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Taiyou no Namida por katzel

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Mientras el peine bajaba por las crines del caballo, Katou pensaba en las tareas diarias.

O mejor dicho intentaba enfocarse en ellas.

Por que sus ideas se iban rondando a su imperioso señor.

Le preocupaba últimamente la actitud meditabunda de Iwaki y sus paseos solitarios.

"Está demasiado afectado por esas tonterías..."

"Y con la víbora de madre que tiene no lo estará pasando bien..."

"Pero si no es culpa suya... por qué tiene que tomárselo todo a pecho... qué dramático... mph... debería relajarse un poco..."

"Y esos ojos... Iwaki..."


Recordó el momento en que se quedó callado.

"Sólo era una estúpida broma...no tenías que ponerte así..."


Lanzó un suspiro largo acomodándose los cabellos desordenados por el ejercicio.

Luego sintió que la mano le quemaba.

La abrió y cerró varias veces sintiendo aún el perfume de Iwaki en ella.



Las muchachas que traían el agua en cántaros para la cocina se quedaron mirándole y secretearon.

Sus risas se escucharon hasta donde el criado proseguía su labor.

Katou apenas levantó la vista para saber quiénes eran.

- Idos, estoy muy ocupado para jugar con ustedes...

Ellas rieron y se sonrojaron.

Luego se marcharon corriendo sutilmente dejando un regero de agua clara por el camino.



"Pero qué descuidadas... seguro que las reñirán por desperdiciar así las vasijas..."



Para los criados de la casa, Katou era simplemente delicioso.

Su personalidad franca y abierta, su blanca sonrisa y sobre todo la confianza con la que veía el futuro hacían de el un joven en extremo popular.

Hasta el momento, tanto los maestros particulares de Iwaki como los sirvientes íntimos habían caido bajo el encanto de su sinceridad.

Y le enseñaban algunas cosas vedadas para los esclavos.



Siempre sentía un par de ojos siguiéndole dentro y fuera de la casa.

No era culpa suya.

Sino de los cabellos rubios y cortos que le daban un aspecto de amante salvaje aumentando la fama de su natural sensualidad.

Incluso cuando dormía después de comer, Katou seducía a quienes se quedaban en las caballerizas limpiando el heno.

Sus poses tornábanse provocativas y a menudo tenía una legión de personas espiando ansiosamente sus sueños.

Si él lo hubiese querido, habría encontrado rendidos amantes para cada noche de pasión.

Pero no solía tomar en serio los comentarios ni las provocaciones...

Para él sólo contaba el servicio a Iwaki, la vida sencilla y algo de vino secretamente escamoteado de la alacena del palacio.

Siempre bronceado y activo se le veía en diversas tareas durante todo el día.

Domando caballos nuevos para Iwaki.

O levantando cajas llenas de libros que llevaba a su dormitorio.

Cuando el sudor se escurría por su piel y el sol le acariciaba, las doncellas y los muchachos recaderos se sonrojaban tremendamente...

Hubo una vez que una digna matrona de la capital intentó ofrecerle dinero por una noche de romance.



Katou se encogía los hombros, guiñaba un ojo pícaro y se dejaba querer sin contratiempos.

Como era discreto no comentaba estas escenas con otras personas y no gustaba de las reuniones.

Huérfano, recogido por los Iwaki y sin noticia de sus padres ni seña que lo identificara, el esclavo servía en cuerpo y alma a la famila protectora.
Peinaba al caballo con cuidado mientras recordaba estas cosas cuando escuchó el grito.


La ama de llaves, la señora Kuchiko Michiyuki abofeteaba a las chicas por derramar el contenido de sus vasijas.

De alguna manera Katou se sentía responsable por su distracción así que fue a ayudarles.

- Heyyy Michi-chan... pero qué malos modales tienes...

La dama le mostró el puño amenazante.

- No hay por qué molestarse, Michi-chan... una mujer tan linda como tú, poniéndoselo difícil a unas criaturas...

- ¡Le acusaré con el señor...! ¡Otra vez está metiéndose en lo que no le importa! ¡Katou...!

- Así, molesta, te ves más linda, Michi-chan... venga, déjame resolver el problema... yo traeré el agua... pero no te pongas violenta con las niñas.

Katou tomó una vasija grande y fue a llenarla, trayéndola sin contratiempos.

Las jovencitas se dedicaron a meterla en la casa inclinándose varias veces en señal de agradecimiento.

- Ya está... ahora háganle caso a la señora Kuchiko, cuando quiere es un demonio, pero cuando está de buenas es un ángel...

La dama protestó a medias casi ablandándose.

- Te han criado muy mal, eres un respondón y un consentido... no imagino cómo el señor Iwaki puede contentarse contigo...

- Es por mi buen corazón...

Llegaron dos criados altos con varas en la mano y el rostro del ama de llaves se nubló.

Katou volvió a encogerse los hombros.

- De modo que ha vuelto a quejarse... no hay nada que hacer... está hipersensible... ahhh todo lo que tengo que soportar..

Los envarados lo llevaban a aplicarle el castigo por su desobediencia.

Kuchiko dio un paso adelante.

- Ustedes dos... no le den demasiado fuerte... y no le golpeen en la cara... que lástima... un chico tan guapo que deba ser castigado así...

Katou continuó como si sólo fuese a conversar con los otros.



La señora Kuchiko fue a ver si ya estaba lista la comida.

"Seguramente lo ha ordenado la madre... ella no soporta ver a Katou... y mientras más pase el tiempo será mucho peor para él... pobre muchacho... pobre... pobre..."



Iwaki estaba sentado en sus habitaciones.

Acababa la lección de música y debía empezar la de baile.

Para la recepción de su nuevo consorte estaba practicando una danza muy especial.

Y a pesar que los movimientos parecían sencillos, se estaba esforzando.

De camino al salón del Bosque Blanco, su favorito, escuchó que su madre hablaba con la encargada.

- ¿Fueron a darle su correctivo?

- Sí, mi ama...

- ¿Doscientos varazos de bambú?

- Sí, mi ama...

- Está bien... hasta ahora no convenzo al señor de que le aparte de nuestro hijo... ese miserable...

- Si ama...

Apenas terminó de oír, Iwaki fue corriendo hacia el paredón de castigos.

"Katou... yo... no tenía que decir... y..."

Le había contado a su madre que el rubio había vuelto a ser osado con él.

No era lo que pensaba pero fue su única salida.

"Es injusto... no pueden tratar a los criados como si fuesen animales... y Katou... no ha hecho nada malo..."



Tirado en el piso luego de recibir los golpes, Katou respiraba con dificultad.

- Estás bien...

- Miren a quién tenemos aquí... el pequeño Iwaki... ¿no has llegado un poco tarde para el espectaculo?

- No he venido a verte... sólo... pasaba por aquí...

- Claro... el paredón de castigos es tan hermoso... sobretodo cuando tienes todo un jardín de loto en el ala derecha de la casa...

- Tú...

- Pues no... no he aprendido nada... ni siquiera a llamarte señor... no importa cuantas veces me mandes a golpear, yo resistiré y seguiré siendo tu amigo...

- Un criado aficionado al sufrimiento... qué triste... sólo deseas dar lástima...

Iwaki, lejano otra vez al comprobar que Katou estaba bien, iba a abandonar el lugar.

- Yo soportaré todo lo que tenga que soportar, Iwaki kun...

- Por qué sigues hablando tonterías... quién te ha pedido que te hagas el mártir...

- Por que eres mi único amigo... por eso seré muy terco contigo... y no te abandonaré...

Iwaki ya se alejaba haciendo un gesto de que nada le interesaba lo que Katou dijese.

Pero tenía una leve sonrisa en su rostro.



El rubio fue a lavarse y así, con las gotas escurriendo entre sus cabellos, hombros y espalda, fue a ocupar su lugar de espectador en los ensayos privados de Iwaki.

El compañero de baile de Iwaki se hallaba indispuesto y el maestro no encontraba una solución.

- Tendremos que cancelar la práctica.

Iwaki, vestido con un traje blanco algo revelador, negó con la cabeza.

- Queda poco tiempo para la llegada del señor Taira. Necesito que esto salga perfecto... el futuro de Taiyou no Cho depende de mi matrimonio...

El viejo sensei, cruzado de brazos meditaba...

Abrió los ojos señalando al rincón.

- Y tú, Katou... no podrías acompañar al señor Iwaki sólo por hoy...

- Depende... - dijo este sin moverse y con la luz de la lumbre apenas tocándole - ... qué es lo que se tiene que hacer...

- ¡Por supuesto que no! ¡Un rústico ignorante que no entiende la belleza del baile! ... pero qué deshonra... cómo se le ocurre semejante idea...

Katou se puso en pie tranquilo y el agua seguía paseando por su cuerpo haciendo callar por un segundo a su amo.

- Cuidaaado... puedo ser lo que sea pero no soy torpe... he visto todos tus ensayos y creo que no es tan difícil la cosa... puedo intentarlo... si quieres...

- Si depende de mí... no...

El maestro se inclinó.

- Recuerde... es el destino de todo el clan...

Iwaki volteó el rostro altaneramente.

- Sólo un momento... ya veremos lo ridículo que te ves... aprenderás a oír a quienes están por sobre ti...

El rubio se colocó detrás de su amo listo para empezar.

Así, desde su ángulo podían verse las curvas del cuerpo de Iwaki bajo el traje blanco.

La espalda fina y los hombros torneados...

Katou lo había visto desnudo infinidad de veces... pero ahora por alguna razón sentía que era diferente... muy provocador...

Su aliento a la altura del cuello de Iwaki empezaba a arder dentro del moreno quien sentía su cuerpo reaccionar automáticamente a la presencia del esclavo.

"Él no es una persona... es un objeto... no es como si estuviese bailando con un hombre..."



Empezaron sus movimientos, siempre Katou parecía un iman poderoso para Iwaki.

"No es un hombre..."

"No lo es..."

"Es una cosa de mi propiedad..."


El rubio, contra todo pronóstico le acompañaba maravillosamente.

En uno de sus cruces, al verlo, Iwaki se sorprendió de lo guapo que se veía con los cabellos húmedos y el sencillo traje rojo abierto sobre el pecho.

Se mordió imperceptible los labios conteniendo las ansias que empezaban a nacer...

Su sincronía era tal que se diría que respiraban al mismo tiempo.

El ritmo de Katou seguía las caderas de Iwaki.

Éste se sonrojó.

Había leído hace tiempo en los libros prohibidos que un hombre que comprendía a su pareja en la danza, seguramente era fenomenal en los placeres sexuales.

Asociando esa imagen a lo que estaban haciendo, se distrajo y estuvo a punto de caer.

Katou le sostuvo sin dejar de bailar.

- Continuemos...

La figura final los acercaba demasiado y el amo pensó que sería besado.

"Katou va a ..."

No se apartó ni un milímetro...



El maestro aplaudía.

- Lo habéis hecho de maravilla amo... ha estado excelso... antes, cuando practicaba con el ayudante su rostro se veía contrariado y presionado, pero hoy se ha abandonado a la fuerza del baile y lo ha comprendido a cabalidad...

Katou ya se retiraba a dormir.

- Ve a las caballerizas - ordenó Iwaki molesto.

- ¿Ni siquiera me levantarás el castigo por haberte ayudado en esto de la danza?... que duro eres Iwaki kun...

- Solo lárgate... y no me desafíes...

El maestro también se inclinó para salir.

- Sensei... en serio... me veia tan bien el día de hoy...

- Entregado por completo... y muy relajado...

- Puede irse...



En su habitación, Iwaki se apoyó sobre el tatami algo confundido.

Katou le causaba muchos sinsabores...

Ya no era un chiquillo...

Se había convertido en todo un hombre...

El moreno evocaba los brazos fuertes y el pecho firme de Katou.

Su rostro con los cabellos azabache sobre los ojos, parecía entregado a un delirio amoroso.

Quemaba...

Él mismo deslizó sus manos sobre su cuerpo bajándolas al compás de su respiración.

Bordeaba su intimidad...

Y seguía pensando en el baile.

Estaba completamente excitado con esa proximidad...

Fue fácil complacerse a sí mismo en medio de la oscuridad.



Antes de quedarse dormido se sintió perturbado y avergonzado.

"Imaginarlo... es tan vergonzozo..."


Se prometió olvidarse del asunto y sólo ocuparse en conquistar al señor Taira. Eso era lo que debía captar toda su atención. Lo otro... era un breve delirio que tenía que terminar...


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