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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Notas del capitulo:

Decidí dejar el título de este capítulo en su idioma original porque también es el título de una famosa comedia musical italiana de los años 70.?En español sería 'Añade un asiento a la mesa’.

Cal se había superado a sí mismo.

Prometía ser una cena de reyes, con una variedad de entradas, un gran pavo relleno, cuatro guarniciones diferentes y deliciosas salsas. Un pastel de helado con frutas del bosque, chocolate negro y mousse de caramelo completaría la comida.

Afortunadamente, el joven eunuco no tuvo que hacerlo todo solo. Riki lo había ayudado preparando la mayoría de los aperitivos, rellenando el pavo y sacándolo del horno a la hora adecuada. Cal no quiso asumir esa responsabilidad por miedo a servirlo crudo o demasiado seco.

Cubrieron la gran mesa redonda del salón con un elegante mantel. Colocaron todos los platos, vasos, cubiertos y servilletas que el bon ton exigía.

Raoul, Guy y Katze llegarían en breve. Esa espera puso a Riki un poco nervioso.

***

Cuando Iason le había contado a Raoul lo de Guy, el rubio se había puesto histérico. Que la ex pareja de Riki, responsable de la explosión de Dana Burn y de la mutilación de Iason, viviera tan cerca de ellos y colaborara con sus negocios, era simplemente intolerable.

Después de reprochar amargamente a su hermano por no haber matado al humano inmediatamente y acusarlo de haberse vuelto pusilánime, concluyó su sermón declarando que su mascota mestiza tenía toda la culpa.

Riki, que estaba de pie a un par de metros de ellos, empezó a contar internamente hasta diez para no soltar un grito.

"No puedo entenderte, Iason,” siguió Raoul. "Ese hombre quería matarte. Provocó la explosión que fue el motivo de tu accidente, obligándote a esconderte de Júpiter. Destruyó el sector de Herbay y causó la muerte de todos los ciudadanos decentes de Amoi que vivían allí. Y tú, no sólo lo salvas de la carnicería y lo curas, sino que le das una casa y un trabajo. Esto realmente no tiene sentido". Dicho esto, dio la espalda con aire irritado.

A Iason le resultaba irresistible esa actitud ofendida y algo infantil de su hermano. "Verás, querido Raoul, tu razonamiento no da lugar a dudas, pero la cuestión es que ese mestizo me pareció interesante. El hecho de que llegara tan lejos para lograr un objetivo, por muy cuestionable que fuera, es encomiable. Mostró determinación. Es un humano tenaz que está llevando a cabo sus tareas actuales con compromiso e inteligencia, por lo que te pido que te comportes adecuadamente con él durante la cena de pasado mañana. No quisiera perder un peón valioso sólo porque a mi querido hermano se le resbaló la mano".

"Ciertamente no me ensuciaría los dedos tocando a esa escoria bastarda", señaló el líder del Sindicato. "Pero no me pidas que sea amable con él, porque no lo haré".

Lord Mink soltó una sonora carcajada. "Amigo mío, nunca esperaría un comportamiento así de ti, ya que ni siquiera puedes mostrar simpatía hacia mi Riki".

Este último, que entretanto había llegado al número quinientos, al oír hablar de nuevo de él como si no estuviera allí, no pudo contenerse más. "¡Oye, estoy aquí, por si no te habías dado cuenta!"

Ambos se volvieron hacia él. La mirada de Iason se suavizó. "Lo sé, amor, y te agradezco que no hayas pateado aún a mi hermano gruñón. Sin embargo, creo que no debes seguir tentando al destino, querido Raoul".

"Si mi presencia molesta a tu mascota, y eso te causa problemas, puedo irme. Sólo dímelo claramente, Iason, y no volveré", reaccionó Lord Am con aire ofendido.

"No me molesta tu presencia", aclaró Riki, acercándose al sofá y mirando a los ojos de Raoul. "Pero esta es mi casa también. No soy una mascota, tengo un nombre. No soy un elemento decorativo de la casa. Esto no es Eos. Y lo mismo ocurre con Cal. Ya no es un mueble, es un trabajador doméstico. Recibe un salario. No te pido que te dirijas a mí de igual a igual, eso sería mucho exigir de ti, pero no me ignores. No hables DE mí, Raoul, habla CONmigo. Aquí no somos una Elite, un mueble y una mascota. Somos tres personas que viven juntas. Somos una familia. Y sería bueno considerarte también parte de ella, ¡pero depende de ti disminuir la distancia!"

Lord Mink simplemente cogió a su querido de la mano y lo atrajo hacia sí hasta que Riki se sentó en su regazo.

Raoul, en inferioridad numérica, respiró hondo. Puso los ojos en blanco para expresar su decepción y se enfrentó a su rival. "Muy bien, RIKI", exclamó, enfatizando su nombre con sarcasmo. "Hablaré CONtigo y te diré todo lo que pienso en todo momento. Pero no vayas a quejarte después con mi hermano cuando no sean cosas buenas".

"No pido nada mejor, querido CUÑADO", respondió el hombre, con una sonrisa que iba de oreja a oreja.

"Después de eso, creo que voy a vomitar, RIKI".

***

Raoul había ocupado su lugar entre Iason y Katze. Cal, Guy y Riki completaban la mesa.

Como todos estaban ocupados disfrutando de los sabrosos platos, ninguno de los comensales se dispersó en charlas. El único ruido en la sala era el de los cubiertos chocando contra la cerámica, el de los dientes masticando y el del vino sirviéndose en las copas.

Cal no paraba de levantarse para retirar las vajillas y remplazarlas por otras limpias, calentar la comida, servir las bebidas y cambiar los platos. Estaba tan ocupado que a mitad de la cena apenas había tocado su comida, por lo que Riki tuvo que obligarlo a permanecer sentado y vaciar su plato.

Raoul estaba alegre. Miraba con curiosidad al humano alto y manco cuyo pelo castaño estaba recogido en una cola de caballo. Le resultaba difícil creer que aquel individuo de aspecto inofensivo pudiera ser el responsable de la tragedia que había convertido parte de Amoi en cenizas sólo ocho meses antes.

Guy, por su parte, intentaba actuar con naturalidad y no mostrar cuán incomodo se sentía, pero obtenía el resultado contrario. Se sentía fuera de lugar. Esperaba que la noche terminara pronto.

Después de vaciar varias copas de vino añejo del mejor viñedo de Amoi, todos se pusieron un poco ebrios y el ambiente en la casa Mink se relajó. El postre era celestial, todo el mundo aplaudió a Cal.

A sugerencia de Riki, decidieron hacer un juego de mesa. Las reglas eran sencillas: cada participante debía escribir el nombre de un personaje famoso en una tarjeta sin mostrarla a los demás. Todas las cartas se mezclaban y cada jugador tenía que elegir una al azar y pegarla en su frente.

Como resultado, cualquiera podía ver los nombres de los personajes de otras personas, pero no el que tenía pegado en la frente. El objetivo del juego era adivinar quién era el personaje de uno haciendo preguntas a las que los demás debían responder con un sí o un no.

Raoul escribió ‘Lord Gideon Lagat’. Iason escribió ‘Lord Orphe Zavi’. Cal y Katze escribieron ‘Júpiter’. Guy y Riki escribieron ‘Marcus’ y ‘Phil’ respectivamente, que eran mestizos famosos en Ceres pero desconocidos en Tanagura, que habían liderado la revuelta siglos atrás.

Como resultado, Guy se encontró con el nombre ‘Lord Gideon Lagat’ pegado en su frente, y por mucho que intentara hacer preguntas concretas, no había forma de que lo adivinara.

Iason y Raoul sacaron a 'Marcus' y 'Phil'. Tras decenas de intentos fallidos, se arrancaron literalmente la tarjeta de la frente y la miraron con ojos atónitos preguntándose quiénes eran esos humanos.

Cal y Katze sacaron el uno el personaje del otro. Adivinaron con una única pregunta, que fue: ’¿Soy el Dios indiscutible de éste planeta?’.

Incluso Riki, que había elegido la etiqueta de 'Lord Orphe Zavi', pudo adivinar. Fueron necesarias varias preguntas, la última de las cuales fue: ‘¿Soy el sádico rubio jodido, responsable de todas las malditas reglas de Eos?’. Cuando la respuesta fue afirmativa, pronunció el nombre del personaje, arrugó la tarjeta y la lanzó contra la pared, declarando que aquel juego era estúpido. Raoul lo miró con reproche. "Procura lavarte la boca con agua y jabón cuando hablas de uno de mis hermanos, RIKI."

Tras el momento de los juegos, llegó el turno de las bebidas espirituosas. En el centro de la mesa se colocaron diez selecciones diferentes de licores aromáticos de alta graduación. Cal y Katze se sirvieron un licor de bayas, pero dejaron sus copas prácticamente sin tocar. El riguroso entrenamiento de mueble que habían recibido no les permitía disfrutar de la juerga.

Iason se sirvió un coñac. Raoul un Cointreau. Ambos sostenían sus vasos con elegancia, sorbiendo lentamente y haciendo chocar los cubitos de hielo contra el cristal.

Riki, que había refinado sus gustos desde que vivía en el búnker con Iason, se sirvió un poco de brandy. Él también comenzó a sorberlo lentamente, disfrutando del cálido cosquilleo en sus papilas gustativas.

Guy, que nunca había tratado con licores tan finos, los probó todos, uno tras otro, de un solo sorbo como si se tratara de Stout.

Riki intentó detenerle y advertirle que no exagerara, pero Guy se sintió ofendido. Afirmó que no era un niño y que podía cuidar de sí mismo.

Alrededor de media hora más tarde, achispado, el mestizo se levantó y empezó a tambalearse por la habitación. Contó historias de bandas rivales, cuchillos y motos. Cantó canciones desafinadas típicas de un bar de barrio.

Raoul, cuyo estado de ánimo oscilaba entre la diversión y la sorpresa, lo observaba atentamente. Intrigado por la respuesta humana al abuso del alcohol, le llenó el vaso a Katze y lo invitó a beberlo. Quería ver si las reacciones del antiguo mueble serían similares a las del mestizo, pero el eunuco no se dejó convencer y declinó cortésmente.

Después de un par de chistes sucios y de un baile que lo dejó con el culo en el suelo, Guy se acercó a Raoul y le hizo una profunda reverencia. "¿Me dejaría el asiento, señor Blondie?"

Cada vez más divertido por el inesperado espectáculo, Lord Am se levantó y cedió su silla respondiendo a la reverencia.

Guy se sentó al lado de Iason y empezó a hablarle en voz muy alta. Le dijo que era hora de arreglar las cosas entre ellos. Que lo quería como a un hermano. Que no estaba enfadado con él por lo del brazo, porque ya se había acostumbrado. Que estaba agradecido por todo lo que había hecho y estaba haciendo por Ceres. Lo alabó porque Riki parecía feliz y porque, aunque era un puto androide de Tanagura, era un tipo agradable. Nombró una nueva hermandad entre rubios e impuros, y para sellarla le estampó un beso repentino en la boca.

Lord Mink, que hasta ese momento había escuchado con bastante superficialidad las comprometedoras confesiones del mestizo, se quedó sorprendido y buscó la ayuda de Riki con la mirada.

Divertido por el discurso de su ex-novio y nada perturbado por este intercambio emocional, le hizo señas de que no se la tomara a mal. Se acercó a Guy y le ayudó a ponerse en pie. "Vamos, amigo, creo que es hora de llevarte a casa".

Con los ojos a media asta y apoyando casi todo su peso en Riki, Guy no estaba de acuerdo con esa afirmación. "¡Pero Riki, nos estamos divirtiendo! ¡Vamos, saca las cartas! Tenemos que jugar a Gigoló!!!"

"Mañana, Guy. Ahora vamos a dormir".

"De acuerdo". Obediente como un niño de Guardian, el joven se dejó llevar hacía la puerta que conducía a Ceres.

Katze y Raoul se despidieron poco después. Antes de marcharse, el rubio comunicó que quería jugar a ese tal ‘Gigoló’ la próxima vez que se vieran.

Cuando Riki volvió, vio a Cal que ya estaba ordenando, mientras Iason estaba a punto de terminar su bebida. Se le acercó y se sentó en su regazo. "Lo hice vomitar y lo acosté. Se durmió enseguida".

Lord Mink tomó la cara de Riki entre sus manos y le dio un beso largo y apasionado. "Este es el único mestizo al que quiero besar", declaró solemnemente, tras separarse.

"Eso supo bien", respondió Riki, besándole a su vez y mordiéndole ligeramente el labio superior.

Iason lo levantó como a una novia y lo llevó a la habitación.


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