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El Amor Del Enemigo por Kaku

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A la mañana siguiente, cuando los dos chicos seguían durmiendo, se empezaron a oír voces procedentes de la cubierta:

 

-Oi Sanji!!! El desayuno!!! –era Luffy-.

-Si, espérate un poco, k enseguida está –respondía el cocinero-.

 

Esto despertó a Kaku, k al parecer ya se encontraba mejor, se dio cuenta de k aun seguía desnudo, y Zoro también, por lo k intento despertarle. Después de varios intentos del pelirrojo, el otro abrió los ojos. Se dio cuenta de k se habían quedado dormidos y apresuradamente empezó a vestirse, Kaku ya había terminado.

Noto k la ropa k llevaba puesta no era suya, aunque le quedaba perfecta de talla y era como la k el solía usar.

 

-Te gusta? Es ropa k compré para ti en Water 7 antes de abandonar la isla –dijo Zoro-.

-Si, es muy cómoda –respondió Kaku-.

 

Se notaba k el joven peliverde había elegido cuidadosamente bien a la hora de comprar la vestimenta para el otro chico.

Kaku rió una vez mas de esa manera k tanto le gustaba a Zoro.

 

-Bueno, tú quédate aquí, voy a salir para no levantar sospechas. Volveré dentro de un rato haciendo k vengo buscando algo –dijo el peliverde-.

-Si.

 

Iban llegando los tripulantes, uno tras otro, al comedor para desayunar.

De un plato de tortitas entero k tenia para el solo, Zoro solo se comió dos, y se bebió nada más k la mitad del café.

 

-Asique ahora no quieres mi comida?  eh? –le dijo Sanji-.

-No es eso. –contestó el espadachín-.

-Ah no? Y entonces por k comes tan poco? –insistía el cocinero-.

-Mierda, cállate cocinero pervertido! –pensaba Zoro-.

-Si, Zoro, es verdad k estas comiendo menos estos últimos días, te pasa algo? –le pregunto Nami-.

-Zoro! Te encuentras bien? Quieres k te haga una revisión? –decía Chopper alarmando-.

-Mierda, vosotros dos también no! –decía para si el espadachín-.

-Eh? Zoro esta enfermo? –se preocupó Luffy-.

-QUERÉIS DEJARME TODOS EN PAZ!!! OS HE DICHO K NO ME PASA NADA!!! –gritó enfurecido Zoro-.

 

Tras esto, el peliverde dio un fuerte golpe con los puños en la mesa y salio de la sala dejando a los demás boquiabiertos.

 

-Zoro… -se apeno el renito-.

-K le pasara ahora al imbécil del marimo? –decía el cocinero-.

-Sanji-kun! Ya basta! –le grito la pelirroja, a lo k el joven respondió con una triste mirada hacia el suelo, por haber sido regañado por Nami– La verdad, no me esperaba esa reacción de Zoro. Lo normal esque se hubiera puesto a pelear con Sanji –pensaba la chica-.

-Oi, Zoro, donde vas? –le gritaba el capitán esperando k este le oyera pese a haberse marchado ya-.

-No os parece k el espadachín-san nos oculta algo? –decía tranquilamente Robin-.

-Si, eso no es propio de Zoro –decía Usopp-.

-Nami, crees k a sido mi culpa? –decía el renito entre lagrimas-.

-No, tonto. Lo mejor sera dejarle en paz para k se calme –respondió la navegante, poniendo una mano sobre el sombrero del doctor-.

 

Se dirigía a su habitación, estaba muy enfurecido, abrió fuertemente la puerta, la cual hizo un fuerte ruido al cerrarse.

 

-Soy yo, no te preocupes –dijo aun con cara de pocos amigos Zoro-.

-K te pasa? Pareces enfadado –era Kaku, k había permanecido en la habitación como el otro le había indicando anteriormente. Se sentó en la cama, a su lado-.

-No es nada –el peliverde no quería preocuparle-.

-Seguro? He oído las voces de la cocina desde aquí –insistía el otro-.

-Te he dicho k no te preocupes.

-Bueno, en todo caso, no me gusta verte así de furioso, cálmate un poco.

-Está bien, intentare dormir un rato. No te importa?

-No, tranquilo, duerme lo k quieras –le respondió Kaku-.

 

El chico pelirrojo se levanto de la cama y se sentó en el suelo, el otro se tumbó en la cama y empezó a roncar a los pocos segundos.

Kaku sonrió, mientras miraba hacia donde se encontraba Zoro.

 

-Pobrecillo, esta agotado después de haber estado cuidándome todo este tiempo, y sin comer bien, para guardarme la comida a mí -pensaba el pelirrojo-.

 

Seguía mirándole, se sentía culpable de k el otro estuviera así. Estuvo pensando un buen rato. Se levantó, dirigiéndose a la puerta de la habitación. La gorra k Zoro le había comprado le tapaba los ojos, ensombreciendo su rostro. Abrió la puerta, y dirigiendo la vista por última vez al otro chico, con una lagrima cayendo por su mejilla, dijo:

“Adiós, Zoro, gracias por todo, nunca te olvidare”.

Notas finales: De nuevo gracias por seguir leyendolo.

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