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El emperador Yu por katzel

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                                                                                                                                                      La sangre
                                                                                                                                                      corría y
                                                                                                                                                      se dispersaba en todas direcciones
                                                                                                                                                      huyendo
                                                                                                                                                      como el agua que le teme al río
                                                                                                                                                        

El emperador Gao dormía profundamente con un semblante que reflejaba paz. Su cuerpo, envuelto en suaves sedas reposaba apenas iluminado por la luz de la lámpara. Un esclavo velaba atento a la mínima expresión en su rostro.
El asesinato de los nobles se inició a media noche. Primero hubo un silencio sordo y hostil. Luego los gritos llenaron trágicamente el aire.
El augusto durmiente apenas hizo un mohín con los labios y se limitó a dormir sobre su lado derecho dejando su espléndido torso desnudo.

En el gabinete de consejeros se reunieron los ancianos en una sesión extraordinaria discutiendo la firma del decreto.
Hasta allí llegaban los gritos que afligían y horrorizaban a los ministros.
"Al firmar nos hemos condenado. Nunca nos opusimos. No decir nada es apoyar una propuesta tan inhumana y cruel.  Nuestras manos están manchadas. Somos tan culpables de la sangre que se derrama, como el verdugo que ejecuta a esos inocentes. ¿Quiénes vendrán después sino nosotros mismos?"
Así se lamentaban los ancianos.   
Se sintieron pasos acercándose a la sala.
Tras las puertas cerradas se colocaron los gruesos seguros de madera.
Ellos intentaron abrir desde adentro.
- ¡Saludos a los altos funcionarios del emperador! - dijo una voz militar al otro lado de las puertas - ¡Por orden de su majestad, Gao Xin Zhou, los ministros harán un sacrificio a los dioses para pedir su absolución, permaneciendo en ayuno ciento veinte días!, luego de ese plazo, podrán salir purificados y presentar sus respetos al emperador.
Una voz se ahogó en sus gargantas. Se resistían a asimilar la realidad.
"Nos ha condenado a morir de hambre"
La desesperación cundió de un lado a otro. Temblaban las manos y los bastones. Algunos levantaban las manos al cielo gimiendo.
Wo Fei Shang, el más alto ministro de la corte se sentó tranquilamente con los ojos cerrados a esperar la muerte.
Los otros lo interpelaban diciéndole.
"¡Cómo puedes resignarte así!
Esperó a que se calmasen y dijo con voz pausada:
- En estos momentos mi esposa y mi hija Tao Tao serán ultrajadas, torturadas y luego asesinadas. Debo pedir que sus sufrimientos terminen rápido en vez de preocuparme por una cosa sin valor como mi propia vida.
Los ministros asintieron. Sus familias estarían pagando tambien la insensatez del emperador.
Se sentaron todos con los ojos cerrados conservando su dignidad hasta el final.

Tao Tao Shang, la hija del ministro, hilaba con maestría en su gabinete color rosa. Su madre practicaba un baile acompañada de sus damas.
Ambas eran delicadas como flores de loto. Una era el reflejo de la otra. Tenían una gran sensibilidad por las danza y la pintura.
Vivían en su magnífico palacio con una pequeña corte de muchachas deseosas de aprender los modales cortesanos.
Esa noche, ignorantes del peligro, disfrutaban preparando los números para el teatro del emperador.
De pronto comenzaron los gritos.
Las muchachas se revolvían alrededor del cuarto. Su madre las obligó a guardar silencio.
Se asomó al patio con mucho temor. Sus propios sirvientes se llevaban las cosas de la casa. Los adornos de laca, las monedas de oro, las espadas ceremoniales, los vestidos y hasta las esculturas de los jardines.
La horda ciega de esclavos entró al cuarto de baile y atacó a las mujeres. Su madre se defendía con valor.  Luego se oyó el golpe de su cuerpo inerte contra el piso.
Tao Tao corrió la puerta y apagó la luz ocultándose tras ella.
Una fuerza brutal arrancó la puerta desde su base.
El esclavo se acercó a la muchacha agazapada en un rincón. Era el más extraño de todos los criados de la casa. Un occidental de ojos azules comprado por su padre. A ella le repugnaba particularmente. 
En su idioma gutural le dijo cosas inexplicables. Le destrozó las ropas. Se colocó encima suyo.Le sujetó los brazos. La poseyó lentamente. Ella no lloró, no dijo nada. Intentaba ignorar lo que ocurría con su cuerpo. El esclavo acometía violentamente. Mientras lujuriosamente pasaba su lengua por el cuerpo de la joven.
Tao Tao deslizó sus manos hacia su cabeza donde había un alfiler de oro. Lo sacó con sigilo y rogó a los dioses que le dieran fuerzas.
Traspasó a su atacante en el corazón.
Se levantó para correr tras el muro y un grupo de soldados la atrapó. La arrastraron por los cabellos mientras las lágrimas le llenaban los ojos. Se encerraron con ella en un sucio corral y uno a uno la ultrajó durante toda la noche.

Sólo ruinas quedaron de la casa. Corredores vacíos. Peces muertos en los estanques. Por doquier se veía confusión y sangre.
Los soldados botaron el cuerpo de Tao a la calle por que nadie creía que luego de esa noche hubiese sobrevivido.

Wei, otra joven en desgracia, encontró el cuerpo y se arrodilló para ayudar a Tao a levantarse. Su nuevo amo le propinó un puntapié que la tiró al piso.
- A esa mejor déjala. Si la salvas sólo podría compartir el mismo destino que tú. 
Wei se levantó. Iba acompañada de su criada, una vieja enjuta y alta de la que no pudieron separarla por la increíble fiereza con que la defendió.
Siguió el camino mirando a la joven que yacía atrás. Había sentido su respiración. Estaba viva.
Apretó su puño y rogó con todas sus fuerzas que se salvara.
Su nuevo amo se detuvo.
- Pasa. Esta es tu casa. Aquí vas a trabajar. La vieja limpiará y cocinará. Tú atenderás a los clientes que vengan en la noche.

La habían llevado a una casa de citas llamada "El barco de las flores"

El día después de los asesinatos el emperador se dirigió con sus tropas a Hofei. Los reinos combatientes se habían sublevado.

Notas finales: Tao Tao significa ola ola, se refiere al movimiento de las olas que vienen y van en la playa. Ella es un personaje principal en la obra junto a Wei que significa saludo. La obra se desarrolla el año 221 a.c.

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