Capítulo I: Ojos azules.
“Te he estado observando por un tiempo
No puedo dejar de mirar esos ojos oceánicos
Ciudades en llamas y cielos de napalm
Quince bengalas dentro de esos ojos oceánicos”.
—Billie Eilish; Ocean eyes.
BangChan se despertó después de un agitado sueño, sus ojos vieron como todo estaba a oscuras buscando un pequeño hilo de luz a través de la ventana de su habitación, viendo como el Sol comenzaba a salir, se sintió un poco más tranquilo, hasta que a lo lejos vio unas amplias alas como de un águila perderse entre los árboles del bosque. Pensó que sería su imaginación pues sería un animal verdaderamente gigantesco, pero prefirió no pensar ello.
Bajó a desayunar después de un rato, hoy sería la reunión del rey con su futuro esposo y le había pedido que lo acompañara, después de todo le debía la vida.
Christopher Bang, BangChan para la mayoría del pueblo era la mano derecha y guardia personal del Rey Felix, él le ayudó a combatir contra los demás reinos hasta conseguir la victoria, según el folklor del pueblo quien sacara la espada Excalibur de la piedra sería el fiel rey de Inglaterra, en una situación en donde estaban por matar al rey, BangChan sacó la espada de la piedra y asesinó aquel soldado y lideró al ejercito a la victoria final. No sabían que pensar o hacer al percatarse que BangChan era realmente quien debería de tener el titulo nobiliario, Felix pretendió ceder el trono, pero BangChan, su fiel caballero y guardia lo rechazó, estaba bien viviendo como lo había hecho, no quería esas responsabilidades, era como traer cadenas jalando de todo un reino, él quería ser libre y así quería seguir sintiéndose, solo calló y cambió un poco los hechos, todos reconocieron a Felix como el legítimo rey, aunque BangChan prefirió quedarse con la espada, nadie lo notó, nadie vio la apariencia de la verdadera espada y así estaban bien para todos.
—Es un buen lugar, me alegra que pronto se celebre la unión. —Murmuraba un señor viejo y gordo, bebiendo un poco de vino.
—Muchas gracias, si quieren podemos dar un paseo por el pueblo. —Propuso el Rey, tomando la mano de su prometido, HyunJin.
—Me gustaría ver el bosque, se ve a lo lejos que es muy hermoso. —Dijo, cambiando su expresión aburrida a una con más entusiasmo.
BangChan no pasó desapercibido aquel gesto, por el momento le quitó importancia y solo se dispuso a ir por el carruaje para los monarcas.
—Hey, Chan ¿Ya de paseo? —Exclamó uno de los cuidadores de los caballos del castillo, JiSung.
—Sí, el futuro rey consorte quiere dar un paseo por el bosque. —Respondió acariciando a los caballos en el establo mientras JiSung, un viejo amigo dentro del castillo se acercaba cauteloso.
—Que extraño…pero, Chan, toma precauciones. —Le mira con clara preocupación en su rostro.
—¿De qué hablas? —Cuestionó con intriga, jalando de los caballos para prepararlos mientras esperaba a que hablara.
—Muchos granjeros han dicho ver a una bestia merodear por esos lados y que algunas cabezas de ganado han desaparecido recientemente. Amigo, si tiene la fuerza para desaparecer a una vaca no quiero pensar en su tamaño y en el de su estómago. —Advertía el cuidador, ayudándole a jalar más caballos.
—Gracias, Jisung, pero no es como si pueda llegar con el rey y decirle que por chismes de granjeros no se le pueda cumplir un capricho a su futuro esposo. —Sonrió un poco, despidiéndose del hombre regresando con el rey y sus invitados.
***
Cerca del bosque se encontraban la mayoría de los campos que los granjeros ocupaban para cultivar todo lo que se consumía en el pueblo e incluso para su exportación a otros lugares cercanos, las desapariciones del ganado empezaron cuando regresó el rey con su ejército con la victoria a casa, pero nadie había visto nada, pensaban que se trataba de un ladrón y al ser ignorados por las autoridades los granjeros comenzaron a hacer rondines para vigilar sus tierras pues a pesar de sus esfuerzos seguían desapareciendo sus animales.
—¿Quién anda ahí? —Uno de los granjeros sacó un tridente para paja, preparado para atacar a lo que sea que estuviera merodeando, pronto amanecería y vería a lo que se enfrentaba.
A pesar de que los primero rayos del Sol comenzaban a visualizarse había una oscuridad profunda entre los árboles, donde vio como unos ojos azules se abrían y resaltaban entre las tinieblas, gritó pidiendo ayuda pues escuchaba unas fuertes pisadas perdiendo de vista aquellos ojos mientras los demás granjeros llegaban a ayudarle de entre los árboles se asomaron unas imponentes alas, eran blancas con sus puntas negras pero en cuanto el Sol las iluminó un destello los cegó por un instante y una brisa los devolvió a la realidad, aquella bestia ya no estaba, pero era gigantesca, nunca antes habían visto a un animal de esas magnitudes, nunca pensaron que existieran.
***
—¿Qué sucede? ¿Por qué nos detenemos? —Habló confundido el rey, su carruaje fue detenido y no sabía las razones, empezando a molestarse se bajó de éste viendo todo el alboroto que estaba pasando.
—No puede pasar nadie, es peligroso que… —Todos callaron e hicieron una pronuncia reverencia al ver al monarca.
—¿Por qué incluso el Rey no puede pasar? —Cuestionó interrumpiendo a su jinete y a un granjero en su discusión. El granjero palideció al ver al monarca, inclinándose tratando de mostrar sus respetos.
—Mi señor… —Tartamudeó.
—¿Qué sucede? —Se sintió un poco incómodo y le obligó a ponerse bien de pie.
—Hay una bestia por estos lados, ya lo habíamos reportado, se ha robado nuestro ganado, pero apenas pudimos verle la cara o saber lo que se trataba. —Hablaba algo rápido, el Rey dudaba y su jinete solo se molestaba más haciendo que BangChan se bajara para escuchar su relato.
BangChan se alejó un poco, aún así escuchaba toda la historia del asustado granjero, veía algunas copas de algunos árboles dañadas, y algunas marcas en el suelo, definitivamente algo había ahí, no sabía si era tan fantástico como lo relataba aquel señor pues no había antecedentes de criaturas así, solo en los cuentos de los niños, no creería que existiera una bestia de tal medida ¿O sí?
—Unas alas enormes, hoy la vimos antes de que saliera el Sol, unas enormes alas. —El Rey Félix definitivamente pensó que el hombre estaba mintiendo y solo ignoró su relato, dio unas palabras de aliento y regresó a su carruaje, dispuesto a seguir con su recorrido.
—Christopher ¿Vienes? —Cuestionó el monarca de cabellera rubia.
El nombrado vio a lo lejos, sobre los árboles un pedazo de tela colgar de unas ramas, caminó un poco viendo a una persona sentada sobre aquella rama, ésta se dio cuenta de su presencia y se giró un poco a verle, logrando ver aquellos profundos ojos azules, el cielo no tenía un tono más hermoso que ese, al escuchar su nombre salió de la especie de trance en la que se había metido y al regresar su mirada ya no estaba aquella persona.
—Sí, ya voy, alteza. —Murmuró regresando al carruaje, girando su cabeza a ver aquellos árboles, esperando que reapareciera, pero no ocurrió nada.
Cuando BangChan entró al carruaje notó al príncipe algo inquieto, o eso pensó, se encontraba ansioso y notó un cierto reflejo en sus ojos.
—¿Todo bien? —Cuestionó al hombre, desconcertándolo un poco.
—Sí, es solo que ya quiero ver el bosque. —BangChan calló, no hizo alguna pregunta más, notó que estaba incomodo y solo pretendió que nada más estaba pasando.
El paseó solo fue en los alrededores del bosque, a pesar de todo el Rey Felix se sintió algo preocupado por las pruebas que los granjeros mostraron, no encontraba una respuesta a lo que ellos se quejaban, así que solo ordenó un recorrido a los alrededores y a sus guardias estar atentos, por ello Chan iba caminando a pie vigilando todo a su alrededor. Se sentía sumamente incomodo, sentía que algo los miraba a lo lejos, pero lo suficientemente cerca para sentir una especie de energía.
Olía un embriagador aroma que provenía de entre los árboles, incluso preguntó a los demás guardias y al jinete, pero ellos no lo percibían, mejor calló y decidió seguir observando, pensó que se volvió un poco loco después de ver aquel espejismo, esos ojos azules no los podía borrar de su mente y los veía por todos lados, solo por unos cuantos segundos, veía la luz que estos creaban asomarse por entre las hojas de los árboles, pero cuando parpadeaba simplemente no estaba.
—Príncipe HyunJin ¿Se siente bien? —Cuestionó el caballero real al joven monarca, ayudándole a bajar del carruaje.
—Me duele un poco la cabeza, creo me iré a dormir temprano está vez. —Tomó la mano del rey y se retiró del lugar.
El Rey se despidió de BangChan, pronto anochecería, también estaba cansado y hablarían mejor mañana, era como si se les hubieran arrebatado parte de su energía. La Luna se lazó e iluminó los oscuros cielos, BangChan se sintió en calma, quitándose su armadura y dejándose caer desnudo sobre la cama, al menos dormiría como nunca antes, siempre pasaba eso después de sentirse tan cansado.
Sintiendo una fuerte brisa entrar por su ventana abrió sus ojos, soltando un suspiro aunque no podía levantarse, era como un tipo de parálisis del sueño. Escuchó un revoloteó, no sabía como describirlo, como si fuera un ave iniciando o acabando un vuelo, aterrizando.
Se sentía vulnerable, luchaba por ponerse de pie, pero su cuerpo pesado lo traicionaba, esperaba que todo fuera un sueño porque realmente no podía mover nada más que sus párpados.
Cuando volvió a abrir sus ojos vio como un hombre estaba encima suyo, su corazón se aceleró y reconoció aquellos ojos azules que lo habían perseguido por todo aquel recorrido en el bosque. El hombre le veía con curiosidad, tocando su rostro haciendo que BangChan notara que los dedos del hombre estaban sucios, con uñas o garras enormes y que al igual que él estaba desnudo, con algunas cicatrices que adornaban su piel blanca.
El extraño frunció sus cejas viendo la entrepierna de BangChan crecer, éste se sintió humillado, pero no por ello debía bajar la guardia, de una cosa estaba seguro, no era humano aquel sujeto. El ser con apariencia de hombre recorrió la habitación, sin decir nada y sin hacer ruido, desviando su mirada siempre a los ojos de BangChan.
—ChangBin... —Susurró después de un tiempo, caminando encima del colchón del caballero paralizado. Éste le miró extraño, ¿Cómo podía hablar? No tenía mucho sentido que pudieran comunicarse ¿O sí? Aún así, no podía moverse aún, pero extrañamente ya no se sentía vulnerable o cansado.
ChangBin saltó hasta el borde de la ventana de su habitación, revelando unas alas que salía de su espalda, parecían que le dolían, pero su rostro reflejó alivio. BangChan jamás vio un plumaje o lo que sea que fuera más bello, blanco y con tonos azules que jamás pensó que vería, con ligeros toques negros en las puntas. La criatura con apariencia de hombre giró su vista y BangChan quedó hipnotizado para la belleza del cuerpo masculino, adornado con aquellas impresionantes alas, haciendo juego con esos profundos ojos azules.
Se acercó a BangChan, pasando sus alas sobre su cuerpo, dándole una suave caricia haciendo que se relajara como nunca, ¿Cómo podía sentir que tomó un sueño de trece horas en un solo segundo? Cuando abrió los ojos ChangBin ya no estaba y entonces pudo pararse de la cama, se asomó por la ventana, pero no vio rastro de él. Era escéptico, pero ¿ChangBin era un ángel de Dios?
—Chris ¿Estás bien? —Cuestionó el Rey tocando la puerta de su habitación, el mencionado tomó una túnica y se la envolvió, dejando al hombre entrar a su habitación, viéndolo completamente pálido.
—Sí. —Pensó que le contaría toda la experiencia a su amigo, pero solo pudo decir una sílaba estando aún atónito por esa experiencia.
—¿Seguro? —Cuestionó, veía algo extraño en su amigo por lo que seguía insistiendo, aunque tenía otros asuntos que resolver en ese momento.
—Sí, ¿Por qué preguntas? ¿Pasó algo mientras dormía? —Pasó su mano sobre su rostro, a pesar de sentirse afligido se sentía también demasiado ligero, como si hubiese dormido una vida.
—Algo así, el príncipe HyunJin está inquieto y …—El rey suspiró algo agotado con sus ojos vestidos de ojeras profundas señal del poco sueño que pasó.
—¿Qué ocurrió? —BangChan se preocupó al ver a su amigo de aquella forma, algo grabe debió de haber pasado.
—Volvieron a desaparecer ganado…pero en el castillo. —Murmuró viendo a su amigo. —Necesito tu ayuda.