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Hagamos un trato, un dulce contrato. por Claou

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No duraron mucho las divagaciones del menor. Cada que salía a relucir una nueva ocurrencia del por qué deberían de tener niños, los gritos y las acciones escandalosas se intensificaron trayendo como consecuencia que su rubio amante se asomara de su cueva (estudio) con muy mal humor.

- ¡Mocoso! - Un fuerte grito en forma de advertencia fue dado por el novelista.

La solo presencia de Yuki Eiri bastaba para calmar al hiperactivo Shuichi. Él sabía que a Yuki no le gustaba que se le molestara cuando estaba en pleno trabajo y en esta parte no solo conllevaba el que lo fuera a buscar a su estudio, sino que también los fuertes ruidos.

-Lo sien... -

- ¡lárgate! - Yuki vocifero con enojo interrumpiendo al menor y dejándolo sin palabras para defenderse.

Shuichi no tuvo tiempo de replicar cuando ya se encontraba fuera del departamento del mayor. Unos segundos bastaron para que su jefe le hiciera compañía. Normalmente Tohma era más audaz y el que fuera expulsado de la vivienda del novelista era extremadamente difícil, sin embargo, esta vez no hubo resistencia, había cedido el ser echado a la calle.

Seguchi vio como el menor seguía lloriqueando mientras caminaba al elevador. No podía no examinar cada movimiento del cantante. Su cuerpo era muy expresivo, no sería complicado en un futuro el leer lo que el menor quisiera, se ahorraría peleas innecesarias a diferencia de con Mika.

Tohma no iba a negar que estaba desesperado, ocupaba llenar el vacío que había dejado Mika, por eso al momento de que la idea de quedarse con Shuichi rondo su cabeza, algo se apodero de él. Decidió poner manos a la obra.

Una parte de su ser aún tenía sus dudas, él nunca había titubeado en sus acciones, pero Shuichi era un caso especial. Desde el momento en que lo vio por primera vez, su mundo se vio envuelto en una tormenta de emociones que no podía comprender. Su lado protector y fraternal quería alejarlo de Eiri, deshacerse de él, sin embargo, su lado profesional, veía futuro en su música y su voz. Ahora que veía un posible futuro a su lado, una sensación rara lo embargo, era como si su corazón y su mente se hubieran rebelado contra su fachada de jefe serio y autoritario

-Shindou- san- Hablo el rubio. Eiri había echado al niño y estaba seguro de que shuichi no traía consigo su celular o cartera. Esta había sido una oportunidad de oro que el mismísimo Eiri le había dado.

-Sí, dígame Seguchi-san- Contesto un nervioso peli rosa. Se había olvidado por completo que su jefe se encontraba con él.

- ¿No tiene hambre? – Pegunto de lo más normal.

Shuchi no tenía ganas de pasar el tiempo con el tecladista de NG pero necesitaba hacer tiempo en lo que a Yuki se le pasaba el enojo. No tenía a donde ir, Hiro estaba pasando el fin de semana con su familia y no tenía a mano su cartera para pasar el rato vagando.

Ahora se encontraba en un restaurante comiendo con su jefe, la escena le parecía tan familiar, recordaba la vez que de igual manera termino cenando con Mika-san después de hacer enfadar a Yuki. Solo esperaba que esta vez no hubiera de entre en medio un sermón del porque no debería estar al lado de su novio.

-Sabe Shindou-san, me sorprende que ya llevé dos años saliendo con Eiri-san- Hablo cortésmente mientras daba el primer bocado de la noche.

Al parecer Shuichi se había adelantado en su pensar. Ahora podía intuir como se acercaba un nuevo sermón en su contra, definitivamente esta sería una cena incomoda. Creía que a su jefe ya se le había pasado las ganas de separarlos, pero al parecer solo se había tomado un pequeño descanso.

-Como que sorprenderse, si ambos nos amamos es normal querer estar juntos, ¿no? – Respondió estando a la defensiva.

A pesar de que le tenía cierto miedo a su jefe nunca le dejo pasar por encima de él. Siempre que se trataba de Yuki estaba dispuesto a sacar sus garras para pelear y aferrarse al rubio.

-Una disculpa, no lo dije con malas intenciones- Respondió intentando apaciguar al menor – Anteriormente creería que usted era una mala influencia para Eiri-san- Hablo directamente.

Al cantante no le sentó para nada bien aquellas palabras, su cara seria era un reflejo de aquello

-Pero ahora creo que es lo contrario- Declaro el mayor. – Realmente Eiri-san es el que le está siendo mal a usted-

La expresión de asombro en su acompañante no tenía precio, paso de ser un puchero y entrecejo fruncido a unos ojos abiertos a mas no poder y con la boca ligeramente entreabierta del asombro.

- ¿Cómo dijo? – Cuestionó. El peli rosa estaba perplejo, no podía creer lo que estaba escuchando. Seguchi Tohma estaba de su lado, ¿Lo estaba defendiendo?

- ¿Usted se encuentra bien Seguchi-san? - Pregunto el menor.

-Claro que lo estoy, ¿Por qué no debería de estarlo? – Cuestiono en tono juguetón.

El mayor se deleitaba con cada acción del menor. Se notaba a simple vista que no sabía que hacer, lo había metido en un problema mental que al parecer no podía descifrar.

Nunca se había tomado el tiempo de prestarle atención, pero ahora que le dedicaba su interés se percató de lo inusual que siempre había sido aquel niño. Su risa era como un faro de alegría que iluminaba las habitaciones en las que entraba, y sus lágrimas, como la lluvia que regaba la tierra, sinceras y necesarias. Fue entonces que terminó de convencerse que shuichi era un trofeo que iba adquirir próximamente.

-No escucho mal Shindou-san y tenga por seguro que esta vez no es ninguna clase de broma o prueba- Se adelanto aclarar el posible malentendido. Antes había jugado sucio con el pobre chico así que no era indiferente ante la posible confusión que podría presentar.

-A veces me da miedo- Hablo con sinceridad. Sabía que su jefe aparentaba ser una persona gentil y ecuánime, pero solo era una fachada que solía mostrar al mundo. Él había tenido el disgusto de ver su cara verdadera y para nada era lo que aparentaba, por ende, el que pensara que todo lo relacionado a Seguchi-san tuviera un segundo propósito no era descabellado.

-Su sinceridad me entusiasma, es un poco excitante- Menciono con una extraña sonrisa en su rostro, remarcando un poco la última palabra. A Tohma le era divertido ver las facetas tan inesperadas que daba el niño. Definitivamente la honestidad era su sello distintivo.

Shuichi se estremeció al escuchar la respuesta de Seguchi. El cantante no era muy bueno con las palabras, aun así, sabía que la palabra excitante no solo tenía que ver con algún deseo sexual, sin embargo, la forma en como lo menciono su jefe fue raro, se sentía incomodo. No sabía si solo lo estaba imaginando, pero esa sonrisa era diferente a las que anteriormente le había dado, era un poco perversa.

- Y porque cambio de parecer- Hablo con dificultad el vocalista de Bad Luck. Deseaba cambiar de tema de conversación, pero su curiosidad era evidente.

Desde que salieron del departamento de su excuñado, Tohma no dejaba de observar al menor. Quiso tentar un poco el terreno y tuvo que retroceder de inmediato, definitivamente Shuichi no sería tan fácil como pensó

Estaba atento a cualquier movimiento, para él, el lenguaje corporal era un arma que lo podía poner a su favor. Era evidente la incomodidad que mostro el niño hace un momento, por ello, sabía que estaba en terreno peligroso.

-Su relación con Eiri-san no es saludable- Declaro sin titubear -No creo que sea correcto que usted tenga que soportar los desplantes y mucho menos las infidelidades de Eiri-san – Hablo con sinceridad.

Era evidente que antes de jugar sucio y robarle la pareja a su excuñado debía de ganar la confianza del niño. Estaba al tanto que no era del agrado de Shuichi. Sabía que en el pasado Shiundou lo llego a idolatrar por sus habilidades con el teclado, incluso estaba en su conocimiento que él había sido la inspiración para que este se dedicara a tocar el sintetizador. En el pasado, Ryuichi había sido el encargado de hacerle saber lo gustos y disgustos del menor, ya que en ese entonces Tohma estaba en busca de toda información que le fuera útil para alejar a Shuichi de Eiri pero ahora quizás podía usar aquello a su favor.

-No le voy a mentir, siendo sincero si me duele que Yuki se vea con otras mujeres- Hablo con tristeza mientras que jugaba con las verduras de su plato -Pero creo que solo es una etapa, pronto se dará cuenta que está siendo mal y lo dejara de hacer- Intentaba de autoconvencerse.

-Estoy seguro de que sabe que Eiri-san no cambiara y aun así sigue aferrándose a él- Ataco el mayor

En el amor, Shuichi era un torbellino de pasión. No temía decir "te amo" a los vientos, ni mostrar afecto público por su pareja. Para él, el amor era una emoción que debía ser celebrada y compartida con el mundo. Eiri era lo contrario. El amor no era un sentimiento que quisiera demostrar a menos que sea para vender una de sus icónicas novelas. Tohma era consciente de ello, sabía que ambos amantes se amaban, pero también sabía que la comunicación no era lo suyo, de que serbia que Eiri amara al niño rosado si este no estaba enterado de ello. Definitivamente la falta de comunicación podía ser un factor fatal para que una relación terminara.

Shuichi se sorprendió, él sabía que Yuki era un caso perdido, aun así, no podía alegarse de él y el que Seguchi se lo dijera en la cara le hacía sentirse pésimo.

Mientras el cantante se estaba ahogando en su miseria, Tohma disfrutaba tranquilamente su cena. No parecía que le importara otra cosa que aquel jugoso filete que estaba ingiriendo.

-Le digo esto para que este enterado que se exactamente de su situación no por alguna otra intención, así que, por favor no se contenga y hábleme con sinceridad-

Normalmente Shuichi no pensaría que fuera buena idea hablar de sus problemas "maritales" con su jefe, pero últimamente no se sentía bien. La frialdad con la cual era tratado, las infidelidades que sufría por parte de su pareja y de las cuales no podía hablar con su mejor amigo, lo estaban matando lentamente. Shuichi sabía que si Hiro se enterara de los malos tratos por los cuales pasaba en su relación se iniciaría una pelea. No quería que su amigo y su actual pareja se agarraran a golpes o peor aún que lo hicieran elegir entre uno otro.

- ¿Alguna vez a sentido que está viviendo una vida que no es la suya? - Cuestiono el menor -Sentirse un personaje de relleno en su propia historia- Menciono con tristeza

Shuichi siempre fue honesto con sus sentimientos. Cuando se sentía feliz, sus risas resonaban alegremente en el aire, como campanas festivas. Cuando estaba enfadado, su mirada ardiente y sus palabras sinceras expresaban su descontento. Y cuando se sentía triste, las lágrimas fluían sin restricciones, como la lluvia que limpia el alma, justo como en ese momento lo estaban haciendo aquellas gotas saladas que recorrían su rostro.

A si fue como por primera vez Shindou Shuichi pudo desahogarse de su relación toxica que mantenía con Yuki.

 


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