"Te marchas tú...
verdes son los sauces,
largo el camino"
Iwaki fingía prestar toda su atención al libro de Haikus de Yosa Busón, pero al llegar a estos versos de despedida que evocaban inmediatamente a Katou sintió su fortaleza quebrarse y sus ojos llenarse de agua.
El señor Taira, sentado a su lado mantenía un gesto serio y ensimismado sin aún emitir su juicio sobre lo ocurrido en las últimas horas con el esclavo.
Por fin, dio un suspiro largo que indicaba su decisión de empezar una conversación seria con el heredero.
- Prometido, mío...
- Mi señor...
En un ademán tranquilo y con respeto colocó los dedos bajo la barbilla de Iwaki para explorar la profundidad de sus ojos.
- ... necesito una respuesta real, que aleje las dudas que me están atormentando. Sé que quizás éstas interrogantes sean un insulto terrible a tu inocencia... pero los celos me asesinan, la figura de ese joven y la forma en que...
Kazuo Taira se detuvo por que sólo recordarlo le producía un gran dolor.
- ... esa manera envidiable de expresar con tanta firmeza sus sentimientos... en ese momento... me di cuenta que aunque era de clase inferior merecía ser amado por usted, por eso empecé a temer, por que si hubiera alguien en este mundo capaz de hablar a su corazón dormido creo que sería ese hombre...
Iwaki resistía en su piel de hielo aquel despiadado interrogatorio.
La profundidad abismal de su mirada no revelaba absolutamente nada. Era una divinidad enigmática y bella.
Taira luchaba por encontrar un rastro de odio, amor, dolor o tristeza sin poder hacerlo.
"Ni siquiera yo puedo aproximarme un poco... y mientras más busco en tu rostro, sólo veo lo que deseo ver, nada más"
Derrotado le abrazó.
- Perdóname por haberme atrevido a insinuar siquiera... que tú... mi prometido...
Iwaki se dejó abrazar.
- Olvidemos este asunto - dijo con voz lejana -
- Así sera... pronto estaremos en el palacio de los Taira y dejaremos esto en el pasado.
El noble empezó a subir sus manos lentamente por la espalda del azabache.
Entonces sintió aquello que estaba intentando negar desesperadamente.
El cuerpo de Iwaki Kyosuke le rechazaba.
Sus caricias no despertaban en su blancura moldeada por la luna una atracción que lo ligase a él, los labios de Iwaki podían decir lo que quisiesen, pero su cuerpo estaba traicionándolo.
No aceptaba a su noble prometido, el señor Taira.
Éste se levantó para no participar más de aquel descubrimiento.
- Ahora iré a ver la culminación de los preparativos.
- Vuelva con bien, mi señor...
- Um... deseo ya que nuestra unión se concrete... hasta más tarde, Prometido.
Taira salió hacia la parte central de Taiyou no Cho.
"No importa... es mi prometido, mi novio, pronto será mi esposo, sin importar de quién se trate yo haré que le olvide para siempre"
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"Te marchas tú...
verdes son los sauces,
largo el camino"
Repitió Iwaki con el rostro echado sobre los brazos cruzados en la mesa y rompió a llorar.
Dos golpes muy débiles en su ventana le hicieron levantarse y correr.
"¡Katou!" "¡Katou!"
Era Yukihito.
Igualmente le ayudó a ingresar a sus habitaciones sin ser visto.
Su decepción era evidente.
- Disculpe si Él no ha podido venir a verle - dijo el pintor.
- No sé de qué me hablas - Iwaki intentó alejarse del joven.
- De Katou kun.
Yukihito no iba a ceder un milímetro ante el orgulloso Iwaki.
- De un esclavo desobediente...
- De un hombre que le ama, que lo ha perdido todo por usted, ¿ni siquiera le interesa lo que ha sido de él?
- Por qué debería preocuparme el esclavo de mi hermano... no es asunto mío... ahora te pediré que salgas de mi presencia.
- ... no me iré hasta terminar de decirle lo que deseo... Katou será vendido en la subasta de la casa Kana esta misma noche, ... vendido como su fuese un objeto... la persona con la que compartió la infancia y juventud... ¿no ve la terrible situación en que se encuentra?
Iwaki se mordió los labios.
- ... vete... vete... vete...
Su mano encerró la blanca cortina y las lágrimas brotaron sin remedio.
- Katou... por qué has llegado tan lejos... tonto... ¡Katou tonto!... te dije que me olvidaras cuando aún estábamos a tiempo... y tú...
- Rescátelo señor Iwaki... cómprelo usted... tiene el poder para hacerlo, vaya a la subasta y cómprelo...
- Qué...
Yukihito puso una mano sobre sus cabellos.
- La infelicidad... es una semilla también... nosotros creemos que sólo las cosas buenas pueden fructificar en nuestro corazón... y no es verdad, la infelicidad, el dolor y la tristeza también se pueden cultivar y cuando florecen nos dejan secos y muertos por dentro, endurecemos tanto nuestras emociones que vamos muriendo a medida que el tiempo transcurre... si usted no lo salva... los dos estarán condenados por estas heridas y aunque sobrevivan eso no iluminarás sus vidas... por que el amor habrá desaparecido... asi que por favor... se lo ruego...
Iwaki permaneció mudo intentando limpiar sus lágrimas.
- N o d e j a n d e c a e r
- Cuando decidí apartarme de su camino, fue por que sabía de qué manera estaban unidos los dos...
Yukihito le ofreció su regazo.
Iwaki se recostó en él y lloró el futuro incierto de Katou.
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Kazuo Taira se inclinó al terminar de oír el mensaje del padre de Iwaki.
- Respetuosamente, aunque la situación sea tal que se haya atentado contra la vida de Kyosuke... yo no retrocederé... admitiré el atraso de un día en nuestro matrimonio... y partiremos de inmediato para la capital.
- Desde el momento en que mi hijo se convierta en su esposo, su seguridad queda bajo su responsabilidad... si algo llega a sucederle, Taiyou no Cho declará la guerra a la casa Taira, lo ha comprendido...
- Sí, lo entiendo...
- Si llego a perder a mi heredero, no se lo perdonaré nunca...
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