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Estamos empezando por tashigi94

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Notas del capitulo:

Holiii~ Después de 2 meses sin dar señales de vida, por fin saco tiempo para actualizar este fic :') 

En esta parte seguimos con el acercamiento entre Law y Kid y conoceremos un poco a los amigos de Law (y a otro de sus pretendientes haha)

Ya aviso de que me voy a tomar bastantes libertades con los personajes secundarios, sobre todo con los que menos exposición han tenido en el manga vamos que me voy a inventar sus personalidades por completo XD 

Espero que os guste este segundo cap. Mil gracias a Lukkah por su review en el anterior <3

 

Debería estar cansado de tus manos,
de tu pelo, de tus rarezas,
pero quiero más, yo quiero más
Los Ronaldos

 

Law caminaba hacia el taller con las manos dentro del bolsillo delantero de su sudadera y un nudo de nervios en el estómago que se apretaba un poco más a medida que se acercaba hacia el local. Había pasado una semana desde su encuentro con Eustass y, desde entonces, no había sabido nada de él. Alguna vez había pensado pasarse por el taller, aunque solo fuera por echar un vistazo, o buscar su nombre en las redes sociales para cotillear un poco, pero descartaba la idea rápidamente.
“Actúa normal” se ordenó mentalmente cuando el cartel del taller apareció al fondo de la calle, para enseguida cuestionarse por qué no habría de actuar con normalidad. “Lo único que me interesa de ese lugar es llevarme mi coche cuanto antes” se dijo, asintiendo para sí.
Una campanita sonó cuando abrió las grandes puertas transparentes del taller, anunciando su llegada. Sus ojos escanearon el espacio en busca de algo rojo, una costumbre recién adquirida que le hacía chasquear la lengua al darse cuenta de lo que hacía. Preguntarse por qué lo hacía era algo en lo que no se permitía pensar.
El taller era grande. Junto a la puerta había un mostrador donde atendían a los clientes y el resto del espacio estaba ocupado por varios vehículos o piezas de estos, cajas de herramientas, máquinas más grandes que Law y operarios dando vueltas y gritándose cosas como “pásame el destornillador” o “vaya tetas tenía la rubia...”
No veía a Eustass por ninguna parte, lo que le hizo chasquear la lengua inconscientemente otra vez. En el mostrador le dijeron que su automóvil estaba listo y, después de firmar unos cuantos papeles, le indicaron dónde encontrarlo, ya que lo tenían aparcado fuera. Le dieron unas cuantas indicaciones técnicas a las que Law respondía asintiendo la cabeza sin prestar atención. La mitad de su mente estaba pensando dónde estaría Kid y la otra mitad preguntándose qué demonios le importaba.
Justo en ese momento una puerta junto al mostrador se abrió, chocando sonoramente contra la pared, y Law perdió por completo el escaso interés que tenía en las palabras del señor que le atendía.
Kid salió con una mochila al hombro, mirando hacia atrás para despedirse de su compañero. Llevaba un pantalón de trabajo con mil bolsillos, con las perneras metidas por dentro de las botas, y una camiseta negra de manga corta que se pegaba a su cuerpo musculoso como si fuera una segunda piel. Detuvo sus pasos cuando volvió la vista hacia delante y vio a Law.
— Hey – saludó el pelirrojo, sonriendo.
Trafalgar se recordó mentalmente que ese chico no despertaba ningún interés o sensación inusual en él.
— Hola – respondió.
— Justo ahora me iba... Ya tienes tu coche, ¿no?
Law asintió.
— A ver lo que dura, porque se avería cada dos por tres... - añadió.
— Es normal, tiene muchos kilómetros – contestó Kid, dando unos pasos para acercarse un poco al joven médico — Pero bueno, la próxima vez que te deje tirado, ya sabes dónde puedes traerlo. Si me lo dejas una tarde, hasta te lo puedo pintar de un color normal – bromeó.
— Me gusta que sea amarillo, es más fácil de encontrar en los aparcamientos – explicó Law, haciendo gala de su sentido práctico.
El pelirrojo rió entre dientes. Quizá Law había cambiado en algunos aspectos, pero en otros seguía siendo el mismo de siempre.
— De todas formas, ya sabes que si te da problemas otra vez siempre puedes dejarlo en mis manos – ofreció el mecánico.
Law asintió mientras reprimía un pensamiento sobre las manos grandes y cálidas de Kid. Se quedaron mirándose, con una sonrisa algo incómoda. Seguían en el taller, ajenos al ruido de la maquinaria y pensando cómo seguir la conversación, porque querían seguir hablando, aunque no sabían de qué.
De repente, Kid se quedó mirando algo detrás de Law.
— Oye, ¿conoces a esos tíos? - preguntó, con una expresión entre la curiosidad y la vergüenza ajena.
El moreno se giró para descubrir a sus amigos pegados como ventosas a las puertas de cristal del taller. Maldijo en voz baja y salió corriendo a echarles la bronca.
— ¡¿Qué se supone que estáis haciendo?! - exclamó Law — ¡Os dije que me esperaseis fuera!
— Perdón, pero tardabas mucho – se disculpó Bepo, pasándole una bolsa de palomitas a Shachi.
— Además ¡Queríamos conocer al famoso Eustass Kid! – añadió Penguin mientras le robaba un puñado de palomitas a su hermano.
Law frunció el ceño, preguntándose por qué a sus amigos les costaba tanto seguir los planes establecidos. Habían insistido en acompañarle al taller, a lo que él se había negado, así que acordaron esperarle en un parque que había cerca para después ir juntos a cenar algo.
— ¿Soy famoso?
Law dio un respingo al escuchar la voz de Eustass detrás de él.
El pelirrojo había observado al grupo desde el interior del taller por unos segundos y después había decidido acercarse. Tenía curiosidad por ver cómo eran los amigos de Trafalgar. Había imaginado que serían una panda de raritos, y... Bueno, parecía que había acertado. Había un chico albino muy grande, incluso más que él. Los otros dos eran muy parecidos físicamente, aunque no en su comportamiento: uno no había dicho ni una palabra y estaba resolviendo un cubo de Rubik, con una sola mano y sin mirar; el otro parecía el más normal de todos y, desde luego, el más hablador, como demostró haciendo las presentaciones.
— Me llamo Penguin, y estos son Bepo y Shachi – dijo señalando al resto de la pandilla mientras estrechaba la mano de Kid — ¡Law nos ha hablado mucho de ti! - añadió con una amplia sonrisa.
— Ah, ¿sí? ¿Qué os ha contado? - preguntó el pelirrojo con una media sonrisa.
Law agarró a Penguin antes de que pudiese decir nada más.
— Vámonos ya, que es tarde y quiero cenar – dijo mientras pensaba en distintas formas de asesinar al bocazas de su amigo.
— ¡Es verdad! ¡Vamos a la pizzería! - exclamó Penguin alegremente — Eustass, ¿vienes? - preguntó antes de que Law le pudiera tapar la boca.
Eustass y Trafalgar se miraron unos segundos, dudando.
— Pues, no sé... ¿Te molesta si voy con vosotros? - preguntó Kid, temiendo que Law no quisiera incluirlo en una salida con su grupo.
— No, claro, quiero decir... Me da igual – contestó el moreno, con el tono más indiferente que pudo y la vista desviada hacia un lado.
No tuvieron tiempo de discutirlo mucho más, ya que Bepo y Shachi encontraron genial la idea de Penguin y agarraron al pelirrojo cada uno por un lado, llevándolo casi a rastras con ellos. Law anotó mentalmente sus nombres en su lista de personas a las que asesinar mientras caminaban hasta su coche.
Poco después, los 5 iban en el coche recién reparado de Trafalgar, con Bepo y él delante y Kid atrás, sentado entre los dos hermanos, algo apretados por la escasez de espacio. Law iba concentrado en la conducción y evitando mirar el espejo interior para que su mirada no se cruzase con la de Eustass. Los amigos de Trafalgar estuvieron un rato mirando alternativamente al moreno y al pelirrojo, intercambiando risitas cómplices como si estuvieran calculando de qué color tendrían los ojos sus futuros hijos, pero pronto se pusieron a charlar de sus cosas.
Kid iba pendiente de Law, aunque escuchaba de fondo la conversación de los chicos, que hablaban de anime, grupos de k-pop y juegos de rol. Kid no tenía ni idea de la mitad de los temas de los que hablaban, pero le gustaba oírlos. Se notaba que era un grupo muy unido y que apreciaban a Law.
El pelirrojo sonrió al ver a Trafalgar rodar los ojos y responder con un sarcasmo ante un chiste malo de Penguin. Recordó al adolescente tímido e inseguro que conoció años atrás y pensó que, aunque había mucho de él en el Trafalgar actual, también había una parte nueva. Tenía una luz distinta en la mirada. Una luz que le gustaba mucho...

 

Aparcaron frente a la pizzería y entraron mientras los chicos le contaban a Kid cómo Trafalgar barrió el suelo con todos sus oponentes en el último torneo de ajedrez universitario. Ganó el primer premio: un mes de bocadillos gratuitos en la cafetería de la universidad, pero renunció porque no le gustaba el pan.
— No me sorprende – contestó Kid mientras se sentaban en una mesa — Siempre ha sido un tío un poco raro...
— ¿Solo “un poco”? - dijeron al unísono los amigos de Law.
— No sois los más indicados para hablar... – se defendió el moreno mientras ojeaba la carta de la pizzería — Vosotros sois las personas más raras que he conocido en mi vida.
Los chicos rieron mientras negaban con la cabeza, como si Trafalgar hubiese dicho algo totalmente absurdo. Penguin le explicó a Kid que, cuando eran adolescentes, habían tenido fama de chicos raros en sus respectivas escuelas.
— La verdad es que éramos unos frikis – añadió Shachi — Pero, como puedes ver, con el tiempo nos hemos vuelto gente totalmente normal – los demás asintieron, mientras Law rodaba los ojos.
Una camarera se acercó para tomar nota de su pedido, interrumpiendo su charla.
— ¿Qué van a tomar? - preguntó, sacando un lápiz y un bloc de notas del bolsillo de su delantal.
— Una ensalada – contestó Law, ignorando las risitas y comentarios de sus amigos acerca de lo raro que era pedir una ensalada en un bar de comida rápida.
— Parece que tus amigos tienen razón – bromeó Kid.
— No me gusta el pan – contestó el moreno, resoplando y cruzándose de brazos.
Kid sonrió. Law se veía muy adorable cuando se enfurruñaba.
— ¿Y el resto? - preguntó la camarera mientras tomaba nota.
— Yo... Yo q-quiero... - Shachi titubeó, como siempre que hablaba con una mujer guapa — Una pizza barbacoa, pero sin salsa, sin queso y muy tostada.
— O sea que... ¿Quieres pan quemado? - preguntó la camarera, alzando una ceja.
Shachi asintió enérgicamente.
— Con extra de bacon, p-por f-favor – añadió.
— Yo... - Bepo carraspeó, haciendo un esfuerzo por elevar su tono de voz — Yo también quiero una pizza barbacoa, pero la quiero cruda, si no es mucha molestia.
— ¿Cruda? - repitió la empleada, extrañada.
— Sí... - asintió tímidamente el chico albino.
La mujer se encogió de hombros y anotó los pedidos, mordiéndose la lengua para no comentar nada sobre los gustos de esos peculiares clientes.
— A mí no me gusta nada de lo que hay... - dijo Penguin, con su sinceridad habitual, mientras ojeaba el menú — ¿Me puedes hacer una pizza que lleve anchoas, pepinillos en vinagre y piña?
— ¿Todo eso... En la misma pizza?
— Sí, claro – respondió el castaño — ¡Oh! Y con un poco de nata por encima. Y patatas fritas – añadió mientras se relamía los labios.
— De acuerdo... - la camarera anotó el pedido, sin poder disimular una cara de asco — ¿Tú? - preguntó, dirigiéndose a Kid.
En aquellos momentos, lo único que le apetecía al pelirrojo era salir corriendo de ahí y fingir que no conocía a esa panda de bichos raros.
— Yo... Solo un refresco... - contestó con un hilo de voz — He perdido el apetito...

 

Tras devorar sus respectivas aberraciones culinarias, salieron del bar hablando sobre el próximo lugar al que ir, ya que Penguin insistía en ir a tomar unas copas por ahí.
— No me apetece... – Law no se dejaba convencer por su amigo.
— Venga, no seas aguafiestas – insistió Penguin, poniendo las manos en señal de súplica.
— No sé, estoy un poco cansado... - contestó Law — ¿Tú vienes? - preguntó, girándose hacia Kid.
El pelirrojo había estado escuchando la conversación del grupo sin participar en ella, porque le parecía un poco patético auto-invitarse a ir con ellos de fiesta teniendo en cuenta que apenas los conocía. Además, su conciencia (que, casualmente, tenía la voz de Killer) le recordó que al día siguiente tenía que trabajar temprano.
— Me gustaría, pero mañana tengo que estar a primera hora en el taller - se excusó.
Kid se aguantó la risa ante el puchero que hizo Penguin, pero le dio un vuelco el corazón al ver la expresión que, durante un segundo, había puesto Law. El moreno había recuperado su habitual semblante de indiferencia en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Eustass, y miraba al suelo con las manos en los bolsillos. Kid se preguntó si Trafalgar estaría decepcionado y dudó si debería ir con ellos y mandar a tomar por culo al taller y a las recomendaciones de Killer de dormir 8 horas.
— Ah, vale... - respondió Trafalgar con aparente indiferencia — Yo, pensándolo bien, tampoco iré.
— Qué aburridos – masculló Penguin, a lo que sus amigos asintieron.
— Podemos quedar otro día – sugirió el pelirrojo mirando a Law, que dio un respingo.
El moreno abrió la boca para responder, pero sus amigos se adelantaron.
— ¡Claro que sí! - exclamó Shachi.
— Por supuesto, ¿verdad, Law? - preguntó Bepo.
— Bueno, yo... - el moreno titubeó.
— Es una pena que no vengáis hoy - le interrumpió Penguin, pasándole un brazo por los hombros — Pero así, Law podrá llevarte a casa en su coche – añadió con una amplia sonrisa.
Bepo y Shachi se acercaron también a Trafalgar, rodeándole y apoyando con entusiasmo la sugerencia de Penguin.
— No hace falta... - dijo Kid, viendo que Law parecía algo incómodo.
Los chicos hablaban todos a la vez, sin dejar al moreno responder.
— Bueno, pues nosotros nos vamos ya – dijo Shachi, despidiéndose con un gesto.
Se alejaron entre risitas, dejando a Law con la palabra en la boca.
— ¡Luego hablamos! - gritó Penguin, girándose y caminando hacia atrás, haciendo el gesto de llevarse la mano a la oreja como si fuera un teléfono — ¡...Y me cuentas qué tal ha ido! - añadió guiñando el ojo descaradamente.
“Lo mato, lo mato, lo mato...” pensaba el moreno.
— Vamos al coche – ordenó al pelirrojo sin mirarle, con las manos en los bolsillos.
El mecánico le siguió, mordiéndose el labio para contener la risa. Cada vez le caían mejor los amigos de Law.
— No hace falta que me lleves si no quieres, ¿eh? - dijo el pelirrojo, abriendo la puerta del copiloto — No me importa ir andando.
— Sube – ordenó Law mientras se abrochaba el cinturón de seguridad — Solo serán unos 10 minutos – dijo para sí, calculando mentalmente la distancia hasta el barrio de Eustass.
— Bueno, pues gracias – replicó el mecánico, sentándose.
El coche avanzó por las calles de la ciudad, iluminadas por las farolas y las luces de otros vehículos. Iban en silencio, con Law sumido en sus pensamientos y Kid... Bueno, sumido en Law. No podía dejar de mirarle. “¿Cómo puede ser tan guapo?” pensó, observando el juego de luces y sombras de la ciudad alternándose en su cara. Tenía la vista fija en la carretera y el ceño levemente fruncido, como si estuviera dándole vueltas a algo en su cabeza. Kid habría pagado sus escasos ahorros por saber en qué pensaba. Era difícil determinar si estaba contento, aburrido o molesto, entre su máscara de indiferencia y las pocas habilidades de Kid para leer a la gente. ¡Bastante trabajo le costaba identificar sus propias emociones! Estar a solas con Trafalgar le hacía sentirse raro, muy raro pero, al mismo tiempo, muy bien. Era como si cualquier cosa, por simple que fuese, se volviera especial y emocionante si Law estaba cerca.
Kid apartó un segundo los ojos del moreno para mirar a la carretera y comprobar por dónde iban. Quedaba poco para llegar a su casa y no quería despedirse con tanto silencio, así que se apresuró a buscar un tema de conversación.
— Me caen bien tus amigos. Parecen buena gente – dijo.
— Son una panda de... No sé ni cómo definirlos – Law resopló con fastidio, pero a Kid no se le escapó la pequeña sonrisa que esbozó al hablar de ellos.
— Y parece que alguien les ha hablado de mí... - añadió el mecánico, sabiendo que así había sido.
— Pues, supongo... - Law se aclaró la garganta, sin perder de vista la carretera — Supongo que alguna vez, hablando del pasado, te he mencionado.
— Ah, y ¿qué les has contado? - preguntó Kid, con una media sonrisa.
Trafalgar frenó de forma un tanto brusca, provocando que ambos dieran un bote en sus respectivos asientos.
— Esta es tu calle, ¿no? - dijo el médico, evadiendo por completo la pregunta de Eustass.
Kid asintió sin siquiera echar un vistazo por la ventana; era mucho más interesante mirar a Law, que parecía dedicar toda su atención al cuentakilómetros, el nivel de gasolina... Cualquier cosa menos el chico que tenía al lado.
El pelirrojo se debatía internamente entre invitarle a subir a su casa, proponerle quedar otro día, pedirle su número de teléfono o...
— ¿Qué pasa? - preguntó Law, con una sonrisa incómoda, posando por fin sus preciosos ojos grises en él.
… O dejar de andarse con rodeos y robarle un beso.
“Venga, a la de tres. Una, dos y...”
De repente, se escuchó un fuerte estornudo desde la parte trasera del coche que le hizo saltar sobre su asiento.
— ¡¿Qué ha sido eso?! - gritó el pelirrojo, poniéndose de rodillas sobre el asiento del copiloto y mirando atrás.
No había nadie, pero se escuchó un grito ahogado desde la misma zona, por el maletero.
— Vaya... - murmuró Law, muy tranquilo, volviendo la vista hacia atrás — Parece que tenemos un polizón...
— ¡¿Qué?! - exclamó Kid — ¡¿Quién coño hay ahí metido?!
Law se bajó del vehículo sin responder, con las manos en los bolsillos, como si aquella situación fuese lo más habitual del mundo. Eustass bajó corriendo tras él, casi tropezándose por las prisas.
— ¡¿Sabías que había alguien ahí?! - preguntó Kid mientras Trafalgar abría el maletero.
El pelirrojo puso un brazo ante Law por acto reflejo, mirando con desconfianza al bulto humano que se encogía en el interior del maletero.
— ¡Perdón, perdón, perdón! – repetía el “polizón”, tapándose la cara con las manos.
— ¡¿Quién eres y qué mierda estás haciendo?! - gritó el pelirrojo, provocando que el extraño se encogiera aún más.
— Tranquilo – dijo Law, que parecía más que acostumbrado a ese tipo de situaciones — Le conozco. Es inofensivo – aseguró.
El intruso, que temblaba como un flan ante el furioso pelirrojo, se apartó las manos lentamente de la cara.
— P-perdón, perdón... – tartamudeó mientras salía del maletero, encogido sobre sí mismo como un animalito indefenso. Era un chico muy joven, bajito, bastante guapo, con el cabello castaño y unos ojos grandes y asustados.
— Eustass... - dijo Law — Te presento a Chopper – señaló al chico — Estudia Medicina, igual que yo. Todavía está en el primer curso, pero ya es uno de los alumnos más destacados – añadió.
— ¡No me halagues, idiota! - exclamó Chopper, ruborizado, mientras reía entre dientes.
Kid no estaba para bromas, y la carrera estudiantil de ese mocoso le importaba bien poco.
— ¡¿Qué clase de pirado eres para esconderte en el coche de alguien?! - gritó, provocando que el menor se asustase otra vez.
— Cálmate, Eustass – intervino Law — Estoy seguro de que no tenía malas intenciones, ¿verdad?
Chopper negó repetidamente con la cabeza.
— Claro que no... No quería molestar – se defendió — No lo habría hecho si hubiera sabido que ibas con alguien...
— ¡No deberías hacer algo así nunca! - le interrumpió Kid.
— Lo sé, lo sé... Lo siento, lo siento mucho – se disculpó Chopper, intimidado por ese pelirrojo tres veces más grande que él — Es que, yo... Lo leí en una historia de Vivi – añadió en voz baja — Me pareció que sería un detalle bonito... - se sonrojó mientras miraba sus pies, avergonzado.
Law rodó los ojos.
— Te lo he dicho muchas veces... - suspiró el moreno — Los fanfiction de Vivi no son un buen referente romántico.
Chopper asintió con la cabeza gacha, como un niño recibiendo una reprimenda. Kid, que había hecho un gran esfuerzo por dejar de gritar al mocoso, se había quedado congelado al escuchar la última palabra de Trafalgar.
“... Romántico...”
¡¿Ese crío acosador tenía intereses románticos en Law?!
Trafalgar continuaba hablando con Chopper.
— … Además, no deberías estar en la calle a estas horas – advirtió el moreno, cruzándose de brazos — Es tarde y tus abuelos estarán preocupados – suspiró con resignación — Te llevaré a casa, ¿de acuerdo? - ofreció, a lo que el menor asintió — Ya nos veremos otro día – añadió volviéndose hacia Kid.
— Uh, sí, claro – se despidió torpemente el pelirrojo mientras los otros dos volvían al coche.
Kid observó alejarse el automóvil hasta perderse al final de la calle. Se metió las manos en los bolsillos, mirando aún al punto donde el vehículo desapareció, con una ráfaga de pensamientos arrasando su mente como un huracán.
Si quería conquistar a Trafalgar, “¡¿Quiero conquistar a Trafalgar?!”, lo iba a tener complicado, porque le acababa de salir un rival. Un rival guapo, inteligente, que parecía llevarse bien con Law, que lo veía a diario por estudiar en el mismo sitio y que en esos momentos iba a solas con él en el coche, mientras que Kid se había quedado sin su oportunidad de proponerle quedar otro día, ni de pedirle el número de teléfono.
Un tic nervioso se apoderó de su ojo al darse cuenta de ese último detalle.
No tenía forma de contactar con Law.
Se llevó las manos a la cabeza mientras gritaba una retahíla de palabrotas al aire, la mayoría dirigidas a aquel chico de ojos dulces y cabello castaño.

 

*

 

La voz del presentador del telediario sonaba de fondo en la televisión de Law, dando las noticias de la mañana, mientras su dueño hablaba por el móvil y esperaba a que su primer café del día estuviera listo.
Venga, dime la verdad... - insistía Penguin, al otro lado del teléfono — ¡No me puedo creer que no haya pasado NADA!
— ¿Qué se supone que tenía que haber pasado? - replicó Law a la defensiva.
Oh, vamos, no te hagas el tonto... - Penguin rió — Si Chopper no os hubiera interrumpido...
— No había nada que interrumpir – le cortó Law.
¿Seguro? - insistió su amigo, que difícilmente daba su brazo a torcer — Quién sabe, si Chopper no hubiese estado ahí... Ah, ese tarado, ¡Mira que meterse en tu maletero...! - farfulló.
— Es un buen chico – le defendió el moreno.
No será que... ¡¿TE GUSTA?! - chilló Penguin.
— Por favor, es un crío – respondió Law, rodando los ojos aunque su amigo no pudiera verle.
Law y Chopper se habían conocido en la universidad, cuando el mayor le vendió unos libros de medicina, y su relación se fue estrechando al descubrir que tenían varios amigos en común. A veces quedaban para tomar algo en la cafetería de la universidad o para que Law le pasase apuntes de cursos avanzados que el más joven miraba con total admiración. Se llevaban bastante bien, aunque Trafalgar no buscaba nada más que una simple amistad, mientras que Chopper estaba completamente encaprichado de él. Por desgracia para el menor, todos sus intentos por enamorar a su crush (como colarse en su coche, dejarle cartas románticas en su taquilla o regalarle un ramo de flores gigante por San Valentín) no habían provocado más que mucha vergüenza en Law y risas de sus compañeros de clase. Los amigos de Law opinaban que el chico tenía una obsesión enfermiza, pero el moreno sabía que no había peligro alguno en Chopper. Conocía demasiado bien lo que eran la maldad y la locura, había convivido con su personificación durante muchos años, por eso sabía que no había ni una pizca de ellas en Chopper, solo una visión un poco distorsionada del amor por culpa de su nula experiencia y de su afición por las historias románticas llenas de clichés.
Entonces... - Penguin no tenía la menor intención de dejarle desayunar en paz — ¿Te gusta Eustass?
— ¡¿Qué dices?! - replicó inmediatamente, tensándose, sosteniendo con dificultad el móvil entre su oreja y su hombro ya que sus manos estaban ocupadas en verter el café en su taza de desayuno.
¿No te gusta? ¿Ni siquiera un poquito?
— Claro que no – dijo intentando sonar muy serio a través del teléfono mientras se sentaba en el sofá, dando un pequeño sorbo al café y dejando la taza humeante sobre una mesita.
Mmm, entonces... ¿Puedo salir yo con él?
Law casi se atragantó.
— ¡¿QUÉ?! - gritó antes de toser.
Es que llevo mucho tiempo sin echar un polvo, y está bueno. Ya sabes cómo me ponen los tíos musculosos... - contestó Penguin, sin tapujos — Pero si te molesta, paso de él, ¿eh? Como estuvisteis juntos y eso... No quiero que te pongas celoso...
— ¡¿Celoso, yo?! - le interrumpió el moreno — Quiero decir... - se aclaró la garganta, dándose cuenta de que había sonado un poco alterado — No me molesta para nada, al fin y al cabo no hay nada entre Eustass y yo, puedes hacer lo que te de la gana – contestó, intentando concentrarse en remover el café con la cucharilla.
¡Genial! Entonces... ¿Me acompañas un día de estos al taller? Y así hablo con él...
— ¿Por qué tengo que ir yo?
Me da vergüenza ir solo... - murmuró Penguin.
— Tú no has conocido la vergüenza en tu vida – replicó Law, ganándose un resoplido por parte de su amigo.
Anda, ven conmigo... Porfa, porfa...
Law repasó mentalmente su agenda. No tenía nada que hacer aparte de estudiar y, si se negaba a acompañar al castaño, iba a parecer que realmente estaba molesto. A Law no le molestaba la idea de que su exnovio estuviera con otra persona, no, ni mucho menos se pondría celoso por ver al pelirrojo con uno de sus mejores amigos, no, para nada, en absoluto.
— Está bien, te acompañaré - accedió con un suspiro de resignación.
¡Gracias, Law! ¡Eres el mejor! - respondió Penguin con entusiasmo — Luego hablamos para ver a qué hora quedamos y eso... Me voy que llego tarde a clase, bye bye – colgó sin dar tiempo a Law para despedirse o confirmar su quedada.
El moreno resopló, dejando caer el teléfono en el sofá. Se concentró en remover el café con la cucharilla. “No estoy celoso, ¡qué tonterías dice Peng!” pensó mientras miraba ensimismado el pequeño torbellino que se formaba en el oscuro líquido “No estoy celoso, no me importa lo que pase entre él y Eustass... De hecho, Eustass no me importa lo más mínimo...”
Se quedó congelado durante unos segundos al darse cuenta de que había removido el café con tanta fuerza que había salpicado toda la mesa. Chasqueó la lengua, se bebió de un trago lo que quedaba y se levantó corriendo para prepararse para ir a clase.

 

 

 


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