Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siempre ambos por yaoiana

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, he actualizado un poco más temprano porque no sé la otra semana si pueda hacerlo tan pronto.  Mil gracias a todos y todas por sus maravillosos mensajes, siempre desde el fondo de mi corazón, muy agradecida.

 

Sin más, a leer¡¡

Capítulo 13: Nacimiento

 

Respiró hondamente intentando calmarse para no interrumpir la explicación de su sobrina.  Se limpió el sudor de la frente, inconsciente de en qué momento había empezado a transpirar frío.  Las manos le temblaban y comenzaba a sentir demasiada sed.  Su hermano lo miró y se preocupó al instante, veía como Sesshoumaru hablaba, pero solo alcanzaba a ver sus labios moverse, un fuerte pitido inundaba sus oídos y no dejaba escuchar a su esposo.Nuevamente el dolor se intensificó y se agarró el vientre, gruñó fuerte y sintió ser cargado por su hermano.

 

−      ¡ Jaken!, llama a Chiyako, los cachorros están por nacer - expresó el daiyokai intentando mantener la compostura, pero para todos fue evidente la preocupación y lo alterado que estaba el lord de esas tierras.

 

−      Aguanta pa, todo saldrá bien - dijo Moroha animando a su padre, corriendo tras Sesshoumaru al igual que todos los demás.

 

−      Chiyako ya estaba en la habitación preparada para el nacimiento de los cachorros.  Observó atenta como el daiyokai dejaba muy preocupado a Inuyasha en la gran cama.  Mikado sería la asistente, pero ante la proeza, necesitarían a alguien más.

 

−      Tu niña, ven aquí, nos asistirás - señalando a Setsuna.

 

−      ¿Yo? - sorprendida.

 

−      Sí, necesito una mente fría para esto.

 

−      Yo puedo ingresar - refutó Sesshoumaru.

 

−      Lo lamento mi señor, pero su yoki anda algo descontrolado - sonrió la demonia verde algo conciliadora, pues al parecer el lord no había notado que sus colmillos se habían exteriorizado.

 

−      De acuerdo, todo estará bien - le dijo a su padre para luego entrar en la estancia.  Todos salieron y dejaron a las tres mujeres tras las puertas.  A lo lejos escuchaban las exclamaciones y gruñidos de dolor del hanyou y después de algunos minutos, reinaba un fuerte silencio.

 

***

−      Es necesario que te tomes el somnífero Inuyasha, dormido me dejarás trabajar mejor - lo regañó la curandera.

 

−      No pienso dormirme… necesito estar seguro de que todo saldrá bien - comentó adolorido Inuyasha.

 

−      Te pondrás en riesgo y a los niños sino lo haces- volvió a reñirlo.

 

−      Por favor amo, haga lo que dice la señora Chiyako - rogaba Mikado.

 

−      ¡ Inuyasha! - lo llamó Setsuna- confía, no dejaré que nada malo le pase a mis hermanos - expresó con seriedad.

 

Ver y escuchar la firmeza de Setsuna, le hizo recordar la misma determinación que tenía su compañero.  Verla era como ver a Sesshoumaru y eso de una manera lo reconfortó.

 

−      Está bien… - dijo tomándole la mano- te confío la vida de tus hermanos y la mía - expresó para recibir el somnífero y casi al instante, caer completamente dormido.

 

La azabache firme a su palabra, en ningún momento le soltó la mano al dormido Inuyasha.  Observó todo el proceso desde la incisión, la extracción de sus hermanos, el retiro de los cordones umbilicales y la curación.   Ahora entendía porqué la demonia verde la había llamado a ella y no a su padre, éste hubiera perdido el control de ver a Inuyasha dormido y ensangrentado por la cesárea.

Mikado había bañado a los pequeños y los había vestido con los trajes que había traído Moroha. Eran dos hermosos gemelos varones, idénticos a Sesshoumaru, lo único diferente era el color de sus lunas y marcas en el rostro.  Uno de los bebés, tenía el mismo color que su padre, luna índigo y marcas en el rostro magentas y el otro bebé, tenía la luna magenta y las marcas índigo.  

La mucama le brindó a uno de los bebés y con algo de temor, lo cargó en sus brazos… era tan pequeño y frágil, pero percibía en ellos un gran poder yokai.  Le acarició la cabeza y una leve sonrisa se posó en sus labios… tomar el rol de hermana mayor era algo nuevo para ella, un camino que quería recorrer al lado de su nueva familia. 

Observó a Inuyasha, quién estaba aún dormido pero algo cansado por la pérdida de sangre, le susurró un “ lo hiciste muy bien” y decidió salir a exponer a los pequeños, no sabía cuánto tiempo había transcurrido y los demás debían estar preocupados.

 

***

Cuando su hija y Mikado salieron con los cachorros, sintió mucho alivio.  Todos se acercaron inmediatamente a verlos y analizarlos, pero con sus ojos buscaba a Inuyasha.

 

−      ¿Inuyasha? - preguntó.

 

−      Aún está recuperándose, lo hizo muy bien - dijo Setsuna, pero más se demoró en responder la mujer, que Sesshoumaru entrar a la estancia.  Chiyako terminaba de limpiarlo, se podía ver la gran sutura en el vientre de su esposo, su piel pálida y su cabello revoltoso pegado a sus mejillas y frente.   Sin importarle que la mujer estuviera allí, le acarició el rostro y lo besó levemente.

 

−      Aún falta una hora para que el somnífero pierda efecto, si es de su gusto, puede acompañarlo- dijo la curandera.

 

−      Comprendo, gracias por tu esfuerzo.

 

−      Es un placer atender a su familia, mi lord - expresó la dama mientras le hacía una reverencia-  aprovecho para felicitarlo, son seres sumamente poderosos, dignos hijos de su linaje.

 

Asintió en silencio sin dejar de contemplar la beldad de su conyugue. No existía día en que no pensara que es a su lado donde siempre debió y debía estar.  Pensaba esperar pacientemente a que su bello durmiente despertara, pero una algarabía fuera de la puerta le molestó.  Dejó a Inuyasha acomodado en la cama y salió, mirando a todos los presentes fríamente.

 

−      Inuyasha aún se recupera, ¡silencio! - dictó con su potente voz

 

−      Lo… lo sentimos amo Sesshoumaru - se excusó Jaken.

 

−      ¿Por qué el barullo? - indagó aún molesto.

 

−      Eh... pues… estábamos pensando en nombres para ellos - dijo nerviosa Moroha.

 

 

En ese preciso momento fue que detalló a los bebés, cada uno estaba en brazos de sus hijas.  Miró sus particularidades pero no dudó en que ambos gemelos eran su viva imagen, algo que lo llenó de orgullo, aunque el pensar que serían en comportamiento como Inuyasha…  mejor dejó sus pensamientos allí. 

Recordó el momento en que hablaron de los nombres y al verlos, con sus orbes ámbar abiertos y enfocados en él, finalmente, los nombró.

 

−      Ryotaki - señalando al bebé de la luna índigo-  y Yukiyo.

 

−      Ryotaki: fuerza, lealtad y esperanza y Yukiyo, una vida llena de felicidad… son nombres muy pertinentes, lord Sesshoumaru - comentó Shippo mirando a los pequeños.

 

−      Estos cachorros no solo son un cambio y oportunidad para Inuyasha para mí, también para ustedes, si aceptan estar en esta familia - expresó el daiyokai con la sinceridad y benevolencia que su esposo le transmitía.

 

Vio a sus hijas asentir y como sus ojos se ponían acuosos, Shippo asentía enérgicamente, Jaken lloraba en un rincón honrado por sus palabras y la hiperactiva Moroha, lo había abrazado; en este escenario tan solo faltaba Inu…

 

−      Maldita sea, ¿ por qué hacen tanta bulla?- dijo algo adolorido y mareado por levantarse  de la cama,  vio a todos reunidos y a su hija abrazando a su esposo- ¿ de qué me perdí?

 

Sonrió levemente ante la impertinencia de su esposo, lo abrazó de la cintura y llevó uno de los hombros del menor sobre su cuello, dándole soporte para que no abriera sus heridas.

 

−      No deberías estar levantando- le habló con pasividad el lord.

 

−      No podía descansar, parecen cacatúas- expresó un tanto molesto, pero luego sus ojos se posaron en los pequeños bultos que las gemelas cargaban.

 

−      Esos son… - intentó preguntar pero su voz se acortó.

 

−      Mira Ryotaki, él es Inuyasha, tu mamá - expresó Towa mientras le hablaba al bebé.

 

−      ¿Mamá? - levantó una de sus cejas el hanyou.

 

−      Yukiyo, te presento a quién te trajo a la vida- fue el turno de Setsuna.

 

 

Inuyasha observó a sus pequeños y con ayuda de su esposo, se acercó a acariciarlos. Eran tan esbeltos, su piel nívea, sus particulares marcas del linaje inu, sus ojos de oro… eran perfectos.

 

−      ¡ Tengo una idea! - dijo emocionada Moroha mientras salía corriendo, todos se miraron sin entender, pero cuando la vieron regresar con la cámara, entendieron - nos tomaremos una foto familiar y luego le tomaré foto a los pequeños - comentó mientras enfocaba la cámara y todos salían en ella - digan a la cuenta de tres, ¡ banzai!

 

Luego de la foto familiar, se quedaron un rato más reunidos tomando fotos a los bebés y hablando  de sus futuras habilidades.  Sin embargo, el semblante pálido de Inuyasha lo alertó, sabía que su compañero necesitaba descansar.

 

−      Luego continuamos, Inuyasha necesita descansar y los cachorros también - expresó el mayor.

 

−      Adelántese amo Inuyasha, nos encargaremos de la alimentación de los bebés y de hacerlos dormir - mencionó Mikado.

 

−      Si pa, nos haremos cargo - comentó Moroha.

 

−      Está bien, confío en ustedes - dijo agotado Inuyasha y agradecía en el fondo contar con las chicas.

 

−      Te acompañaré - expresó el mayor mientras lo tomaba de la cintura y lo acompañaba hasta el cuarto, ante los ojos atentos de ambos.

 

−      El señor Sesshoumaru en verdad ama a mi padre - soltó con sinceridad Moroha.

 

−      Así es, al principio no estaba de acuerdo con su relación, pero no puedo negar que son el uno para el otro - afirmó Shippo.

 

***

−      ¿Es adecuado haberles dejado a los cachorros?

 

−      Están en buenas manos - calmó Sesshoumaru, pues veía a su esposo preocupado- solo debes enfocarte en descansar  y recuperarte- pronunció mientras lo ayudaba a acomodar en la cama- ¿cómo te sientes?

 

−      Muy cansado y con sueño, debe ser el somnífero.

 

−      Es lo más probable… ahora que estamos solos, quiero agradecerte.

 

−      ¿Por qué? - preguntó confundido Inuyasha.

 

−      Por nuestra familia y no solo hablo de los cachorros, también por unir a nuestras hijas.

 

−      Tonto… - sonrojado- yo… desde pequeño siempre quise una familia, una que me resguardara ya que crecí solo - suspirando- por eso la familia es importante para mí y quiero que siempre esté unida.

 

Asintió y acomodó a Inuyasha sobre su pecho.  Respiró hondamente, inundando su olfato con el aroma de su esposo; hacer esto siempre lo serenaba. Si bien había vivido con Rin muchos años, fue con Inuyasha que realmente comprendió el significado de “humanidad”, por eso su curiosidad sobre lo que podían lograr los humanos, cada día aumentaba.    Si se ponía a razonar, comenzaba a parecerse a su padre, una criatura encantada con la humanidad y sus creaciones. 

 

−      ¿Crees que podamos ir al mundo de los humanos?

 

−      ¿Quieres ir? - preguntó sorprendido el hanyou.

 

−      Quiero ver más objetos interesantes.

 

−      Me imagino que habrán cosas diferentes- pensativo.

 

−      ¿Cosas diferentes?, ¿ya has ido? - indagó con sorpresa.

 

−      Sí, algunas veces y me tocó disfrazarme para tapar mis orejas - moviéndolas- es un lugar extraño con cosas extrañas.  Esperemos uno o dos meses que los cachorros estén más grandes y vamos, ¿te parece?

 

−      Sí, así también aprovechamos para dejar listo el asunto de las tierras del Norte.

 

−      Lo había olvidado por completo, ¿cómo mataste a ese mal nacido? - molesto.

 

−      Le arranqué la cabeza de un mordisco.

 

−      Ja¡ hubiera querido verlo - expresó con satisfacción.

 

−      No voy a negarte que lo disfruté, nadie se mete con el gran Sesshoumaru y su familia- expresó y alzó una ceja ante la carcajada de su esposo- ¿ qué es gracioso?

 

−      Tú… idiota- riendo-  no sabes cuánto odiaba esa egolatría tuya y ahora… - mordiéndole el cuello-  ahora me parece sumamente atractiva.

 

−      También odiaba tu rebeldía - expresó mientras sentía las lamidas y mordidas en su cuello- pero ahora es lo que más me gusta de ti… porque solo yo puedo domarte.

 

−      Ja¡ ni creas, jamás podrás domarme - lo retó.

 

−      ¿Quieres apostar? - giró a Inuyasha y lo dejó bajo su cuerpo.

 

−      Inténtalo, lord Sesshoumaru… - dijo acalorado.

 

Se miraron fijamente perdiéndose en ese color dorado intenso, el juego de miradas era algo que no cambiarían nunca luego de practicarlo por tantas décadas.  Fue el mayor quien rompió el momento para tomar los labios de Inuyasha de forma suave; debía ser dócil con Inuyasha y si bien debía dejarlo descansar, confiaba en la fuerza de su esposo para poder finiquitar el unir sus cuerpos.

Apacibles jadeos inundaron la habitación, acompañados de gentiles caricias por parte de ambos amantes. Sesshoumaru dirigió el encuentro sin salir un solo instante del interior de su esposo, su miembro sintió la calidez y el cobijo que puede sentir un ser cuando está en el seno de su hogar.

Por su parte, Inuyasha disfrutaba de la lentitud del movimiento de caderas del mayor, tan constante, tan apacible, tan llenador, que sentía un placer extendido en el tiempo… como una agonía dulce que no quería que terminara.

Sus miradas se entrelazaron durante toda la sesión, a excepción cuando el placer abrumador tuvo que ser detonado.  Inuyasha jamás mentía y si le llegaran a preguntar cuál es la sensación que más le gustaba, debía esconder su cabeza bajo tierra por la vergüenza… la sensación que más le gustaba, era sentir la semilla caliente de su esposo en su interior.

 

***

Sesshoumaru fingía muy bien y en este momento es donde más debía hacerlo sino quería aumentar el mal genio de Inuyasha.  Aguantaba expresar que le divertía la situación y es que su esposo buscaba furibundo a  Moroha.  La menor era bastante habilidosa para haberse ocultado ante el olfato agudo de Inuyasha.

Había transcurrido ya una semana luego del nacimiento de los gemelos varones y entre las cosas que las hanyou habían traído de aquella época, había faltado algo por entregar.

 

**Flash back**

 

−      ¿Se puede?- expresó Moroha tocando la puerta de la alcoba de su padre y Sesshoumaru.

 

−      Adelante - respondió el lord del castillo.

 

−      ¿Sucede algo, Moroha? - preguntó Inuyasha mientras recostaba a Ryotaki en la cuna.

 

−      Ehh… bueno… es - sonrojada hasta las orejas- es que había olvidado entregarte algo… - extendiéndole un paquete.

 

−      ¿Qué es? - indagó el híbrido.

 

−      ¡Todavía no abras! - exclamó casi atragantada- cuando me vaya lo puedes abrir y como ya me voy… - nerviosa-  ¡adiós! - alzó la voz para luego salir despavorida.

 

−      ¿Qué será? - preguntó Sesshoumaru al ver la actitud tan nerviosa de la azabache.

 

−      Hay que abrirlo… - suspiró Inuyasha y cuando lo abrió, vio varias bolsas azules y pequeñas.

 

−      ¿Qué son?, ¿puedes traducir lo que dice? - preguntó curioso Sesshoumaru mirando el producto.

 

−      Intentaré, dice “posee un lubricante especial que te permitirá prolongar por más tiempo y con seguridad tu relación.  Usados adecuadamente previenen el embarazo y el contagio de enfermedades de transmisión sexual”... espera… - analizando lo leído.

 

−      ¿Esto evita embarazos?, ¿cómo? - preguntó sumamente confundido el mayor pero observó una pequeña pestaña que se podía rasgar.  Con suma curiosidad, lo hizo y vio adentro una pequeña y extraña  funda. Esta al parecer estaba recogida y cuando la estiró, vio que era de tamaño largo- aun no entiendo cómo se utiliza.

 

−      Yo sí - totalmente rojo y encabronado- voy a buscar a esa mocosa porque me debe muchas explicaciones.

 

−      No entiendo por qué estás molesto con Moroha- dijo con sensatez

 

−      Porque eso… es algo que - sonrojado- que te pones en el miembro para que tu semilla no entre en el cuerpo de la otra persona y estoy molesto porque Moroha sabe para qué son, eso significa que los ha usado - dedujo sumamente celoso de que su hija saliera con alguien.

 

** Fin del Flash back**


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).