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Amarte duele por Nabichan Saotome

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Amarte duele

Rating: PG 13
Género: SLASH (shounen ai, yaoi), aventura, drama.
Parejas: Syaoran & Eriol
Otras: Touya & Yukito

Disclamer: Estudio CLAMP tiene la propiedad exclusiva de "Card Captor Sakura"; no se perjudican sus derechos de exclusividad con ésta historia por estar hecha sin fines de lucro alguno.

Por: Nabichan Saotome - nabichan@eresmas.com
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Capítulo 3. Tras la tormenta

Syaoran aligeró el paso, dio la vuelta en una esquina, la lluvia acrecentaba su pesadumbre de manera incontrolable, mientras que la sonrisa de Sakura en sus recuerdos era como cuchillas que lentamente se iban clavando en su corazón, ya nada tenía sentido para él si ella no estaba a su lado, amándolo. Por ella se había quedado en Tomoeda, por ella seguía adelante, y ella... ella lo estaba matando.

La lluvia dejó de caer sobre él, pero seguía lloviendo.

-Eriol... ¿Qué haces aquí?- frente a él, el chico Hiragizawa sostenía una sombrilla, cubriendo a Lee de la tempestad de ese día de otoño.

-Vine a ayudar a un amigo...- sus miradas se encontraron en un frío y eterno instante, Lee se dejó caer entre sus brazos, sollozando en su pecho mientras que el calor de Eriol lo tranquilizaba levemente, ese calor... resultaba irresistible. Era una paz completa y una dulzura infinita. -Vamos a casa- posó su suave mano sobre el cabello húmedo de Lee, compartiendo su tristeza y susurrándole palabras... para olvidar.

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Hacía unos minutos que habían llegado a esa gran mansión, abierto la reja, pasado entre los árboles de distintas clases y aromas, abrir la puerta y subir las escaleras, como aquella mañana, de la cual no hacía más de unas horas... sin embargo, no todo era igual en aquella pareja, la tristeza de Syaoran no podía ser peor para el ambiente de esa ahora oscura mansión, Eriol lo miraba de igual manera, definitivamente no le agradaba la idea de no poder ayudar a su amigo; él era la reencarnación del mago Clow, y se sentía impotente para apoyarlo, no sabía ni siquiera qué decirle para animarlo.

-Syaoran...//si te sigues entristeciendo por él, no podrás hacer nada por ayudarlo//- era cierto, primero tenía que tranquilizarse él como para poder consolarlo... ya en otra de las múltiples recámaras, Eriol retiró el brazo con el que lo estaba abrazando, Lee ni siquiera se movía, estaba completamente absorto con sus sentimientos, no podía creer lo que había sucedido... como si fuera una horrible pesadilla de la cual no quisiera acordarse, y aún así, no podía alejarse de su cruel realidad.

Hiragizawa tomó la mano derecha de Lee, halándolo hasta la cama, donde con firme suavidad lo obligó a descansar un poco, gesto que no le interesó a Syaoran, que sólo se limitó a acostarse y reposar sus pensamientos en un sueño con los ojos abiertos, no decía nada, simplemente miraba el vacío del techo, sin realmente mirar algo. No se dio cuenta de cuando Eriol se retiró del cuarto a buscar unas cuantas cosas.

-Syaoran- tanto silencio era bastante incómodo para el chico, tenía entre sus manos un par de toallas y una muda de ropa, compuesta por unos jeans, una casaca azul bastante cómoda y elegante, así como un suéter negro, de hilos interminables y cuya temperatura ayudaría a Lee antes de que pescara un resfriado. Además de ropa interior, que casualmente había comprado el día anterior para aumentar su guardarropa. Todavía estaba acostado, con la misma expresión nula en su rostro, una triste lágrima temblaba en sus hermosos ojos claros, sostenida solamente por el poco orgullo que le quedaba. -¿Piensas quedarte así toda la vida?- miró su uniforme empapado, definitivamente no reaccionaría con facilidad. -Debes cambiarte, te resfriarás- La tormenta seguía allá afuera y los ojos de Eriol seguían su trayectoria, para intentar cambiar sus nervios y seguir con esa calma, paciencia y dulzura con las cuales suavemente su voz acariciaba el aire de aquella habitación, definitivamente faltaba algo de luz, pero eso haría más molestos los instantes de Syaoran, así que decidió dejarlo así. -Si no lo haces tú, lo haré yo-

Lee sólo pestañeó... estaba muy deprimido como para pensar en las palabras que llegaban a sus oídos, oía pero no escuchaba.

-Bien, querido Syaoran, si así lo quieres, tus deseos son órdenes- Eriol dejó las cosas en la cama, hizo que Syaoran se sentara, sentándose atrás de él en posición de flor de loto, retiró su playera, humedeciendo las colchas con las frías gotas que escurrían de esa prenda. Podía ver la trigueña y suave piel de su compañero, su perfecto porte. Desvió la mirada tomando una toalla de color blanco, la extendió y con ella recorrió la espalda de Lee, quién empezaba a despertar de su estupor al sentir el contacto con Eriol, con ella, secaba su cabello castaño con suavidad y destreza, eliminando el exceso de agua que reposaba entre él. -¿Todavía no quieres hablar?- Lee movió la cabeza negativamente. -Vamos progresando-

Hiragizawa terminó con la espalda de su compañero... -Has la cabeza hacia atrás- Syaoran así lo hizo, recargando su cabeza en el hombro derecho de Eriol, mientras que él se encargaba de secar las gotas en su pecho, su abdomen y su terso cuello.

Syaoran reaccionó ligeramente al sentir que Eriol se ponía de pie dispuesto a seguir con su labor, con rápida y graciosa actitud, Syaoran tomó la ropa que le había prestado Hiragizawa cambiándose y secándose él mismo, tapando su intimidad con esa toalla al ponerse aquella ropa interior; le gustaba ser consentido, pero... tanto, resultaba incómodo, y para ser sinceros, erótico. En menos de dos minutos Syaoran ya estaba acostado, con la misma actitud rebelde con la que había llegado a la casa, pero notablemente recuperado. Eriol lo miraba complacido.

-Ahora regreso- tomó la ropa mojada, la cual había ido a parar al suelo para no empapar las sábanas.
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Eriol hacía instantes que miraba en completo silencio a Syaoran, sin que éste se percatara de ello. Se estaba cansando de ese ruido tan insoportable que provocaba su silencio.

-Syaoran, será mejor que hablemos de una vez, me estoy cansando de esto- no recibió respuesta alguna, por lo que siguió, esperando que reaccionara de un momento a otro. -Escucha, realmente no tengo idea de lo que te esté pasando... pero no es bueno que estés ahí acostado sufriendo por una chica que claramente no cambiará su decisión por más que tú llores, por más que sufras... realmente Sakura no vale la pena-

Los ojos de Syaoran se llenaron de lágrimas y las perlas comenzaron a caer silenciosamente en sus mejillas en tanto que su furia se incrementaba de forma inigualable, no sólo había insultado su luto, sino también a su amada Sakura, se levantó, mirándolo dolorosamente, sin embargo, su manera de actuar fue diferente a como se hubiera esperado, se lanzó a él, golpeando su rostro y haciendo que su labio sangrara, la pelea continuó, con Syaoran encima de Hiragizawa, que nunca contestó alguno de los golpes, los cuales, por la furia de Lee, no eran muy acertados o dolorosos, por lo menos, no tanto como el que tomó por sorpresa la primera vez.

Pronto, Lee perdía sus fuerzas, Eriol tomó el control cambiando de lugar, colocándose encima de él, lanzó su puño contra el rostro de Syaoran, que cerró los ojos esperando aquél golpe, sin embargo, no lo recibió, Eriol sólo controló sus movimientos, sosteniendo sus manos entre las suyas colocadas en la almohada, la respiración de Lee era agitada, su aliento cálido llegaba hasta el rostro de Eriol, que en completa tranquilidad se encontraba a unos cuantos centímetros de su rostro.

-¿Estás mejor?- Eriol soltó las manos de Syaoran, sentándose en la cama y permitiendo que él también se sentara, limpió la sangre que ligeramente había salido de la comisura de sus suaves labios. Lee había dejado de llorar, lo miró fijamente, su tranquilidad, su paz; incluso después de haberlo lastimado.

-Perdóname...-

-No te preocupes, para eso están los amigos...- Sonrió sinceramente dejando paso a todo el arrepentimiento de Syaoran que se abalanzó a él, consolando su dolor con aquella calidez que tanto le resultaba irresistible. Sus mejillas se encontraban sonrosadas mientras que reposaba su emoción recostando a Eriol en la cama, la cabeza en la almohada y su propio rostro enterrado en el cuello de Hiragizawa. -¿Pasa algo?-

-Dime qué debo hacer- Lee estaba a su completa disposición, pensando que él sabría la respuesta a sus problemas.

-Primero... comer, ¡me estoy muriendo de hambre!- sin embargo, el chico no hizo mucho caso asintiendo sólo con un leve suspiro, disfrutando de la tranquilidad que le brindaba. -Entonces dime porqué me golpeaste- Syaoran levantó la cabeza, recargando su mejilla en el hombro izquierdo de Hiragizawa para que se escucharan sus palabras.

-Fue tu culpa- su enojo volvió ligeramente, pero regresó casi a la normalidad con un suspiro de su compañero, se levantó de su pecho, sentándose sobre él y juzgándolo con la sola mirada -Tú me dijiste que todo saldría bien, sólo por eso se lo dije; sino, no lo hubiera hecho nunca- se levantó de aquél sitio, sentándose en la cama, dándole la espalda y suspirando...mientras veía como la tormenta había cesado ya; pero el cielo empezaba a mostrar las primeras señales del ocaso.

-Te equivocas querido Syaoran, yo no te dije eso- Eriol se levantó, colocándose detrás de él y posando su mano derecha suavemente en el hombro de su compañero.

-¡Claro que lo hiciste!- se acercó a su oído gentilmente, casi seductor, susurrándole palabras para olvidar.

-No...yo te dije que todo saldría como debe ser-

-.....- Syaoran volteó hacia él, con las mejillas ligeramente sonrosadas por ese tono tan dulce que resultaba tentador, a lo que se puso de pie, dejando a Eriol sonriente y complacido, cambiando de tema rápidamente. -Tengo hambre-

-Yo también, ¿pedimos una pizza o dos?-

-Comelón-

-Mira quién lo dice- Lee volteó ligeramente para mirarlo directo a los ojos, la oscuridad empezaba a reinar en el cuarto, tal vez sería más prudente encender las luces antes de que el sol se pusiera; Eriol cerró los ojos inclinando la cabeza hacia un lado, dándole una risita de satisfacción.
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Touya, Yukito y Sakura, se hallaban preparando la cena, iban bastante atrasados en ello, así que necesitaban de todas sus energías para terminar antes de que Fujitaka llegara a la casa, Sakura preparaba unas bolas de arroz, sin poner mucha atención a la prisa que tenían, por su mente pasaba lo que le había dicho a Syaoran hacía recién un par de horas, Touya miró un tanto receloso a su hermana menor, volteando nuevamente a su labor de picar la col blanca, encima de la tabla de madera.

-¿Pasa algo, monstruo?- Sakura despertó de su estupor con las palabras de su hermano, negando con la cabeza y recobrando de forma falsa una sonrisa, que acompañó a sus palabras con un tono infantil.

-No, nada... ¡ahora regreso!- la chica salió de la cocina, después de retirarse el mandil y sonreír a Yukito, que también la miraba un tanto preocupado. Iba en busca de Kero, aquél peluche que esperaba ansioso su cena, sin que esa hora pudiese verse cerca.

-¿Crees que le pase algo malo?- Yukito tomó el lugar de Sakura, siguiendo el labor de las bolas de arroz, cuya finalidad no sabía del todo, él simplemente obedecía, su voz era totalmente angelical, él y Yue por fin eran uno solo [*]. Touya se llevó el dedo índice a los labios, hilillos de sangre surgían de la yema, tiñendo ligeramente su boca. -Toya- dejó la bola de arroz que tenía entre sus manos, en un recipiente de vidrio y tomó la mano de Kinomoto, colocando entre sus labios aquella herida que se había logrado, al distraerse por la preocupación que muy dentro tenía por Sakura; succionó ligeramente la sangre que fluía, como un vampiro de noche. Touya agradecía con la sola mirada la amabilidad y seducción de su amigo, sin embargo, rodeó con sutileza la cintura de Yukito acercándolo a él y besando tiernamente sus labios; al mismo tiempo, vigilaba que su hermana Sakura no bajara por esas escaleras; lo cuál no sucedería muy pronto, pues yacía contando lo sucedido al guardián Keroberos, el cual, escuchaba atentamente.

Touya dejó de besar la dulce boca de Yukito para concentrarse en mirarlo con aquella ternura que pocas veces se le lograba ver. Yukito se percató de la coloración de los labios de ambos, habían tomado cierto tono rojo. Kinomoto se acercó al oído de su amigo, susurrándole frases de amor y pasión, sintiendo como el aliento de su compañero rozaba su cuello ansiosamente.

-Quiero tenerte entre mis brazos y besarte el cuerpo entero mientras escucho tu respiración agitada....quiero que me pidas que pare, sin que verdaderamente lo desees, pero más que nada, quiero despertar a tu lado en la mañana-

-Pero... ¿y si nos descubren?-

-¿Y?, de todas formas se enterarán... además, vamos a ir a tu casa- Touya sonrió burlonamente sosteniendo con más fuerza a su pareja contra sí, mientras que era abrazado con delicadeza por el cuello.

-No tienes remedio-

-¿Tiene algo de malo?-

-Así me gustas- un beso se halló en sus labios, en tanto que Sakura, se arrepentía por lo sucedido.
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Se hallaba acostada en la cama, con los brazos extendidos sin encontrarse con la mirada angustiante del guardián Keroberos, el cual había recuperado su forma natural por la seriedad del asunto.

-Así que el chiquillo ese te quiere...- se encontraba sentado, frente a la cama, viendo como Sakura miraba el vacío de la habitación, él sabía la verdad sobre los sentimientos de su ama, sentimientos que había guardado por propia protección.

-No sólo eso, sino, que me ama...no puedo creerlo-

-No entiendo porque los humanos hacen eso; en especial tú Sakura-

-Pero...es que, si le decía la verdad...si le decía que lo quiero más que nada en éste mundo; no sé...no podía arriesgarme a perderlo; porque no sólo se iría una pareja, sino también uno de mis mejores amigos-

-Pero si él se arriesgó a confesar sus sentimientos fue por algo-

-¡Tienes razón, Kero!- se puso de pie con gran destreza, con una mano hacia arriba en forma decisiva, sonreía, no muy convencida pero aún con esos ánimos que la caracterizaban. -Le llamaré por teléfono-

-¿Y mi cena?- el guardián había recobrado su forma falsa, se colocó frente a ella, suplicante.

-Dejé a mi hermano y a Yukito, preparándola- una gota de sudor apareció en su frente mientras que reía tontamente ante los reclamos del “peluche” que suplicaba por su cena.
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Touya y Yukito se hallaban en un remolino de besos, fue hasta que los pasos en la habitación de la chica aumentaron, que Yukito rompió el beso, levantando el mandil que había caído al suelo y seguir con su trabajo.

-¿Porqué...?- un tanto molesto, Kinomoto tomó la mano derecha de su compañero para encontrarse con su tierna mirada.

-Ahí viene Sakura- al oír que tenía razón, soltó su presa, regresando a la elaboración de la cena, susurrando... -Pero en la noche no te me escapas-

-Ni quien quiera escaparse- ambos se sonrieron discretamente, Sakura bajó en ese momento disculpándose por la tardanza; sin saber lo que había pasado en esa misma cocina, apenas instantes antes.

-¡Perdón!-

-Vas a romper el piso si sigues bajando como un monstruo-

-¡¡¡Aaaaay hermano!!!-
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Justo cuando terminaron de poner los platos en la mesa, Fujitaka llegó a la casa; dejó su portafolio en el sillón tras retirarse los zapatos y colocarse las pantuflas, llegó apresurado a la cocina, disculpándose por la hora. Se sentaron a la mesa para disfrutar la deliciosa cena que estaba presentada a ellos, junto a sus conversaciones, con cada quién sus pensamientos.

Sakura pensaba en llamar a su querido Syaoran tan pronto terminara de cenar, para explicarle lo sucedido; Fujitaka intentaba resolver una investigación que tenía que entregar en menos de un mes a unos colaboradores; Touya y Yukito disfrutaban de las bolas de arroz que se deshacían en cada mordida, la ensalada de col y demás deliciosos platillos que ellos mismos habían preparado entre besos, caricias y arrumacos, esperando que su romance siguiera tan intenso como hasta esos momentos.

Ambos intercambiaron miradas furtivas mientras que los planes de despertar juntos seguían en pie.
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Continuará

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