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Don't Jump por Daru

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Notas del capitulo:

Ok, aquí un pseudo capítulo 2 xDD.

Por cierto, muchas gracias por los reviews, los amo ;_;

-Uhm.. es que yo no vivo exactamente-.

-¡¿Eh?!-.

-Sólo estoy aquí por un tiempo indefinido o algo así- dijo fingiendo una sonrisa, a Mello le parecía bastante falsa.

-Entonces, ¿Por qué estas en esta casa? –Aún seguía un poco enojado- Te escondes para drogarte o qué- dijo fríamente.

-No-.

-¡¿Y eso?!- notó la cajetilla de cigarrillos en uno de los bolsillos de la chaqueta del pelirrojo. A decir verdad su vestimenta era bastante extravagante pero a la vez sencilla; una chaqueta, una remera a rayas, unos jeans un poco sucios y descocidos, unas botas, guantes y ni hablar de los goggles que tenía en la cabeza.

-Ah ¿esto? –Sacó la cajetilla de su bolsillo- Es un vicio, un vicio que tengo desde hace mucho tiempo y no he podido dejar- continuó en voz baja- lo he venido jalando incluso después de haber muer..-.

Lo interrumpió un estruendo que parecía venir del primer piso.

¡¿Qué fue eso?!-gritó el rubio-.

-Vayamos a ver- propuso el mayor-.

Bajaron las escaleras; vieron un grupo de gatos que habían estado saltando y habían tirado unos adornos antiguos.

-Eso explica el ruido-dijo Mello cansado –Así que… eres un fumador compulsivo-.

El chico de goggles sólo sonrió.

-Yo también tengo un vicio-.

-Subirte a los techos de las casas y ver si puedes volar-dijo riéndose.

¡¡¡NO!!!-gruño un rubio bastante molesto.

-Bien, dime cuál es-.

-El chocolate- respondió sin pensarlo mientras se quitaba chaqueta y la dejaba sobre un mueble cercano. Se cruzó de brazos y se recostó sobre la pared. Cerró los ojos ante el cansancio; había estado recorriendo las calles vacías con su motocicleta durante toda la noche, entrado a su antigua casa, intentado suicidase y ahora hablando con un extraño. Paso de "intento suicida" a "intento de sociabilizar", a decir verdad le parecía bastante ridículo.

-¿Estas bien?- sonó un tanto preocupado el pelirrojo.

Mello abrió los ojos de golpe. Se encontró con los profundos ojos caoba del mayor.

-Vaya, tienes ojos claros muy bonitos, con toda esa ropa oscura no lo había notado- volvió a sonreír el muchacho de cabellos rojizos.

-¡¡C-CÁLLATE!! –Mello se sonrojó un poco, era la primera vez que alguien se atrevía a decirle algo así ("en la escuela nadie se atrevería" pensó por un segundo), además el pelirrojo se había acercado bastante. El rubio de cierta manera se sentía algo intimidado, él nunca se había acercado tanto a alguien. Incluso recordaba que cuando era pequeño les decía a los niños del orfanato: "¡No se acerquen a mi a menos de tres metros o sino les daré la paliza de su vida!". Sonaba exagerado, pero así había sido, incluso ahora que ya tenía 17 años. Odiaba aproximarse demasiado a la gente, odiaba conocer demasiado a la gente; "no necesito de nadie", "estoy bien solo". Siempre fue autosuficiente… siempre.

El menor empujó al pelirrojo- ¿Cuál es tu maldito nombre?-.

-Mi nombre…-no lo recordaba. Hace tanto que no hablaba con alguien, tampoco pensó volverlo a hacer, así que no se preocupó por recordarlo. Había tantas cosas que no recordaba. –Matt… dime Matt.

-Bien Matt, ya me voy- dijo mientras intentaba abrir la puerta del frente de la casa.-Maldición, esta cerrada, tendré que salir por la ventana-.

-¿Qué?... ¿eh? …¡ESPERA!... ¿No me vas a decir tu nombre también?-.

-Pues no-.

Mello intento salir por la ventana pero Matt se interpuso.

-Y ahora qué quieres-.

-¿Me dirás tu nombre?- preguntó con cara de cachorro sin hogar.

-Kheel, Mihael Kheel… pero dime Mello… odio que me llamen por mi nombre-.

-Un gusto Mello- sonrío en forma amistosa. "Sonríe demasiado" pensó Mello.

Matt se quedo ahí parado, pero el rubio lo miro con ojos de furia y aburrimiento, como diciendo "Quítate o te golpeo". Matt entendió la indirecta y salió de su camino.

-¿Vas a volver Mello?-.

-No- respondió en seco. ¿Para qué volvería?, ¿Para ver la cara de tonto del pelirrojo? ... Además él vio cuando estaba a punto de... no importaba, él había visto la debilidad de Mello y el rubio no permitía a nadie ver su debilidad. No volvería.

El menor salto por la ventana, rápidamente cogió la moto y se fue, dejando al pelirrojo ofuscado.

Ya había amanecido por completo. Mello tendría que ir a la escuela. "Demonios, no quiero" pensaba mientras recorría las calles con su motocicleta. Pero ya había faltado varios días esta semana, si seguía faltando muchas de esas personas aprovecharían para convencer al director de quitarle la beca y echarlo a la calle. A decir verdad a Mello no le hubiera importado antes. Pero ahora que lo habían transferido a la pensión estaba mucho más tranquilo, además necesitaba tiempo, tiempo para hallar otro lugar donde nadie lo encontraría y terminar por fin lo que ya había empezado hace 2 años.

La pensión era un lugar completamente diferente a los cuartos de la escuela llenos de niñatos engreídos y adinerados con familias poderosas; "Quieren deshacerse de ellos, por eso los dejan ahí" solía pensar Mello con sarcasmo. En fin, a Mello le agradaba su nueva posada, la anciana que lo atendía siempre había sido muy amable a pesar de que él nunca fue muy cortés ni amigable, además ella tenía una tienda y le daba al rubio todo el chocolate que pudiera comer; otra cosa que le gustaba a Mello de ese lugar era que tenía un espacioso cuarto para él solo. ¿Podría suicidarse ahí? Claro que NO. La señora había sido muy gentil, no quería causarle problemas.

Mello entró por la puerta trasera que daba a la cocina. Se encontró con la mirada cálida de la anciana -Mihael siéntate a la mesa que voy a servir el desayuno-.

-Llámeme Mello señora- se lo había repetido como 1000 veces pero la anciana seguía diciendole Mihael. Mello sintió un dolor en sus mejillas. -Nada de mello mello, tu nombre es Mihael y Mihael te digo- chilló la viejita mientras pellizcaba las mejillas del joven.

El rubio se sentó frente a la mesa. -¿Qué hay chocomello?-."Maldito enano" logró susurrar. Era Tsure o Tsu como le decía su abuela, era el nieto de la dueña de la posada y tenía alrededor de 12 años. A veses sacaba de quicio a Mihael. Solía ponerle mucho apodos: chocomello, marshmello, caramello ... a Mello a veces le daba ganas de tirarle una buena tunda.

En la posada eran sólo 5: La anciana, Tsure, él y otros dos que casi nunca veía. "Es un lugar bastante grande para sólo 5 personas" pensaba. "Bueno, mejor para mí".

Mello terminó su desayuno, estaba a punto de irse... pero ¡espera! ...algo faltaba... ¿qué cosa?, ¿qué faltaba?... ¡LA CHAQUETA!, la maldita chaqueta se le había olvidado en aquella casa. "Mierda". Tendría que volver.

Notas finales: diooooooooooooooooos me duele la mano y tengo hambre o_o.

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