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Abtra-erel, la joya de sangre por LaYoska

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Notas del capitulo:

TT_TT no me maten, habia olvidado esta historia, a pesar de ke ya tenia el capitulo escrito jojojo

cuanto lo lamento en serio, pero ahora si, le sigo, disfruten

Nabeun entró a la carreta, nervioso, sintiendo su corazón latir rápidamente, Abriena se acercó y le quitó lentamente las correas que sujetaban la armadura de cuero, quitándosela con esos dedos largos, que casi ardían sobre su piel, le empujó de los hombros hasta recostarlo, acariciando sus brazos, subiendo de nuevo hasta su pecho, Nabeun tomó las delgadas muñecas, sin fuerza, mientras sentía ese cuerpo cálido y delgado ondular contra el suyo, emitió un gemido casi ahogado al sentir sus caderas rozar.

 

Lo deseaba, de algún modo, lo deseaba, a ese humano leal, valiente NUNCA en su vida había deseado a alguien, siglos y siglos habían pasado, y el mundo siempre había sido frio, existía, cierto, era bello, pero no le hacía sentir nada pero entonces por qué ahora?

 

-Su alteza...- la voz de Nabeun le despertó de esa lluvia de ideas, el hombre le miraba seriamente aunque con la voz entrecortada e incluso algo ronca ¿qué demonios le estaba pasando?

-... lo siento, guerrero...- dijo suavemente y tomando una de las mantas lo puso sobre su espalda, estirando sus brazos y a Nabeun le parecieron las alas de un ángel rojo, que lo cubrió calidamente con su cuerpo y alas.

Y el guerrero sintió una increíble calma cuando Abriena, ese pequeño y cálido ángel le acariciaba el cabello, sus ojos se cerraron con una pesadez que no creía que podían tener y cayó en un sueño profundo al escuchar una dulce canción a su oído, Abriena le cantaba con una voz que parecía el viento, que parecía la calma del paraíso, así fue como el general durmió como nunca lo había hecho en toda su vida.

Afuera algunos de los hombres se preguntaban porque la Diosa había mandado llamar al general y ahora no salía de la carreta y un fuego oscuro crecía en sus corazones.

 ----

Al día siguiente la mañana iluminó el camino a seguir, Nabeun se despertó aún con el cuerpo cálido sobre él, le observó, sus brazos habían estrechado la delgada cintura y sonrió besando la frente de Abriena. Lentamente dejó al dormido chico recostado en la carreta, entre cojines suaves que se amoldaban al cuerpo, se puso la armadura y salió de ahí, indicándole a los hombres seguir.

- vamos, tenemos que seguir nuestro camino aún nos faltan unos cuantos días de viaje

- si, señor- dijeron los hombres, algo sorprendidos de verlo tan despejado.

- Míralo, seguro que se dió gusto con la diosa- decía en voz baja uno de los hombres.

- cállate el general no haría algo así...

- general o no, es hombre! que alegre se ve esta mañana ¿no crees?

- bueno... si...

 - el maldito... bueno ¿si el puede darse gusto porqué nosotros no

- je, je, en eso te doy toda la razón, tal vez también deberíamos acceder a "los favores" de la diosa.

- si, sería perfecto!- dijo el otro sonriendo junto con otros tres de sus compañeros, caminaron todo el día.

Abriena miraba desde su carruaje el camino, cuando estaba anocheciendo pararon en un claro del bosque, Nabeun se acercó al carro donde iba

- Su alteza desea algo de comer?

- … no lo necesito gracias

- Eh?

- Me alimento d ela energía a mi alrededor

- Oh vaya- dijo con una estraña desilusión, ya que quería llenar de atenciones al delicado chico

- Pero…- Abriena sonrió haciendo que el otro le mirara- me agrada el sabor de la fruta

- Ah, en un momento le traeré algunas- Nabeun sonrió, tomó a algunos de sus hombres para ir a recolectar algo de comida, algunos preparaban un estofado de carne, otros fueron a llenar recipientes de agua mientras otros se quedaban haciendo guardia, siendo estos últimos los que por celos y envidia querían recibir los “favores especiales” de la diosa

Abriena había salido de su carruaje y estaba debajo de un hermoso árbol que no tenía una sola hoja, sino sólo flores, pequeñas flores de color violeta que llenaban su alrededor con pequeños petalos, tocaba las pequeñas flores con delicadeza, cuando escucho a alguien detrás de él que venía acompañado de una sensación de ansiedad

- No debería salir sola su alteza

- Confío en los hombres que están a mi servicio

- Oh, cierto, en especial en Nabuen ¿no es así?

- Abriena detecto la acidez en aquellas palabras, volteando a ver a su interlocutor - Y qué si es así- dijo con una mirada fría, que no hizo más que encender la furia de aquellos hombres

- No es justo… nosotros también le somos fieles su alteza

- Es verdad, sin embargo no nos trata igual que a él- dijo uno de los hombres estirando su brazo cuando estaba a punto de tomar el hombro de la diosa se detuvo en seco

- No te he dado permiso de tocarme…- dijo en un tono frio, y volteó a ver a los hombres con una frialdad en sus ojos que los hizo dar un paso atrás- si valoran su vida, nunca jamás se atreverán a hacer algo así…- un extraño brillo en sus ojos y los hombres corrieron hacia el campamento justo cuando el general llegaba, se arrojaron a sus píes pidiendo disculpas y confesando sus crímenes (n/a: ne creyeron que Abriena sería una “dama en apuros”? muajajaja para nada)

- Deberían estar avergonzados, a partir de este momento no tienen permitido acercarse a la diosa- dijo con severidad a sus hombres

- Nabeun…- la voz de terciopelo sonaba con un extraño eco, casi como un trueno a la mitad de la noche, haciendo que todos y cada uno de los hombres temblaran de pies a cabeza, pero la diosa simplemente dio la vuelta y entró en su carruaje, Nabeun tomó una de las pequeñas cestas con frutas y entró en el carruaje

- Su alteza- Nabeun se acercó al delicado y calido cuerpo, pero no lo tocó, notando molestia en su mirada… pero no sólo eso, podía ver en sus ojos que se sentía traicionado- lamento haberle dejado a solas… es mi culpa que esto pasara- dijo causando que Abriena lo mirara con sorpresa- pero disculpe a mis hombres, le prometo que no volverá a suceder…

- Nabeun- la voz de la diosa se volvió tranquila, incluso risueña- entonces no te atrevas a dejarme solo de nuevo- dijo tomando el rostro con sus delicadas manos- por algo tienes esta joya en la frente… tu estás destinado a estar conmigo

- Si su alteza- dijo inclinando su rostro como señal de obediencia

- Realmente- sonrió sin terminar la frase, depositando un beso sobre la marca de nacimiento de Nabeun, haciendo que una corriente eléctrica le recorriera desde ese punto hasta el resto del cuerpo

- ahora quiero algo de fruta- dijo con una sonrisa suave, mientras el otro sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, realmente… tenía que controlarse… Abriena esa una Di… un Dios y el sólo un sirviente

Notas finales:

n_n espero les haya gustado jajaja

 

prometo que seguire, seguire, solo paciencia por favor


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