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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Sid acompañó a Gideon al nuevo centro de entrenamiento militar. Creek y Aylin debían esperarlo en casa, pero insistieron tanto en ir con él que su amo accedió con la condición de que se mantuvieran al margen, pasaran desapercibidos y no causaran problemas.

El ejército de Ceres, que contaba con unos quinientos voluntarios, se encontraba reunido para encontrarse con su nuevo comandante. El ambiente era relajado. Ninguno de aquellos muchachos tuvo que luchar en una guerra antes ni tenía este tipo de memoria histórica, aparte de la rebelión que se produjo siglos antes y de la que sólo había leyendas. Salir al campo para enfrentarse a la Inteligencia Artificial que gobernaba el planeta era una eventualidad que no les asustaba en absoluto.

Estaban muy motivados con el ideal de reconstruir Ceres, pero básicamente no tenían ni idea de lo que significaba formar parte de un ejército ni entendían el concepto mismo de autoridad o disciplina.

Iason fue muy claro con Gideon: su misión sería tomar un grupo de chicos valientes, pero con espíritu rebelde y cero propensiones a la obediencia, y convertirlos en un ejército organizado. Seguramente no iba a ser fácil.

Cruzó el campo vestido enteramente de cuero negro - los mestizos se movieron a su paso formando un corredor - y se detuvo en el medio. Al ver a este hombre alto, guapo y fuerte, de piel muy pálida, ojos oscuros y cabello negro, el zumbido se calmó.

"¡Soy Noa!" anunció Gideon, con una voz clara y proyectada. "Y me ofrecieron ser su comandante. Les enseñaré a empuñar un arma y a enfrentarse a un enemigo. A cooperar y protegerse mutuamente. A respetar sus miedos y encontrar el valor para combatirlos. A enfrentar la muerte y la derrota de frente, y la victoria con la cabeza gacha. El resto depende de ustedes. Sus decisiones les pertenecen y marcarán la diferencia entre ganar y perder. Entre permanecer marginados o ser reconocidos como ciudadanos con derechos y deberes". Hizo una breve pausa antes de continuar. "Aquí no utilizaremos términos militares, no habrá uniformes ni medallas, grados ni formalidades. Todos seremos camaradas en el campo. Los que no quieran hacerlo, que lo digan ahora y se vayan. De lo contrario, ¡empiecen conmigo esta aventura que nos llevará a la guerra!"

Al final del discurso, el silencio era tan intenso que se hizo palpable. Se podía oír el susurro del viento y el roce de los pies sobre la hierba. Entonces, los mestizos lanzaron un grito y comenzaron a golpearse el pecho con los puños en señal de respeto a su nuevo comandante.

Aylin estaba al margen, bien disimulada por su ropa masculina. Las palabras de su Maestro, combinadas con la energía sangrienta y explosiva de los soldados de Ceres, la conmovieron profundamente. Sintió como si el destino hubiera querido que ella estuviera allí en ese mismo instante, como si este fuera un momento clave en su vida. Sin detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos, fue a mezclarse con la multitud arrastrando a Creek con ella, y comenzó a imitar a los demás, gritando y golpeándose el pecho.

Cuando el rugido cesó, Gideon volvió a hablar. "Para empezar, nos dividiremos en grupos de cincuenta hombres. Cada grupo se dividirá a su vez en cinco escuadrones de diez, y para cada escuadrón elegiré un líder. ¿Está todo claro?"

Los soldados asintieron.

"Bien. Cincuenta de ustedes síganme, iremos al ala de entrenamiento para evaluar sus habilidades. Tú, el de la camisa azul, ¿cómo te llamas?"

"John, señor", respondió el chico al que le habían preguntado.

"Elige a otros cuarenta y nueve de tus compañeros y vengan".

Gideon se trasladó con el primer grupo al ala de entrenamiento, donde evaluó las predisposiciones, fortalezas y debilidades de cada uno. Seleccionó cinco escuadrones y eligió un líder para cada uno de ellos. Hizo lo mismo con otros cincuenta chicos y así sucesivamente, hasta que sólo quedó un último grupo en medio del campo, y entre ellos estaba Sid.

"Son los últimos. ¡Síganme!"

"¡Comandante Noa!" Una voz aguda que se esforzaba por sonar profunda hizo que Gideon se diera la vuelta.

No lo planeó. No quería desobedecer a quien más amaba y respetaba en el mundo, su querido Maestro, pero Aylin no podía más ignorar la voluntad de su propio corazón, que de repente se había despertado tan clara y límpida.

"Yo también quiero formar parte de un escuadrón, comandante. ¡Quiero alistarme!" Declaró con decisión.

Lord Lagat apretó el puño, invadido por una oleada de ira que no podía exteriorizar en ese momento. "De ninguna manera" respondió secamente.

"¡Insisto, comandante! Quiero ser parte de la causa. Quiero aportar mi contribución a esta guerra. Dijiste que nuestras decisiones nos pertenecen y que marcarán la diferencia entre la victoria y la derrota. Bueno, esta es mi decisión. ¡No puedes detenerme!"

Gideon no podía retractarse de sus palabras delante de sus soldados, ni podía impedir que aquel muchacho se alistara sin revelar su verdadera identidad. ‘¡Maldita sea!’ Se imprecó a sí mismo. "Muy bien. Si este es tu deseo, estás en el ejército. ¿Cómo te llamas?"

"Soy Neel", respondió la chica soldado.

El último grupo también llegó al ala de entrenamiento. Gideon asignó a Aylin al escuadrón de Sid, que fue nombrado líder y recibió al margen la recomendación de defenderla y protegerla a toda costa. Cuando llegó la noche, todos fueron convocados para la mañana siguiente y volvieron a casa.

En el viaje de vuelta, Sid condujo pensativo con Gideon a su lado. Aylin estaba sentada en la parte de atrás con la cabeza alta, sin mostrar pesares o arrepentimiento por el acto de rebeldía que acababa de realizar.

Tras unos minutos de silencio, el Blondie habló. "Creek, si Aylin está en el ejército tú tendrás que alistarte también. Estarás a cargo de las cocinas. Tendrás un grupo de soldados para que te ayuden a preparar y servir las comidas. Deberás ser autoritario y hacer que te respeten. Es una tarea muy importante, para un soldado la hora de comer es la recompensa a un día completo de esfuerzo. ¿Puedo contar contigo?"

El joven eunuco estaba nervioso. Había observado con asombro y admiración el acto de rebeldía de la dulce Aylin, quien se había impuesto como soldado a pesar del desacuerdo de su Maestro, y no podía ser menos, sobre todo ante una petición directa. Creek no era un líder natural, no sabía imponerse y era distraído y torpe, pero decidió que sería valiente y no mostraría ningún signo de debilidad o miedo, sin importar cuán tembloroso se sintiera por dentro. "Sí, Maestro Gideon, puedes contar conmigo".

"Optimo". El resto del viaje transcurrió en silencio.

***

Gideon estaba frio y áspero. Sus movimientos secos y su mandíbula apretada revelaban que apenas podía contener la ira que bullía en su interior. Tras bajarse del coche y despedir al mestizo, dio una orden firme a su mueble. "Creek, retírate a tus aposentos. ¡Ahora!"

El joven obedeció, y dirigió una mirada de preocupación a su amiga antes de desaparecer detrás de la puerta. Gideon sacó de un cajón el collar de cuero con cadena que Aylin usó el día de su huida de Eos y lo abrochó alrededor de su cuello. Tiró de ella bruscamente hacia un rincón del pasillo. Sin perderla de vista, cogió una silla y se sentó de frente. "Eres una Mascota. ¡Desvístete, actúa!"

Gideon nunca le había pedido que actuara en privado, Aylin hasta ahora sólo había cumplido con sus funciones como mascota durante las fiestas obligatorias organizadas por Orphe en Eos. La sexualidad nunca había ido más allá de las paredes domésticas, tras las cuales Aylin solía usar moños y ropa de princesa con colores pastel, sentarse cariñosamente en el suelo junto a su Maestro o en su regazo, donde dejaba que él le acariciara amorosamente el pelo.

De cualquier manera, Aylin era una mascota de la alta academia muy bien entrenada, y no mostró ningún indicio de pudor o vergüenza mientras se desnudaba.

Hábil y seductoramente comenzó a tocar sus puntos sensibles, expresando vocalmente su excitación con pequeños gemidos. Para ofrecer una mejor visión de sus genitales, se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared, adelantó la pelvis y abrió sus piernas.

A continuación, comenzó a estimular los labios menores y el clítoris con los dedos. De vez en cuando los introducía en el canal vaginal y masajeaba las cálidas y húmedas paredes dentadas. La mucosidad secretada permitía que sus dedos se deslizaran suavemente sobre la piel sin necesidad de lubricación adicional.

Pronto su cuerpo empezó a temblar. El placer brotó de su boca en forma de gritos apasionados. El movimiento de sus dedos se hizo más rápido. Al acercarse al clímax, su vagina se oscureció por el intenso flujo de sangre.

El placer la invadió de repente, irradiándose del interior hacia las extremidades con un último grito liberador y un jadeo de su cuerpo.

Las manos de Aylin se detuvieron sobre su sensible vulva, como si quisieran protegerla. Entonces, recordó que estaba actuando y se apresuró a quitarlas. En medio del viaje físico y mental hacia la liberación orgásmica, había olvidado que no estaba sola. Esperó a que los latidos de su corazón bajaran un poco y abrió los ojos para buscar la aprobación de su Amo.

Gideon la miró lleno de mortificación. ¿Qué acababa de hacer? Ella era su Aylin, su tesoro más preciado, y él, en un ataque de ira, acababa de realizar un acto imperdonable.

La tomó de la mano invitándola a levantarse, sin preocuparse en lo más mínimo de que sus dedos estuvieran aún empapados de mucosidad. En silencio, desenganchó su collar y lo dejó caer al suelo. Luego la abrazó, acariciando suavemente su espalda y su cabello. "No debería haber hecho eso. Perdóname".

Aylin estaba confundida. Era una mascota. La masturbación no era nada más que uno de sus deberes, pero sabía que Gideon le había pedido que lo hiciera no por su propio placer, sino como castigo por sus acciones de la tarde. Había algo terriblemente malo en lo que acababa de suceder, pero no podía entender la razón de tanto malestar que sentía.

"Ve a descansar. Mañana empezarás temprano el entrenamiento y tienes que recuperar tus fuerzas" le dijo el Blondie con dulzura.

"Sí, Maestro". Tras recoger su ropa del suelo, Aylin le dirigió una última, inescrutable mirada y entró en silencio en la habitación.

***

Lambda 3000 revisó los datos.

Había un error. Un elemento fuera de la lógica.

Raoul.

Su hijo le mintió. Estaba ocultando algo importante.

Los efectos del deterioro de siete días al grito de Júpiter eran un hecho inevitable. Los daños severos a los circuitos cerebrales y al estado físico general de Raoul deberían haber sido una consecuencia cierta, y sin embargo así no fue.

Raoul Am encontró una forma de eludir su castigo. Alguien fuera de Eos lo ayudó a aliviar su sufrimiento.

Lambda 3000 decidió que revisaría los registros de la torre en busca de respuestas.

***

Lord Am estuvo trabajando hasta tarde en su laboratorio ese día. Regresó a su casa, consumió rápidamente la comida que le sirvió Benson, y, en lugar de ir a la biblioteca como de costumbre, se retiró a sus aposentos. Encendió el comunicador especial, se sentó en la cama y esperó.

El reloj marcaba las 20:55.

Estaba inquieto. En un intento de mantener su mente ocupada, repasó las fórmulas químicas de las moléculas complejas y las composiciones de los elementos periódicos.

Volvió a mirar el reloj holográfico de la pared. 20:58.

Se levantó, fue al baño y se lavó la cara. Se peinó y se cepilló cuidadosamente los dientes. Su superoído estaba alerta y atento a cualquier sonido que pudiera provenir de la habitación.

21:02.

Raoul Am comenzó a sentir pánico. ¿Por qué Guy no lo llamó a la hora acordada? ¿Había cambiado de opinión? ¿No quería hablar con él? ¿Le había pasado algo? ¿Estaba con alguien?

Pensamientos de ira, tristeza y celos. Culpó a Riki de toda esta situación, él era el único culpable de meterle en la cabeza tantas tonterías sobre el cortejo y las relaciones.

Tomó rápidamente una decisión: buscaría a Guy al día siguiente, le pondría un anillo de mascota y, con o sin el consentimiento de Júpiter, lo llevaría a Eos, donde podría controlarlo en todo momento. El estado de ánimo de Raoul se dividía entre las ganas de llorar, romper algo y correr inmediatamente a Ceres.

Entonces, el comunicador sonó. Tratando de recomponerse, aceptó la llamada. La imagen de un Guy vacilante apareció en el holoproyector. - Hola, espero no llegar tarde. Esta es la primera vez que uso una de estos aparatos. -

- No estaba viendo la hora - mintió el androide.

- Bien. Así que... ¿de qué te gustaría hablar? Me temo que no soy muy bueno en las telecomunicaciones de larga distancia. -

- Podrías empezar contándome lo que hiciste hoy, Guy - lo instó el Blondie.

- Okey. Entonces, esta mañana... - Guy habló de los distintos momentos de su día, de las personas que había encontrado y de los problemas que tuvo que resolver. Raoul escuchó atentamente, interviniendo de vez en cuando, haciendo preguntas o aportando su opinión. - ...bien, Blondie, tu turno. ¿Qué hiciste hoy? -

Raoul describió su molesta conversación con Orphe en la mañana, su trabajo en la clínica, su almuerzo en Parthea con colegas, el nuevo pedido de mascotas exclusivas que había recibido...

- Espera, Raoul, detente un momento - lo interrumpió Guy, un poco molesto. - ¿Estás tratando de decirme que creas mascotas? ¿Lo entendí bien? -

- En realidad, me ocupo sobre todo de su diseño y manipulación genética en tubos de ensayo - explicó Lord Am. - La creación real tiene lugar en laboratorios externos. Por lo general, sólo acepto solicitudes especiales, donde el producto final es una hibridación de genes y gametos humanos, alienígenas y animales o seres humanos con características físicas especiales, como la falta o el exceso de órganos, extremidades de gran tamaño, etc. Otra petición que recibo a menudo, es neurocorregir a los humanos rechazados o condenados por la ley para convertirlos en muñecos sexuales obedientes. Los productos finales se llaman Alita, es una alternativa a la eliminación y... - Raoul podría seguir hablando de su apasionante trabajo durante horas, pero Guy lo detuvo.

- Vale, para. Mira, yo... ya oí suficiente. Lo siento, pero necesito un descanso. - Sin previo aviso, el mestizo cortó la comunicación.

Raoul se quedó sorprendido. No podía entender lo que había dicho que era tan malo como para que Guy se enfadara. Sin embargo, él sí se había quedado escuchándolo hablar sobre mercado negro, proyectos de construcción y reuniones de pandillas.

Una vez más, se llenó de esa abrumadora sensación de inquietud y malestar que tan a menudo lo acompañaba desde su despertar en la casa de Iason de hace dos semanas. El miedo se apoderó de él y las palmas de sus manos empezaron a sudar. Intentó calmarse controlando su respiración, pero tuvo el efecto contrario de hiperventilar. Sus ojos se volvieron acuosos y brillantes. Su rostro enrojeció y adquirió una expresión angustiada.

Entonces, el comunicador volvió a sonar. Aunque la razón le sugería que ignorara la llamada para no parecer débil, Raoul aceptó instintivamente.

- Lo siento - dijo Guy de inmediato, sin siquiera mirar. - Realmente soy la última persona en el mundo con derecho a juzgar tu trabajo. No debería haber reaccionado así. -

El mestizo levantó la mirada, para descubrir que Raoul se veía tan emocionalmente perturbado. - ¡Oye, bombón! - Exclamó con preocupación. - La culpa es mía. Soy un idiota. Lo siento. -

- No... no vuelvas a hacer eso - murmuró el rubio con voz tensa. - No vuelvas a cerrar así. Sin decir adiós, sin una explicación -

Guy se quedó desconcertado. No podía creer que Raoul fuera tan frágil. - No lo volveré a hacer, te lo prometo. -

Lord Am asintió. - Yo... no sé que me está pasando. Estas sensaciones y este dolor que siento son nuevos. No los controlo. -

Fue entonces cuando Guy entendió. Raoul se encontraba en un estado de extrema sensibilidad emocional en el que cada nuevo desarrollo de los acontecimientos le desorientaba. Tuvo una idea. - Oye, tendré más cuidado, ¿vale? Escucha, ¿ya estás vestido como para ir a la cama? -

- Todavía no - contestó el androide escéptico.

- Entonces cámbiate de ropa y acuéstate en la cama. Dijiste que tenías problemas para dormir, así que me quedaré contigo hasta que te duermas. ¿Te gustaría eso? -

Era una petición extraña, pero la idea de quedarse dormido con Guy cuidándolo no desagradaba en absoluto a Raoul. Se puso de pie y se cambió de ropa fuera de la vista de la cámara. Luego, se tumbó. - ¿Tú no te vas a recostar? -

- Todavía no - respondió el mestizo. - Cierra los ojos. Me quedaré aquí y no apagaré la señal hasta estar seguro de que estés dormido. -

- Eso está bien. - Saber que Guy lo estaba observando fue como un bálsamo tranquilizador para Raoul. Sus miembros se relajaron y su respiración se regularizó.

Guy se quedó unos minutos contemplando aquel rostro perfecto y angelical, tan hermoso, y se preguntaba qué había hecho para merecerlo. Luego, con el corazón caliente apagó el comunicador.


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