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Siempre ambos por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, disculpen la tardanza, creo que seguiré publicando quincenalmente.  Esto debido a que vamos finiquitando esta historia y por el nuevo proyecto de Sesshoumaru x Inuyasha, que será también muy sorpresivo pero un poco más dramático.  Espero que también les agrade, aún no hay fecha, pero espero sea luego de este fic.

 

Sin más, a leer¡¡

Capítulo 14: Viaje

 

Decidió tomar cartas en el asunto y acercarse al terco hanyou. Suponía que Moroha no lo había hecho con mala intención, sentía que de las tres mujeres, la casi humana era quién más le tenía afecto y respeto. 

Olfateó y sin dificultad encontró a su esposo en uno de los balcones que daba hacia el bosque, estaba a punto de saltar cuando lo detuvo.

 

−      ¿Por qué me detienes, Sesshoumaru? - molesto.

 

−      Debemos hablar.

 

−      Cuando encuentre a Moroha.

 

−      De ella quería hablarte - dijo con tranquilidad.

 

−      Mhgm- gruñó dispuesto a escucharlo.

 

−      Aprecio a Moroha, es explosiva como tú, pero es sensata, sincera y con mucha bondad, por eso creo que no lo hizo con mala intención, al contrario, creo que pensaba en ti y en los cachorros.

 

−      ¿En mí?- dijo anonadado.

 

 

−      Sí, sabes que no pudimos acompañarlas en su crianza, tal vez quiera que con los cachorros si exista ese acompañamiento y eso implica no tener más cachorros por el momento.

 

−      No… no lo había pensado de esa manera- mencionó más tranquilo- pero me enoja que si haya experimentado eso… es muy joven.

 

−      Aún las vemos como niñas, pero ellas son adultas ahora, nuestro deber es acompañarlas de la mejor manera y protegerlas, aunque a veces no nos gusten sus decisiones… además… - dubitativo.

 

−      ¿Además?- expresó el menor arqueando una ceja.

 

−      Si lo vemos de forma objetiva, ellas pensaban quedarse en el mundo humano, ¿crees que hubieran visto de buena manera el nacimiento de  un hanyou?

 

−      No… - pensativo- por eso me ocultaba cuando iba… podía haberlos espantado.

 

−      Tal vez Moroha se protegía por eso mismo.

 

−      Tsk… - gruñó- tal vez tengas razón- expresó más calmado.

 

−      Siempre la tengo - expresó con orgullo- además, no me molestaría ponerme eso, porque sino lo hago, te llenaría de muchos cachorros.

 

−      Idiota… - sonrojado.

 

−      Estoy tentado a utilizar uno, ahora… - susurró con su varonil voz mientras sujetaba a Inuyasha de la cintura y lo chocaba contra su pelvis.

 

−      Eres… un maldito enfermo - dijo con su meliflua voz.

 

−      Tú lo eres más, porque amas a este maldito enfermo - sonrió con galantería.

 

−      Tsk… vamos a nuestra habitación - expresó sonrojado.

 

 Dentro de su alcoba, ambos se comían a besos mientras las prendas iban cayendo en el suelo.  Cada vez que se tocaban sentían un éxtasis inmarcesible, como si fueran dos adolescentes en su primera cita.  Sus yokis vibraban incesables cada vez que se entregaban.

Sesshoumaru estaba embelesado lamiendo el cuello de su esposo, mientras daba leves mordidas, las cuales, luego se volvieron en carmines marcas.  Inuyasha tampoco se quedaba quieto y mientras el mayor degustaba con su lengua, él hanyou masturbaba el miembro que pronto tendría dentro.

 

−      Mmg… quiero esta cosa adentro… ahora… - gimió extasiado.

 

−      Lo tendrás, pero antes… - tomando el paquete- ¿cómo se usa esto?

 

−      Mmm… - sonrojado- ábrelo con cuidado para ver si tiene alguna instrucción. Abrieron la bolsa y diminutas imágenes del paso a paso se encontraban adentro. 

 

−      Paso uno - leía Inuyasha- coloque el condón en la cabeza del pene, con el borde enrollado en dirección contraria al cuerpo.

 

−      ¿Así? - preguntó el mayor luego de realizar la instrucción.

 

−      Sí, se ve igual que en la imagen… ahora - continuando con la lectura-  desenrolle el preservativo totalmente hasta la base del pene.

 

−      Mmg… aprieta un poco - se quejó mientras lo deslizaba.

 

−      ¿Cómo se siente? - indagó con curiosidad el hanyou. 

 

−      Como si tuviera una armadura - fue la única analogía que se le ocurrió- ¿ahora?

 

−      Ya solo siguen pasos para después de usarlo.

 

−      ¿Cuáles?

 

 

−      Cuando termines, sostenlo para que no se riegue… tu semilla - ladeando el rostro sonrojado.

 

−      Lo tendré en cuenta - expresó mientras retomaba nuevamente las atenciones sobre su esposo.  Se besaban con intensidad, enredando sus húmedas y caudalosas lenguas; aprovechó para entrar pero le fue complejo antes de ingresar.

 

−      ¿Qué pasa? - gruñó al no sentir a su amante adentro.

 

−      No es tan fácil, espera - expresó y luego dejó caer un poco de saliva sobre el plástico. 

 

Inuyasha no desaprovechó perderse en esa escena y es que ver cómo la comisura de los labios de Sesshoumaru se llenaban de saliva, le había excitado demasiado. ¿Acaso todo lo que hacía aquel tonto era tan varonil y atractivo?... una sensación de egolatría se instaló en su pecho al saber que semejante semental era suyo, era su dueño y Sesshoumaru se lo había dicho muchas veces. Poseído por ese sentimiento, recostó al mayor en la cama y se montó sobre él; con cuidado, se autopenetró lentamente, ayudado del lubricante natural.

 

−      Mm… Inu…yasha - exclamó mientras cerraba sus ojos.

 

−      Me perteneces… Sesshoumaru… - gruñó de placer al sentir todo el trozo de carne dentro de su ser.

 

−      Al igual que tú a mí - expresó mientras miraba fijamente a su esposo quien ardía en deseo.

 

−      Te voy a sacar hasta la última gota - dijo mientras mordía su labio inferior.

 

−      No me molesta - sonrió con lasciva.

 

El hanyou comenzó a mover sus caderas, arriba y abajo, sintiendo como aquel pene salía  y entraba hasta lo profundo de su ser. Mientras lo hacía, sentía como las gónadas de su esposo le pegaban en el trasero de una manera morbosa.  Por su parte, Sesshoumaru apretaba aquellos glúteos con firmeza, abriéndolos para que su miembro entrara sin problema.

La habitación estaba inundada de aquellos sonidos húmedos, debido a las embestidas que el daiyokai daba al cuerpo de Inuyasha, además, de los entremezclados jadeos y gemidos que ambos soltaban.

 

−      Mm… Sesshoumaru… me voy a venir…

 

−      También… yo… - gruñó de placer mientras metía de lleno todo su pene en aquel interior.

 

Fue inevitable llegar a la cúspide, el hanyou lo hizo entre ambos abdómenes y Sesshoumaru en el preservativo.  A ambos, los indujo la curiosidad y al retirar el condón observaron que en la punta, había quedado  una gran cantidad de líquido blanquecino.

 

−      Mierda Sesshoumaru, ¿en serio todo eso es lo que me metes cada vez que me lo haces? - mirando la exagerada cantidad de semen.

 

−      Soy un potente demonio - expresó sin flaqueza.

 

−      Ja¡ lo que eres es una máquina andante de hacer cachorros - dijo fingiendo molestia.

 

−      Creo que el presente de tu hija fue acertado, así decidiremos cuándo tener más cachorros - exclamó mientras dejaba el plástico sobre el buró al lado de la cama.

 

−      Ya no estoy tan molesto con ella - aclaró mientras se acomodaba en el pecho de su esposo- pero no se salvará de una conversación.

 

−      ¿Puedes hacer extensiva esa conversación?,  también me interesa saber que opinan Towa y Setsuna o qué han pensado sobre ese asunto.

 

−      ¿Me acompañarás?

 

−      No, aún siento que no es pertinente, no es necesario que me lo digan pero son más reservadas cuando estoy presente.

 

−      Comprendo, espero que la crianza de los cachorros ayude a menguar esas asperezas.

 

−      Será así, son una mezcla perfecta de nosotros - expresó mientras mordía con libido una oreja de su esposo- ¿una segunda ronda?

 

−      ¡Estás enfermo, Sesshoumaru!

 

***

 

Debía recordarse golpear a Sesshoumaru cuando lo viera, el desgraciado le había dado, “inconscientemente”, todo el rol maternal a él y por eso, no estuvo presente cuando tuvo que realizar “ la charla” con las chicas.   Escuchó atento los amoríos juveniles de su hija, la extraña relación entre Setsuna y Hisui y el jamás olvidado amor de Towa por Riku.  Intentó abordar todo con madurez, aunque no mentía que el cuerpo le ardía y carcomía por dentro de los celos paternales tanto hacia su hija como sobrinas.

 

−      Maldito desgraciado, ya verá cuando lo encuentre - gruñó el hanyou mientras buscaba a su esposo.  Lo olió en su recámara y cuando estaba a punto de entrar abruptamente, lo que observó lo dejó atónito y con un candor conciliador en el pecho.  Su esposo cargaba a uno de los bebés y lo alimentaba mientras Mikado le explicaba cómo hacerlo.

 

Mientras lo observaba, pensaba en el cambio tan drástico que sus vidas habían tomado.  Primero se habían odiado a muerte, luego pasó a una indiferencia por sus existencias; aquello se fue transformando en  una camuflada preocupación del uno por el otro y finalmente, en lo que tenían ahora, una unión que estaba predestinada a ser longeva en el tiempo.

 

−      ¿Me espías? - preguntó el mayor sin girarse a mirarlo, lo había olido desde hace rato.

 

−      Solo no quería interrumpir tu concentración- mintió con descaro.

 

−      ¿Cómo te fue?

 

−      Casi me como los intestinos del coraje de escuchar sus travesuras juveniles- exclamó.

 

−      Era de esperarse, ya son adultas- concluyó mientras terminaba de darle el biberón a Ryotaki.

 

−      ¿Estás de acuerdo? - sorprendido por la frescura del mayor.

 

−      No me malinterpretes, a  esa edad, tú estabas con esa sacerdotisa y yo con otros asuntos similares, por eso es impropio  juzgarlas por sus vivencias.

 

−      Grr… supongo… - comentó no muy convencido mientras recibía a Yukiyo de los brazos de Mikado y lo recostaba en la cuna. Vio retirarse a la mucama y miró a su pareja fijamente.

 

−      ¿Qué sucede?

 

−      Nada- desviando el rostro- solo que… has cambiado y me gusta ese nuevo tú.

 

−      También me gusta lo que somos ahora - respondió mientras acostaba al otro gemelo en la cama.  Al verlos, sintió un orgullo paternal que le invadió hasta la médula, allí estaba el fruto de su relación con Inuyasha y se deleitaba de apreciarlos.

 

***

 

−      Deseo ir al mundo humano - expresó el daiyokai en la cena mientras Moroha tosía por la sorpresa de aquello.

 

−      ¿Por qué desea ir, padre? - preguntó curiosa Setsuna.

 

−      Sí, ¿ por qué el interés ahora? - acompañó Moroha.

 

−      No es un interés de último momento - respondió.

 

−      ¿Pero por qué ahora y no antes? - escudriñó Towa.

 

−      Su padre ha estado en contacto con varias cosas de esa época, solo tiene curiosidad- aclaró el hanyou.

 

−      ¿Varias cosas?... - abrió la pregunta Moroha.

 

−      Dejaste el mp3, lo utilicé para enseñarle algunas cosas a Sesshoumaru y también, durante la gestación de los cachorros les pusimos las grabaciones de Setsuna tocando el violín.

 

−      Mhm… - expresó Setsuna sonrojada de saber aquello.

 

−      ¡Vamos! sería como una salida familiar - dijo entusiasmada Moroha.

 

−      Sería divertido - compartió el mismo entusiasmo Towa.

 

−      No suena mal - dijo la azabache.

 

−      Bien, todos iremos - concilió Inuyasha- sin embargo, debemos planear algunas cosas, cómo donde nos quedaremos, ropa para nosotros y sus hermanos y también, dejar los asuntos de estas tierras organizados.

 

−      Creo que en unos 15 días podríamos tener todo organizado y los cachorros estarían un poco más grandes- apoyó el amo de aquellas tierras.

 

−      ¡ Si! dejen todo en nuestras manos, nosotras organizaremos todo, ¿ verdad chicas?

 

−      Si- dijo con simpleza Setsuna y algo pensativa - ¿no le molestará usar ropa humana? - le consultó a su padre y vio que éste negaba con la cabeza.

 

−      ¡Paseo familiar, allá vamos! - mencionó con alegría Towa.

 

 

***

−      Los reuní aquí para asignarles una tarea importante. Toda la familia viajará en quince días aproximadamente, por eso cada uno de ustedes estará pendiente de uno de los territorios- ordenó- ! General!

 

−      Si mi lord- respondió mientras agachaba su cabeza en forma de respeto.

 

−      Debido a tu experiencia en combate, quedarás encargado de la zona Norte qué le arrebatamos a Ranmaru. Aún hay conflictos en ese territorio y por eso quiero que tú los aplaques, lleva los soldados que necesites.

 

−      Así se hará, mi señor.

 

−      Jaken, tú has administrado de forma impecable mis tierras, y sabes que estas siempre han sido objetivo de ataque.  Por eso quedarás de nuevo a cargo de ellas, del palacio y de vigilar la construcción de la Academia.

 

−      Siempre es un honor, amo bonito- respondió Jaken al  borde del llanto por el reconocimiento.

 

−      Shippo, has protegido a mi esposo con tu vida, has guardado silencio y prudencia ante situaciones que lo involucran, demostrando que no solo le eres leal a él, sino también a mí y me consideras como un amo.

 

−      Así es, lord Sesshoumaru- dijo haciendo una reverencia.

 

−      Te daré un voto más de confianza y liderarás y mantendrás en orden las tierras que obtuvimos de Kirinmaru.

 

−      Es un honor para mí, señor Sesshoumaru - dijo sumamente agradecido con aquella tarea.

 

−      Esto también lo hago como forma de proteger a mi familia, no soy ajeno a los rumores y amenazas que han lanzado frente al nacimiento de mis hijos, por eso veo pertinente estar en un lugar en el cual no nos alcancen. 

 

−      Comprendemos mi lord, deje todo en nuestras manos - respondió el monstruo verde en representación de los tres.

 

***

 

−      ¿Seguras que todo está en orden? - preguntó ansioso Inuyasha quien cargaba a uno de los gemelos.

 

−      Si Inuyasha, todo está listo - expresó Towa intentando calmarlo.

 

−      ¿Y cómo hicieron para pagar las cosas? - indagó el hanyou.

 

−      El señor Sesshoumaru ayudó con eso, pensé que te lo había dicho - dijo Moroha con inocencia.

 

−      No… no me dijo nada- comentó entre dientes Inuyasha algo molesto.

 

−      No creí que fuera necesario, comprendo que los humanos siempre han tenido comercio en relación al oro.  ¿Siempre le ayudabas a ese monje libidinoso a conseguir trabajos para eso, no?

 

−      Eh… ¡solo le ayudaba! - sonrojado- ya él se dedicaba con ese dinero a sus cosas. En fin, ¿les diste oro a las chicas?

 

−      Si pa, nos lo dio y ya en el otro lado lo cambiamos, aunque…. jeje… creo que nos dio demás.

 

−      No sé cómo se valoriza el oro en ese lugar, lo que haya quedado es para ustedes- dijo Sesshoumaru.

 

Inuyasha no pasó las miradas entusiasmadas de las tres mujeres, intuyó que con el sobrante disfrutarían un montón.


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