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Taiyou no Namida por katzel

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Katou traía de las riendas al caballo blanco. Le iba dando terrones de azúcar por el camino recomendándole tratar bien a su preciosa carga.

- Nada de sobresaltarse ni de asustar a Iwaki-sama... sabes que aún teme montar y cualquier movimiento brusco le pondría nervioso.

Luego de decir esto acarició sus crines largas al final de un rayo de luz.

El rocín, agradecido con sus atenciones le dio tres suaves topadas en la espalda.

A Iwaki que lo esperaba bajo el alero de tejas rojas, le hizo volver a ocultar el rostro tras el abanico.

La dulzura de Katou con los corceles y su manera de hablarles como su pudiesen entenderlo le había gustado mucho.


Ya enjaezado apropiadamente, el caballo blanco estaba listo para ser montado. Katou dio la señal para que Iwaki se acercase.

Éste con gran majestad procedió, aunque el repentino resoplido de "Nieve" le puso sobre aviso.

Katou jaló la rienda hacia su lado y le habló al oído en voz baja.

- Vamos amigo... él te teme mucho más de lo que tú a él... ya te acostumbrarás... en el fondo es muy dulce... ten cuidado... sino, se acabarán los terrones de azucar...

Iwaki hizo un gesto mínimo de interrogación.

- No hay problema... puede subir... "Nieve" le cuidará... se lo prometo.

Las dudas del amo se disiparon con esas sencillas palabras y tomando su mano subió ocupando su lugar.

El rubio le colocó los estribos en los pies.

- Está listo.

La comitiva partió para alcanzar al artista Yukihito quien ya se dirigía hacia el lugar donde haría el retrato.

Katou saltó sobre "Abismo", el caballo negro, sin monturas ni riendas, simpelemente abrazado a su cuello.

- ¡Vamos!

Y fue a velocidad dejando atrás al resto.

La brisa del camino traía sobre él una lluvia de flores de estación que cortaba en medio del aire.

A Iwaki le dieron ganas de espolear su caballo de la misma forma para disfrutar del viento sobre su rostro.

Abismo era libre de espíritu y gustaba del viento rasante del sur...

Katou disfrutaba del paseo con sus cabellos azotados por el movimiento constante.


Iwaki le miraba en la distancia.

"Si yo pudiese..."

Encerrado, asfixiado, escoltado por todos lados, eso era ser el heredero de Taiyou no Cho.

Todos admiraron la discreta expresión de sus ojos abarcando anhelantes el horizonte.

El de cabellos negros como la noche asió las riendas de nieve y las azotó dos veces.

- ¡Vamos!

- ¡Iwaki-sama! ¡Iwaki-sama! ¡Deténgase!

La escolta se desesperó cuando cruzó la lluvia de sakura con la manta plateada sobre los hombros devolviendo destellos de luz y pareció desaparecer.



"Abismo" respondía a los gritos de Katou con más velocidad.

De pronto sintió la presencia de "Nieve" y empezó a bajar el ritmo.

- Qué sucede amigo...

Katou volteó para ver a Iwaki quien temerario, llevaba al límite su cabalgadura.

"No puede gobernarle sólo con las riendas... "

Le vio pasar por su lado y superarlo.

Iwaki parecía más hermoso.

Su sonrisa abarcaba todo su rostro y los ojos brillantes estaban llenos de vida.

Enérgico y valiente se sobreponía a su miedo a montar y se entregaba a una carrera por el camino de la primavera.

Katou fue tras él.

"Ha regresado... tu sonrisa... hace cuanto que no la veía... esa expresión que me hacía olvidar mis propios sufrimientos.... el camino es largo... pero por ver esa sonrisa te alcanzaré aunque vayas al cielo, Iwaki"

En la curva final un inesperado obstáculo los esperaba.

Una pequeña barraca de madera que no se encontraba entre sus cálculos.

Katou comprendió que si Iwaki llegaba no podría saltar y se estrellaría cayendo irremediablemente.

- Abismo, no me falles ahora...

Fue a su rescate.

Iwaki estaba a punto de perder el control de "Nieve"

Katou saltó a su montura.

Casi abrazándolo sujetó las riendas.

- ¡Es muy tarde para detenerlo!... ¡nuestra única alternativa es!...

- ¡No estarás pensando en saltarlo...!

El rubio hizo una señal afirmativa.

- Oh... Katou... eso es imposible... - protestó.

- Cree en mí... ambos lo haremos... aprieta mis manos en las riendas... correremos como nunca antes lo has visto...

Iwaki sin responder apretó las manos de Katou y lo sintió sobre su hombro mientras se preparaban.

El pecho pegado a la espalda.

Rodeado otra vez por su cuerpo.

¿Era solo la adrenalina de realizar una hazaña tan peligrosa?

El moreno entonces lo vio como si se detuviese en el tiempo.

La expresión segura, sus manos entrelazadas sobre las riendas y el objetivo.

Estaban juntos intentando lograrlo.

Y fuera de todo lo que podía decir tenía fe en él.

- ¡Ahora!

En el aire...

Ese segundo que ambos se miraron con la alegría de quien está a salvo.



Los sirvientes llegaron temiendo lo peor.

Katou ayudaba a Iwaki a bajar mientras intentaba tranquilizar a "Nieve" con algunas caricias.

- ¡Amo!... ¡Amo!...

- No... es... de... cuidado... - dijo éste resoplando.

- ¡Traigan agua para el amo!

El encargado de la guardia fue directamente donde Iwaki y le dió un golpe que lo tendió sobre el piso.

- ¡Era tu deber garantizar la seguridad de ese caballo! ¡Nuestro señor pudo haber muerto!

Katou se levantó indignado por esta afirmación.

- ¡No ha sido culpa mía! ¡no fue por una falla de "Nieve"! ¡YO NUNCA HARÍA NADA QUE PUSIESE EN PELIGRO LA VIDA DE IWAKI SAMA!

Iwaki estaba de piedra delante suyo. La pasión con que lo defendía le hacía estremecerse.

"Idiota... eres tan trasparente... no debes gritar esas cosas delante de todo el mundo... cómo podría arreglar tus desastres si te empeñas en que todos sean testigos de ellos"

Por fin logró reaccionar.

- Ha sido el obstáculo que han colocado en el camino... el esclavo sólo me ha ayudado a superarlo... no seais duros con él...

El estilista se adelantó.

- Por supuesto que no... Katou no tiene la culpa, ahora debemos pensar en arreglar a su alteza nuevamente...

La corte se preocupó de mimar a su príncipe.

Katou, extrañando la cálida presencia de Iwaki entre sus brazos, fue a por "Abismo" que se había quedado en el camino.



Yukihito tenía un gran talento.

Para ser tan joven logró hacerse un lugar entre los acuarelistas más famosos de la época.

Y gran parte de las familias nobles le encargaban los retratos de sus personajes importantes.

Esta vez, a la orilla del lago azul estaba a punto de empezar una de las tareas más difíciles, trasladar la hermosura de Iwaki a un lienzo.

Por eso se encontraba nervioso mientras preparaba sus pinturas.

Katou llevó a los caballos a comer hierba fresca a la orilla y lo divisó bajo el tapasol.

De cabellos oscuros y figura femenina, Yukihito era una dulzura.

El rubio se le acercó haciéndole una venia.

- Saludos, joven artista... soy Katou, vengo con el grupo del heredero Iwaki.

- Gusto en conocerlo.

Yukihito aventuró un tímido saludo.

- señor Katou... cada vez que pinto a alguien preciso de una parte de su personalidad... me gustaría saber...

- Cómo es mi amo... para captar mejor su expresión... me parece una técnica novedosa, con razón hablan tan bien de usted en las grandes casas.

El muchacho se sonrojó por el cumplido.

- ... um...

- Pues... Iwaki es...

Yukihito estaba asombrado de que le llamase con tanta confianza, pero Katou no se dio cuenta.

- ... a primera impresión se comportará friamente.... intenta verle cuando algo distrae su atención, le agradan las cosas pequeñas, flores, aves...

- Me ha sido de mucha ayuda... muchas gracias...

Iwaki llegaba listo para posar y les vio en una conversación muy cómoda.


Katou se ofrecía a ir a traer un poco de agua para disolver las paletas de Yukihito y empezar su tarea.

Estaba muy amable y solícito. El muchacho le agradecía nuevamente. Parecía una tímida flor sonrojada.

Era más joven que Iwaki... y no le faltaba hermosura... bien podría Katou fijarse en él sin ningún problema.

- Creo que debemos empezar sin más dilación, joven artista - llamó la atención interrumpiéndolos -

- Oh... por supuesto... lamento hacerle esperar... me presentaré...



Katou bajaba la cuesta con la vara y dos baldes uno a cada lado.

"Y ahora a qué viene esa cara tan larga... pero qué pesado se pone... será que está tan ansioso de empezar... todo por el señor Taira... cuando se trata de él se pone imposible..."

De vuelta le vio envarado en un mutismo incluso hostil.

Yukihito apenas podía bocetear el paisaje con toda la frialdad que provenía de él.

"Qué maleducado, y así ha sido enseñado por los maestros más exigentes... pobre Yukihito..."

- Iwaki sama... podría sonreír un poco... digo.. para el retrato... no sé nada de arte pero quizás al noble Taira no le parezca tan seductor como una estatua de hielo.

Los guardias se levantaron para aplicarle un correctivo.

Iwaki extendió la mano.

- Dejadle... y se puede saber esclavo, qué recomendaciones me darás...

- Pues para empezar puede ser amable con su artista...

- Así que todo se trata de mostrarme cálido con Yukihito... veremos... ahora anda a tus tareas...

El corazón se le oprimió a Katou cuando Iwaki dejó su frialdad y hasta empezó a coquetear sensualmente con el jovencito.

"Tampoco he dicho que se le heche encima como si fuese una presa"

- ¡Subarashii qué hermosa expresión señor Katou!

El rubio, sentado, arrancaba la mala hierba de su alrededor.

"Es como una especie de venganza por algo..."

Encontró una flor blanca y se la puso en la boca.

El sol estaba tan agradable que no tardó en quedarse dormido.

Iwaki desde donde estaba podía verlo con toda claridad. Y más aún llamó su atención la flor que sostenía entre los labios. Un recuerdo de su infancia apareció de la nada.



Antiguamente Iwaki, por su naturaleza enfermiza no podía salir al campo fuera de sus posesiones.

Pero un verano, Katou lo sacó en secreto a un lugar donde habían muchas flores de aquellas.

Ambos reían.

Y hacían coronas de flores que colocaban en el cuello de su compañero.

Katou detuvo su sonrisa con los dedos y le dijo.

- Esta será tu sonrisa secreta... sólo la tendré yo... y la compartiremos aquí...

- ¡Hai!

El verano siguiente Iwaki había deseado con todas sus fuerzas ir, pero enfermó gravemente y tuvo que quedarse encerrado en casa.

Katou trajo para él una cantidad enorme de flores de esa colina.

- Si no podemos estar allí... la colina vendrá a nosotros... mira... cómo ha venido para que te pongas bien...



- Está terminado... - dijo Yukihito haciendo una reverencia.


Era perfecto.

Iwaki estaba en ese cuadro y el maestro sabía que se convertiría en una de sus obras más famosas.


Los presentes aprobaban su gran talento.

Y al caer el sol, con el retrato listo, Yukihito sólo se preguntaba en qué estaba pensando Iwaki sama cuando puso esa bella expresión...


En el camino de regreso, Katou llevaba las riendas de "Nieve" mientras iba a pie con grandes reconvenciones de la guardia.

Bajaron lentamente...

Con la luz roja marcándoles...

Y Katou conservaba entre sus ropas la pequeña flor blanca.
Notas finales: En las caballerizas, Katou con un cuchillo afilaba la madera.

Le preocupaba lo que sugería aquella dificultad en el camino.

Sólo era una sospecha momentánea.

Y le daba mala espina.

¿Habría una conspiración para asesinar a su amo?

De repente, la barricada sólo era una advertencia a lo que vendría más adelante.

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