EPÍLOGO
Sus ojos ardían, la arena reflejaba el sol y era lo único que podía ver, se levantó y dio dos pasos pero la cadena en su tobillo lo obligó a detenerse
-suéltame- miró a la “serpiente” del desierto a la que estaba amarrado, era un enorme Wyvern que tenía un extraño temperamento relajado
-no
-estoy maldito, no volveré a comer carne humana, déjame ir- jaló su pierna, el wyvern ni se inmutó, cerrando sus ojos con indiferencia, lánguido bajo el sol
-dijeron que debía aprender algo de ti… ¿a qué? ¿a tomar baños de sol?
-no seas imprudente, jovencito
- ¿jovencito? - levantó la ceja ofendido
-oh, eres un bebé a comparación mía, así que siéntate y deja de hacer berrinche antes de que te lleve a volar colgando de mi cola- los ojos carmín de la criatura le advirtieron de que no estaba bromeando, se sentó después de suspirar molesto, cruzo sus brazos y miró a la nada, unos minutos después el Wyvern se levantó y empezó a andar, arrastrándolo por la arena en el proceso, se detuvo cerca de un asentamiento humano- una pequeña aldea ¿qué piensas? - escupió arena y se acomodó el cabello
-son insignificantes- a sus ojos los humanos eran sólo eso
-entonces necesitas observar más, no nos moveremos de aquí hasta que veas algo más que eso
- Tienes que estar bromeando- miró a los humanos, el wyvern volvió a acostarse en el sol, no, no era broma, se sentó y observó ¿qué se supone de debía notar? Eran sólo humanos, nada especial, realmente no entendía qué querían los viejos Dioses que aprendiera, los humanos estaban trabajando arduamente para levantar su campamento, llevaban animales cargados con lo que necesitaban para vivir, le parecían débiles, con desventaja ante todo lo demás que vivía en el mundo, bufó molesto y se recostó en la arena a dormir.
Los días pasaron lento en su condena, se convirtieron en semanas, en meses y en años, y entonces había entendido lo que debía aprender del wyvern… respeto.
-no eres grande por eliminar a los que crees que son débiles- el Wyvern le dijo tranquilo- porque son más fuertes en algo más, tal vez tienes magia y poder, pero nunca has conocido la calidez de una familia, el confort de la amistad, el consuelo de una pareja que es más que un amante, no tienen magia, pero conservan la comida, sacan agua de lugares inhóspitos, adiestran a depredadores, tienen tanta capacidad y aunque equivoquen a veces el camino, debes aceptar que son admirables
- si, tomé mi privilegio como una deidad como algo natural y ellos que no lo tienen, los considero en falta, pero también, a veces veía a las familias, el cómo padres sacrifican todo por sus hijos, las madres que no comen con tal de alimentar a sus hijos, los padres que terminan inválidos para asegurarles a sus hijos un futuro a través de su duro trabajo, no lo entendía, ¿Por qué sacrificarte por otros? Nunca lo he tenido, en mi ignorancia creí que eso los hacía débiles, cómo me gustaría saber qué es eso en realidad
-estás listo entonces para venir conmigo, te dejaré cerca de una pequeña ciudad, deberás esperar a que nazca, pero un guerrero irá por ti, él, será tu destino.
Estiró sus piernas en la arena, llevaba 20 años esperando, la cadena de su pie estaba enterrada en la arena, podía caminar y moverse, aunque no ir demasiado lejos, cerró los ojos, siempre atento, entonces escuchó los pasos de alguien acercándose, un joven guerrero le miró sorprendido
- si me ayudas a romper las cadenas con que me han atado y me das de beber agua, te convertiré en un gran héroe, noble guerrero- deseo con fuerza que el Wyvern tuviera razón, que pudiera conocer lo que nunca había conocido, de vivir y por fin poder sentir aquello que tanto había visto en esos años, porque una vida eterna, sin un objetivo, sin un deseo era demasiado abrumadora
Abriena sintió unas manos pequeñas en su rostro, despertó encontrándose con unos ojos tan similares a los suyos, la sonrisa desdentada le hizo reír
-buenos días mami- su pequeña Marleen, ahora de cinco años se subió a la cama haciendo un gran esfuerzo, el bebé que tocaba su rostro era Enoch, su segundo hijo que ya tenía 10 meses
-buenos días, mi cielo- se recargó en la cabecera y los abrazó a ambos, no entendía por qué había soñado con algo tan lejano, pero era increíble comparar lo vacío que se sentía en ese momento a lo feliz que se sentía ahora, rodeado de una gran familia y de amor
-Tío Abena- como una tormenta, Bruno de 2 años entró corriendo, seguido de Safiro
-hola, Bruno-
- Cariño, se toca la puerta antes- se disculpó con una sonrisa- Nikhel está abajo, Issacar y él están haciendo el desayuno
- oh, eso tengo que verlo- Abriena Abrazó a su niño y llevó de la mano a Marleen, abajo Issacar defendía su derecho a usar todo el queso que quería, mientras Nikhel le explicaba que no podía simplemente llegar y vaciar el refrigerador, ya antes habían discutido porque el dragón se había acabado las paletas heladas del rubio, Iara reía divertida, acomodando el cabello del niño de 6 años que ella y su esposo habían adoptado, los gatos que Abriena había adoptado estaban tumbados a la mitad del pasillo, tomando el sol, Sachie sonreía relajado viendo a su enorme familia, él y Abriena compartieron una mirada, una sonrisa, si, su familia podía ser caótica a veces, pero era hermosa.
Nikhel dejó de discutir y se acercó a besar a su pareja y mimar a sus hijos, miró los hermosos ojos de oro líquido que eran su vida entera
-¿sabes? - le dijo acariciando el rostro de Abriena- moriría mil veces y renacería mil y una más, con tal de volver a encontrarte- sello sus palabras con un beso, la deidad sonrió, el rubio había leído su mente, la vida era buena, la vida, sin duda alguna, valía la pena
- Yo también te amo