Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EL CLAN DE LA ROSA por malchan

[Reviews - 61]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Me sorprendió la buena recibida que ha tenido esta historia, les prometo muchas sorpresas en el futuro. En este capitulo les presento a Cedric...

 

 

 

“¿A quién se comerá ahora?”

 

 

La luz de la mañana se filtraba por ventana, atacándolo en el rostro.
Vasant abrió lentamente sus ojos, solo para encontrar que Alexander se había ido.
Buscó, aun cegado por la mañana, su despertador y éste le dijo que la tarde comenzaría en breve.
Se sentó en la cama, desperezándose.
Una noche de buen sexo se supone que debería haberlo hecho sentir mejor. Pero no era así.
Desde hacia semanas, la capacidad de Alexander de transformar el placer físico en un alivio a su frustración, parecía había perdido su efecto.
“Innovaciones difíciles de adaptar” habían sido las palabras incordiosas de Cédric Krey, el pomposo critico que se había mofado de sus obras. Esa era solo la punta del iceberg de todas aquellas decepciones.
Cerró sus ojos con pesadez, ojalá pudiera quedarse todo el día en la cama, olvidarse de las complicaciones de su existencia y entregarse al nihilismo puro que distraía su mente de la cotidianidad.
Su propio dramatismo era casi sorprendente, las palabras de Krey habían sido duras, pero escasas y otros críticos lo habían definido benévolamente.
“Sus obras reflejan de manera estilizada la decadencia mundial”.
“Posee un estilo de sombría elegancia en su escultura y un refinado aire obscuro en su lienzo”
Intentaban definir su arte, su obra, su ser, darle teoría a la banalidad.
Vasant buscó su cigarrera entre las olas de las sabanas.
¿Alex seria capaz de habérsela llevado?
“No comes bien, Vasant, deja de beber, fumar y drogarte”.
Justo cuando comenzaba a maldecirlo sus dedos percibieron el liso metal que contenía al tabaco y pronto pudo darle una bocanada a su instinto autodestructivo.
Se vistió con desgano, mirando su reflejo en el enorme espejo frente a él.
¿Cuándo se había transformado en una burla de si mismo? Era una versión exagerada de sus anhelos.
Dio una calada a su cigarro, deseando que éste le quemara los pulmones.
 


La GAAS contaba con cuatro salas de exposición, dos de ellas permanentes, el dueño era Alexander Santaella un español heredero de ésta.
Habían pasado cuatro meses desde que había sido inaugurada en una de las salas temporales "Iconos XXI" presentada por Vasant McGee.
El artista y Alexander fueron presentados por Raquel Ballesteros, una miembro de la comunidad muy conectada y por ende, dada a las reuniones sociales, pronto se entendieron y más adelante se hicieron amantes.
Iconos XXI había cerrado sus puertas el día anterior, ahora su sala se preparaba para una exposición de varios autores.
Alexander supervisaba el traslado de las obras, por lo que la sala estaba cerrada al público. Vasant  entró, con el rostro detrás de unos gruesos lentes obscuros y acomodándose los mechones de cabello rubio que la prisa habían despeinado.
- Llegas tarde- se inclina para susurrarle- no debierais beber tanto.
De nuevo, Vasant escuchaba en él ese acento español, aquel que usaba sin darse cuenta cuando se preocupaba.
Debería sentirse halagado, pero...
- ¿A qué hora te fuiste?- preguntó Vasant con resentimiento.
- Temprano- le respondió distraídamente.
El artista se quitó los lentes, tocándose los párpados. Estaba cansado y su agotamiento había dejado hacia tiempo de ser meramente físico.
De pronto, uno de los empleados tambaleó con el peso de un cuadro.
- ¡Es arte, por dios, no un mueble!- gritó Vasant, pero la mano de Alexander lo contuvo-
   Si la crítica no me acaba, lo harán ellos.
- Nunca han roto nada, te lo aseguro. ¿Ya estás mejor?
- Eso creo.
- No adivinarás quién está en la sala de un lado- Vasant se mostró curioso- Cédric Krey.
El artista se cruzó de brazos, evidentemente irritado.
- ¿A quién se comerá ahora?
El español rió, sin darle mucha importancia.
- Bueno, me sorprendió su agresividad para contigo- dijo al tiempo que entreabrió las
   puertas.
A través de ellas, Vasant agudizó la vista.
- Helo ahí.
- ¿Cuál es?
- El tío de negro, el más alto.
Entonces lo descubrió.
Entre toda la gente, destacaba un sujeto de hombros anchos y cabello obscuro, sus rasgos resultaban... poderosos.
“Podría pintarlo con los ojos cerrados” pensó Vasant, “Seria un personaje perfecto”.
Siempre había pensado que la luz blanca de las galerías se comía los colores del arte y la piel del critico parecía ser victima de ese fenómeno, lucia tan pálida que dotaba a su ser de una contrastante obscuridad.
De pronto, fue descubierto viéndolo.
Por su mente pasó la idea de haber sido reconocido, pero luego recordó que aunque había criticado sus obras, Krey no lo conocía.
- Ya te vio- avisó Alexander.
- No sabe como luzco.
- Hay fotos tuyas por todas partes.
¿Acaso importaba?
En ese instante deseaba presentarse frente a él, enfrentarlo.
- ¿Qué tanto mira? Quizá deba ir a reclamarle.
- ¿Qué cosa? Criticar es su trabajo.
Vasant miró entonces a Alexander un tanto indignado, su distracción provocó que su mirada en busca de Krey se posara ahora en el vacío.
- ¿Dónde fue?
- Podemos ir a buscarlo.
El artista cerró las puertas y con ello, la opción de ir tras él.

 

Había pasado una hora, Cédric avanzaba en las penumbras dueño de la indiferencia, no le era posible sentirse ajeno a ellas, el mundo nocturno siempre había llamado a su sangre.
La presión ha jugado con él en las últimas semanas, de un tiempo acá se sentía bajo la inquisidora mirada de sus superiores y eso, además de nuevo, era realmente un fastidio.
La amistad de Ramsey Fibla supuso en el pasado una ventaja ilimitada y pero ahora se mostraba como una espina incómoda.
Y peor aún, compromisos como los últimamente encomendados a Cédric, por lo menos merecían un pacto personal, Ramsey, en cambio, usaba a su amante Bell, una belleza malévola como intermediario.
Caminaba entre la gente sin sentirse parte de esta, escuchaba sus susurros y sus gritos como parte de una única voz, ronca e inmutable que parecía no cesar nunca.
Pero llegaría a su refugio pronto y tendría que dejar de fingir el mínimo de civilidad.
Ahí estaba, su edificio de tres pisos, con su pequeño restaurante en la planta baja, el cual esa noche estaba solitario.
Rodeó el inmueble y subió por unas escaleras angostas y poco iluminadas, para entrar al edificio.
Las paredes que enmarcaban su contorno eran de un gris inexpresivo y aun se escuchaban el ruido de la ciudad fundiéndose para crear un murmullo que nada decía.
De pie frente a la puerta de su piso, una sombra cubrió su visión, Cédric giró con sigilo. La figura frente a él no se movió, la reconoció fácilmente.
- ¿Qué demonios haces aquí?
- ¡Que ruda recepción, Krey!- reclamó la figura.
- Limitas mi cortesía- señaló Cédric, abriendo la puerta al reconocer a su visitante.
La figura pretendió entrar antes que él, pero Cédric hizo gala de su rudeza cruzando primero el umbral.
Prendió las luces dejando ver un piso decorado al más elemental estilo minimalista, en  blanco y plateado. El recibidor pese a contar con poco espacio, había sido magníficamente aprovechado.
Cédric puso su gabardina en el perchero y permitió entrar a su invitado, ahora ligeramente iluminado.
Se trataba de un atractivo joven de brillante cabello rojizo, sus ojos verdes poseían un tono antinatural y brillaban demasiado.
- He estado fuera, Bell, no hay nada que pueda ofrecerte.
- Sólo hay algo que necesito, Cédric- dijo el joven apoyando sus delgados brazos en el
   sillón que ahora lo contenía- He venido para conocer tus avances, pero siempre puedes
   distraerme con buena música.
Krey puso una revista en manos de Bell, haciéndolo mirar la fotografía impresa a color.
Su anfitrión inundó la habitación con el jazz de James Brown y Bell sonrió acomodándose mejor.
- ¿Iconos XXI? ¡Has conseguido sorprenderme! No me esperaba a un artista- dijo Bell
   refiriéndose al articulo que veía.
Cedric dibujó en su rostro una expresión de fastidio, desapareciendo después de su vista.
Cuando ingresó de nuevo al cuarto, tenia una licorera y una copa servida en sus manos.
- ¿Es todo lo que dirás?- le pregunta a su invitado- ¿No estas omitiendo tus comentarios
   sarcásticos, Bell?
- A Ramsey le parecerá interesante, él también llegó a mencionarlo- murmura el otro,
   sin dejar de ver la impresión.
- Me hubiera ahorrado tiempo el saberlo.
- Ojalá él fuera tan simple, Cedric. Ramsey confía en ti, quería que fuera tu elección.
   Después de todo, cargaras con ella por mucho tiempo. Que alegría que coincidan-
   concluyó Bell ácidamente.
McGee... un nombre que escapara de bocas tan bien colocadas, no podía traducirse en nada bueno.
- Dime, Cedric, ¿qué hay en él que haya despertado un interés tan exigente como el tuyo?
El critico dio un sorbo a su copa, tomándose su tiempo para responder.
Esto parecía irritar a Bell.
- Su latente potencial. No parece ser el tipo de persona que vaya a necesitarme en el
   futuro. No tengo intenciones de servirle por mas tiempo del indispensable.
  Además.... - los labios de Cedric formaron una sonrisa burlona- coincide con el cliché
  que tanto se esmeran en seguir.
La mirada de Bell se transformó en rabia.
Cedric no se inmutó, retándolo de vuelta.
Bell sonrió, estirando su mano para alcanzar la copa de las manos de Cedric.
- No seas hostil, de verdad eres un pésimo anfitrión- susurró antes de darle un sorbo al
   liquido negruzco del cristal.
- Entonces deja de visitarme.
El pelirrojo se puso de pie, alisándose las mangas del saco con displicencia.
- ¿Acaso es una orden? Lo mas que obtendrás de mi el día de hoy será mi partida.
Cedric estaba divertido con su repentino enfado.
- ¿Estás celoso, Bell?- su voz perfuma el aire de ironía.
- ¿Cómo dices?
- Finalmente se trata de un joven atractivo, tal como le gustan a Ramsey.
- Es un niño, Cédric. Un débil brillo incapaz de eclipsarme.
Krey entonces, le abrió la puerta.
- ¿Eso crees?- preguntó invitándolo “cortésmente” a largarse.
Pero esta vez fue Bell quien lo retó con una sonrisa burlona:
- Veo que te gusta, ojalá esa atracción no vaya a nublar tu  juicio.
El intruso se alejó, bajando las escaleras de espaldas, con los ojos fijos en Cédric.
Jugar con Bell siempre resultaba entretenido.
Y peligroso.

 


Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).