Calor
Un abrasante calor se adueñaba de su cuerpo
Sintió unas manos recorrerle dejando una sensación de agonizante placer por donde pasaban
Las manos bajaban por su pecho, recorrían cada célula de su piel morena y él se estremecía, se sentía arder ante ese contacto
Las manos se deslizaron a su entrepierna y la acariciaron sobre la ropa, su gemido fue ahogado por unos labios hambrientos que le devoraban sin piedad
Una de las manos subió a soltar su cabello dejando que cayera grácilmente sobre la almohada
Sus manos se agarraron con fuerza a las negras sábanas cuando sintieron la calidez de una boca sobre su miembro erecto
Los gemidos aumentaron y trató de abrir los ojos, cerrados debido al inmenso placer
Sus orbes se posaron en la mirada heterogénea de la persona que le satisfacía
De pronto
Despertó
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Sudaba y jadeaba con fuerza, aun no sabia por que había aceptado esa estúpida apuesta
Y allí estaba él
Durmiendo en una cama de sábanas de seda negra, en una casa abandonada
Maldita la hora en la que se dejó convencer
Y para colmo había tenido un sueño húmedo con un hombre que le era completamente desconocido
Se levantó de la cama y se extrañó de estar desnudo
Se envolvió en las oscuras sábanas y decidió recorrer la "casa maldita" acababa de amanecer y aun tenía algo de tiempo antes de volver al trabajo
Sumido en sus pensamientos llegó al comedor; frente a él un enorme cuadro llamó su atención
Se acercó lentamente centrando su examen en los ojos del protagonista de la imagen
Un ojo negro y otro rojo
Retrocedió confundido hasta tropezar y caer al suelo
¡Esos eran los ojos que vio esa noche!
Él era el hombre que le había dado placer en el sueño hasta casi volverle loco
Eran los ojos del hombre que se hizo con su primer beso
Pero era sencillamente imposible, ni siquiera había pasado por esa sala antes y jamás en su vida había visto a esa persona, además de ser la primer vez que veía ese cuadro
Respiró hondo, se incorporó y trató de apartar las extrañas ideas que se le venían a la mente
Fue incapaz de borrar esos ojos de sus pensamientos
Regresó a la habitación y tomó sus cosas aun con esos ojos en mente, giró la vista hacia la cama y un escalofrío le recorrió al recordar el sueño
Agitó la cabeza con fuerza tratando de sacarse así el fuerte sonrojo y terminó de vestirse, salió de la enorme mansión y se fue directo a la escuela; las clases comenzarían pronto
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Estaba en la sala de profesores terminando de cambiarse de ropa, la puerta se abrió mientras se ajustaba su coleta y allí estaba Mizuki mirándole extrañado
- Te dije que era una estupidez... estoy vivo, estoy aquí... no hay maldición
- No es eso... es solo que te veo distinto
- ¿Distinto?
- Más sexy...
Salvado por la campana, las insinuaciones de Mizuki estaban a la orden del día pero eso no evitaba que se sonrojara cuando le decían cosas como esa
Aunque debía admitir que ese día se sentía mas atractivo y que esa cicatriz en la nariz le hacía lucir adorable y nada que decir sobre su personalidad inocente...
Salió del cuarto y se encaminó a su clase, esos ojos seguían clavados profundamente dentro de él... era incapaz de sacarlos de allí por mucho que lo intentara
- Iruka-sensei ¡Sigue vivo!
- Pues claro... ¿ven como no había nada peligroso allí...?. Pero de todas formas, algo de la historia de esa casa puede ser cierto.... Shikamaru, cuéntame lo que sepas
- Tsk, que problemático, pues resulta que según cuentan hace tiempo, la familia Hatake era la más prestigiosa de la villa y sus técnicas eran las más útiles en combate, según dicen, una vez, en el campo de batalla, durante un guerra el clan fue llamado a participar, la guerra fue ganada sin problemas con la fuerza de los Hatake de nuestro lado, tras la batalla uno de los Hatake regresó sin sus compañeros de equipo; era miembro del grupo que estaba a cargo del Yondaime, la chica del grupo cumplió el último deseo de su compañero muerto cediendo al Hatake una de sus partes más preciadas, su Sharingan, aparte de él, solo un Hatake más había sobrevivido, su padre, tras este incidente los Hatake se encerró en su casa; los días pasaron y el mayor de los dos murió el mismo día que él otro desapareció, dicen que tras una noche de tormenta no se le volvió a ver, y el lugar donde desapareció fue esa casa... siendo él el único superviviente su clan se extinguió sin remedio
Eso explicaba lo de los ojos, pero entonces ¿estaba vivo?...
Necesitaba saber más, esa tarde volvería al a casa en cuanto acabaran sus clases
Y así lo hizo, se paró frente a la mansión antes de entrar pero era tarde para tratar de razonar; saltó la tapia y cruzó el Hall con la mente fija en cierto cuadro que se había adueñado de sus pensamientos
Y allí estaba, frente a él, exactamente igual que le día anterior, un uniforme de jounin adornaba su bien formado cuerpo, la bandana de la villa no estaba en ninguna parte, su boca; la dulce boca que le hizo estremecer estaba cubierta dejando a la vista únicamente esos penetrantes ojos, su pelo plateado y de punta los resaltaba aun más
Pasó horas sentado en el suelo con los ojos fijos en los de la persona del cuadro, tenían un aire solitario pero a él se le antojaban increíblemente cálidos; la misma sensación que esa casa le trasmitía
Parecía hipnotizado por esos ojos tan diferentes entre sí
Respiró hondo y caminó hacia la habitación donde había dormido la noche anterior, se acercó al lecho y pasó la mano por la hermosa seda negra sonriendo al recordar lo soñado para después hacer gala de su inocencia y sonrojarse violentamente
Suspiró y se aventuró a conocer otra parte de la casa; regresó al comedor y entró en un cuarto a su izquierda, una sala pequeña pero muy alta, cruzó el umbral de la puerta y trató de acostumbrarse un poco a la falta de iluminación de esa sala
Frente a él una mesa llena de pergaminos gastados sobre ella y un gran candelabro que no dudó en encender
La fuerza de la luz le ofreció una visión mas clara de la habitación; detrás de la mesa había un gran sofá y detrás de él un sinfín de libros
Se acercó a esa enorme biblioteca, había muchísimos libros y casi todo estaba plagado por primeras ediciones en perfectas condiciones (mi paraíso *¬*)
Centró su atención en los pergaminos que permanecían sobre la mesa, eran viejos pero la tinta no parecía llevar mucho tiempo plasmado en el papel, la curiosidad le pudo y empezó a leer
"Llevo encerrado tanto tiempo que ya perdí la cuenta
El castigo es desproporcionado, no es justo que yo pague por lo que hicieron mis padres pero hoy algo cambió
De día en el cuadro y de noche cual fantasma puedo recorrer mi casa y puedo escribir; lo único que me ha mantenido cuerdo todo este tiempo, lo que me ayuda a olvidar, al menos por un segundo, la tortura a la que soy sometido, la soledad, la triste y fría soledad
Pero solo por esta noche un dulce ángel me llevó lejos de ese sentimiento
La casa no estuvo vacía, alguien durmió aquí pero se fue al amanecer
Una dulce sonrisa acompañaba a la cicatriz de su rostro; ambas eternas, su piel era tan calida
Sé que no debí pero me colé en sus sueños, le toqué, le besé y por primera vez después de tanto tiempo volví a sentirme ligeramente vivo
Sentir ese hermoso cuerpo bronceado estremecerse para mí, notar su calor recorrer mi cuerpo, percibir su fuerte sonrojo con los ojos cerrados pero sin duda me quedo con su sonrisa, lo mejor fue cuando mi dulce ángel abría su lindos ojos, ver la profundidad de esos hermosos ojos me cautivó por completo, escuchar su celestiales gemidos azotar mis oídos con pasión, jamás creí poder sentirme así
Y ni siquiera sé su nombre
Vuelvo a estar solo...
Otra vez"
Iruka respiraba acelerado, debía de ser una broma, era imposible que lo que había leído fuera cierto
Debía ser una broma de Mizuki ¡pues no le encontraba la gracia!
Aun así, nada explicaba que hubiera visto esos penetrantes ojos y que se hubiera despertado desnudo y con la coleta deshecha
Respiró hondo y su mano se movió sola; tomó una pluma y la entintó para escribir bajo la parrafada que había leído
"Umino Iruka"
Rebuscó entre los pergaminos tratando de encontrar la razón por la que ese hombre se encerró en su casa pero Morfeo hizo mella en su cuerpo y cayó rendido acurrucándose en el sofá
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Abrió los ojos y los fijó, tras frotarlos un poco, en la sombra de la puerta, un rostro cubierto, un ojo de cada color... era él y se estaba acercando
- Umino Iruka...