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Saving Contract por only_hope

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Notas del capitulo:

hola hola hola!
Se me ocurrió actualizar a esta hora, la verdad es que... no tengo una explicación para ello.
En fin, espero les guste el capiítulo!

Su pecho subía y bajaba a medida en que respiraba. El sudor tampoco paraba de descender por su cuerpo. Axel jadeó de frustración, secándose con la tela de su playera. Una risa más. Frunció el ceño. —¿Qué es tan divertido?

 

—Tú - Eris resolvió con una amplia sonrisa, que dentro del maniquí que estaba poseyendo se veía escalofriante. Con un movimiento, irguió nuevamente la espada que sostenía. —Sí quieres alcanzar las habilidades del verdadero Axel, tendrás que seguir entrenando por una o dos vidas más, forastera.

 

Se tumbó en el suelo, cerrando los ojos. — Dame un minuto —Negó, más se estremeció al escuchar cómo el maniquí cayó violentamente al suelo. —¿Eris…? —Su compañera no decía palabra alguna, se sentó en el suelo, un torrente de dolor le forzó a encogerse sobre sí mismo. Lo había tomado tan de sorpresa que no pudo evitar tener un ataque de tos, sus músculos contraídos a voluntad por alguien más.

 

—Mi casa no es tu maldito campo de juegos — Bajó la cabeza al advertir la presencia de Bladimir. ¿En qué momento había entrado? De cualquier forma, sus palabras no podían ser más claras. Aquel lugar era donde Axel vivía, pero no era su casa.

 

—Me disculpo, padre. — Apretó los pliegues de su ropa, obligándose a no alzar la cara.

 

El adulto, como de costumbre, no parecía mortificado en lo absoluto. —¿Estabas entrenando? — Lo vio asentir, por lo que continuó — ¿y qué te detuvo? Tu fuerza es lo único que te hace destacar, ¿estoy en lo correcto?

 

Asintió una vez más, odiaba que fuera de esa manera, pero cada cabello de su nuca se erizaba mientras se ponía de pie. Se puso en posición, el maniquí frente a él se irguió haciendo lo propio, ladeó la cabeza, solo para corroborar quien lo estaba controlando.

 

Axel reprimió el grito de dolor en tanto la espada de madera golpeó estridente en su estómago. —Nunca apartes la vista de tu enemigo. — El mayor puntualizó.

 

"No lo hago" le dio por pensar, sin apartar la vista del mayor, al percibir de reojo un segundo ataque su mano derecha se movió sola, bloqueándolo en un grácil movimiento.

<<No lo provoques>> La voz de Eris sonaba conciliadora, y su posición cambió a voluntad de ella, sin esperar el siguiente ataque dio un salto, levantando su propia espada para golpear de lleno la cabeza del maniquí, que se giró violentamente.

 

Duraron así por varios minutos, ataque, defensa, contraataque. Una sonrisa arrogante quería dibujarse en sus labios cuando sus movimientos no requerían del apoyo del espíritu.

 

<<Cuidado>> Axel abrió los ojos, sorprendido, cuando, con un movimiento el maniquí sacó una segunda espada, asestando un golpe que consiguió romper en dos la suya. No creía que eso fuera jugar limpio, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Retrocedió para evitar otro golpe, buscando cómo contraatacar. La expresión ahora fría del maniquí le resultó aún más irritante que cuando Eris lo controlaba, un paso hacia atrás sólo eran otros tres de ventaja para su contrincante. Y su espacio se reducía.

 

Una súbita opresión en el estómago llamó su atención. Que sólo se extendió más, cayó al suelo, y el maniquí aprovechó para atacar, alzándole la mandíbula de un golpe que lo derribó, seguido de otro en las costillas. Jadeó, sintiendo el sabor metálico en la boca, no necesitaba volver la cabeza para apreciar la silueta de su padrastro, quien lo miraba impasible desde arriba.

 

—¿Tienes algo que decir? —Estaba seguro que sí, pero de sus labios no salió nada. Pronto supo que tampoco podía moverse, cuando el adulto caminó en su dirección ni un solo músculo reaccionó. Bladimir tomó una de las espadas, apuntándole con ella. —Cuando estés en pelea, ¿crees que tu contrincante tendrá piedad? ¿Que se va a quedar esperando por tus estúpidos y lentos ataques? — El cuerpo del pelirrojo se estremeció en tanto la espada de madera apuntó su torso — Todos van a querer verte abajo, porque no destacas en nada, lo sabes, ¿no es así? Usarán todos sus trucos, sus poderes, sus habilidades ocultas en cuanto busques acorralarlos.

 

Quería apartar la mirada, quería mantener el contacto visual, quería huir de esa situación y a la vez quería mantener su expresión desafiante. No podía constatar hasta qué punto aquellas emociones eran suyas o de ese cuerpo que estaba habitando. Cuando el hombre tomó su cabello y lo hizo levantarse. — Así que será mejor que progreses, para estar por lo menos al nivel de tu oponente. ¿Entiendes?

 

Respiró hondo, sólo para comprobar que tenía de nuevo el control de su cuerpo. Asintió con dificultad —Sí, señor.

 

Una vez que el hombre se alejó se tumbó nuevamente en el suelo. Vio con atención la puerta antes que se cerrara, percibiendo la presencia de un niño pequeño, que asomaba la cabeza al interior. Uno de los hermanos de Axel, seguramente. El pequeño salió corriendo en tanto hicieron contacto visual. Y volvió a quedar solo ahí. Suspiró, buscando relajarse. Su cerebro parecía querer retumbarle, y no estaba seguro si era por las intromisiones de Eris o el ajetreo.

 

—¿Siempre es así? — Fue lo único que preguntó, le dio por pensar en medio de aquel silencio, que hasta el buen humor de ella había desaparecido también. No recordaba si alguna vez su hermana le habló del personaje de Eris, o si había mencionado cuál era su relación con Axel, pero suponía que debía ser buena, al verla sentarse a su lado, circunspecta.

 

Ella apareció, pensándoselo antes de añadir —Al menos desde que acompaño a Axel sí.

 

—¿Y desde cuándo es eso? —Se aventuró. Pasó la mano por las comisuras de su labio, aún en el suelo, la visión de la sangre y el escozor por los golpes le mareó.

 

Eris hizo una mueca, como si estuviera calculando — Él tendría… ¿ocho… o nueve, quizás?

 

Arqueó una ceja, tratando de imaginar cómo habría sido el primer encuentro de ellos, qué cosas había visto Eris. Preguntó —Axel… ¿no recurre a sus otros familiares? — Suponía que no, en el tiempo que llevaba viviendo ahí, parecía más un fantasma deambulando solo, siempre del salón de entrenamiento a su habitación, de la habitación a la escuela. Ni siquiera comía con nadie más. Se aventuró — ¿Axel sabía que Bladimir no era su padre en ese momento? ¿Cómo se enteró?

 

Ella volteó con curiosidad, para añadir — ¿no lo sabías ya? Ha sido un escándalo que seguramente mencionan en la novela desde la introducción de Axel en los primeros capítulos. Todos en esta casa lo han sabido, me atrevo a decir que Axel lo sabe desde que tiene memoria.

 

Asintió sólo para tener algo qué responder. En la novela Axel había muerto buscando ser más poderoso que Abel, se había metido en sectas, buscado contratos con seres cada vez más peligrosos, matando en el camino a quien fue necesario, su muerte había sido lo más cercano a una redención para él. Unir los hilos de ese personaje problemático y contaminado con un jovencito competitivo, mezquino y arrogante no era ningún problema, unirlos con un niño pequeño que desde siempre ha sabido que es producto de una infidelidad, constantemente abusado por una persona que se supone debería cuidarlo y que no hacía más que hacerle sentir inferior, apartado de quienes deberían considerarlo su familia…

 

Era todo peor cuando caía en la cuenta que, era ese personaje al que le tocaba encarnar.

Se levantó lentamente, tomando la espada de madera ante la mirada confundida de Eris. —¿Te animas a otra ronda?

 

 

Si algo comenzaba a notar, era que por alguna razón los incidentes con Bladimir ocurrían justo antes que los incidentes con Abel.

Lo que tendría sentido; luego de ser menospreciado por el hombre, el Axel original recurriría a reafirmar su poder y desahogar sus frustraciones con el débil protagonista.

 

Bueno, tal situación, a este Axel, no podía darle más migraña. Era el día después de la paliza que recibió con las espadas de madera, y se encontraba hundiéndose en su lugar mientras Ian y Mark se entretenían mandando hechizos al lugar de Abel, quién, de igual manera, parecía hundir su cabeza entre sus cosas para no tener que enfrentarse a ellos. Un hechizo había sido especialmente certero, causando el efecto de un zumbido en la nuca del rubio, quien soltó un quejido. Mark había sido el victorioso, o eso pensaba, antes que Ian enviara otro más efectivo, y la sensación que recorrió a su blanco fue la de una aguja de hielo atravesando su espalda.

 

Abel soltó un sonoro quejido, siendo regañado por su maestro. Axel no entendía; a sus espaldas, Ian recibía los vítores de algunos estudiantes mientras se reía, y ninguna amonestación de parte del profesor.

Eris le recordó que ese hechizo de la aguja debió ser mandado por él, ocultó la cabeza con sus manos. Viendo lo miserable que era el rubio, sus ojos se pasearon por el espacio donde estaba, Cameron como de costumbre, tenía ahí su vaso de café. Se recargó sobre el dorso de la mano. Despacio, usó un poco del poder que Eris le prestaba. La débil sombra que el vaso proyectaba se fue inclinando. Antes que, con otro tirón, volcara su contenido sobre la espalda de quien tenía enfrente.

 

- ¡Carajo! – Mark se levantó con un sonoro quejido. Cuando todos voltearon en su dirección un Cameron desorientado le pedía disculpas, mientras que un muy molesto señor Mu le ordenaba que se sentara de nuevo.

 

- ¿Qué demonios fue eso, hombre? – Axel dejó que ambos se echaran la culpa. Cuando los demás voltearon en su dirección, él ya estaba escribiendo en su cuaderno.

No sabía por qué lo hizo, pero al ver la hoja de papel, garabateó un mensaje.

Llevaban algunos días hablando por ahí, viendo fijamente la caligrafía del protagonista, garabateó.

 

"Odio historia de la magia"

 

Esa no era la materia que estaban viendo, pero suponía que alguien en algún salón a esa hora debería estar en dicha clase, y que Abel supondría que "I" sería ese alguien.

No pasó más de dos minutos cuando en su cuaderno apareció la respuesta.

 

"Dolorosamente tediosa. Las clases del profesor Citrus me darán cirrosis algún día”

 

Axel tenía la barbilla sobre su mano izquierda, gesto que aprovechó para cubrir su boca y reprimir la risita que quería salir.

"Dios, es la peor broma que he escuchado en la vida."

 

Sus ojos volaron hacia el rubio, los hombros de éste se balanceaban, ¿estaría riendo?

 

"Qué cruel, podrías al menos fingir que te dio risa"

 

"Me dio risa"

 

"¿En serio?"

 

"No"... "Bueno, un poco, sí"

 

""

 

—Señor Ivanov, si es tan interesante lo que está haciendo, ¿no le interesaría compartirlo con la clase? — ¿Es que las intervenciones de aquel hombre sólo estaban diseñadas para los momentos más inoportunos? Axel agradecía la actitud y fama que tenía como personaje, ya que le permitía actuar de manera confianzuda y desentendida, siendo vitoreado por ello al final. Una sonrisa cansina se dibujó en sus labios, fingiendo poner atención a su libro.

 

—Sólo estoy estudiando, profesor —Aseguró, pero pretendió sentirse afectado por el llamado de atención. – Pero si le soy sincero, podría ver secarse una pared recién pintada y sería mucho más entretenido que esto. – El sonido de sus compañeros conteniendo la respiración y la cara de cólera del mayor amplió más su sonrisa fingida. Cuando fue echado del salón ni siquiera hizo por justificarse.

 

Había deambulado por los pasillos un rato, antes de tumbarse bajo las escaleras. Sus manos buscaron en su mochila la hoja de papel. Había una nueva frase escrita en ella.

"¿de qué tema está hablando el profesor Citrus? Quizá pueda ayudarte"

 

"¿No estás en tu propia clase?" Contestó, porque aun cuando quisiera, Axel ni siquiera estaba en un salón en ese momento para empezar. Y su cabeza no daba para muchas mentiras tampoco.

 

"Desgraciadamente" Había respondido Abel "Pero estoy considerando decirle al profesor Maxwell que me reporte enfermo y me deje ir"

 

"¿Estás bien?"

 

Abel titubeó antes de responder. Mentiría descaradamente si no dijera que el que I le hubiera escrito justo en ese momento había sido lo único bueno que le había pasado en el día.

Estaba pensando en qué decir, cuando algo más apareció en respuesta.

 

"Entiendo, este tampoco está siendo mi día"

 

Si bien, sus compañeros habían dejado de lanzarle cosas, frunció el ceño por las risas y comentarios a su alrededor, pero eso no fue lo que llamó su atención. Preguntó "¿qué pasa? ¿Tú estás bien?"

 

Axel se lo pensó un momento, encogiéndose de hombros, decidió admitir. "Mi espalda me está matando, y creo que un balazo en la cabeza me dolería menos en este instante"

 

"¿Dolor muscular?"  Abel ladeó la cabeza, la curiosidad fue en aumento cuando leyó.

 

"¿Quizás…?"

 

Axel se llevó una mano al hombro. Claro, si es que el que un maniquí te golpeé cuenta como tensión muscular, por no hablar de los azotes que ya llevaba resintiendo desde hacía una semana. Su cuerpo por sí sólo era un desastre, justo ese día, empezaba a pensar que todo había sido construido para algo importante en contra de Abel.

 

Pero quería ignorarlo. Mantenerse bien. De todos en la escuela, Abel era el experto de confianza para eso, ¿no?

 

"En enfermería hay pastillas para el dolor y vendas. Si pides algún medicamento más fuerte tendrán que revisarte para dártelo."

 

Había escrito con velocidad. La preocupación ahora adornaba su semblante. Añadió "Igual más tarde iré a enfermería también, podría preguntar si quieres…"

 

"No, así está bien. Ya iré yo cuando tenga tiempo. Gracias, A."

 

"¿A?"

 

Axel arqueó una ceja, esperaba leerse lo suficientemente tranquilo para que el rubio no insistiera, ¿y en su lugar aquello era lo que había llamado su atención? Acomodándose en una posición más cómoda, añadió. "No se me ocurrió otra manera de decirte, me duele la cabeza"

 

"Jajaja, está bien, lo que tú digas, I."

 

El timbre lo sacó de sus pensamientos, Alzó la vista, encontrándose con una de las vigilantes de los pasillos, quien le extendía un citatorio por estar fuera antes de tiempo. Frunció el ceño, dispuesto a quejarse. Más se vio forzado a cerrar el cuaderno antes de empezar a escuchar los apresurados pasos de quienes ya iban saliendo para cambiarse de aula.

 

—¿Una hora de detención? — Axel hizo una mueca ante la pregunta, Cameron se reía de su propia broma junto a Ian. Guardó el cuaderno y el papel en la mochila, murmurando un “gracias” de mala gana a la maestra e ignorando el comentario del otro. Su espalda se tensó al sentir un ligero cambio en el ambiente.

 

Las voces detrás de ellos fue la confirmación. No necesitaba voltear para comprender lo que Mark estaba tratando de hacer, riendo por lo bajo mientras Abel aceleraba el paso. —¡Hey, pedazo de basura! ¿No estás escuchando?

 

Axel tragó saliva. Viendo a su "secuaz" tomar el aza de la mochila de Abel, para después tirar de ella con fuerza, haciendo que el rubio cayera de espaldas y se golpeara con los escalones.

La expresión del protagonista se turbó producto del dolor, parpadeando varias veces, el pelirrojo desvió la mirada en cuanto sus ojos chocaron.

 

[Misión desbloqueada: ¿aceptar?]

Se inclinó con nerviosismo, podía controlar aún su propio cuerpo mientras los demás se reían. "Cómo lo siento, Abel. ¿Me pasé? Es que estabas siendo muy grosero al ignorarme, ¿es que no somos amigos?" Las palabras de Mark siempre eran seguidas por más risas.

 

—Quién quisiera ser amigo de un imbécil como tú — La voz de Abel temblaba al decirlo, sonidos de falsa exclamación fueron la respuesta de los demás. Una cuenta regresiva comenzó a detonarse a un lado de su pantalla. <<No puedo aceptar todas tus misiones por ti, forastera. Tendrás que hacerte cargo tú>>

 

—Así que la rata sabe hablar — Ian Balbuceó, soltándole una patada que hizo rodar a su víctima los pocos escalones que faltaban hasta el suelo. —¿Tendremos que recordarte tu lugar?

 

Abel dejó escapar un quejido por el dolor. Alzó la vista, trató de incorporarse, queriendo prepararse mentalmente para lo que vendría, cuando el líder de ese séquito se posicionó frente a él.

—No creo que sea necesario — No lo parecería, pero muy en el interior de Axel, éste maldecía su suerte. Justo al final de la cuenta regresiva, puso su pie sobre el hombro del protagonista. Con una fuerza detenidamente calculada lo empujó hacia abajo sólo lo necesario para que no se levantara. —Ya conoces bien tu lugar aquí, ¿verdad?

 

No respiró tranquilo sino hasta que el otro asintió. Sonrió, tomando su propia mochila. —Agradece que no estoy de humor ahora, de otra manera, no me importaría recordártelo por si acaso. —Ejerció más fuerza en su pie para tumbarlo en el piso, la nueva tensión muscular se redujo considerablemente al notar que la ley de ese mundo había aceptado su intento de intimidación, otorgándole 70 puntos más.

 

Su expresión arrogante no se desvaneció mientras avanzaban, dejando al rubio detrás. —¿Qué? ¡Yo sí quería jugar un poco con esa pequeña mierda! —Mark secundada la opinión de Cameron, Ian, sin embargo, sólo lo veía en silencio, juzgándolo. Se encogió de hombros, llevándose a esa zona ambas manos. —Cállense un momento, ¿quieren? Me duele la cabeza.

 

Axel agradecía que la siguiente clase no la tendría con ninguno de ellos. Podría aprovechar para otras cosas que tenía que hacer.

 

 

¿Qué era lo que ganaba haciendo esto? No mucho, realmente, pero, tampoco era como si tuviera algo que perder.

Cada vez que tenía la oportunidad, iba a la enfermería. Sabía que la enfermera; la señorita Clevêr, sentía cierta simpatía por él, por lo que aprovechó la situación para preguntarle cada tanto si alguien más había ido en lo que iba del día ahí. Ella negó con la cabeza, revisando sus heridas.

 

—¿Me vas a decir de una vez quién te está haciendo esto? —La mujer frunció el ceño mientras vendaba; no podía entender cómo era posible que cada vez que ese estudiante se aparecía por ahí tenía una herida nueva. Y como era de costumbre, el rubio no parecía tener intenciones de hablar. La terquedad y el orgullo de los adolescentes, pensaba.

 

—No puedo evitar que me molesten — Admitió él después de un rato, escuchando a la enfermera suspirar. Ésta le entregó el botiquín.

 

—Iré a recoger unas cosas a dirección. Cuando termines deja abierto. No ha entrado nadie más, pero hay un jovencito de tu edad que lleva varias veces rondando aquí, no sé si necesite algo.

 

Abel asintió distante. Solamente un "jovencito". Se sintió de pronto frustrado y preocupado, entonces "I" no parecía genuinamente interesada en ir y atenderse. Terminó de vendarse una vez que estuvo solo en la habitación, estaba por ponerse la camisa cuando la puerta de la enfermería se abrió despacio.

 

—¿Hay alguien aquí?  — Aquella voz lo puso alerta. ¿Por qué, de todas las personas que podrían querer entrar a la enfermería, tenía que entrar él? Abel podía sentir el escalofrío recorrer su piel, tomando sus cosas, se metió a toda velocidad detrás de uno de los biombos de la enfermería.

 

—¿Hola…? — Axel asomó la cabeza al interior, inseguro. Llevaba varias veces intentando entrar por las benditas pastillas sin atreverse en el acto porque alguno de sus conocidos terminaban en el área. En tanto vio el pasillo despejado por una vez prácticamente corrió al interior sin pensarlo, y ya que estaba ahí, no había marcha atrás. Notar la presencia de alguien más casi le sacó el alma del cuerpo. —¡Perdón! Sólo vine por pastillas, ya me voy —Se apresuró a decir, viendo la silueta detrás del biombo.

 

Abel continuó dándole la espalda. No respondió, se limitó a escuchar los pasos apresurados de quien era su mayor pesadilla desde que llegó a Westbrook.

Axel tampoco pareció prestarle atención, interpretó la disminución de sus puntos como que no podía mostrarse vulnerable ante nadie, y sin pensarlo demasiado caminó al escritorio de la enfermera para revisar las cajas de pastillas. ¿Cuál sería para dolor muscular y cuál para dolor general?

 

Abel aguantó la respiración unos segundos más, escuchando al otro mover cajas de medicinas y revolver cosas en el escritorio de la señora Clevêr. Cerró los ojos, ansioso, usó uno de sus talismanes para mandar un encantamiento al botiquín de primeros auxilios que aún descansaba a un par de metros de él.

 

El pelirrojo parecía sinceramente no estar prestándole atención; cuando el botiquín terminó frente a él, Abel escuchó de su parte una risita nerviosa. —¡Gracias! Se lo daré a la enfermera cuando termine de usarlo. — Detrás del biombo, Abel asintió, escuchando cómo el otro guardaba la caja en su mochila para después retirarse por dónde llegó. Terminó de ponerse la camisa, viendo el revoltijo de medicinas que Axel torpemente había tratado de acomodar sobre el escritorio.

 

"Así que los bravucones también se lastiman" Le dio por pensar. Sólo esperaba que en verdad cumpliera y le devolviera el botiquín a la enfermera.

 

"¿por qué 40 puntos menos?" Axel resoplaba en su interior mientras avanzaba por los pasillos.

—Reducción de puntos de reputación frente al protagonista —Canturreó Eris a su lado, riéndose al ver su cara al escucharla.

Notas finales:

Recomendación random de hoy:
Taylor Swift - Anti-Hero (Official Music Video) (youtube.com)


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