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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Lambda 3000 flotaba en su cúpula, aferrándose a la electricidad almacenada en los generadores de emergencia.

Los tres rascacielos de la moderna metrópolis de los androides aún estaban energéticamente aislados. Sus habitantes sobrevivían gracias a la provisión de agua y viveres que consiguieron durante las doce horas del armisticio.

Según los cálculos de Iason, a la Inteligencia Artificial le quedaban cuatro días de autonomía, luego se apagaría inevitablemente.

El campamento militar era fuerte y estaba bien organizado. El ejército de Ceres controlaba todas las calles y gestionaba tanto las entradas como las salidas del perímetro hexagonal mediante constantes patrullajes.

Debido a su inferioridad numérica, los guardias de Júpiter no podían atacar directamente a los invasores, sino que se movían en secreto, de uno en uno, bien escondidos entre los demás androides que habitaban Tanagura.

De esta forma, lograron capturar a algunos soldados mestizos que llevaron a su cuartel general para interrogarlos. “¿Quién es la cabeza detrás de la rebelión? ¿Cuáles son sus verdaderos planes?” Fueron las preguntas que les hicieron, pero no pudieron sacarles ninguna información útil.

Los prisioneros de Ceres no eran tan valientes como para aguantar las terribles torturas de Júpiter con la boca cerrada, simplemente ninguno de ellos conocía la verdadera identidad de Minosi Kan y del Comandante Noa ni sus estrategias. Eran meros peones. Sus cuerpos sin vida - parcialmente despellejados, sin ojos ni uñas, y a veces con algún miembro arrancado - fueron devueltos al ejército en bolsas de plástico arrojadas al campo por la noche.

Júpiter era cada día más débil, pero sus fuerzas aún eran suficientes para que el núcleo del planeta se estallara. Por esta razón, el ejército de Ceres no podía atacar la cúpula directamente. Sólo podía esperar.

Era un equilibrio precario donde la cuenta atrás estaba en marcha y la Supercomputadora no tardaría en hacer su agosto.

***

Habían pasado diez días desde el interrogatorio de Raoul. Gracias al metabolismo mejorado de los Blondies, la mayoría de sus quemaduras estaban curadas. Podía poner los pies en el suelo y caminar despacio sin recorrer distancias demasiado largas.

Guy era un compañero amable y cariñoso que no dejaba de llenarlo de atención, aunque a veces actuaba con brusquedad y hablaba sin rodeos.

Casi como si los papeles se hubiesen invertido entre ellos, Katze se preocupaba por su salud y nutrición adecuada, lo reprendía cuando no seguía las instrucciones médicas de Louis y estaba pendiente de todos sus movimientos. Cada día le ofrecía interesantes temas de conversación que lo mantenían ocupado durante horas.

Daniel y Benson eran los anfitriones de la casa y atendían todas las necesidades de los demás, anticipándose a sus deseos antes de que pudieran mencionarlos y haciendo que sus días fueran agradables y relajantes.

Lord Zavi y Louis habían asumido toda la responsabilidad de la torre, pero, a pesar de sus muchos compromisos, Orphe encontraba un poco de tiempo cada día para visitar a su hermano convaleciente.

Nuevas reglas se aplicaban ahora en la Torre de Eos, adaptadas a la falta de electricidad y a una población predominantemente humana. A las mascotas, por ejemplo, se les asignaron algunas responsabilidades. Como carecían de experiencia y no estaban acostumbrados al trabajo físico, los muebles los guiaban e instruían.

Una mañana, al salir del ático, Guy se topó con Orphe. El Blondie le hizo una señal para que lo siguiera y lo condujo a un apartamento contiguo, lejos de miradas y oídos indiscretos, donde fue directo y autoritario en sus preguntas. "¿Cuál es exactamente tu relación con mi hermano? ¿Cómo se conocieron?"

Inquieto por la inesperada conversación y por las maneras violentas del androide quien había amenazado con romperle los huesos repetidamente en el pasado, el mestizo buscó rápidamente una explicación convincente y no demasiado reveladora. "Nos conocimos a través de Katze. Yo era una especie de intermediario entre el mercado negro y los barrios bajos".

Orphe estrechó su mirada para intimidarlo, pero no tenía motivos para no creerle. Conocía el papel de Katze en Midas antes de que Júpiter lo degradara a mueble de tipo D, y Raoul, de todos los Blondies, era el más cercano a los negocios de Iason.

"Me di cuenta de que pasas las noches en su cama. ¿Cómo es posible que Raoul se haya vuelto tan intimo con un mestizo lisiado?"

Guy sintió que el ritmo de su corazón se aceleraba y estaba ansioso por terminar esa conversación, mientras respondía secamente "Tenemos más en común de lo que parece".

"¿Qué podría tener mi hermano en común contigo? ¡Raoul no salió de Eos por más de ocho meses! ¿Quieres que crea que esta tan cacareada afinidad entre ustedes fue tan fuerte como para sobrevivir a un periodo de tiempo tan prolongado? ¿Por qué te encerraste en una torre asediada, abandonando a tus compañeros de armas? ¡No me mientas!"

El joven elevó el volumen de su voz mientras respondía con sinceridad. "¡Realmente amo a Raoul! ¡No podría haberme quedado fuera sabiendo que estaba herido!"

Lord Zavi cruzó los brazos frente a su pecho y lo miró con seriedad. “Muy bien, Guy, digamos que te creo. Siendo así, voy a ser franco y directo contigo. Hay antecedentes de uno de nuestros hermanos, ya fallecido, que tuvo relaciones carnales con un mestizo. ¿Raoul también se involucró sexualmente contigo?"

Guy vaciló. ¿Decir la verdad? ¿Mentir? ¿Cuál de las dos respuestas sería mejor para Raoul? "¡Él lo hizo!"

Orphe no perdió su porte, esa revelación no era más que una confirmación de sus sospechas. Una parte de él incluso quería hacerle algunas preguntas sobre la dinámica de las relaciones entre un Elite y un humano, posibilidad que había comenzado a considerar, a pesar de no saber cómo enfrentar el tema con Louis, pero ese no era su propósito actual.

"No cuestionaré las decisiones personales de mi hermano, aunque me cueste entenderlas, pero me preocupa su salud. ¡Él se ve demasiado bien! Júpiter no sólo lo torturó físicamente, sino que haciéndolo violar por androides inferiores, invadió su esfera íntima y destrozó su orgullo. Raoul no se desahogó, no se enojó y no reaccionó de ninguna manera. La mente de los Elites es incapaz de repararse a sí misma cuando sus cimientos son sacudidos tan profundamente. Ningún Blondie, ni siquiera uno tan resistente y flexible como Raoul, podría sobrevivir intacto a tal experiencia. Temo que esa actitud tranquila y pragmática suya pueda ser el preludio de un cortocircuito."

"¿Un cortocircuito?" Guy repitió preocupado.

"Sí. Es un error neurológico que no se puede resolver sin una intervención externa, y aquí es donde entras tú en juego. Si realmente te preocupas por Raoul, debes asegurarte de que no huya del trauma escondiéndolo en un rincón remoto de su mente. ¡Tienes que convencerlo de que lo enfrente y lo eche!"

El gélido y autoritario Lord de Eos ya no daba tanto miedo. Tal vez era realmente como lo había descrito Raoul: un caparazón de león feroz que ocultaba un corazón tierno. ‘Después de todo, los Blondies no son tan diferentes de los humanos’, pensó Guy. "¿Qué tengo que hacer?"

"Tienes que conseguir que te hable de lo que pasó en la cúpula, que te cuente los detalles. Hay que romper sus escudos y conseguir algún tipo de reacción significativa".

"Y ... ¿si no lo logro?” Guy no tenía familiaridad con las necesidades emocionales de los Elites, sin embargo, conocía su Blondie y sabía que tenía un alma sensible. Ya había intentado hablarle, pero Raoul evitaba el tema y actuaba como si nada hubiera pasado.

"Si no puedes hacerlo, tendremos que encomendarlo al cuidado del propio Júpiter".

"¡Nunca! ¡No dejaré que ese maldito ordenador vuelva a poner sus sucias manos, o lo que sea que tenga en lugar de manos, sobre él!"

Orphe miró al hombre con comprensión y le habló como a un igual. "Puedo entenderlo. Yo tampoco tengo mucha fe en Júpiter ahora mismo, pero es el único capaz de curar las disfunciones cerebrales de un Blondie. No es necesario que lo hagas ahora, sólo ten en cuenta que, si en los próximos meses notarás que su comportamiento se ha vuelto anormal, significará que queda poco tiempo. Te confío a mi hermano. No me decepciones".

"Protegeré a Raoul a costa de mi propia vida."

Orphe quedó satisfecho con esa respuesta y se despidió de Guy.

***

Creek estaba agachado en el suelo, espiando el camino desde una pequeña abertura en la tienda. Aylin, justo detrás de él, intentaba a su vez asomarse.

"¿Y bien? ¿Puedes verlo?"

"Sí. Va hacia el lado oeste del campamiento. ¡No te quedes sobre mí, me estás aplastando!"

Transcurrieron las últimas dos semanas encerrados en aquella casita de lona, sólo se les permitió salir para ir a la letrina en los momentos en que no había nadie más, siempre constantemente vigilados por su Maestro. Definitivamente, el asedio a Tanagura no se parecía en nada a como lo habían imaginado mientras se entrenaban en el patio de Guardian.

El día de la invasión fue inolvidable. Aylin dirigió su pequeño pelotón de soldados con gran valor. El rifle ligero que cargaba fue su mejor aliado. Con su puntería infalible, eliminó a todos los enemigos antes de que pudieran atacarlos. Ninguno de sus hombres resultó herido ese día y fue el único escuadrón que quedó ileso en todo el ejército. La batalla la llenó de adrenalina y autoestima e incluso Creek, que luchó unos pasos detrás de ella, se sintió más vivo que nunca.

Pero el sueño duró poco. Inmediatamente después de montar la tienda, la dura realidad barrió cualquier ilusión de libertad. Aylin se vio obligada a vestirse con ropa de mujer y Creek a retomar su papel de mueble. “Permanecerán dentro de la tienda. ¡Les prohíbo salir!"

"¿Por qué? ¿Hasta cuándo?" La chica protestó incrédula.

"Hasta nuevo aviso. ¡Y no quiero discutirlo!"

Desde ese día, la mascota y el mueble pasaron sus días en una jaula de tela de unos pocos metros. Aylin languidecía de angustia porque ella y Sid no habían vuelto a hablarse, ni siquiera se habían vislumbrado de lejos.

El último recuerdo que Aylin tenía de él era el de un hombre desmayado, sangrando y medio muerto. Quería verlo, preguntarle cómo estaba y decirle que ella pensaba en él todos los días y no había cambiado de opinión sobre su futuro: vivirían juntos como pareja, Blondie o no Blondie celoso y sobreprotector de por medio.

El comandante Noa nunca se iba de la tienda por más de unos minutos, no permitía que nadie hablara con ellos y los mantenía ajenos a todo lo que ocurría en el exterior. Las pocas veces que tuvo que ausentarse por periodos de tiempo más largos, lo hizo sin avisar, y los dos jóvenes no salieron por temor a encontrarse con él frente a la puerta.

Hoy, sin embargo, sería diferente. A la mañana, Iason vino a hablar con Gideon y al escuchar su conversación, Aylin y Creek se enteraron de que por la tarde tendría lugar una importante reunión estratégica con los líderes extra planetarios de la coalición. Seguramente duraría muchas horas, ¡era una oportunidad que no podían desaprovechar!

"Está lejos, ya no lo veo”, advirtió el eunuco.

"¡Por fin! "La chica se puso en pie de un salto, se quitó la ropa femenina y se puso la faja elástica que utilizaba para vendar sus pechos. Vistió su traje militar y deslizó una pistola en la cintura. Creek se puso zapatos y una chaqueta.

"¿Qué estás haciendo?" Le preguntó la mascota.

“Ir contigo por supuesto. Si Gideon vuelve pronto y tú aún no has regresado, ¿qué le cuento?"

Aylin tuvo que admitir que ni siquiera ella hubiera querido encontrarse sola explicando a un enfurecido Gideon por qué el otro no estaba. Mejor afrontar juntos las posibles consecuencias de la desobediencia. "Está bien, ¡apurémonos!"

Salieron en silencio, corrieron hacia las tiendas de los soldados y reconocieron a Norris cerca de una de ellas. "¡Necesito hablar con Sid! ¿Dónde está?" Le preguntó Aylin con urgencia.

"Oye, ¿dónde han estado todo ese tiempo?" Reaccionó el mestizo sorprendido. "Sid no está aquí. Se fue de patrulla con su escuadrón".

¿"De patrulla"? ¿Qué significa?"

"Nos turnamos para vigilar que los androides no recuperen el control de Tanagura y no se organicen para contraatacar. ¿Cómo no lo saben?"

"¿Quieres decir... que Sid está fuera del campamento?"

"Exactamente. No volverá hasta la noche".

"¡Mierda!" A estas alturas, Aylin ya había asimilado por completo la forma de actuar y hablar de Ceres. "¿Dónde está patrullando? ¿Queda lejos?"

"Debe estar alrededor de la Torre de Júpiter. No está lejos, si corres llegas en media hora, pero está prohibido ir solo. Es peligroso..."

Las últimas palabras de Norris no fueron escuchadas porque Aylin y Creek sabían cómo llegar a la Torre de Júpiter y ya estaban corriendo en aquella dirección.

***

Los dos pupilos de Lord Lagat llegaron rápidamente a la plaza que rodeaba la torre y se escondieron en un callejón para vigilar el camino. No sabían nada de los secuestros, de las torturas y de sus compañeros asesinados. Gideon los había mantenido a salvo, o eso creía, y peligrosamente inconsciente de los riesgos.

Aylin tenía muy buena vista, por lo que era tan buena con las armas, y divisó a un grupo de hombres en movimiento desde lejos. "¡Deben ser ellos! Espérame aquí, ¡volveré lo antes posible!” advirtió, y tan rápido como una ardilla, cruzó la carretera.

A Creek no le quedó más remedio que esperar. Sin embargo, cuando los minutos se multiplicaron y Aylin no regresaba, empezó a tener un mal presentimiento y salió de su escondite para buscarla.

"¡Aylin! Aylin, ¿dónde estás?" Llamó, pero nadie respondió. La plaza estaba tan vacía que su voz resonaba. El sol menguante de la tarde, que pronto sería sustituido por las lunas, formaba largas sombras en el suelo de metal liso.

Una de ellas, demasiado grande para pertenecer a su amiga, lo cubrió de repente por detrás. Creek sacó su cuchillo, pero no tuvo tiempo de utilizarlo. Su brazo fue doblado y algo duro lo golpeó en la cabeza. Un olor químico penetrante le nubló la vista.

Cayó al suelo. En el entumecimiento de sus sentidos desorientados, le pareció ser levantado y colgar de un hombro. El atardecer caía quietamente sobre Tanagura mientras el Onyx regresaba a la Torre de Júpiter cargando la segunda parte de un valioso botín.


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