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Abtra-erel, la joya de sangre por LaYoska

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Notas del capitulo:

sé que muchos pensaron que había abandonado esta historia, pero no, continua

 

he terminado la sotras historia sy ahora unicamente me dedicaré a esta, la verdad es que me emociona el poder avanzarle, les explicaré como vamos a trabajar LoL

va a haber M-preg, sip, chico embarazado, sino les gusta, con todo respeto, pueden dejar de leerla, si les gusta, bienvenidas hijas mias jaja

al final decidí hacer dos partes, una en el tiempo que estoy explicando y la segunda en un futuro muy lejano donde las relaciones hombre hombre sean aceptadas, será la época en la que vivirán felices, así que no esperen un final feliz en la primer parte, pero les aseguro que al final todos terminaremos satisfechos (bueno, según yo jeje)

 

sin nada más que decir, comiencen

El sol se alzaba en lo más alto del cielo, el calor era sin duda agobiante, pero a pesar de eso, una comitiva recorría el camino marcado con piedras blancas, había tres caballos al frente y atrás con guerreros, en el centro iban dos carretas, una de ellas tenía telas con bordados hermosos, el guerrero que dirigía la comitiva sonrió al ver un pueblo cercano, sintió una calidez de emoción al ver ese lugar, sonrió de nuevo y dio vuelta a su caballo para ponerse al lado del carruaje más elegante

 

-su alteza- dijo Nabeun quitándose el turbante que protegia su rostro del viento y la arena, escuchó el siseo de telas y joyas, mirando a Abriena, que había movido las cortinas para poder ver a su guerrero- hemos llegado, es el último pueblo que queda por visitar… y también mi tierra natal- le informó, volviendo a su lugar en su formación después de ver la sonrisa dulce del moreno, en cuanto llegaron hubo ruido y alabanzas, en los últimos meses la Diosa había ido a visitar cada uno de los pequeños pueblos y aldeas que componían al país, dando sus bendiciones para los súbditos que le eran leales, por lo que toda la aldea se reunía con expectación, una vez frente al palacio del lugar Nabeun ayudó a bajar a Abriena, murmullos de admiración se escucharon cuando vieron la grácil silueta, la piel morena, el cabello brillante y largo, pero eran los ojos de la Diosa los que más llamaban la atención, dorados, nadie podía tener unos ojos que parecían reflejar la luz de ese modo, se inclinaron frente a ella, mientras el guerrero le ayudaba a caminar por la plaza hacia el dirigente de la aldea, que hinchaba el pecho orgulloso e hizo una profunda reverencia

- bienvenida, bienvenida su alteza, es un honor tenerla entre nosotros, bienvenida- decía sin parar de hacer reverencias y mirarla con adoración

- el placer es mío- dijo con una sonrisa suave, asintiendo con la cabeza, miró después la plaza del pueblo, adornada con frutos, pero también había animales de rebaño con listones en el cuello

-por favor, venga conmigo- dijo en un tono meloso el hombre, dirigiéndolos a un lugar con sombra para que tomara asiento, Nabeun se puso de pie al lado de su Dios y amante, no podía evitar mirarlo con total amor, aunque reservaba eso para momentos de descuido, debía ocultar su relación con Abriena, por mucho que eso le entristeciera

 

El festival de bienvenida comenzó, los aldeanos y campesinos cantaban, mostraban sus cosechas y agradecimiento, Abriena recargó su codo en el trono y su rostro en la palma de su mano, con aburrimiento, era lo mismo en cada pueblo, exactamente lo mismo, había pensado que sería distinto por ser el lugar donde Nabeun había nacido, pero parecía que se había equivocado, lo único que le hizo perder un poco su posición fue la alabanza y los cantos de los niños, le gustaba la pureza de corazón y juicio que los humanos pequeños tenían, era por eso que le hacían sonreír, vio entonces a un grupo de personas que miraban a Nabeun y una mujer mayor que se limpiaba las lágrimas al verlo.

-¿son tu familia?- preguntó sin voltear a verlo

-si… cuando corrió el rumor de que un niño en esta pequeña aldea había nacido con la marca del guerrero nadie lo creía, porque había nacido casi siempre en la ciudad principal o en lugares más importantes- dijo mirando también al grupo que le sonreía, su madre estaba al frente, con sus dos hermanos y una amiga de su infancia que era sacerdotisa en el pequeño pueblo

-quiero conocerlos- dijo sencillamente mientras jugaba con la cinta de su cabello ya que la participación de los niños había terminado se había entretenido con esta, Nabeun sólo asintió.

 

Después de la bienvenida la Diosa habló a su pueblo, agradeciendo su lealtad, sus oraciones y bendiciéndolos, usando esa presencia calmante y maravillosa que llenaba todo de esperanza, después de eso Nabeun debía llevarlo a descansar en el templo, pero la insistencia por conocer a su familia le hizo llevarlo a donde estos estaban reunidos, en cuanto se acercaron saludaron a la Diosa con inclinaciones y sonrisas sinceras, no parecían el tipo de personas que sólo le alababan por tradición, era fieles con todo su corazón, lo pudo ver en sus ojos y acciones pacíficas, tal vez por eso Nabeun había nacido en esa familia.

 

-Mi madre, Shizma, mis hermano Daneth, Aradazael- dijo Nabeun presentándolos a Abriena que sonreía suavemente a los extasiados familiares- y ella es Indir, una amiga de la infancia

-un placer conocerla su alteza- dijo la muchacha de piel morena y cabello largo color paja, tenía pecas en el rostro y unos ojos avellana algo infantiles… pero algo en ella no le agrado del todo, había en ella una ambición que le causo incomodidad, pero igualmente la saludo, dedicando su atención a Shizma, que le agradecía por mandarle hijos fuertes, más aún por el hijo que había traído orgullo a su familia y pueblo, que era Nabeun, algo que le hizo sonreir, pero su sonrisa se borró, cuando al voltear vio a Indir tomando del brazo a su guerrero, sintió un extraño impulso, un golpe en el estómago, su mirada se enfrió, se notaba agitado, confundido, no entendía que le pasaba, además que esa chica miraba a Nabeun de un modo… avanzó a ellos y tocó delicadamente el brazo de su guerrero, que ignoró a la chica para escucharlo

-estoy cansado- dijo con una voz aterciopelada, al menos para los oídos de otros, porque el rubio notó inmediatamente la tensión en ella, se despidió de su familia, soltándose del agarre de su amiga y llevando a Abriena hacia el templo, algunas sacerdotisas, de más edad les recibieron, ofreciéndoles las aguas termales del lugar

-¿se encuentra bien su alteza?- dijo Nabeun en voz baja para que sólo él le escuchara, Abriena no respondió, sólo afianzó más el brazo del que se sujetaba, como si pensara que se iba a dar la vuelta y dejarlo solo en cualquier momento, llegaron a las aguas termales donde se vieron forzados a separarse ya que igual que en el templo de la ciudad uno de los aseos era exclusivo para la deidad.

 

Abriena tomó un baño que le hizo olvidar su molestia, se encontraba más relajado cuando fue a su recamara, busco con la mirada pero no veía a Nabeun.

-¿mi guerrero?- preguntó con calma a las mujeres que le preparaban el lecho

-él se encuentra en la sala oeste del templo- dijo una de ellas

-él debe estar conmigo, llámenlo- ordeno con indiferencia, mientras jugaba con los pétalos de una flor blanca que estaba en un jarrón azul dentro de la habitación, que aunque pequeña a comparación de sus aposentos en el templo principal, era acogedora- ¿qué esperan?- dijo en el mismo tono cuando notó que las mujeres en lugar de obedecerle estaban murmurando entre ellas, las aludidas salieron haciendo una inclinación.

 

No tuvo que esperar mucho para que Nabeun llegara, más fresco después de un baño, aunque parecía estar algo preocupado, tocó a la puerta, pasando ante la autorización y cerrando el portal, Abriena estaba sentado en la cama, con un libro en sus piernas.

 

-su alteza- dijo al acercarse-¿me mandó llamar?

-si- dijo levantando su mirada y estirando sus brazos, lealmente, Nabeun lo estrechó con los suyos, disfrutando de tenerlo así, porque hacía varios días que no podía tocarlo frente a los otros soldados, así que se llenó de su aroma y su calor en esa oportunidad, el más pequeño buscó sus labios, con necesidad y hambre, entregándose a esa caricia hasta que sus cuerpos exigieron algo de oxigeno

-¿se encuentra bien?- preguntó, mirándole a los ojos- hace unos momentos lo noté molesto ¿está todo bien?

-nngh- la molestia volvió a las joyas doradas que tenía como ojos- no lo sé… cuando esa… esa mujer te tocó- llevó una de sus manos a su pecho- nunca había sentido algo así, sólo quería apartarla de ti… que dejaras de mirarla- dijo mirándole de frente con una expresión más humana que divina en su rostro- y que me miraras a mí- dijo confundido- no entiendo- expresó finalmente, volviendo a abrazarlo

-… ¿estaba celoso?- dijo y vio la sorpresa de su amante

- ¿celos? ¿Eso son los celos?

- sí, esos son celos

- bueno… pues es horrible- dijo escondiendo su rostro en el fuerte pecho de Nabeun

- no todas las emociones son agradables- le dijo, aún algo extrañado porque se hubiera puesto celoso de él… y más siendo Indir, a quién él veía como una hermana menor, pero no dijo nada, mientras le acariciaba el cabello

- ámame- dijo mirándole a los ojos con deseo, Nabeun sonrió, apagando las velas que eran la única iluminación regresó a su lado, abrazándolo, recostándolo en el suave lecho para amarlo con toda la dulzura que había en él, acariciándolo con veneración, transmitiéndole cuanto lo amaba con cada beso, cada recorrido de su lengua por su piel, con cada estocada certera y exquisita, con un juramento al momento del éxtasis, una promesa durante el segundo orgasmo que compartieron aquella cálida noche, durmiendo juntos y satisfechos en un lecho blanco y confortable.

 

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Dos días después Abriena pasó gran parte de la mañana recorriendo la aldea con el dirigente de esta, que presumía cada una de las riquezas del lugar, después de todo era un noble e igual que todos quería el trono y el poder, al parecer pensaba que la abundancia del lugar era gracias a él, algo que le causaba gracia a Abriena, porque si el quisiera podía quitarle la fertilidad de la tierra en cualquier momento… pero no iba a castigar a un pueblo entero por la estupidez de su gobernante.

 

Pero fue en el almuerzo donde su molestia llegó a un límite inigualable, el hombre empezó a hablar de las mujeres del pueblo con orgullo y de pronto dijo

 

-espero, su alteza, que tome en cuenta las recomendaciones que le haré el día de hoy- dijo el hombre con la misma voz melosa

-¿recomendaciones?- dijo Abriena ladeando el rostro, su plato estaba casi completo, sólo había comido los frutos, dejando vegetales y carne, en especial lo último no era de su agrado

-así es, ya sabe, para Nabeun- dijo e hinchando su pecho con orgullo ajeno continuó- tenemos buenas mujeres para ser su esposa, como la tradición lo obliga he elegido a una, la mejor y la he propuesto al templo principal- con cada palabra del hombre Abriena sentía más rabia, aunque su rostro seguía igual de impasible – debo decir que no tiene nada que ver que sea mi sobrina- dijo con su regordeta cara colorada llena de mentira- pero Indir tiene muchas virtudes que harán feliz al legendario guerrero y oh?

 

Abriena simplemente se había puesto de pie- no tengo interés en discutir ese asunto- dijo fríamente, caminando fuera del recinto, estaban en el pequeño templo, sin importarle lo que las sacerdotisas le decían caminó con prisa hacia a las aguas termales, alarmando a unas de las mujeres cuando entró a las designadas para Nabeun, pero una mirada fue suficiente para acallar sus idiotas balbuceos, entró atrancó la puerta y buscó con la mirada a SU amante, lo vio relajándose en el agua.

 

-Nabeun- dijo sencillamente y el hombre reaccionó a su voz, mirándolo algo extrañado, desde hace un momento el guerrero se sentía incómodo, no sabía que sus emociones estaban conectadas a las de su Dios por medio de la joya que marcaba su frente, intentó acercarse, pero Abriena le detuvo con un movimiento de su delicada mano morena, lo miraba desde abajo, dentro del agua y el Dios parado en el borde de la piscina- ¿en qué consiste la tradición de… de designarte una esposa?- dijo tratando de contener su enojo

-ah… bueno, se acostumbra que al guerrero se le elige una esposa, que se crea tenga las mayores virtudes, para asegurar que dé a luz a un heredero digno de la sangre del guerrero- mencionó sin dejar de mirarle, aunque no podía hacerlo muy bien por el vapor que llenaba el lugar

-y tu… ¿lo quieres?- dijo con una fría calma que le heló el cuerpo

-bueno… es mi deber dar un heredero a mi reino, para cuando yo muera- escuchó el sonido de telas cayendo al suelo y pisadas que se perdían en el chapoteo del agua

- entonces ¿quieres una mujer?- dijo y cuando se acercó Nabeun dio un paso atrás, en total y clara sorpresa, frente a él estaba su Diosa, DiosA, porque podía ver los pechos y la silueta aún más delicada y estilizada que nunca de la deidad- ¿qué?

-yo puedo dártelo… si quieres un hijo yo te lo daré… pero- se detuvo, llevando sus manos a sus ojos, como si acabara de descubrir algo que nunca había visto y tocó sobre sus pestañas- ¿qué es esto?

 

NAbeun vio sorprendido como miraba sus propias lágrimas, el agua le llegaba a la cadera y podía notar que se había convertido totalmente en mujer, supuso que era otro de sus dones, algún tipo de atributo que le permitía tomar la forma que quisiera, se acercó con cuidado, tomando sus manos y dándole un suave beso en estas.

 

-yo no necesito un hijo, así que regresa a la normalidad- le dijo con calma, sonriendo cuando vilvió a tener frente a él el cuerpo que ya conocía bien- ¿estás triste?

-… triste… si, creo que es eso… no quiero que te vayas con alguien más, no me importa lo que diga esa tradición, yo mismo la eliminaré si es necesario- decía con enojo y decisión- no voy… yo

-Abriena- le dijo, parando de golpe el discurso del moreno que lo miró sorprendido, Nabeun nunca le llamaba por su nombre, usaba títulos para referirse a él- no tienes que hacerlo… si te hace sentir mejor, hazlo- recapacitó- yo lo… Te Amo, a ti, no podría querer a alguien más del mismo modo ¿de acuerdo?- dijo pegando sus frentes y mirándole a los ojos, así fue como las dudas se disiparon de su corazón, porque veía incluso algo más que respeto y devoción en esos ojos celestes

- de acuerdo- dijo sonriendo y con un ligero brillo su cuerpo volvió a ser el de un varón, buscando sus labios, que le recibieron con gusto, alcanzando a comprender, un poco más lo que era el amor, después del beso que llegó a una intensidad maravillosa sus cuerpos pedían una mayor atención, casi un juramento de lo anteriormente dicho, por lo que sus manos no tardaron en recorrer el cuerpo del otro, Abriena tenía que contener gemidos al sentir sus pezones siendo estimulados por la lengua del guerrero, que lo tenía contra una de las grandes rocas del baño al aire libre, sujetándolo con fuerza de la cintura, bajando sus manos a acariciar con sus dedos el conducto que deseaba profanar, no encontró negativas cuando empezó a meter sus dedos lentamente, teniendo mucho cuidado de no lastimarle-aaah aaah nnnh sssi, ssi, Nabeunnn

- por favor sujétate con tus piernas- le decía acariciando los suaves muslos, esas piernas largas que le abrazaron, le aferraron la cadera, en un contacto delicioso e íntimo, siguió moviendo sus dedos hasta que lo sintió listo, para poder hundirse en su cálido interior, sintiendo las contracciones de los músculos que lo apresaban, los gemidos llenaban el cálido aire nocturno, mientras su cuerpos serpenteaban y se entregaban a un momento de placer, no, de amor, de eternidad, sus ojos se encontraban, al igual que sus labios, de los cuales sólo salían voces que prometían un mañana, el clímax los alcanzó en un apasionado beso, del que tuvieron que recuperarse con cierta dificultad.

 

Se quedaron así unos minutos, hasta que consideraron necesario separarse, mientras Nabeun se secaba vió maravillado una ráfaga de viento que rodeó al Dios, secando su piel y cabello, que se trenzó mágicamente, tal como había estado al entrar, se puso su ropa, esas telas delgadas y que dejaban vislumbrar su piel, al final parecía que sólo le había hecho compañía a su guerrero mientras este se bañaba

 

-deberemos inventar una excusa- dijo con una sonrisa

- a… diré que me pregunto sobre los xíes

-¿qué es eso?- dijo mirándolo extrañado, el pueblo había desarrollado cosas que él no les había enseñado, por lo que mucho de lo que veía era nuevo (n/a: imagínense explicarle a Jesucristo que es un Smartphone XD)

-un tipo de dulce frutal, estoy seguro que le gustara, de todos modos pensaba llevarlo mañana a los campos donde los hacen, tengo la esperanza en que le gustaran- le confirmó, viendo la mirada de oro llena de curiosidad

- está bien, entonces me voy- comentó y justo cuando iba a salir volteó a verlo- ¿sabes Nabeun?- y cuando el otro le dijo- lo de darte un hijo es verdad- y después de esto salió con su andar étereo, dejando atrás a un confundido rubio.

Notas finales:

Siguienteeee!!!


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