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Estamos empezando por tashigi94

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Notas del capitulo:

HOOOOLAAAAA DE NUEVO ~

Después de mil años por fin puedo volver a actualizar este fic :'D Parece que se han resuelto los problemas con la página, espero que duren *cruza los dedos*

Estoy subiendo esta historia también en archiveofourown así que, si vuelve a haber problemas, podéis seguirla por ahí (si es que hay alguien que siga pendiente de este fic jaja). Voy a subir del tirón todos los capítulos que he publicado este tiempo (del 6 al 10) así que tenéis material de lectura para rato :P

I'm in love with the shape of you

we push and pull like a magnet do

Ed Sheeran

 

Kid comprobó su móvil por décima vez en media hora. Seguía sin recibir ninguna notificación.

— ¿Quieres dejar de mirar el móvil? - le regañó Killer. Estaban sentados en el sofá, jugando a la Play Station — Y tú, ten cuidado o vas a acabar quemando el sofá – añadió, volviéndose hacia Wire, que estaba recostado en el otro sofá, fumando un cigarrillo mientras esperaba su turno para jugar.

— Sí, mamá – replicó el pelinegro con tono burlón, pensando que una quemadura más ni se notaría en ese viejo mueble — Venga, terminad ya, que yo también quiero jugar – se quejó, impaciente.

— Habríamos acabado la partida hace rato si Kid dejara de pausar el juego para mirar el telefonito – contestó el rubio, rodando los ojos.

— Estoy esperando una llamada del trabajo – gruñó Kid, con el móvil aún entre las manos.

Sus amigos soltaron una carcajada ante tan pobre excusa.

— Ya, claro... Como si no te pasaras los días esperando noticias de tu príncipe azul – dijo Wire con retintín.

El pelirrojo le lanzó un cojín que su amigo esquivó entre risas, tosiendo un poco al atragantarse con el humo. Kid dejó caer el móvil sobre el sofá, resoplando.

— Es que no entiendo por qué pasa de mí – masculló, cruzándose de brazos.

Habían pasado dos semanas desde que Trafalgar y él se besaron en la playa. Dos semanas durante las cuales no habían vuelto a verse ni a mantener una conversación de más de dos frases, ¡y no porque Kid no lo hubiese intentado! Law no contestaba sus llamadas y respondía a sus mensajes whatsapp con monosílabos, poniendo excusas para no quedar o, directamente, dejándolo en visto.

— Por eso yo no me enamoro – dijo Wire, soltando una bocanada de humo hacia el techo — Es una mierda.

— El amor no es una mierda – intervino Killer — Lo que pasa es que las relaciones son complicadas a veces – añadió, dejando a un lado el mando de la Play, asumiendo que no iban a terminar esa partida en la vida.

— Pero, ¿por qué me besa para luego ignorarme? - refunfuñó Kid — ¿Es bipolar o qué?

— La gente puede cambiar de opinión, Kid – contestó el rubio, encogiéndose de hombros.

— ¿En tan poco tiempo? - replicó el pelirrojo — ¡Ni que fuese una tía con la regla...!

Killer suspiró con resignación; su amigo no tenía remedio.

— A lo mejor es que besas muy mal – le picó Wire, ganándose que esta vez Kid le arrojase el mando de la videoconsola.

Killer sujetó al pelirrojo por la camiseta antes de que se lanzase a pelear con su otro amigo. Sabía que Wire le provocaba para animarlo y distraerlo de sus problemas, pero el rubio no iba a permitir que rompiesen otra lámpara por culpa de sus peleas de críos. La verdad es que Kid le daba mucha pena porque, desde que Trafalgar lo ignoraba, se le veía cada día más apagado. Intentaba disimularlo, desde luego; eso de expresar sus emociones nunca se le había dado bien. Para alguien menos cercano a él podía parecer el mismo de siempre, pero Killer, que lo conocía como si lo hubiera parido, se daba cuenta de que Kid no estaba bien, y le dolía verle mirar el móvil esperando una respuesta que nunca llegaba.

Podía entender que Trafalgar hubiera decidido pasar de él (al fin y al cabo, Kid podía ser bastante insoportable) pero le parecía cruel que lo ignorase como a un juguete del que se había cansado, en vez de decirle claramente que no quería nada con él.

Killer había hablado con Penguin por si le podía sacar algo de información pero, según su novio, Trafalgar no quería ni hablar del tema con sus amigos. Al parecer, era igual de torpe emocionalmente que Kid.

— A ver... ¿Por qué no nos cuentas otra vez qué hiciste exactamente? - sugirió Killer, agarrando al pelirrojo por los hombros y haciéndole sentarse de nuevo — Tal vez hiciste o dijiste algo que le sentó mal.

— Seguro que la cagaste soltando una burrada de las tuyas – murmuró Wire riendo entre dientes.

— ¡Estoy seguro de que no! – se defendió Kid, dirigiendo una mirada fulminante al pelinegro — Es lo que me jode, que no entiendo qué salió mal – resopló, encogiéndose de hombros — Estuvimos un buen rato liándonos en la playa, luego lo acompañé a su casa y nos dimos más besos por el camino – sonrió levemente al recordarlo — Nos despedimos en su portal y ya. Todo fue bien, muy normal.

— ¿Qué le dijiste cuando os despedisteis? - preguntó Wire, sentándose más derecho en el sofá y apagando los restos de su cigarrillo en un cenicero.

Kid se frotó el mentón, haciendo memoria.

— Pues... Le pregunté si quería que subiera a su casa para rematar la faena. Le guiñé un ojo... - repitió el gesto — ¡Ah! Y también le dije un piropo...

Sus amigos se miraron en silencio, como leyéndose la mente mutuamente.

— ¿Qué clase de piropo? - preguntó el rubio, temiéndose lo peor.

— “Con ese culo que tienes me dan ganas de follarte aquí mismo” - contestó Kid — ¿Creéis que no le gustó? Es lo que siempre le digo a mis ligues... - se rascó la nuca, pensativo — En fin, Trafalgar me dijo que estaba cansado y que ya nos veríamos otro día. Y se fue. Y eso es todo.

Killer y Wire volvieron a mirarse el uno al otro en silencio, volviéndose luego hacia el pelirrojo.

— ¿Qué pasa? - preguntó Kid, extrañado.

Killer le dio una colleja.

 

*

 

Los dedos de Law se movían inquietos dentro de los bolsillos de su sudadera, un gesto nervioso que contrastaba con su semblante inexpresivo y su postura relajada, de pie y con la espalda apoyada contra la pared blanca de un edificio.

Llevaba casi dos horas ahí parado, viendo pasar a la gente: personas trajeadas camino del trabajo, ancianos dando su paseo matutino, niños con cara de sueño y pocas ganas de ir a la escuela... Podría haberse quedado esperando en el coche, pero prefería estirar las piernas después de pasarse la noche conduciendo y sabiendo que le esperaban otras tantas horas de coche para volver a casa.

Miró hacia la carretera, dejando que sus ojos se perdiesen en el tráfico siempre ajetreado de Sabaody. Un camión llamó su atención: era de un llamativo color rojo.

Como el pelo de Kid...”

Suspiró, frotándose el puente de la nariz. Kid, Kid, Kid... Siempre estaba en sus pensamientos. Cuando iba a la universidad, en sus prácticas en el hospital, cuando comía, cuando intentaba dormir... Siempre, siempre estaba ahí, pegado como un chicle en su mente, sin importar cuántos kilómetros de distancia se interpusieran entre ellos.

Habían sido unos días muy difíciles.

Cuando estuvo con él en la playa, todo fue perfecto. Era tener puro fuego corriendo por las venas y, al mismo tiempo, una sensación de calma, de paz, como volver a casa tras un largo día de trabajo. Luego, Eustass le dijo, a su particular y bruta manera, que quería tener relaciones con él, y el pánico se apoderó de Law. No porque rechazase totalmente la idea, no... Sino porque una parte de él, probablemente la misma que le impulsó a besarle, estuvo a punto de aceptar la proposición.

Recordaba bien su primera y única experiencia sexual con Kid. Fue breve, marcada por sus miedos e inseguridades, aunque al final no estuvo mal. Sobre todo, en comparación con las cosas que Doflamingo le obligaba a hacer. Con los años, pensó que podría repetir algo similar con otra persona. No pedía gran cosa, solo sentir que su cuerpo y su vida eran suyos por fin. Sin embargo, nada funcionó. ¿El chico del orfanato? Un par de besos le costaron semanas de llanto. ¿Aquella cita de Tinder? Ni siquiera llegaron a desnudarse y ya estaba en shock. ¿El chico tan guapo de la discoteca? Casi se suicida esa noche.

Law no estaba dispuesto a arriesgarse a volver a pasar por algo así, pero cada vez que el pelirrojo estaba cerca, una vocecita le susurraba “Hazlo”.

Esa batalla entre sus pensamientos y sus deseos le tenía totalmente agotado. Y eso solo en lo referente al ámbito sexual, porque Kid también le despertaba otra clase de sentimientos a los que le aterraba poner nombre.

Se sentía completamente perdido. Por eso había estado evitando al pelirrojo y por eso ahora estaba donde estaba, a kilómetros de su casa, esperando a la única persona que podría ayudarle en una situación así... Y la única a la que él estaba dispuesto a escuchar.

— ¿Law?

El moreno giró la cabeza ante la conocida voz, sintiendo sus inquietudes disiparse un poco solo con ver los ojos cálidos de Koala.

— No te esperaba hasta dentro de diez días – dijo Koala, contando con los dedos para asegurarse.

— Siento no haber avisado antes – se excusó Law — Pero no podía esperar más para hablar contigo... Es una emergencia – añadió con un suspiro.

— No te preocupes. Tengo un hueco ahora – contestó la chica — ¿Por qué no me llamaste? - preguntó, ya que normalmente se comunicaban por videollamada.

— Prefería hablar contigo en persona – dijo el moreno.

Koala asintió mientras sacaba unas llaves de su bolso, indicándole con un gesto que entrase en el edificio.

 

La consulta de Koala era amplia y acogedora, llena de luz gracias a un gran ventanal con vistas a la ciudad. Se sentaron en unos sillones frente a frente, separados por una mesita donde siempre había té y galletas tan dulces como la sonrisa de Koala.

Law había tratado con muchos psicólogos, casi tantos como su número de traumas, pero desde que la conoció a ella no quiso que le atendiera nadie más. Había mejorado mucho gracias a ella; probablemente habría avanzado aún más si le hiciese más caso. No solo era una profesional muy cualificada, sino que también era una chica encantadora y con una gran capacidad de empatía, alguien que siempre le hacía sentirse seguro y comprendido, quizá porque ella misma había tenido una infancia muy dura, pasando por dificultades similares a las de Law.

— … Y eso es lo que ha pasado – Trafalgar bajó la mirada hacia sus manos, entrelazadas sobre su regazo, tras resumir lo ocurrido en las últimas semanas.

Koala dejó sobre la mesa el cuaderno donde había estado tomando notas y dio un sorbo a su taza de té antes de hablar.

— De modo que... Como no quieres que las cosas “salgan mal” has estado evitando a ese chico – dijo la psicóloga. Law asintió — Desde entonces te sientes mal. ¿Puedes describir esos síntomas? - preguntó, dejando su té sobre la mesa y recuperando su cuaderno de notas.

— Lo de siempre – respondió el moreno, encogiéndose de hombros — Pensamientos intrusivos a todas horas... No duermo bien, no tengo apetito... Llevaba varios meses bien, muy estable y, por su culpa, ahora voy cuesta abajo y sin frenos – agachó la cabeza, pasándose las manos por la nuca.

Koala terminó de anotar y le miró a los ojos.

— Así que crees que todo ese malestar que sientes lo provoca él, o los sentimientos que pueda haber entre vosotros, pero... ¿Has pensado que la causa, en lugar de ser directamente ese chico, podrían ser tus propios miedos? - preguntó.

— No tengo miedo – contestó Law, resoplando — Es solo que no quiero llevarme otra decepción.

— ¿Por qué crees que te llevarás una decepción?

— Es lo que pasa siempre – respondió el moreno.

Suspiró y enterró la cabeza entre las manos, en una postura derrotada que rara vez se permitía adoptar fuera de esa sala o de la intimidad de su casa.

Koala le dio un par de minutos para recomponerse antes de hablar.

— Sé que te encanta la estadística – dijo la psicóloga — Por eso mismo, sabes que no aplica en estos casos. Es un suceso nuevo e independiente de los demás, así que tiene tantas probabilidades de salir bien como de salir mal. Por otra parte, ¿qué entiendes por salir “bien” o “mal”? Hemos hablado otras veces de tu tendencia a verlo todo blanco o negro – le recordó — Pero entre una relación ideal y una tóxica y destructiva... – dijo extendiendo una mano hacia cada lado — ...Hay todo un mundo de posibilidades intermedias – añadió, acercando las manos.

Trafalgar suspiró, pasándose una mano por el pelo.

— Y entonces, ¿qué hago? - preguntó.

— Sabes que mi trabajo no es decidir por ti, sino ayudarte a comprender por qué piensas como piensas – contestó Koala — Estás asustado. No intentes negarlo – añadió al ver que Law abría la boca para objetar — El miedo es una emoción normal y natural. Como tienes miedo, huyes del “peligro” y buscas razones para justificar tu comportamiento. Pero... No las encuentras - dijo despacio, observándole con sus grandes y expresivos ojos — Te sientes en conflicto, porque no encuentras ninguna razón lógica que respalde tus acciones. No hay ningún motivo para rechazar la oportunidad que se te presenta... Por supuesto, tampoco hay motivos para que hagas algo que no deseas o para lo que no te sientas preparado...

Law la escuchaba con el ceño levemente fruncido mientras jugueteaba con un hilo suelto de su sudadera. Koala calló, dejándole unos momentos para asimilar sus palabras.

— Supongo que debería hablar con él – dijo Trafalgar, rompiendo el silencio — Aunque... Ni siquiera sé qué decirle – añadió en voz baja, casi un susurro.

— Puedes empezar por ser sincero contigo mismo. Piensa qué es lo que realmente deseas – sugirió Koala, inclinándose hacia delante en su asiento — ¿Qué es lo que quieres, Law?

 

*

 

Llegó el sábado por la noche y los amigos de Law lo habían convencido para salir a un nuevo pub que acababa de abrir ese fin de semana. Había demasiada gente para su gusto, pero tuvieron la suerte de pillar una mesa libre con cuatro sillas. Bepo estaba sentado en la parte más pegada a la pared, abanicándose con una mano porque no soportaba el calor del lugar; Shachi y Penguin estaban en un lado y Law en el otro, con vistas a la puerta del local.

El grupo de amigos reía y charlaba sobre cómo les había ido la semana. En un principio, Law se mostró reacio a salir, pero los chicos lograron convencerlo y ahora se alegraba de haberlo hecho. Necesitaba un momento así para relajarse y desconectar. Les estaba contando una anécdota del hospital cuando, de repente, se quedó callado.

— ¿Qué pasa? - preguntó Bepo, que quería saber el final de su historia.

Law tragó saliva.

— Mirad hacia allí... Disimuladamente – murmuró, señalando con la barbilla hacia la puerta.

Los chicos giraron la cabeza como la niña del exorcista, descubriendo lo mismo que había visto Trafalgar.

Un chico con una mata de pelo rojo acababa de entrar por la puerta, seguido de su pandilla.

— ¡Eh, Kill...! - exclamó Penguin, feliz de ver a su novio, pero Law se inclinó hacia delante y le tapó la boca antes de que terminase — ¡¿Qué pasa?! - protestó el castaño, zafándose.

— No grites – contestó el moreno, haciendo un gesto para que bajara la voz — No quiero que Eustass me vea.

Siguió con la mirada, a través de la gente que había de pie entre ellos, los movimientos del pelirrojo y su grupo. Iban hablando entre ellos y no se dieron cuenta de su presencia. Law suspiró, aliviado. Kid llevaba un pantalón deportivo gris y una camiseta negra de tirantes varias tallas más pequeña de lo que le correspondía, a juzgar por la manera en que le marcaba los pectorales. Trafalgar se obligó a apartar la vista.

— ¿De verdad estás decidido a olvidarte de él? - preguntó Penguin, con algo de tristeza en la voz.

— Por última vez, sí – respondió el moreno, que ya se lo había explicado unas cuantas veces mientras iban de camino al pub — Lo hablé con mi psicóloga y es lo mejor que puedo hacer, porque no merece la pena perder el tiempo en algo que seguro que acabará mal.

— ¿Eso te ha dicho tu psicóloga? - Shachi alzó una ceja, escéptico.

— Sí, bueno... Más o menos – masculló Law.

Podía imaginarse a Koala dándose cabezazos contra la pared si le oía. Se preguntó cómo soportaba la frustración de tener un paciente como él.

— Vaya, pues yo pensaba que acabaríais de novios – dijo Bepo, sobresaltándose ante la mirada asesina que recibió de Trafalgar.

— En fin... - Penguin se encogió de hombros — Nosotros siempre apoyaremos tus decisiones, por muy estúpidas y erróneas que sean ¿Verdad, chicos? - los otros asintieron.

— ¿Gracias? - replicó Law.

— Oh, no hay por qué darlas – contestó Penguin con una sonrisa — Para eso estamos los amigos, ¿no? Es más, te ayudaré a olvidarte de él para siempre. Te voy a enseñar mi truco infalible para sacarte a un tío de la cabeza. Solamente necesitas un papel... - tomó una servilleta de papel de la mesa — Algo para escribir... - tendió la palma de la mano ante su hermano, y este le dio a regañadientes el bolígrafo de la suerte que siempre llevaba encima — … Y tienes que hacer una lista con todos los defectos que tiene.

Puso los objetos delante de Law, que se quedó unos segundos mirando la servilleta blanca con el logotipo del pub.

— Deja que te ayude – Penguin le quitó la servilleta y el bolígrafo, impaciente — Veamos... Tiene muy mal carácter – escribió — Es inmaduro, grosero... ¡Te hizo bullying! Oh, ¡Y esa nariz...!

— Es egocéntrico y prepotente – dijo Shachi, haciendo una seña a su hermano para que escribiera sus sugerencias — Y viste como un macarra.

— Hortera... - Penguin le dio la vuelta al papel.

— Creo que usa demasiado maquillaje, ¿no? – dijo Bepo, alzando la voz tímidamente.

— Y tiene demasiado músculo – añadió Shachi, no sin algo de envidia — Es un poco inculto, ruidoso, bocazas...

— Su barrio huele raro - murmuró Bepo, que era muy sensible a los olores — Y no le gusta el Kpop – añadió, provocando un murmullo de indignación en Shachi y Penguin.

— Es verdad, ¡apunta eso! – dijo Shachi, dando unos golpecitos en la mesa — ¡Ni siquiera sabe quiénes son BTS! - negó para sí, llevándose las manos a la cabeza — Tampoco le gusta el anime, ¡lo llama “dibujitos chinos”! Y...

— ¡Parad! - exclamó Law, que había estado callado todo ese tiempo — En serio, parad ya.

Los chicos callaron y Penguin se masajeó la mano dolorida de tanto escribir. Law tomó las tres servilletas que su amigo había necesitado.

— Creía que os caía bien – dijo el moreno, leyéndolas por encima.

— Oh, Eustass nos cae genial – respondió Penguin con una sonrisa — Pero, teniendo en cuenta todo esto... - añadió, señalando a las servilletas que Law sostenía — Es el último hombre del mundo con el que tendría una relación seria.

— Entonces, ¿Por qué teníais tanto interés en emparejarme con él? - replicó Law, alzando una ceja.

Sus amigos callaron, mirándose los unos a los otros hasta que Bepo se atrevió a hablar.

— Es que, cuando estás con él... - se aclaró la garganta — Sonríes un montón.

Law parpadeó. No supo qué contestar a eso, así que se limitó a volver la vista hacia los pedazos de papel que tenía entre las manos. Tres servilletas, escritas por delante y por detrás, llenas de razones para olvidarse de Eustass para siempre.

Tragó saliva, impactado ante lo poco que todas esas cosas le importaban.

No era que esos defectos fuesen mentira o no fueran lo suficientemente graves, salvo algunos detalles más superficiales. Algunos de ellos incluso le parecerían imperdonables en otra persona. En cambio, en Eustass...

Las manos de Trafalgar temblaron. No, definitivamente Kid no era el chico más simpático, más guapo o más inteligente de la ciudad, pero... Era Kid. Ser él mismo era más que suficiente.

— Esto no funciona – se quejó, dejando los papeles a un lado y pasándose las manos por la cara.

Sus amigos se quedaron callados hasta que Penguin rompió el silencio.

— En ese caso, quizá deberías pasar al plan F – dijo el castaño.

— Querrás decir el plan B – le corrigió Law.

— No, no, el plan F – repitió Penguin.

— Oh, no... - se lamentó su hermano, negando con la cabeza mientras se pellizcaba el puente de la nariz.

— ¿Qué demonios es el plan F? - preguntó Law.

Penguin se inclinó hacia delante en la mesa y el moreno lo imitó.

— La F... - susurró el castaño, como si le contase un secreto — Es de... Fóllatelo.

Law se quedó con la boca abierta, Bepo casi se cayó de la silla y Shachi rodó los ojos.

— ¿Qué problema hay? - preguntó Penguin, mirando a sus amigos — La mejor forma de librarse de la tentación es caer en ella. Yo suelo perder el interés después de acostarme con un chico. Excepto con Killer, claro – añadió sonriendo de oreja a oreja.

— No todo el mundo tiene tan poca vergüenza como tú – replicó Shachi.

— Pues que se emborrache – contestó Penguin con simpleza — Solo un poquito, para perder la timidez...

— Pero, ¿Tú te estás oyendo? - le regañó su hermano — ¡¿Qué clase de consejo es ese?!

— Yo siempre he actuado así y me ha ido bien – dijo Penguin, encogiéndose de hombros.

— Eso es porque tienes toda la buena suerte que me falta a mí – replicó Shachi — No has acabado en el congelador de algún Jeffrey Dahmer de puro milagro – se volvió hacia Law — No hagas caso al descerebrado de mi hermano — el mencionado hizo un puchero — Mira, yo no sé mucho sobre chicas, menos aún sobre hombres, pero sí sé que tener relaciones íntimas con alguien estando borracho y con dudas no es precisamente lo ideal.

— Estoy de acuerdo con Shachi – intervino Bepo — No me parece una buena idea, sobre todo teniendo en cuenta... Bueno, tu caso.

Law se tensó de inmediato y el grupo quedó inmerso en un incómodo silencio, interrumpido por la música del pub y el murmullo de las conversaciones ajenas.

— ¿Cómo que “mi caso”? - preguntó Law, hablando entre dientes.

— Bueno... Ya sabes... - el albino titubeó, temiendo haber hablado de más. Para una vez que abría la boca...

Trafalgar frunció el ceño, mirando de uno en uno a sus amigos, que le apartaron la mirada. Siempre les insistió para que hablasen de sexo con naturalidad cerca de él, y así lo hacían. No quería que lo tratasen como a una víctima, encerrado en una burbuja protectora. No obstante, su pasado era un tema tabú dentro del grupo. Law prefería no hablar nunca de eso y ellos, aunque conocían su historia, evitaban hacer comentarios al respecto.

— ¿Qué creéis, que no soy capaz de hacer algo así? - preguntó Trafalgar, a la defensiva — ¿Que nunca tendré una vida normal por culpa de mi pasado?

— Yo no he dicho eso – se defendió Bepo.

— Voy a hacerlo – dijo Law, resoplando.

— Law, quizá no... - empezó a decir Penguin, pensando que tal vez habría hecho mejor en morderse la lengua.

— Sé lo que hago – le interrumpió el moreno — Sé cuidarme solo. No sois mis niñeras, así que ni se os ocurra intentar detenerme – advirtió, frunciendo el ceño.

Alzó la mano, llamando a la camarera para pedir una copa de lo más fuerte que tuvieran.

 

*

 

Kid y sus amigos entraron en el pub abriéndose paso entre la gente con algún que otro empujón. No quedaban mesas libres y no querían meterse en la pista de baile, de modo que optaron por quedarse junto a la barra del bar. Hacía bastante calor y la música no era de su estilo, pero el pub ofrecía alcohol a mitad de precio, con motivo de la inauguración, y no les pusieron pegas por sus pintas en la entrada, así que estaban contentos con el lugar.

— No puedo creer que seas tan estúpido – Heat soltó una carcajada seca, incrédulo, cuando los chicos terminaron de ponerle al día sobre las “hazañas” de Kid — ¿En qué estabas pensando para decirle algo así a Trafalgar? - preguntó.

— No pensaba, ese es el problema – dijo Wire entre risas mientras pedía una ronda de cervezas a la camarera.

— Sigo sin entender qué tiene de malo – gruñó el pelirrojo.

— Se supone que te gusta, ¿no? - dijo Heat mientras se recogía las rastas en una cola de caballo — Yo no le diría eso a alguien, a no ser que solo buscase un rollo de una noche.

Killer asintió; era lo mismo que él le había dicho previamente.

— Y aunque solo quisieras eso – intervino el rubio — Deberías pensártelo dos veces antes de decir algo así, teniendo en cuenta que hablas con una víctima de abuso sexual.

— El chaval se quedaría acojonado – añadió Wire, relamiéndose ante las jarras de cerveza helada que les acababan de servir.

— Pero yo nunca le haría daño – se excusó Kid — Él lo sabe. ¿Por qué iba a tener miedo de mí, entonces?

— Creo que es un tema un poco más complejo – respondió Killer.

Los demás asintieron y el pelirrojo bufó; no recordaba que le echasen un sermón así desde el instituto. Además, seguía sin ver dónde estaba el problema. Para empezar, ¿tan mal le había sentado a Trafalgar una simple frase, hasta el punto de no querer volver a verle? Vale, tenía una forma brusca y vulgar de decir las cosas, pero eso era algo que Law ya sabía. Kid no creía que su enfado se debiera solo a eso. Además, ¿de verdad tenía miedo de él?

Kid era capaz (haciendo un enorme esfuerzo) de ponerse un poquito en el lugar de Law y comprender que acostarse con otras personas podía ser difícil para él. Con otras personas. No con Kid. No concebía que Law le tuviera miedo después de todo por lo que habían pasado juntos.

Suspiró, pasándose una mano por el pelo.

— ¿Qué hago? - preguntó a sus amigos — Ya ni siquiera me habla y no sé cómo hacer las paces – dio un trago de cerveza — Necesito soluciones, no más problemas ¡Vamos, pensad algo! - les apremió.

— Huye mientras puedas y no te enamores – contestó Wire de inmediato.

— Tú siempre igual – Killer rodó los ojos — Seguro que algún día aparece una mujer que te haga sentar la cabeza.

— Me gusta más cuando son ellas las que se sientan en mi cara – replicó el moreno, aprovechando para mirar el trasero de la camarera, que se había girado — Especialmente si pagan bien.

— ¿Podemos centrarnos en mi problema y no en la vida sexual de este enfermo? - dijo Kid, señalando a su amigo.

— Pues ahora no te digo dónde está – replicó Wire, mostrándole la lengua en un gesto infantil — Porque que sepas que lo he visto aquí.

— ¡¿QUÉ?! - chilló Kid, sobresaltando a otros clientes que había cerca — ¡¿DÓNDE?!

El pelirrojo miró frenéticamente de un lado a otro, intentando localizar a Trafalgar en el local atestado de gente. Como no lo veía, decidió salir en su busca, pero no había dado ni un paso cuando Killer lo sujetó de un brazo.

— ¿Adónde crees que vas? - preguntó el rubio, enarcando una ceja.

— ¡Tengo que encontrarlo! - respondió Kid, aún mirando por todas partes — Si está aquí, ¡es mi oportunidad para hablar con él!

— ¿Y qué vas a decirle? - replicó Killer, cruzándose de brazos.

Kid se quedó inmóvil ante la pregunta. ¿Qué demonios le iba a decir? No tenia ni idea. Ni siquiera tenía claro que Trafalgar fuera a querer hablar con él

— No lo sé – murmuró — Pero ya se me ocurrirá algo. Total, no me habla, así que a peor no puede ir, ¿no? - añadió — No creo que pueda cagarla ya más.

— Pues yo creo que sí – replicó Wire — En el sótano de tu fracaso siempre hay una planta más.

— ¡¿Qué has dicho, imbécil?! - Kid le agarró por el cuello de la camiseta.

— ¿Lo ves? No puedes estar ni cinco minutos sin ser un orangután – dijo Wire calmadamente mientras el pelirrojo lo zarandeaba.

Killer se pasó una mano por la cara mientras negaba con la cabeza. Con su actitud, Kid lo iba a tener realmente difícil para hacer las paces con Trafalgar, si es que llegaba a conseguir tener una conversación con él. Heat y él se miraron, pensando cómo ayudar a su amigo, mientras Kid y Wire seguían discutiendo. Heat se puso a juguetear con una de sus largas rastas; eso siempre le ayudaba a pensar.

— Creo que tengo la solución – anunció con una sonrisa triunfal — Dos palabras: Ed Sheeran.

Los demás le miraron como si estuviera hablando en chino.

— ¿Ed Sheeran? - repitió Kid, frunciendo el ceño — ¿Qué tengo yo que ver con ese tío?

— Bueno, ambos sois pelirrojos – murmuró Killer, frotándose el mentón.

— Y es casi tan feo como tú – dijo Wire con una carcajada.

— ¡¿Qué has dicho?! - replicó el pelirrojo, a punto de lanzarse otra vez hacia su amigo si Killer no se hubiera interpuesto entre ambos.

Heat hizo un gesto para pedir calma.

— Escucha, Kid, escucha – dijo el peliazul, esperando pacientemente a que le prestase atención — No, no tenéis nada en común. Ese el punto, ¿ok? Fíjate en esta canción – se tocó una oreja con un dedo y alzó un dedo de la mano opuesta, señalando hacia uno de los altavoces donde sonaba una canción del británico — ¿Entiendes lo que dice? Es romántico, pero sin pasarse de cursi. Sensual, sin ser un salido asqueroso. Por eso lo adoran mujeres y hombres de todo el mundo.

Los chicos le miraban un poco sorprendidos, pues ese tipo de música no se correspondía con sus gustos musicales.

— ¿Qué pasa? A Chopper le gusta – se defendió Heat — Así que me he estado documentando, ¿vale? - un ligero rubor apareció en sus mejillas. Se aclaró la garganta antes de seguir — En fin, Kid, mi consejo es que seas más como él — señaló de nuevo hacia el altavoz — Y menos... Bueno, menos como tú – señaló de arriba a abajo al pelirrojo — Cuando hables con Trafalgar, si no quieres cometer una estupidez, pregúntate... ¿Qué haría Ed Sheeran?

Killer asintió con la cabeza, aprobando su teoría, y Wire se llevó los dedos a la boca simulando que se provocaba arcadas, mostrando su repulsión a toda clase de romanticismo.

— Bueno, supongo que puedo intentarlo – dijo Kid, no muy convencido, rascándose la nuca.

— Hazme caso y verás como todo va bien – contestó Heat, apretándole afectuosamente los hombros — Y empieza a practicar, porque ahí viene – añadió, haciéndole girarse.

— ¡¿Qué...?! - exclamó Eustass, dando media vuelta y quedándose sin palabras al ver a Trafalgar.

Law caminaba en dirección hacia él. Vestía una camisa blanca que contrastaba con su tono de piel, haciéndole destacar entre la multitud, y unos vaqueros ceñidos que deberían ser ilegales. “Es tan guapo...” fue lo primero que pensó Kid. Sus miradas se cruzaron y Law sonrió. El pelirrojo sospechó que había bebido, a juzgar por esa sonrisa tonta y porque no era capaz de andar en línea recta.

Sintió como sus amigos le daban un empujón por la espalda, sacándolo de su trance. Iba a volverse para gritarles algo cuando Law, que ya estaba frente a él, se tropezó y estuvo a punto de caerse hacia delante. Eustass le sostuvo por los hombros, bajando después las manos hasta su cintura para mantenerlo erguido, porque notó que el chico era prácticamente un peso muerto. Trafalgar alzó la cabeza y entrecerró los ojos para enfocar su visión.

Definitivamente había bebido, y bastante. “Y sigue siendo demasiado guapo, incluso estando borracho” pensó el pelirrojo mientras Trafalgar se mordía el labio inferior, ahogando una risita.

— Hola, Eussstassss – saludó Law, arrastrando las letras, mirándole a los ojos.

Kid se perdió en esos ojos plateados, que tenían el poder de hacerle sentir como si volviera a sus dieciséis años, rudo por fuera y hecho un manojo de nervios y de hormonas por dentro.

Kid abrió la boca para decir algo, pero la voz de Heat sonó como un eco en su mente “Pregúntate ¿qué haría Ed Sheeran?”. Tragó saliva. Probablemente debería decirle algo bonito e ingenioso.

— Hola, Trafalgar... Eh, esto... - balbuceó, perdido en esos ojos grises — ¿Qué hace un sitio como tú en un chico como este?

Mierda” pensó al ser consciente de la tontería que acababa de decir. El moreno soltó una risita y movió los labios, pero Kid no pudo oír lo que dijo. Law tiró de su camiseta, haciéndole agachar un poco la cabeza y acercándose a su oído para decirle algo.

Contrólate” se ordenó Kid mentalmente al sentir la respiración de Law en su oreja “Contrólate, no hagas nada impulsivo, recuerda lo que te dijeron tus amigos, contrólate...” pensó, siendo dolorosamente consciente de lo cerca que Law estaba y de lo cálida que se sentía la piel de su cintura, donde aún tenía las manos puestas, a través de la ropa “Contrólate, contrólate, contr...”

Law le mordió el lóbulo de la oreja, mandando una corriente eléctrica por su espina dorsal.

— Quiero que me folles – dijo Law, terminando la frase con una suave risa entre dientes.

No hizo falta nada más para que Kid le agarrase del mentón, le girase la cabeza y le besara como si se lo fuera a comer, sin importarle que estuviesen en mitad de un pub, con docenas de ojos mirándoles. La mano que antes tenía en su cintura descendió hasta su trasero, agarrándolo y aprovechando el contacto para acercarlo aún más a él.

Una pequeña cantidad de sentido común le impidió alzarlo sobre cualquier mesa y tirárselo allí mismo. Kid dejó de besarle y alzó la cabeza, buscando con prisa el cartel del cuarto de baño. Se fue hacia allí a grandes zancadas, agarrando de un brazo a Law, que le seguía el ritmo a trompicones, riendo tontamente.

Los amigos del pelirrojo, que lo habían visto absolutamente todo, estaban paralizados. Excepto Wire, que se reía a más no poder, con la cabeza hacia atrás y dando palmadas como una foca.

— ¿Qué...? ¿Qué ha pasado? - murmuró Heat, aún en shock — ¡¿Por qué nos pide consejo si luego va a hacer lo que le sale de los huevos?!

— Es Kid – respondió Killer, como si no hiciesen falta más explicaciones.

 

*

 

Entraron apresuradamente en el aseo. Estaba vacío, así que Kid no se contuvo lo más mínimo, aunque probablemente tampoco lo hubiera hecho si hubiera habido gente. Se giró hacia Law, rodeándolo con los brazos y besándole de nuevo con ansia. Su lengua no tardó en invadir la boca del moreno, explorando cada rincón y notando un regusto a whisky con Coca-cola. Lo agarró del trasero, alzándolo. Law se sobresaltó por el inesperado movimiento que le quitó el poco equilibrio que le quedaba, pero tuvo los reflejos suficientes para agarrarse a los hombros de Kid y rodearle la cintura con las piernas, aferrándose a él para no caerse, soltando una risita contra su boca.

Kid le besó otra vez mientras se lo llevaba hacia uno de los cubículos del baño. Cerró la puerta de una patada y dejó a Law de pie para echar el pestillo, sujetando al chico con el brazo libre al ver el nulo equilibrio que tenía.

Sus manos y sus labios volvieron a él, hambrientos, poseídos por un deseo casi animal. Quería comérselo, devorarlo.

Las manos de Trafalgar se movían más rápidamente incluso, moviéndose por el ancho torso del pelirrojo de arriba a abajo, de su espalda a su abdomen, palpando los músculos aprisionados en su camiseta ajustada y arañando la tela como si quisiera romperla. Su boca tampoco le daba tregua, persiguiendo la lengua de Kid con la suya con bastante habilidad para lo ebrio que estaba.

Kid no podía creer lo que estaba pasando. Ni en sus sueños más húmedos había imaginado a Law así, tan apasionado y dispuesto a todo, con lo frío y seco que se mostraba siempre... “Ni siquiera parece él mismo” pensó “En parte, no lo es, porque está muy borracho...”

Ese pensamiento le hizo detenerse de repente, dejando las manos estáticas en la espalda baja de Trafalgar.

¿Law lo había estado ignorando y ahora se lanzaba a él, cachondo perdido? No tenía mucho sentido. Si estuviera sobrio, seguramente ni se habría dignado a saludarle.

La lengua del moreno seguía danzando en torno a la suya, pero Kid no reaccionaba.

¿Qué haría Ed Sheeran?”

Bueno, Kid no tenía ni idea de qué haría ese tío. Tal vez le aconsejaría aprovechar la oportunidad... O tal vez le diría que no era lo correcto tirarse a un chico que a duras penas podía mantenerse de pie sin apoyo. “Joder, ¡¿qué hago?!”

Visto desde fuera, más bien parecía que era Law quien se aprovechaba de él. Seguía tocándole con prisas, con ansia. Sus dedos se colaron por debajo de la camiseta, moviéndose como podían bajo la apretada prenda. Al notar que el pelirrojo no le devolvía los besos, pasó a su cuello, llenándolo de besos húmedos.

Kid se mordió el labio inferior, conteniendo un jadeo de excitación. No sería lo correcto, pero se sentía jodidamente bien. Una parte de él le pedía a gritos que siguiera hasta el final, pero otra le repetía que no podía hacer eso. A Law, no.

La charla de sus amigos acerca de cómo no ser un cerdo le tenía en duda. Le iban a castrar si se enteraban. Ah, esos malditos punkis con valores morales...

Y luego estaba Law. ¿Cómo reaccionaría cuando se le pasara la borrachera, recuperase el juicio y fuera consciente de lo que habían hecho? Si le había dejado de hablar solo por un comentario soez, después de eso lo iba a crucificar.

Pero... Trafalgar estaba tan bueno... Y besaba tan bien... Y Kid se estaba poniendo tan cachondo que... Maldición, ¿qué haría Ed Sheeran? ¡¿Qué demonios debería hacer?!

— ¿Qué te pasa? - preguntó Law contra su cuello — Pareces... Distante... - siseó, arrastrando las sílabas.

— Es que estoy pensando en Ed Sheeran – contestó Kid.

Law se detuvo, abandonando el cuello del pelirrojo para mirarle a la cara.

— ¿...Qué? - preguntó, frunciendo el ceño, sin entender nada.

Eustass resopló.

— Ah, yo qué sé... - murmuró — Es que...

Kid se calló al ver que Trafalgar se estaba poniendo pálido y se tambaleaba como si hubiera un terremoto bajo sus pies.

— Law, ¿estás bi...?

Trafalgar se inclinó hacia el retrete, apoyando una mano en la pared para no caerse, y vomitó.

 

 

 

 


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