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Amor, No Amor Narciso por Zomalia_26

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Notas del capitulo:

¡Woooorales! Esto se puso bueno XD Me alegra que hayan leído el comienzo y decidido quedarse para el siguiente acto ^^ Espero que se de su agrado y se agradece a aquellas personitas que han dejado reviewsitos alimentando mi felicidad y versatilidad de mis deditos.

Ante ustedes: Acto I.

¡¡COMENCEMOS!!

Primer Acto

Abrió lentamente sus ojos, su vista era escasa y difusa. Lo primero que logró distinguir fue su mano agarrando firmemente el brazo viejo y demacrado de alguien. Se incorporó en la silla donde hacia momentos descansaba. Observó su alrededor y distinguió las paredes blancas, aquella máquina que no detenía sus pitidos, la cama donde yacía aquél del que no deseaba separase. Su vista se centró en la cara cansada de dicho hombre: su padre. Portaba un respirador artificial, varios cables que monitoreaban sus signos vitales y un tubo con una sonda, todo conectado a la máquina que tanto había molestado su sueño.

Se pasó la otra mano por su cara, restregando sus ojos que se encontraban hinchados y ojerosos. Soltó un bostezo. Se paró y caminó hacia la única ventana del cuarto, la abrió y las desgastadas cortinas comenzaron su lánguido movimiento, producto de la suave brisa que entraba. Su cabello se movió al compás del viento, suavemente; su cara se refrescó, como si una pequeña porción de ese cansancio acumulado se esfumara. Volteó a mirar a su padre. Aquél ser que tanto tiempo fue su inspiración, un hombre sin límites, un policía activo y justo… ahora no era más que un cuerpo decrépito, debatiéndose entre la vida y la muerte. No era posible.

Bajó su cara, sus cabellos cubrieron sus ojos y una simple gota cayó de entre lo desconocido hasta llegar al suelo, donde se esparció muriendo. Regresó su mirada a la ventana, ahora su rostro parecía más cansado que unos momentos atrás; el peso de los crímenes se reflejaba en éste, en su ser. Apretó fuertemente sus manos, mientras varias lágrimas salían siguiendo a la primera y caían al suelo como aquélla.

“Esto es lo que me gano, esto es lo que provoco, ¿no es así padre?,” pensaba el joven mientras el llanto silencioso se hacía más denso, más fuerte. “Ahora, tú eres el que debe de pagar por crímenes que yo cometí. Yo tengo la culpa.” Sus lloros cesaron. Alzó su rostro y caminó decidido al lado del moribundo. Tomó sus manos entre las suyas y lloró solo una lágrima más. “Pagaré por mis crímenes, te lo prometo”. Fijó más su vista en la cara de su padre.

-Lo siento- soltaron su labios suavemente.

De repente, la puerta sonó sutilmente, ingresando al reducido cuarto una enfermera joven, rolliza y de cara bonita. Detrás de ésta venían dos caballeros, uno de ellos ataviado en un traje color gris oscuro y el segundo en un conjunto de jeans con una playera de manga larga color blanco; ambos centraron su vista en el joven que estaba a un lado de la cama. La enfermera caminó dulcemente a su lado, justo al costado del paciente, y tomó nota de sus signos vitales al mismo tiempo que checaba los aparatos y el suero. En un momento, volteó a mirar al joven, que respondió centrando su mirada en ella. Ésta le dedicó una tierna sonrisa a modo de saludo.

-Buenos días, joven Yagami.

El aludido contestó al saludo con una simple inclinación de cabeza. Al parecer, la enfermera se sintió servida y profundizó su sonrisa, mientras checaba la sonda del paciente.

Light Yagami, el estudiante número uno de todo Japón e hijo del moribundo capitán de la policía parecía haber envejecido a la carrera. Su tez se veía descolorida, falta de alimento; sus parpados hinchados, el constante sollozo por la noches; sus profundas y marcadas ojeras, el desvelo constante. Vestía unos pantalones de lana holgados color negro, junto con una playera bastante arrugada de color azul cielo. Sus cabellos desordenados y visiblemente necesitados de un baño daban el último toque a la creación de un joven notablemente anciano.

Los dos hombres que hasta ése momento se habían quedado junto a la puerta, rodearon la cama y se posaron en el lado contrario de la enfermera y el joven, colocando su atención en el señor Yagami. Mas uno de ellos dejó de atender el estado del señor para ver al joven.

“Se ve que no la has pasado nada bien, Yagami Light.”

-Bueno, al parecer todo está bien por el momento- dijo la enfermera mirando a los hombres alternadamente. Caminó rumbo a la puerta. –Señores, ya saben que a las 4 termina la hora de visitas. Mientras tanto, ocúpense del otro que no necesita de medicamentos- terminó. Les sonrió una última vez y salió del cuarto.

En la estancia quedó una extraña mezcla de angustia, pesadez, tristeza e irracionalidad. Las tres personas activas permanecieron calladas y estáticas, mientras dirigían su vista hacia el viejo o hacia la misma nada. Light fue el primero en reaccionar, su volvió a sentar y recargó su cabeza en la orilla de la cama, aquella triste y monótona cama que albergaba a su padre, por el cual sentía un enorme amor y respeto.

-¿Cómo han estado las cosas, Ryuzaki?- cuestionó Light sin cambiar su posición.

-Seguimos investigando los casos de los asesinatos. Al parecer, Kira sigue sin moverse- respondió el aludido escudriñando al hijo.

-Ryuzaki tiene razón. Tal vez Kira murió o ha decidido detener sus crímenes- soltó con alegría el otro hombre, el del traje gris.

-En dado caso, Sr. Matsuda…- Ryuzaki giró su rostro y lo centró fijamente en el hombre que lo acompañaba –nuestro trabajo se complicaría bastante, pues tendríamos que encontrar a Kira, o su cuerpo, durante su inactividad. Y si su rastro se ha detenido, las pistas serían más escasas y, por ende, su captura más complicada. En resumen, si Kira se ha detenido, nuestro porcentaje de capturarlo decaería un 13%- contestó el detective, mirando de reojo las reacciones de Light.

-Pe… Pero si Kira ha muerto…

-Es algo que no deseamos, Sr. Matsuda- declaró Ryuzaki de manera fría –Nuestro deber es encontrar a ese criminal y hacerlo pagar por sus asesinatos- terminó viendo a Matsuda, pero al mismo tiempo, captando el espasmo involuntario que hizo Light al escucharlo. “Yo sé lo inevitable, Yagami Light, no creas que esto te dará alguna indulgencia.”

-Bu… Bueno, esto no es algo que debamos discutir aquí, ¿verdad Light?- acotó el mayor riendo nerviosamente.

Light permanecía con la cara oculta en la cama, no deseaba moverse, estaba tan cansado… Ya habían pasado 5 días desde el suceso, y en ningún momento se había separado de su padre, y su cuerpo ya resentía eso y se le notaba con creces. Desde aquel momento juró que no se despegaría de su padre y cuando él se hubiera recuperado, él mismo se entregaría ante éste, le confesaría todo y se pondría a su disposición. Lo que deseara para él, lo aceptaría sin replicar nada, absolutamente nada. Fue justo entonces cuando se cuestionó algo.

-Ryuzaki…- alzando la cara para ver al nombrado -¿a qué se debe que hayas salido del cuartel?- Interrogó con clara curiosidad.

Los ojos de Ryuzaki destellaron por un momento. Encorvó todavía más su cuerpo y metió las manos en los bolsillos, como tratando de restarle importancia al asunto. Dirigió su vista a la cara del Light, como tratando de herirlo con la mirada. Por un instante, mínimo y casi imperceptible, Ryuzaki sonrió… un diminuto gesto humano que pasó desapercibido por Matsuda, incluso por el propio Ryuzaki; sin embargo, Light alcanzó a verlo y esto lo descolocó, más no lo demostró.

-Pues… Verás, Yagami Light. Dado que Kira ha cesado su actividad y tú te hallas en esta precaria situación al mismo tiempo, el porcentaje de que tú seas el verdadero Kira ha aumentado un 3.4%. Por ello, se me hace necesario que regreses al cuartel para poder mantenerte en vigilancia.

-¡Ryuzaki!- exclamó el mayor -¿Qué no ves que el capitán Yagami se halla mal? ¡Light lo único que quiere es estar al lado de su padre!

-¡Matsuda!- lo miró fieramente –Señor Matsuda, considero que lo mejor es que Light regrese con nosotros. Ya ha tenido suficiente tiempo fuera. Además, él debe saber que su estancia aquí es inútil, el hecho de que permanezca junto a su padre no influirá en nada.

-¡Pero Ryuzaki!

-Está bien, Matsuda.

-Pero… Light…- el mayor miró al joven. Sí que era el hijo de su capitán. El nunca había considerado tener hijos, pero si tuviera uno, desearía que fuera como aquel muchacho que ponía sus deberes ante todo.

-Está bien, Matsuda. Gracias por su preocupación- Light alzó su rostro y le sonrió. Era una sonrisa cansada y demacrada, pero al fin y al cabo una sonrisa de agradecimiento total.

“Demasiado bello…” pensó Matsuda, sorprendiéndose inmediatamente ante esta clase de pensamientos. ¡Era el hijo de su capitán a quien estaba calificando!

-Bueno, Yagami Light, ¿nos vamos…?

-Ryuzaki- fue directo, corto, casi insonoro -¿Pueden dejarme unos momentos a solas… para despedirme?

El prestigioso detective no dijo nada. Dio media vuelta y regresó sobre sus pasos, alcanzando la perilla de la puerta y saliendo por ésta; sin embargo, había algo curioso en su movimiento, como si estuviera ligeramente feliz por algo… ligeramente. Mientras tanto, Matsuda permanecía de frente a Light, contemplándolo. Sabía que debía retirarse pero algo se lo impedía, aquel muchacho con años demás portaba un cansancio atroz, pero al mismo tiempo, demostrando una determinación feroz. Era una mezcla extravagante. Yagami Light era una persona extravagante.

“Tal vez en el cuartel pueda descansar todo lo que no ha podido aquí. Tal vez sea mejor así,” pensó, tratando de autoconvencerse que retirarlo del lado de su padre no era lo peor que pudiera hacer. Vio sus ojos una última vez, reflejaban tristeza, una pequeña chispa de felicidad [“Seguramente sea por saber que su padre va mejorando”] pero también otro sentimiento que no pudo descifrar. Suspiró pesadamente, le dedicó una sonrisa y siguió los pasos del otro joven. Justo antes de salir, apreció una última vez aquel bello cuadro: padre e hijo, enfocándose en este último.

“Definitivamente, hermoso.” Y salió.

Estando solo, Light volvió a derramar tres solitarias gotas que se negaron a desprenderse de su piel, llegando al mentón y permaneciendo ahí. El pitido de la máquina continuaba sin cesar, la respiración del hombre era lenta y pausada. Aquél era el simple vestigio del fuerte y valiente hombre que fue su padre en alguna época. Apretó fuertemente sus manos, sus puños empezaban a quedarse blancos por la presión. Sus brazos estaban tensos y caídos.

“No puedo permitir que Ryuzaki sea mi verdugo. No puedo… Eso es derecho exclusivo de ti, padre mío.”

Yagami Light, el estudiante número uno de todo Japón, era el verdadero Kira, el enemigo de su padre y el único culpable del presente estado de éste. Ahora le tocaba evitar con mayor fervor que  nunca el hecho de que Ryuzaki lo encontrara culpable, pues debía pagar su deuda en primera instancia contra su propio padre. Era lo único con lo que podía compensarlo.

Aflojó sus brazos, cogió el olvidado suéter que descansaba en la solitaria silla de aquel cuarto. Caminó decidido hasta la puerta, la abrió y dirigiéndole una última mirada a su moribundo padre, salió de aquel lugar sin mirar atrás, solo para afrontarse a una verdadera batalla para evitar que Ryuzaki se enterara de su identidad.

O-O-O-O-O-O-O-O-O-O

Era un Audi color negro. Se movía rápidamente por aquella infestada ciudad, evitando el tráfico lo mejor posible. El chofer mantenía su mirada fija en la calle, transportando a sus pasajeros hasta su destino. El asiento del copiloto estaba ocupado por Matsuda, quien seguía inmerso en sus cavilaciones creadas por ciertos calificativos hacia el único hijo de su capitán. Todavía no podía explicarse el por qué de dichas reacciones ante la perspectiva de Light, pero es que no podía detenerse y dejar de pensar en la hermosura que éste le presentaba; era como ver a un héroe griego en un estado vulnerable, siendo un mismo dios éste para pasar a un estado humano completamente.

En el asiento posterior, Light se hallaba inmerso en un denso silencio desde que salió del cuarto del hospital. Se había subido al coche sin protestar en lo absoluto y desde entonces se quedó viendo fijamente la ventana, sin ver nada en realidad. Llevaba puesto su suéter, pues debido al cielo nublado, el clima iba descendiendo poco a poco.

A su lado, estaba sentado en su habitual pose Ryuzaki, comía animadamente un pastel de fresas y tenía en su regazo una bolsa de dulces. No prestaba atención alguna a sus compañeros, a la calle, a nada que no tuviera que ver su delicioso pastel. Aunque, sin previo aviso, detuvo sus acciones alimenticias; enfocó su vista en su compañero de asiento sin girar en lo más mínimo su rostro. Sólo lo contempló estático, en silencio, inmerso en su investigación.

“Yagami Light… La única persona capaz de ser Kira, la única persona capaz de ponerse a mi nivel, la única persona capaz de…” Su mirada se intensificó. Era absurdo, algo debía de estar ocurriendo. Sin embargo, la situación le era completamente desconocida, en toda su carrera nunca le había sucedido aquello. Era cierto que sus ciclos de sueño estaban bastante trastornados en referencia con la gente común, pero de ahí a que no tuviera la simple oportunidad de llegar a dormir sus escasas 3 horas… ¿o normalmente eran 4? Ya no recordaba aquello. Ya no. Lo único que podía recordar de sus noches eran esas extrañas ansias que siempre le evocaban a Yagami Light. No, más bien, al caso Kira.

Volvió su vista hacia su pastel de fresas. Sonrió por dentro. Debido a esta falta de descanso, su consumo de glucosa se había duplicado o triplicado, y eso había preocupada mucho a Watari. Seguramente, no era nada de qué preocuparse, debía de ser su impaciencia por terminar este caso que ya se había aplazado demasiado.

-Demasiado…- Mordió su cuchara suavemente. Su pastel ahora parecía haber perdido su excelencia.

Miró de reojo a Light y se encontró con la mirada de éste. Negro contra avellana. Criminólogo contra criminal. Pero había algo raro, Ryuzaki lo notó. Los ojos de su sospechoso tenían dos planos: el primero dolido, cansado, como arrepentido; mientras el segundo… un destello de muerte era lo único descriptible en el posterior. Ryuzaki sintió una corriente recorrerle… un espasmo que acabó en su estómago, comprimiéndolo. Light volteo su vista y siguió observando la calle, perdido por completo.

Mas, Ryuzaki no salía de su shock. Sudó frío, sus ojos se dilataron una pequeña fracción y sus pulmones dejaron de funcionar por un segundo. Sintió terror. Tragó de inmediato y su cuerpo recobró su sentido. Rápidamente, giró su rostro y se fijó en su mano, estaba temblando y por ello, su pastel fue a dar al piso del carro. Escuchó unos débiles sonidos. Se dio cuenta que eran sus dientes tiritando contra la cuchara. La soltó al instante. Cerró sus ojos y respiró profundamente.

“¿Qué fue eso? ¿Qué rayos me pasó?,” se cuestionaba. El increíble detective internacional Elle Lawliet había sido descolocado por una simple mirada, por una simple mirada. “Rayos, debo de estar cansado, eso es todo. Mi cerebro debe de haber tenido alguna especie de contrariedad debido a la falta de descanso y el inmediato incremento en el azúcar. Fue simplemente algo fisiológico, nada más.”

Dejó el plato vacío a un costado suyo, luego lo acompañó con la cuchara caída en batalla. Volvió a tragar para eliminar cualquier rastro de lo sucedido y fijó su mirada en la calle, como su acompañante, para descubrir, o tan siquiera intentarlo, algo que llamara su atención y olvidarse de todo. Perderse completamente.

Pasaron sólo unos segundos y los ojos de Ryuzaki volvieron a centrarse en su martirio. Lo delineó secretamente con la vista: sus cabellos cubriendo su rostro, sus hombros tensos, su cansada espalda, sus fuertes brazos, sus manos rígidas… Algo llamó su atención. Una pequeña gota cristalina se aventuraba desde lo desconocido de su rostro hasta estrellarse en su mano. Solo fue una, no hubo otra más.

“Kira… ¿llora…?”

No supo por qué, pero ese cuestionamiento lo hizo sentirse… extraño. Algo nuevo que atribuirle a Yagami Light, después de todo.

“Pues no importa si imploras perdón, serás castigado, Kira,” pensó el pelinegro. Volteó a ver la ventana y no regresó su vista una sola vez más, ni pronunció cosa alguna. “Serás castigado, Kira.”

O-O-O-O-O-O-O-O-O-O

-Sr. Ryuzaki, bienvenido- dijo amablemente Watari al ingresar el trío en el salón principal del cuartel.

Los monitores se hallaban apagados, la estancia estaba vacía completamente aunque, se sentía una especie de ansiedad en el ambiente, como si las mismas máquinas hubieran resentido la breve separación de aquellos que se dedicaban a la investigación.

Light se mantuvo sereno, observando la estancia. Tantos recuerdos que le llegaban a través de esa  atmósfera. Recorrió con su vista todos los paneles, los teclados, los monitores, las sillas… Eso sí que sería una verdadera tortura, ¿no es así? Divisó las escaleras del fondo.

“Supongo que deberé regresar a mi cuarto, todo sea por la vigilancia,” pensó nostálgicamente. Todo esto pudo haberlo evitado, mas no fue así. Simplemente cayó en el pecado humano y dejó que fuera su orgullo y prepotencia lo que terminara condenándolo y condenando a todos aquellos a los que quería y respetaba, empezando por su propio padre. Inspiró y comenzó su camino rumbo a las escaleras.

-¿A dónde vas, Yagami Light?- interrogó secamente Ryuzaki.

Lo miró por un momento, tratando de transmitirle algo por medio de la vista. –A mi habitación, Ryuzaki. No sé si se me note, pero de verdad necesito descansar un poco. Además, así tú puedes mantenerme en vigilancia, ¿no te parece?- le respondió con un toque de ironía entremezclada con tristeza. –Con permiso- soltó por último, reanudando su andar.

-¿Sabes…? No me parece.

Light detuvo abruptamente sus acciones. Giró el rostro para encarar al detective, éste lo veía fijo, retándolo con la mirada. Algo llenó al castaño, un enorme deseo de soltarle un puñetazo a ese escuálido hombre que se sentía poderoso por sobre él, por sobre todos. Giró completamente su cuerpo y caminó con intensiones de externar sus deseos contra aquél, contra ése que simplemente había venido a arruinar todo, a invertirlo por completo, a derribar todo lo suyo. Aquél muchacho de su edad al que no podía vencer, el que por más que trataba, siempre lo alcanzaba.

“El único rival de Kira.”

Se detuvo abruptamente. Ryuzaki ni siquiera se sorprendió. Dos metros separaban a los dos jóvenes, que ante las miradas de Watari y Matsuda no hacían o decían nada. Se miraban a los ojos, otra vez la batalla de la castaña contra la negra. Light sabía lo que esto significaba: el simple preludio del Infierno en su día a día... nada más.

-Este… Light… Ryu… Ryuzaki, Light de verdad necesita descansar. Digo, 5 días en el hospital no le hacen bien a nadie, ¿verdad?- Matsuda reía nerviosamente, un intento de amenizar un poco la atmósfera que se había vuelto incómoda. –Es mejor que Light vaya a descansar, al fin y al cabo, su habitación está monitoreada. No pasara nada- sonrió, todavía nervioso, mientras veía al muchacho de cabellos negros.

-Nunca he dicho que Light no pueda descansar, Sr. Matsuda- le dirigió una mirada fría, gélida, que descolocó al mencionado. –Sólo que no será en su habitación, sino en la mía- acotó al tiempo que veía como Light se mantenía inmune ante aquel comentario. –Volveremos a quedar encadenados, si no te agrada la idea, no es problema mío.

-…- su silencio dejó insatisfecho al locutor.

-Así que, Watari, ¿puedes proporcionarme las esposas?- le señaló a su mayordomo, que sin esperar ni un segundo más, abrió una de las cajoneras que estaban en un extremo de la habitación y extrajo unas esposas relucientes, de una longitud de alrededor de 2.5 metros. Se la tendió a Ryuzaki que, al momento, cerró una en su muñeca izquierda. Caminó lentamente hacia Light y tomó su brazo derecho, cerrando la otra esposa en su muñeca. –Listo.

Light cayó en el recuerdo. Esas esposas lo habían mantenido unido a Ryuzaki por alrededor de 2 meses… Esas esposas llevaron a la desesperación a su pobre padre… Esas esposas fueron el detonante de todo… Esas esposas fueron la introducción a la catástrofe de la cual fueron protagonistas él y su padre… Esas esposas…

-Yagmi Light, ¿qué te ocurre?

Volvió en sí, miró al detective que lo miraba con ¿preocupación? “No, nada de eso.”

-Sí, claro… ¿Podemos subir ya?

-Por supuesto- respondió secamente. Ciertamente, justo después de cerrar esa atadura en su muñeca sintió como si Light hubiera desaparecido, su esencia. Vio sus ojos y encontró solo vacío, mas en el fondo de estos, vio ese resplandor de muerte ahora cargado de sátira; no supo determinarlo.

Ahora ambos jóvenes subían las escaleras callados. El pelinegro adelante, encorvado, despacio, sin molestia alguna; el castaño como ido, pausado y cansado. Ambas piezas claves en la develación del peor caso que haya sufrido Japón subían unas escaleras ante la mirada atenta y callada de dos hombres. Ahora lo único que quedaba era ver cómo se comportarían los dos, uno con una convicción más fuerte aún de castigar al criminal Kira, el otro con el alma destrozada por su padre y con mayores sospechas por parte del primero.

“Me preguntó por qué lo habrá hecho… ¿Por qué el capitán Yagami huyó con su hijo…? ¿Y cómo fue que terminaron las cosas así…?” pensó sumamente consternado el policía, recordando los sucesos que habían acontecido hacía unas dos semanas. La escena del ascenso simplemente lo sacaba de lugar, no sabía cómo interpretar nada, todo parecía un verdadero misterio ahora.

-Sr. Watari…- dijo Matsuda en apenas un hilo de voz. El aludido giró su rostro -¿Puedo pedirle un favor muy grande?

Silencio.

-Por favor, vigílelos desde muy cerca, por favor.

Watari se sorprendió bastante de la petición de Matsuda. Era cierto que ante todos los demás Matsuda parecía el más inútil, sin embargo, él era quien podía observar todo desde una visión externa. “Tal vez él se haya dado cuenta…” se cuestionaba el mayordomo.

-No tiene que hacerme esa petición. Yo lo hago de todas formas.

Matsuda sonrió, luego lo acompañó Watari. Era cierto, él siempre observaba de cerca a su señor. Ahora también le tocaba observar de cerca al joven Yagami, y lo haría, pues no se podía equivocar con respecto al detective. Ahora, más que nunca, ese chico de cabellos castaños representaba un problema enorme para su señor… “Un problema negativo,” concluyó. Emprendió su camino a la cocina, seguramente, al terminar de dormir, Ryuzaki querría comer algo dulce; y si su insomnio continuase, eso sería más pronto que nunca.

Matsuda vio como Watari salió del salón, dejándolo solo. Miró todo lo que había en aquel salón. Tantas cosas había pasado por el simple hecho de salir unas horas, ¿no es así Matsuda? Exhaló cansinamente y se acostó en unos de los sillones de estancia, claramente con intenciones de dormir.

“Probablemente, esto haya sido lo mejor. Light necesita descansar.” El sueño iba apoderándose de él. Ryuzaki no había sido el único en el cuartel con problemas para dormir… “Aunque, ese cansancio no te viene nada mal…” Matsuda seguía cayendo en la inconsciencia, poco a poco, lentamente. “Al fin y al cabo, te hace ver definitivamente… muy hermoso, Light… Yagami…”

Notas finales:

*o* Quedó medio raro... Así como ¿qué onda con Yagami padre? Y, y... ¿Ryuzaki temiendo a Light? ¿¡¿MATSUDA ENAMORADO?!? Oo...

Las respuestas a éstas y más interrogantes, sólo aquí: en su estación favorita, ¡Zomy-canal! XD

Bueno, bueno... ¿reviews? Denme mi pan de cada día, no me desamparen ni de noche ni día, ¿chipi? ^^

Se cuidan, pequeños.
Atte. Zomy-chan


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