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Taiyou no Namida por katzel

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Kazuo Taira dejó que Iwaki se retirara por que sabía que no podía retenerlo contra su voluntad.

Presentía ya el motivo de su postración y no deseaba ahondar más en ese camino espinoso tan difícil de atravesar.

Engañarse a sí mismo y aparentar que su matrimonio tenía aún aquel precioso porvenir fue su única salida.

Veía las ropas de Iwaki desaparecer de la escena y sintió que le estaba abandonando para siempre...

No le iba a amar...

... por que sólo podía ser de otro...


Se quedó al lado de Urushisuki tendiendo una mano para levantarlo.

- No es necesario... - dijo el muchacho con la vista fija en el piso.

Taira mantuvo su fuerte mano esbozando una pequeña sonrisa de confianza.

- Venga... no tiene por qué avergonzarse... no es la primera vez que le tiendo mi mano protectora...

- Es verdad... - cedió Urushisuki - en nuestro viaje desde la capital... aquella vez... nunca le agradecí por haberme defendido...

- No es necesario, a pesar que se merecía usted ciertos problemas por su fogosa e indolente personalidad... hubiese ido en su rescate aunque no nos uniese ningún futuro lazo familiar...

El noble rozó la mejilla oscurecida por la bofetada de Kyosuke y se quedó allí por un largo momento.

El Administrador permitió que se le acariciara sin protestar.

- No puedo creer que mi prometido se haya atrevido a...

- Lo hizo por...

- No lo digas... - la emoción del momento rompió el tono respetuoso que ambos mantenían y Kazuo Tira empezó a llamarle familiarmente.

Urushisuki levantó la vista.

- ... por favor... bien lo sé pero ahora no deseo escucharlo.

- Aún sabiéndolo... ¿te casarás...? ¿se casará con mi hermano?

Los ojos de Taira lucían cansados y tristes.

La belleza ideal de Iwaki se negaba a ser atrapada despiadadamente y detenerse un segundo en la sombra del noble de la corte.

Un largo suspiro puso fin a estos pensamientos.

- Sí... me casaré con él.

El joven de cabellos negros apartó su rostro de los dedos apoyados sobre ella.

- Que envidia... - la voz de Urushisuki era una hoja suspendida  en medio del aire -... a veces me gustaría sentirme así, por sobre cualquier desprecio, por sobre cualquier desaire, digno... yo simplemente alejo lo que no puedo tener en mis manos... como Katou.

Intuyó que el solo pronunciar ese nombre era inconveniente cuando vio que Taira también volvía a su posición inicial.

- Katou... otra vez Katou... qué tiene de especial un... mejor olvidémoslo... vayamos al palacio... solicitaré un médico para ver si te encuentras bien.

- No debe ser tan amable.

- Pronto serás parte de mi familia, debo cuidar bien de ti...

- Yo... soy una persona muy peligrosa, Kazuo... yo quiero todo lo que Kyosuke tiene y por lo visto tu corazón le pertenece por completo...

Taira se fijó en los cabellos de Urushisuki desordenados por una repentina brisa.

El aire impregnado de su repentina sensualidad le mantuvo confundido.

- ... es posible que desee arrebatárselo a mi hermano mayor también...

Completó el joven Administrador.

El Prometido evadió aquella afirmación directa y se apresuró a llamar a un criado para que fuese por el médico de la familia.

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La señora de la casa se encontraba reunida con la cocinera y el ama de llaves.

Ambas no se atrevían a mirarla y permanecían arrodilladas en reverencia.

La dama se abanicaba con fuerza mientras paseaba sorprendida.

- Esto es un chantaje... lo sabéis... os atreveis a amenazarme con el pasado si no hago venir a Katou... eso es un agravio terrible por el que ya me respondereís en el futuro... idos ¡retiraos! ¡ya!

Lady Iwaki, envuelta en su vestido de seda roja empezó a pensar cómo eliminar a Kuchiko y a Michiko sin llamar demasiado la atención.

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Sawa abrió los ojos con las manos de Yukihito sobre su frente.

- Yu... ki... hi...to...

- ¡Sawa!... has despertado... Sawa...

Las lágrimas de Yukihito se resbalaron por sus mejillas.

- ... ya pasó, Yukihito... no llores... me prometiste que sonreirías... dónde está mi premio...

El pintor se limpió apenas los ojos y conteniéndose en un gran esfuerzo mostró una sonrisa lángida y reconfortante.

- ... precioso... - dijo Sawa complacido - ... volvería a pasar ese infierno por verte sonreír para mí.

- No debe decir esas cosas - respondió el muchacho sonrojándose.

- No te cubras... déjame mirarte...

Yukihito se dejó tomar de la barbilla y fue bajando poco a poco acercándose a los labios de Sawa.

- Hum... - el ronquido de una garganta les interrumpió.

- ¡Señor Iwaki! - dijeron los dos al ver aparecer la blanca figura del joven Kyosuke en la puerta.

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