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Without light por vegenisennawa

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Notas del capitulo:

Hola a todos:

Un segundo capítulo al fin viene.

No responderá las dudas que se generaron en el capítulo anterior, pues se resolverán conforme pase la historia.

Este capítulo es algo fuerte para algunos, o inapropiado para otros. Y no, no hay lemon.

Lo que paso es que coloco a Ryuuzaki en una posición algo grave. No discrimino a la gente, y tampoco pienso cosas erróneas sobre eso. En el transcurso de la historia lo verán.

Espero que les agrade el capítulo. ^^

   Near estaba impaciente por la llegada de Watari. Lo conocía desde que tenía memoria, y era un padre para él. Mello también estaba emocionado, pues el señor ha sido muy bueno con ellos.

   Nadie, durante el desayuno, había notado que Matt no se encontraba, puesto que él, de manera sigilosa, había tomado una ración extra de pastel de chocolate y subido a las habitaciones.

   Llegó al cuarto donde diario entraba Near. Tocó dos veces y no esperó respuesta, entrando ahí.

-¡¿Quién está aquí?!

-Soy Matt. ¿Puedo encender la luz? Está todo oscuro.

-Como gustes.

   Así Matt lo hizo, viendo a Ryuuzaki sentado sobre su silla de ruedas. Estaba vestido con una playera de manga larga y unos jeans gastados. Sus pies estaban desnudos, mostrando su palidez enfermiza. Al parecer, miraba la ventana, que estaba cubierta con una cortina negra. Una de sus muñecas tenía colocada una esposa que no lo ataba a nada, físicamente hablando.

-Ryuuzaki, te traje pastel.- El pelirrojo dejó el postre en el buró, mientras lo observaba. -Oye, ¿por qué no bajas a desayunar?

-¡¿Para qué?! ¡¿Para que huyan de mí?!- No abrió sus ojos, aunque su expresión era de coraje. Sus manos apretaban los brazos de su silla, buscando una referencia con la realidad.

-Ryuu-chan, eso pasó hace cinco años. Apenas te conocían.

-No, gracias.

-Vas a hacer sentir mal a Near.

-Pero, tampoco quiero estar entre la humanidad.

-¡Ayuda a Near! ¡Merece ser feliz!

-¡¿Crees que no quiero eso?! ¡Por eso he querido que lo adopten! ¡Para que sea feliz!

-Entonces, ¿por qué no baja?

-Él no quiere separarse de mí.

-Te quiere mucho. Entiéndelo.

-Pero no quiero ser una carga para él. No merezco tener un hermano como Nate.

   Matt solo se sentó, y le tomó su mano. Ryuuzaki solo trató de alejar su mano, pero el aviador se lo impedía.

-Si fuera Near, me arrojaría a tus brazos. Si fuera Mello, te molería a golpes sin importar tu estado. Pero, como no soy ninguno, solo te diré que pienses tus palabras. No preocupes más a Near. Busca la manera de ser feliz.

-Matt, si no te molesta, deseo estar solo.

   El joven se levantó y caminó hacia la salida, despidiéndose del joven.

-Aunque no lo creas, nosotros también te estimamos.

   Ryuuzaki se movió en su silla, acercándose a la puerta, cerrándola después de que el chico de cabellos de fuego se alejara de ese lugar. Y, a continuación, apagó la luz, trasladándose sin dificultad por esa habitación oscura hacia su máquina de escribir, que estaba a un lado de la ventana, quedándose finalmente estático.

   Mello y Near salían del comedor, discutiendo filosóficamente de cosas cotidianas. Ambos demostraban ser muy inteligentes, aunque eran muy diferentes en carácter: mientras Near era calmado y analizaba con detenimiento las cosas; Mello simplemente perdía el control y gritaba sin parar.

    Ambos vieron que Matt se encontraba sentado en los escalones de la entrada principal, jugando "Dogs" en su DS. Ese juego solo lo ponía cuando andaba confundido a angustiado. A lo mejor cualquiera que lo observara sol diría que es un chico que se encierra en sí mismo. Eso justamente quería Matt que pensaran al usar esos grandes anteojos. Pero, los más cercanos a él lo conocían tan bien como para dejarse llevar por las apariencias.

-Hola Matt. ¿Dónde estabas?- Saludó Near cortésmente mientras se acomodaba al lado del videojugador para observar mejor la pantalla.

-Por ahí. No tenía mucha hambre.

   Mello lo levantó del cuello del chaleco felpudo que ese día traía, mientras lo miraba con coraje. Al pelirrojo se le soltó su consola portátil, que Near alcanzó a sujetarla antes de que tocara el piso. -¡No mientas, perro del demonio! ¡¿A dónde fuiste?!

-¡Ya, ya! Fui a ver a Ryuuzaki. Le llevé una rebanada de pastel.

   El rubio se calmó y lo dejó libre, para luego sentarse, recargándose en el piso. Aunque no lo demostraba abiertamente, también se preocupaba por el hermano de Near, y había escuchado la historia de ellos dos. Aunque, también pensaba que debían hacerle frente a la realidad.

-Near, ¿Haz visto alguna vez reír a Ryuuzaki?

-Solo tengo recuerdos. Pero, nada más. A veces le veo hacer una mueca que lo pretende ser cuando le leo. Por eso me gusta ir a visitarlo.

-¡Debes obligarlo a salir!

-Lo he intentado, Mello. Pero, cuando algo se le mete a la cabeza no hay poder humano que lo haga cambiar de parecer.

-Es muy persistente.- Dijo Matt, mientras guardaba su consola y sacaba un cigarro, que rápidamente el rubio le arrebató.

-Más bien, yo diría obstinado.- Habló una voz muy grave con un acento británico.

-¡Watari!- Los tres chicos gritaron como uno solo. Sus ojos brillaron de emoción al ver a un hombre de aspecto mayor vestido a la usanza inglesa.

-¿Me ayudarían con mis maletas?

   Los tres chicos corrieron hacia el taxi, bajando el equipaje de la cajuela. El señor les ayudó, sonriendo con ternura, platicando con ellos de manera amigable. Ya tenía más de un año que no estaba en la isla por cuestión de negocios, para que la fortuna de Lawliet no estuviera estancada.

   Miró a Mello, que no había crecido mucho, pero que se mostraba fiero ante cualquier situación. A Matt, que seguía con su mal hábito, pero que ha aumentado su habilidad en el campo de la informática. Y, a su albino, que seguía igual de inocente, pero que, detrás de esa fachada de ángel, se oculta la gran capacidad analítica que posee.

   Pero, alguien hacía falta ahí, por lo que preguntó de inmediato por él. Ya sabía todo lo acontencido con esa persona. Por lo que después de dejar las maletas en su habitación y platicar con sus niños, subió a ese lugar donde quizá lo esté esperando.

   Tocó tres veces la puerta de caoba en golpes cortos, y después de una pausa, uno largo. Despues de abrirla, encendió la luz, caminando hacia la cama.

-Watari, llegaste.- Una voz joven comentó con un tono indiferente.

   El señor se sentó en el mueble, mientras observaba con tristeza a su pequeño, que había adquirido facciones ciertas facciones de hombre, aunque conservaba su cara de chiquillo; y sus manos finas, que demostraban la palidez de su piel. Solo atinó tomar una de ellas, que estaba adornada con una esposa, e intentó quitarsela.

-No lo hagas, por favor.- Ryuuzaki le habló, mientras trataba de esconder esa mano. -¿Cómo te fue?

-Muy bien, Ryuuzaki. Las inversiones en las dos empresas son muy rentables. Y, debo felicitarte, pues haz invertido muy bien tu dinero.

-Gracias, Watari.- Dijo sin cambiar su tono. Seguía en la misma posición en la que Matt lo había encontrado. Su cuerpo se notaba muy delgado, y su expresión era de profunda depresión. -No quiero dejar desamparado a Near.

   Watari no sabía qué más hacer.

   Quillsh Wammy Conocía a la familia Lawliet desde antes de que Lawrence, el padre de Elle, se casara con Mariah. También lamentó la muerte del hombre, y veló por ellos aún después del segundo matrimonio de la madre de Ryuuzaki.

   Después del fallecimiento de la mujer, el segundo esposo, John River, lo alejó del lado de los pequeños, teniendo un mal presentimiento. No se había equivocado. Había aprovechado el suicidio del padre de Near para llevarlos a Wammy's house, lugar que él financiaba y administraba desde hace más de cuarenta años.
 
   Ryuuzaki solo acariciaba el lugar donde tenía introducida la aguja por donde le estaban suministrando suero. Como se mostraba reacio a comer, la vía intravenosa fue la única solución que encontraron para evitar el berrinche del pelinegro.

   El inglés le retiró delicadamente la mano que usaba el joven para lastimarse, poniéndole un reproductor de mp3 sencillo en ella.

-Ryuu-chan, era el modelo que querías. Al fin te lo traje.

-Gracias, Watari.

-Pero debes comer.- El mayor lo decía mientras veía como el pastel que Matt había puesto en el buró se empezaba a llenar de moscas. -Hazlo por él.

-Sabes que quiero morir. No quiero ser una carga.

-¡Elle Lawliet! ¡No digas esas tonterías!

-¡Mírame! ¡Estoy ciego y parapléjico! ¡Soy un inútil ante los ojos de la sociedad!

-¡No lo eres para mí, Ryuu-chan!- Gritó Near desde la puerta con los ojos llorosos. Ninguno se había dado cuenta de su presencia. Cargaba entre sus manos el rompecabezas de madera que el hombre le había traido.

-¡Near!- Gritó Watari, pues conocía bien la desarrollada habilidad deductiva del pequeño, mientras le indicaba preocupado que se acercara.

-Ryuu-chan, yo te quiero mucho, y no quiero que me dejes solo.- Le lloraba a sus pies, abrazado al torso del chico del cabello del color del carbón. -Tú eres bueno, y no un inútil como tú dices.

    El joven en silla de ruedas, con su mano libre, buscó la cabeza del albino. Y, cuando la encontró, acarició a su hermano tiernamente. No quería hacerlo sufrir, pero no podía ser un hipócrita. No quería vivir más, pues su existencia la encontraba inservible. -Lo siento, pequeño. Pero, sabes como me siento. Tú no tienes la culpa.

-Ryuu-chan, solo trata de sonreir. Entre Mello, Matt y yo te ayudaremos a armar tu equipo de sonido. Eres más brillante que los tres juntos, y tú nos guiarás para no equivocarnos.

-Gracias, hermanito.

   ¿Una sonrisa se asoma en el rostro de Elle Lawliet? Pues, solo algo remotamente parecido. Watari los mira preocupado.

   Nate parece avanzar, pero el hermano mayor solo ha despertado un raciocinio algo retorcido, donde el dolor propio es el único alicente para hacerlo sentir vivo.
Notas finales:

Gracias por leer, y que no me odien.

Pido disculpas a las personas que llegara a ofender con este capítulo, pues esa no era mi intención. Le puse esas características porque me tocó llegar a conocer personas en esa posición, y que admiro porque no se dan por vencidas.

Gracias por su comprensión.


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