir, la parte orgánica, primitiva y salvaje - tome el control. Al hacerlo, el lóbulo lógico pasaría a un segundo plano y el Grito se haría casi inaudible. Pero tal hazaña es muy poco probable porque los Elites nunca utilizan la parte instintiva de su cerebro, que está en estado letárgico".

Riki escuchó atentamente la explicación de Iason y tuvo una idea. Era un intento desesperado y absurdo, pero era el único que se le ocurría. "¡Guy!" Exclamó. "¡Guy puede ayudarlo!"

"¿Guy?" Iason estaba perplejo. "¿Por qué? ¿Qué tiene que ver ese mestizo con el sufrimiento de mi hermano?"

"Raoul se sentía atraído sexualmente por Guy", explicó rápidamente Riki. "Y la atracción era... mutua".

El rubio se tomó unos segundos para pensar. "Eso podría funcionar, ve a buscarlo".

Sin dejar que lo repitiera dos veces, Riki salió por la puerta del lado de Ceres y corrió hacia el departamento de su amigo. Encontró a Guy que acababa de regresar de una reunión con algunos líderes de bandas. "¿Qué está pasando? ¿Por qué tanta prisa?" Le preguntó a Riki, viéndolo entrar en su apartamento.

El mestizo de pelo negro jadeaba de tanto correr. "¡No hay tiempo que perder! Debes venir a mi casa de inmediato, ¡Raoul te necesita!"

"¿Raoul? Pero... ¿cómo?"

"Iason te explicará todo. ¡Vamos!"

La urgencia de Riki no dejaba lugar a dudas. Guy lo siguió confundido por el túnel, preguntándose cómo fuera posible que un Blondie lo necesite precisamente a él. ¡Era absurdo!

Cuando le explicaron la situación, sus ojos se abrieron de par en par por el asombro. "A ver si lo entiendo, ¿Júpiter le ha jodido el cerebro a Raoul y se supone que tengo que entrar en esa habitación e intentar despertar sus instintos primarios? ¿Y cómo debería de hacer eso? ¿Por qué yo? ¿Por qué no cualquiera de vosotros cuatro?"

"Sexo, Guy", aclaró Riki secamente y sin pelos en la lengua. "La única manera de despertar los instintos dormidos de Raoul es encender sus impulsos sexuales y el único que puede hacerlo eres tú porque le gustas. Le excitas sexualmente, Guy, y no me digas que no sientes lo mismo porque la otra noche en la cena se veía a leguas que estabas a punto de ensuciar los pantalones".

Guy estaba sorprendido, pero no negó la especulación de su amigo. "Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Joderlo? ¿Chupársela? ¿Están seguros de que no me matará en cuanto lo intente?"

"No lo sabemos, Guy". Esta vez fue Iason quien le respondió. "No hay precedentes, tendrás que encontrar una manera". Hizo una pausa antes de pronunciar la frase más importante, que nadie creería posible pudiera salir de sus labios. "Por favor, ayuda a mi hermano".

Guy cerró los ojos y respiró profundamente. Aquella situación era inverosímil, le pedían que fuera a follar con un maldito rubio que podría aplastarlo con dos dedos. Sin embargo, no podía negarle a Iason ese favor. No después de todo lo que había hecho por él y por Ceres.

"Muy bien", declaró finalmente. "Lo intentaré. ¿Hay algún lubricante ahí?"

"¡Aquí!" Riki extendió la mano para entregarle el objeto solicitado. Confiando en que Guy aceptaría, ya había preparado un frasco para él.

Armándose de valor, el mestizo entró en la habitación.

Notas finales:

Para que lo sepan, Júpiter tendrá género masculino en mi fic así como en la versión japonesa original de la novela. En realidad no es ni hombre ni mujer, es un ordenador, pero como no hay género neutro en español, opté por el masculino porque es el que normalmente se usa cuando no quieres especificar el género.


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