***
Siempre lo veia en los patios del palacio, solo, tocando su violín con gran habilidad. Desde que lo vi quise hablarle, pense que podria ser un buen chico, ademas, parecia tener me edad, o un poco, tenia ganas de hablar con alguien asi, ya que la unica persona de mi edad con la que platicaba era una amiga de la infancia llamada Hanna, venia a visitarme de vez en cuando o yo a ella, pero ese chico realmente llamaba mi atención.
Su rostro era inexpresivo, como si lo unico que sintiera fuera la hermosa melodía que salia de su violín, realmente parecia un angel, tocando ese instrumento, su cabello era negro y largo, el cual recogía delicadamente con un liston cuando se presentaba a tocar a la hora del te, pero cuando no lo hacia, lo traia suelto y rozaba suavemente sus hombros y cubria un poco su blanco rostro, parecer exactos su ojo derecho, oh, pero no he descrito sus ojos, eran grandes y de color verde, enmarcados por unas espesas y rizadas pestañas, su mirada era profunda y sensual al igual que sus labios los cuales tentaban a ser besados.
***
Un dia iba saliendo del despacho del conde, quería que tocara en una reunion en la cual asistirian algunos familiares y amigos. Al salir me encontre al hijo del conde el cual estaba con un joven pelirroja que ya había visto con anterioridad. Los salude cortésmente, y me apresure a retirarme, pues no quería interrupir su platica, cuan do la voz de la joven me detuvo.
- eres el violinista?
- si señorita con permiso.
- pero que falta de respeto, yo no te pedi que te retiraras.
Acaso necesitaba de su permiso? Aun asi me detuve.
- quiero que interpretes una melodía.- lo dijo de forma altanera, el hijo del conde no decia nada, solo se dedicaba a observar a los dos, como si disfrutara de una gran pelea de esgrima.
- lo siento no traigo mi violín.- conteste con sarcasmo, realmente no quería dejarme humillar por esa joven.
- pues tráelo, que esperas.
Estaba a punto de contestarle cuando…
- Hannna
Era la voz del hijo del conde.
- Abel, acaso no es como cual quier otro sirviente.
Que? Como se atrevia esa…?
- no, no lo es, puedes retirarte.- se dirigio a mi de manera amable.
- compermiso
Me retire de ahí casi de corriendo, confuso por ma manera en que me defendio siendo que ella era su amiga, y a la vez me sentia feliz, al pensar que la pelirroja sufria de un fuerte ataque de ira.
Fui al patio encontré un frondoso arbol, y me sente a pensar. No se cuanto tiempo estuve ahí, cuando oi una voz que me saco del tranquilo mundo de mi mente.
- disculpa Al verlo decidi ponerme de pie, pero el lo impidio y se sento junto a mi. - no es necesario, sientate y disculpa. - por que te disculpas? - por la forma en que trato Hanna hace unos momentos. - no tienes por que pedirme disculpas por eso, es ella la que debe venir aqui a disculparse. Lo dije con enojo, cruzando mis brazos, cuando reaccione. - lo siento no queria decir eso es que yo... Abel comenzo a reir, eso me dio un gran alivio, yo no estaba acostumbrado a tratar con gente tan importante y si esta me trataba mal, era logico que yo reaccionara de esa forma, no? - no te procupes, lo se , ella siempre ha sido asi, bueno digamos que tiene un gran complejo de superioridad. - en serio? lo dije con sarcasmo. Abel volvio a reir, habia sido irrespetuoso de nuevo, esta ya era la segunda, yo suelo ser muy timido pero en ocasiones no me puedo quedar callado, eso era justamente lo que me pasaba. - Me gusta que seas tan sincero, que simplemente seas tu mismo, sabes realmente te imagine diferente, no se cuando te veia en las tardes me parecia que eras mas serio por eso no me atrevia a hablarte. su comentario me sonrrojo, y eso me apeno mucho mas, en pocos minutos ya estabamos riendo y platicando como si nos conocieramos de años. Le hable sobre mi vida, mi padre, de mi trabajo en la rosa negra. - Rosa negra?, que era ese lugar? suena como...? - burdel? - pues de hecho si - pues de hecho lo era. Mi respuesta lo sorprendio, se quedo mudo por unos segundos, no se exactamente que penso sobre lo que hacia ahi, bueno si lo se, por eso me apresure a aclararle. - era violinista no prostituto. Al escuchar eso, parecio como si volviera su alma al cuerpo, lo cual me causo gracia. -vaya- dijo algo nerviosos- que bueno que lo aclaras.