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— ¡ Papá !  

Si hubiera sido una comedia romántica, la intromisión repentina de Conner con un chillido extremadamente agudo hubiera sido adorable, divertida y quizás hasta esperada. Pero no lo era. No era una comedia ni era de la narrativa romántica, simplemente trágica y de bolas azules. Clark saltó fuera de Lex como si quemara, arrepentido de haberse olvidado del mundo exterior y abochornado por ser atrapado semi erecto aprisionando al “padre” de su propio hijo en la situación. Gracias a su velocidad mejorada por el sol rojo, el Kryptoniano volvió a la ducha y decidió que el agua podrá ser misericordiosa y ahogarlo. Por otro lado, Lex, bueno, él solo con mucha pereza y para nada asombrado -externamente- de que su hijo sea un incordio, se giró para mirarlo con aburrimiento y asintió del mismo modo.  

— Dejemos que Clark termine su ducha, tranquilo —. Se levantó de su “trono”, con gracia, y agitando un poco la prenda que por suerte era suelta y ocultaba mucho de su propia reacción; al menos él no estaba desnudo y mojado como el mencionado. A veces Luthor da gracias a las entidades por pequeños milagros. Con esto tomó del brazo al niño y lo arrastró fuera, aunque no parecía particularmente interesado en ello y más en meterse en la ducha para golpear a Kent. Ah, tan sobreprotector.  

Clark se sintió menos relajado para mantenerse en la ducha y un poco abrumado. La mayoría de su entusiasmo se había disipado con la intromisión agresiva de su hijo y sinceramente, solo quería ir a buscar algún cuarto donde dejarse caer y morir por unas horas, máximo. Así que apagó el agua, tomó una toalla para secarse y se vistió con la misma eficacia que usaría un día normal con la ropa que normalmente Bruce tenía extra para él. Cuando salió al pasillo visualizó a Lex y su hijo, acurrucados en una esquina, discutiendo. No lo pudo evitar, su oído se agudizó para saber de qué iba la conversación que tenía tan tenso al hombre calvo.  

— No dejaré que lo haga.  

— ¿Hacer qué, Conner?   

Eso . No puedes seguir haciéndolo.  

— ¿Qué?, ¿Conner?, ¿qué no puedo seguir haciendo?  

— ¡Dejar que te usen ! — El susurro fue demasiado fuerte y agresivo, parecía que se hiperventilaría solo de escupir esas palabras.  

— Nadie me está usando.  

Él parecía que quería.  

— Conner, no es usar si es consensuado.  

— Eso es mentira, siempre te usan.  

— No. Conner, si es sexo es consensuado nadie usa a nadie.  

Mientes —, recriminó y se dio vuelta para irse, en el proceso se dirigió hacia el lado donde Clark, tontamente, se mantenía entre el pasillo y la puerta del baño; cuando Lex se giró para tomar el hombro de del niño, notó al mayor. La mirada helada que le regaló había sido tan inesperada que le hizo retroceder, Clark casi se vuelve adentrar al baño para evitar a los dos Luthor, enojados, que terminaron cruzando el pasillo, cada uno para un cuarto diferente y en diferentes direcciones; Conner cerró su puerta con fuerza, no suficiente para romperla, pero si para que retumbara y Lex desapareció hacia la sala, seguramente en busca de alcohol o compañía de Bruce. Ambas perspectivas le causaban un revoltijo en su estómago, un estremecimiento visible en sus músculos y una mueca. Kent tardó unos momentos en ir a su propio cuarto.  

El cuarto asignado era igual que cada vez que terminaba quedándose en la mansión, casi era propio. Se sentó en la cama, en la punta de esta con sus piernas abiertas y apoyó sus codos contra su muslo. Dejó que su rostro cayera contra sus manos y respiró, fuertemente. La conversación de Lex con Conner regresó a su mente. La verdad era que Lex mentía. Jamás el sexo fue otra cosa que no sea usar a otros, no para él, dios, se había olvidado de eso. Recuerda a Victoria, a quien dejó que lo usara para engañarla, recuerda a Desirée… Helen. Sin contar a quienes conociera en su vida anterior a Smallville, según toda la información investigada, siempre fue un factor recurrente. Así que entendía el punto del niño, solo no quería llegar a comprender porque lo decía considerando que lo conoce hace qué, ¿siete años? ¿Y todos de encierro? No. No quería saber más, pero sabía que necesitaba hacerlo.  

.  

.  

.  

Lex estaba hallando la licorera de Bruce, lo que no era sorprendente, aunque aún no había bebido nada pese a haber estado allí aproximadamente diez minutos. Su misión actual era quitar casi todas las botellas, juzgarlas en silencio y luego ordenarlas por año. Cuando terminó, eligió una vieja botella de vodka, estimando si valía la pena o no intentarlo; considerando que pasó los últimos años sin una gota de alcohol, era sorprendente que hubiera podido resistir tanto. Especialmente porque era recurrente que en momentos de mucho estrés bebiera al menos unos dos dedos de whisky; nunca demasiado, porque no quería perder su agilidad mental, pero lo suficiente para hormiguear un poco su mente. Clark ingresó al cuarto cuando se servía unos buenos cuatro dedos en un vaso de whisky que encontró allí mismo y se dedicaba a llevárselo a los labios; la imagen siempre le pareció sensual, como antes de beber lo olfatea emitiendo juicio y luego apenas moja sus labios degustándolo. El siguiente es un trago generoso con su rostro hacia atrás, haciendo que su nuez de adán subiera y bajara de una forma vertigosa. Y luego se mueve hasta uno de los sofás cercanos dejándose caer con la gracia de un gato. Extremadamente agradable a la vista y algo que extrañaba; Alexander no era tan elegante, más maniaco sí.  

Kent se deja caer, como un oso pesado, junto al otro hombre y se queda allí, en silencio sofocante. Nadie se mueve, nadie dice nada. Lex bebe hasta que se queda sin, se levanta y consigue más antes de volver a sentarse del mismo modo, bebiendo un segundo vaso. Cuando, algo tambaleante, se dirige a servirse un tercer vaso, Clark toma acción. No lo quiere intoxicado, sí relajado, y si continua así apenas podrá juntar dos palabras antes de realmente perderse. Pero si debía de ser sincero, jamás había visto a Lex borracho y cierta parte de él tenía curiosidad del desarrollo de esto; la racional le repetía que era seguro que Luthor ya no aceptase el alcohol tan fácil como antaño y que, quizás, ya estaba demasiado intoxicado considerando su paso vacilante al levantarse. Lo tomó del antebrazo y cuando puso resistencia su mano se movió hasta su codo, lo apretó, sin ejercer realmente presión y Lex se quejó, aunque salió amortiguado, antes de rendirse y dejarse caer sin hueso a su lugar.  

— No deberías de beber tanto.  

— Lo tendré en cuenta.   

— Lex.   

— Deja de decirme mi nombre.  

Lex .  

— Detente, Clark —. La voz sonó apagada, como si intentara realmente de transmitir algo, pero sus ojos cuando se desviaron a los del mismo Kent… ¿Cuánto dolor podrían guardar?  

— Lo siento.  

Oh , solo cállate.  

Y lo hizo. La mandíbula de Clark se cerró de golpe, golpeando sus dientes en un sonido bastante audible. Se quedaron en silencio unos momentos, Lex acunando el vaso de vidrio vacío y Clark, bueno, debatiéndose que hacer de ahora en más. Y luego sintió al mayor apoyar su cabeza contra su hombro, más bien antebrazo ya que estaba cayéndose por el sofá, y cerrar los ojos. Jugueteó tontamente con el borde de su camisa a cuadros, mientras se planteaba realmente que decirle. Podría abordar el tema desde tantos puntos y preguntar tantas cosas, pero sabía, que al menos casi todas (si no todas) harían que Lex estallara. No de una forma bulliciosa, no, de la forma silenciosa que promete asesinarte mientras duermes. Así que abrió su boca un par de veces y luego la cerró con la misma insistencia.   

— Escúpelo ya, Kent.  

— Escuché tu conversación con Conner.  

— Lo sé —. Fue toda la respuesta que recibió. No un: “enseñarle a tu hijo del sexo seguro es parte de la vida” o “él debe saber que el consentimiento es primordial” o “que insinúe que ambos vayamos a tener sexo es normal” o peor aún “Conner no quería decir que querías violarme”, no, ninguna respuesta que intentara excusar todo lo escuchado; no una explicación, no una desviación, simple y llanamente un acuerdo de lo inevitable. Aunque la última posibilidad que pasó por la mente de Clark le hizo estremecerse, porque eso era lo que implicaba, ¿no? El uso del cuerpo del otro sin el consentimiento, como si fuera nada, un objeto. O quizás su mirada era bastante limitada, sea como sea, sentía que vomitaría en cualquier momento.  

— Lo siento.  

Y explotó, como era de esperarse. La mano de Lex se cerró con fuerza sobre el vaso y este crujió bajo su agarre, antes de que pudiera arrebatárselo el cristal se había agrietado y partido bajo el peso de la extremidad, para cuando logró sacar pedazos del vidrio, este ya se había incrustado en la piel perforándola y nuevamente el olor dulce pero crudo de la sangre volvió a filtrarse en la nariz de Clark, haciéndola crispar. Dejó caer los trozos en la mesa frente a ellos, mientras se giraba para enfrentarlo y tomar la mano dañada, pero nada de eso fue posible. Lex se alejó, como si el contacto fuera algo insoportable para él (y siempre, recuerda en su juventud, tuvo una actitud similar, solo que jamás con él, él siempre fue el permitido).  

— ¿Qué sientes exactamente, Clark? —, preguntó, bajo y siseó, mientras su mirada exigía que la azul se clavara en la propia—. No has hecho nada .   

— Ese es el problema Lex, no he hecho nada —, rugió, igualando el tono amenazante y acercando su rostro al ajeno. Hay un momento de tensión, donde la respiración levemente agitada de ambos está presente y si la habitación solo fuera un poco menso cálida, podrían ver el aliento del otro—. Nunca hago nada —. Un mártir, claro está.   

Lex rodó los ojos del modo que hizo que se mareara un poco y le diera un fuerte y punzante dolor en la sien, alejó un poco su rostro del otro, dándoles espacio ambos antes de que decidieran que golpearse mutuamente era la mejor acción. Agitó su mano con violencia y luego se la llevó hasta el arco de su nariz; pellizcó la piel dejando caer algunas gotas de sangre en su rostro y no se inmutó, simplemente miró aireadamente a Clark. Ni un momento de enojo podía ser propio sin que el Kryptoniano debiera de colocarse en la ecuación. Sintió la necesidad de gritar. Al final simplemente se dejó colapsar en el sofá como si el alma hubiera escapado de su cuerpo.   Luchas parecía tan mundano e innecesario, sabía la terquedad del joven y estaba seguro que al paso de los años simplemente creció. Suspiró, mientras dejaba que Clark retomara su tarea de tomar su mano dañada entre las propias y quitar cualquier pedazo restante. Fue minucioso y casi como si la tarea se tratara de vida o muerte. Sintió, nuevamente, ganas de gritar. Mordió su labio inferior con fuerza y masticó la herida que se produjo, degustando su propia sangre, centrado en ello y no en las necesidades primitivas de arremeter contra su presunto salvador. Ah, salvador , que irónico.  

— Todos estos años he visto en lo que se ha convertido Alexander, una réplica malvada y desequilibrada; hasta luché con un clon del clon —, hay una sonrisa irónica en ese punto—, creyendo que así estaba salvándote. Pero nunca estuve cerca de hacerlo, porque ni siquiera eras tu —. Continuó, suavemente. Besó la herida abierta y Lex agradeció, infinitamente, que no lamiera la herida; a pesar de todo, no pudo evitar estremecerse por el contacto tan directo y la visión de los labios de Clark manchados con su sangre—. Siempre un paso atrás en el juego de los Luthor, ¿no? Me lo advertiste, que no jugara contra tu padre, y aun así lo hice… perdí tanto tiempo haciéndolo —, la voz sonaba realmente dolida por ello, un arrepentimiento profundo de su alma. Su mano izquierda subió hasta tomar el rostro de Lex, acunando su mandíbula contra la palma extremadamente suave para un granjero, gruesa y carnosa. El hombre mayor cerró sus ojos por simple reflejo, mientras soltaba un suspiro satisfecho cuando el pulgar de Kent obligó a que dejara de masticar su propia carne y acarició la herida recientemente abierta. Temía que si abría sus ojos y clavaba su mirada en el héroe vería todo el dolor que transmitía en sus palabras—. Y lo sigo haciendo, estoy cansado de hacerlo.  

— Entonces gana —. Se encontró respondiendo con determinación, entreabriendo sus ojos para enfatizar su punto. Ganar era la única forma de terminar todo, solo que él mismo jamás supo cómo hacerlo. ¿Cómo se gana contra alguien como su padre? ¿Cómo se gana contra alguien que es una réplica psicópata de sí mismo y su padre mezclada repulsivamente?  

— No sé si pueda hacerlo, Lex.  

— Lo haremos , Clark, no tienes que hacerlo todo por ti mismo —. Enunció suavemente, extendiendo su propia mano libre hasta acunar la mejilla del otro, acariciando su pómulo y degustándose cuando este se inclina al contacto. Se acercó, tanto que duele físicamente la mísera distancia que dejan sus cuerpos—. Ganaremos —, afirmó con una decisión finalista, porque la única otra alternativa que existía era morir, y Lex no estaba listo para ello. No después de todo, no tras degustar la libertad y ver a Conner feliz fuera de la jaula, no podría, jamás, permitirse la derrota.  

Hay un momento mágico, de película ridículamente romántica y sin sentido, en que solo se observan sujetándose mutuamente. En que las miradas se encuentran con decisión, trasmitiendo todo lo que sentían y a la vez nada; el aliento es firme y cálido contra la extremidad ajena y el tiempo simplemente desaparece. Lex, siempre, es el primero en dar un paso más cerca. Besa el dedo que aún se posa contra su labio y hay una pregunta en sus ojos claros; Clark se estremece visiblemente y mueve el pulgar por el borde fino, trazando la herida presentada allí, y quita al impostor del medio. Sus labios se juntan con un poco más de brusquedad de la requerida, como si el impulso fuera simplemente una explosión de energía contenida. Es casto, es simple y lo es todo. Se conectan como si fuera la única forma de respirar en este mundo que amenaza con destrozarlo y acentuando su punto de calvario, Kent extiende ambas manos hasta el rostro de Lex, acunando su mandíbula, acunando su nuca, prohibiéndole una escapatoria que realmente no quería generar. Luthor suspira, sabiendo que es más dulce de lo que jamás pudo haber soñado y su mano herida se aferra a la horrible camisa de franela del héroe y su otra mano se enreda en los cabellos rebeldes, levemente húmedos. Y el tiempo se vuelve nada, y el aire innecesario. Algo que solo se vería en una novela romántica de adolescentes, lo que lo volvió perfectamente imperfecto.   

Se separan sin desear hacerlo. Sus labios aún se rozan y aquellos ojos que se cerraron en el calor del momento se agrietan. Se estudian en silencio y las manos inspeccionan de forma perezosa. Lógicamente Clark sabe que Lex está un poco intoxicado, que no debería de estar besándolo, que no debería de excitarse de la simple perspectiva de que podría empujarlo hacia atrás y aprisionarlo entre su cuerpo y el sofá caro de Bruce; pero no puede evitarlo. Ha esperado tanto tiempo, tanto tiempo. Su cuerpo es como una masa pesada que simplemente se mueve por fuerza de voluntad. Acomoda a Lex mediamente recostado en el mueble, mientras que sus piernas aún quedan colgando fuera, rozando el suelo. Su pecho aplasta el ajeno y sus labios, pecaminosa, recorren el rostro del otro. Besa su frente, besa el arco de la nariz levemente sucio con sangre y lame esta fuera; siente a Luthor retorcerse bajo suyo, aunque el sonido amortiguado entre sorpresa y gemino es suficiente para hacerlo continuar. Su pómulo derecho, su ojos y pestañas; besa los lagrimas que comienzan acumularse. Repite la acción del lado izquierdo hasta llegar a su boca nuevamente, reparte un beso casto en la comisura de sus labios y luego retoma su anterior tarea. Lo besa, esperando que sea la única forma de mantenerse vivo, degustando cada parte que se deja entregar y una parte de él debería de entender que algo anda mal cuando Lex es tan sumiso bajo su contacto; debería de reaccionar, cuestionar. No lo hace, jamás se detiene a pesar.   

Clark siente el aire frio, como una ráfaga cortante, y luego su espalda chocar -y atravesar- una pared reforzada. Cuando alza su rostro tiene a Conner, fieramente, protegiendo a Lex como si Kent no fuera otra cosa que una amenaza completa contra su amado padre. El Kryptoniano mayor está confundido, un poco borracho y excitado por sus acciones anteriores, también siente la cólera surgir en la boca de su estómago; el niño siempre los interrumpe, ¡es que no ve que ellos desean esto desde hace trece años si no más! Esta por levantarse, gruñendo un poco, cuando Bruce se precipita, listo para ser intermediario y evitar que destrocen su casa; Alfred estaba detrás suyo, bastante cerca. Luthor apenas se sienta en el sofá, viéndose un poco aturdido, aunque se recompone tan rápido como siempre lo ha hecho; apaciguando a su fiera salvaje y llamándolo cariñosamente hijo mientras extiende sus brazos, esperando que el niño se hunda allí. Pero la terquedad es un rasgo muy arraigado en Kon, quien, a pesar de luchar visiblemente contra la necesidad de buscar comodidad, sigue cual soldado parado listo para enfrentarse contra su presunta amenaza.   

— ¿Pueden explicarme porque decidieron ampliar el ambiente de la sala? —, señala secamente Bruce, cortando cualquier ambiente hostil, mientras se acerca a Clark y, aunque no lo ayuda a pararse, inspecciona el daño ocurrido a su propiedad. Eso hace que el héroe ruede los ojos y deje que sus hombros, tensos y listos para la lucha, se relajen lo suficiente para sentirse menos amenazante o asesino.   

— Lo siento, Bruce —, la disculpa es algo automático. El justiciero nocturno no hace comentario ante sus palabras y se gira para ver al menor de la sala, alza su ceja, como si esperase que este también se disculpase y una guerra silenciosa llena el aire. Como siempre, y una de las razones por las cuales Clark que cree que Bruce es un excelente padre, Wayne gana.   

— Lo siento Señor Wayne —, murmura entre dientes, como si doliera decirlo—. Aunque es culpa de Clark, él estaba atacando a mi padre —, acusa, infantilmente, señalándolo con el dedo mientras su voz sube unas octavas. Ante eso, Bruce, se gira para mirar al acusado esperando que este desmienta las palabras y al ver la culpa plagarse en el rostro de dicho, mira a la “victima”. Lex rueda los ojos y murmura el nombre del Conner, quien al fin sede para ir abrazarse a su padre; es algo perturbador y tierno de ver como se sube, cual koala, a este y se siente en su regazo mientras sus brazos serpentean aprisionando al adulto.    

— Clark no estaba haciendo nada —, afirma, casi aburrido, Lex—. Conner aún no entiende del todo el comportamiento social; el aislamiento puede generar eso a un niño —, confirmó, con suavidad, dejando que su mano anteriormente herida (y ahora solo con cicatrices leves) corra por el cabello enredado del menor haciéndolo ronronear ante el contacto—. Para él solo existe una batalla sin fin, otras emociones son aún complejas para su entendimiento —, disculpó, como si eso explicase todo. Y para Bruce eso pareció ser suficiente ya que asintió como si entendiera (Clark no lo hacía, quería explicaciones, porque Conner claramente entendía el aprecio y el cariño, considerando la forma en la que se aferraba a Lex, así que no entendía porque lo que él hiciera lo veía como un ataque).   

Alfred se ofrece hacerles un té relajante, cual todos rechazan amablemente. Clark, una vez de pie, mira con recelo a la pareja en el sofá y acepta la oferta de patrullar de Bruce, para sacar un poco de energía contenida, afirmando que la mansión los mantendría seguros mientras no estaban y que, para añadir un poco de seguridad, Dick no tardaría en llegar. La idea de poner a un adolescente, otra más, en medio de la cruzada no divertía particularmente a Kent, pero sabía que el ex niño maravilla era un excelente guerrero; al final de cuentas, Bruce lo entrenó. Así que se permitió abandonar a las dos personas que parecían estar teniendo una discusión muy calurosa sin palabras. Mientras se movía por el pasillo, no podía evitar llevar su mano hacia sus labios, sintiendo un rubor crecer en sus mejillas, recordando el contacto obtenido y perdido, también preguntándose que vio Conner para sentirse tan amenazado.  

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La mañana siguiente fue bastante ruidosa. Cuando Clark bajo a desayunar tanto Lex como Conner ya estaban sentados en la mesa; Tim también, aunque parecía más dormido que despierto. Dick apareció solo unos segundos más tarde, animado como siempre, aunque ciertamente había una oscuridad que rodeaba sus ojos que antes no existía; la misma que Bruce, notó el Krptoniano y se preguntó si el futuro de Tim era también poseerla. El patriarca fue el último en entrar, aunque se notaba que estaba despierto hacía un buen rato y considerando el aroma fuerte al shampoo que usaba, se acaba de duchar y seguramente había tenido una sesión de entrenamiento. Clark se sentó frente a Lex, dado que este estaba a la derecha de la cabecera y Dick estuvo más que gustoso de cederle la izquierda a Kent. Desayunaron con la charla amena de los hijos de Wayne y la interrupción curiosa del otro niño; los adultos participaban de forma mínima, lo que era agradable y tranquilo. Los primeros en irse de la mesa fueron los dos más pequeños, aunque antes de irse Kon le regaló una mirada mortal su otro “padre”, prometiéndole daño si hacía algo contra Luthor; era extrañamente adorable y, nuevamente, perturbador.  

— Kent, debes de ir al trabajo para no levantar sospechas. Iré a la oficina, Dick se quedará a pasar su receso de primavera en la mansión — y el sub texto de “cuidando a los niños” quedó palpable en sus palabras. Bruce cerró el periódico tras decir eso, tomó lo que quedaba de su café y sin esperar más se levantó de la silla. Dick lo siguió con la espera de discutir algunas cosas mientras su mentor se preparaba. Clark miró a Lex, quien no lo observaba para nada, y sintió la frustración crecer dentro suyo.  

— ¿Me ignorarás?  

— No —, aunque su tono fue plano y su mueca algo burlesca, no lo miró y parecía bastante entretenido con la copia del diario local que le había extendido anteriormente Alfred. Terminó su café sin apartar la mirada de los titulares y casi, casi, parecía que realmente le interesaba su lectura si no fuera porque no ha girado realmente la plana desde hacía diez minutos.  

— Parece que lo haces.  

— ¿No tienes un trabajo al cual ir? —, atacó sin ganas, mientras alzaba una de sus cejas y desviaba, perezosamente, su mirada hacia el hombre en cuestión. Su rostro no mostraba nada más que simple ausencia de emoción. Clark sintió que había hecho algo mal y estaba siendo castigado, ¿quizás se había sobrepasado en la noche? ¿Sentía que se había aprovechado de él al besarlo mientras estaba borracho? Quizás. Dios . Debería de preguntarle a Lois, ella siempre entendió mejor estas cosas. Con una mueca y sonido de dolor, Kent afirmó y se retiró, sabiendo cuando ha perdido una batalla contra un Luthor.  

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— ¡Es que no entiendo! Todo estaba bien hasta que no lo estaba —, suspiró ruidosamente y se desplomó infantilmente sobre el escritorio, mientras Lois seguía narrando su historia y asintiendo con cierta ausencia, como siempre, prestando una mínima atención a lo que Kent decía y se quejaba; no por falta de interés, sino porque realmente no requería demasiada capacidad intelectual de su parte para seguirle.  

— ¿Probaste preguntarle que estaba mal?  

— ¡Claro que sí! —, afirmó con dureza, aunque ciertamente no, no lo hizo. Ella desvió su atención de la computadora para alzarle una ceja (¿y qué tenía la gente con alzarle la ceja como si eso debiera de transmitir que estaba siendo un idiota?, ya lo sabía, muchas gracias)—. Bueno, no realmente, pero le pregunté si me estaba ignorando, cuando claramente lo estaba haciendo, y me dijo que no, ¡luego me echó!  

La mujer, con su santa paciencia, suspiró igual de ruidosa que él anteriormente y dejó de escribir. Se giró para enfrentarlo, cruzando sus piernas y entrelazando sus manos sobre su regazo. Observo a su ex marido deprimido, desplomado en su escritorio como si la vida acabara de darle la peor noticia de todas y no pudo evitar sentir ese calor, cariñoso, extendiéndose en su pecho. Su mano se movió para pasar, apenas, por los risos rebeldes del adulto y luego, con la misma eficacia, le dio un golpe a pesar de saber que no le dolería.  

— Tu problema, Clark, es que sientes que todo lo has hecho tú. Quizás solo necesita tiempo para pensar todo, ¿qué me dijiste? Un padre soltero que acaba de ser rescatado de un laboratorio secreto y le han arrebatado años de su vida, su identidad, es mucho para procesar, no deberías de empujar por mucho que haya sido tu amor de la infancia —. Aunque Clark no le había dicho quién era y había sido bastante ambiguo con los detalles, Lois era una reportera y una muy buena, tenía sus sospechas; pero como siempre, sin las pruebas necesarias, no tiraría su hipótesis aún. Esperaba equivocarse, realmente lo hacía—. No eres el centro del universo, Kent.  

— Creí que era tú centro del universo —, respondió burlescamente.  

— Ya desearías, Kent —, devolvió la burla, con desdén, a pesar de que una sonrisa se coló en su rostro y volvió a centrarse en la historia frente suyo. Era sobre Luthor, para variar. Había creado una nueva arma que presentaría en la semana y vendería al gobierno, el prototipo tendría una muestra a la cual podría, gente selecta, observar trabajar. El trabajo de Lois era dar una premisa a lo que vendría y comentar sobre la disputa entre la compra de los derechos del Gobierno Estadounidense y el Gobierno Islamita. Esto no era una buena forma de comenzar la semana, pero no había otra para hacerlo—. Ahora cuéntame sobre el tiroteo que hubo en tu apartamento —, pidió ella luego de una pausa, si no estaba uniendo mal los puntos, esto era debido a su nuevo “invitado”.  

— ¿Cómo te enteraste de eso?  

— ¿Realmente lo preguntas?  

— Cierto —, haciendo una mueca, Clark se sienta más recto y le narra lo sucedido, con las sospechas de que había sido Alexander y cómo lo había visto a las afueras de la casa. Mientras termina de contar y esta presenta su propia preocupación sobre la identidad y salud de Kent, este termina interrumpiéndola. La alarma silenciosa de llamado de la Liga suena en su reloj, se disculpa y pide que ponga una excusa, mientras ella rueda los ojos y lo despide. Green Arrow llama para una reunión urgente. Dios, este sería un día jodidamente largo.  

 


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