Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Au début por Sorgin

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Muchas gracias por los rewiews recibidos, los cuales por fin he contestado. No me mateis por tardar tato; así que como disculpa os dedico este capítulo que espero os gusto. Musus. Sorgin.
Los débiles rayos del sol atravesaron las blanquecinas cortinas confiriendo a la habitación un color dorado propio de las hojas otoñales. Aspiro el aroma de la habitación cargado de tabaco y suspiro recordando la noche. Un peso sobre su hombro le hizo saber que aún seguía acompañado. El cabello blanquecino del muchacho le hizo cosquillas en la nariz. La noche había pasado rápida, quizás demasiado. Las palabras habían fluido a causa del dolor y las acciones no habían sido las más acertadas, pero ya estaba hecho y no podía dar marcha atrás. Afrontar la realidad era la única solución.

Acarició la mejilla sonrojada del albino y deposito un suave beso sobre ella. Su mente rechazaba aquel prolongado contacto mientras su cuerpo lo aceptaba con placer. No podía negar la evidencia, había disfrutado con aquel pequeño, pero aún así no estaba satisfecho. Se giró un poco para liberarse del abrazo, pero el forzado movimiento despertó al más joven. Los ojos grises se abrieron con pesadez y miraron a la masculina figura que se recostaba frente a él.

-Matt.- Bostezó sonriendo mientras estiraba la mano para acariciar un mechón de su pelirrojo y lacio cabello. Durante unos segundos se quedó admirando aquel cuerpo, que sin pasar demasiado tiempo al sol resultaba bronceado. El pelirrojo le dedicó una sonrisa tímida y se sentó en la cama.- ¿Ocurre algo?- Preguntó el pequeño, Matt le dio la espalda.

Las huellas de Mello aún eran visibles a pesar de los días que habían pasado separados. Sus uñas seguían gravadas en la piel marcando su propiedad. Near se situó tras el y dibujo con su lengua aquellas huellas arañadas . Matt echó la cabeza hacía atrás sin poder evitar un gemido y el pequeño sonrió satisfecho. Giró en la cama y apoyó la cabeza sobre los muslos del dueño de los cabellos rojos. Con la timidez de la primera vez cubrió su cuerpo con las sabanas.

-¿Quédate un rato más?- Pidió. Matt abrió la boca para hablar, pero prefirió escoger sus palabras con cuidado.

-Near. Esto esta mal.

-A mí no me lo parece.- Sonrojado se quitó de la cómoda posición y se apoyó contra la pared.- Ya se que era mi primera vez, pero mejoraré.- Sus ojos grises gritaban en un desesperado silencio.

-No eres tu el que ha hecho algo mal Near.- Sonrió acariciando su rostro y se acercó para besar su frente.- La culpa es solo mía.

-Matt yo lo quise. Tu no me obligaste.- Su voz entrecortada solo empeoraba la situación.

-No lo entiendes.- Negó con la cabeza.- Yo no debería haberte tocado.

-Pero yo …

-Le pertenezco.- Sentenció con firmes palabras.- Le amo. Ojala no lo haría, pero lo hago.- Se revolvió el cabello con la mano.- Near te deseaba, no lo voy a negar. Eres como un ángel. Es imposible no enamorarse de ti.

-Pues tu no lo has hecho.- Contestó sintiendo que sus ojos comenzaba a humedecerse.

-Yo … he cometido un grave error. Near tu mereces a alguien que te ame solo a ti. Y yo no puedo hacerlo.- Suspiró buscando su ropa con la mirada.- Lo siento, yo no debí …

-Deja ya de disculparte.- Gritó dolido.- Eso no va a cambiar las cosas.- Quería llorar, quería golpearle, pero era incapaz de moverse.

Su cuerpo se tensó y el dolor que antes le parecía minúsculo comenzó a envolverle devolviéndole la realidad. Había perdido algo especial, con la persona que deseaba, pero el resultado no había sido el esperado. Había conocido algo que siempre se había negado y ahora no podía regresar a un estado anterior. Desde un segundo plano Matt le observó en silencio mordiéndose el labio inferior. El no quería hacerle daño, simplemente no había pensado. Había cometido la mayor estupidez de su vida. Hacerle daño a ese niño era lo que menos había deseado.

Cuando llegó a Wammy’s House seis años antes comprendió que su mundo debía cambiar. Aunque gracias a su estilo solitario había encajado a la perfección con Near, lo cierto era, que se había visto arrastrado al caos de la mano de Mello. Solo ellos habían logrado captar su atención. Near era tímido, reservado y callado. Podía pasarse el día a su lado sin sentirse abandonado o excesivamente observado. Simplemente se dirigían vagas miradas y sonrisas quedas. Por su parte Mello lograba revolucionar toda habitación en la que entraba. Su risa de cascabel se hacía escuchar en los pasillos con tanta frecuencia que nadie pensaba que aquel lugar podría ser un orfanato. Para Mello cada día era una aventura y hacía a todos participes de ella, quisieran o no. Con el paso del tiempo su rutina había cambiado, los videojuegos seguían entre sus manos, pero se había convertido en el perro fiel del rubio juguetón. Por su parte la amistad con Near había quedado relegada a un puesto inferior, casi a desaparecer.

Todo hasta la noche anterior cuando sus defensas cayeron. Salió de la habitación pasadas las doce de para ir al baño y al regresar por el pasillo escuchó un suave rumor proveniente de la biblioteca. Siguió lo que le pareció el maullido de un gato y encontró al pequeño albino llorando sobre uno de los sillones orejeros. No podía decir cuanto tiempo estuvo observándole antes de arrodillarse frente a él para abrazarle. Tan pequeño, tan frágil y tierno que daban ganas de protegerlo del mundo. Si Mello le abría encontrado en semejante postura no habría dudado en patearle hasta ver el blanquecino hueso aparecer entre sus músculos. Pero el destino quiso que su compañero de cuarto continuara durmiendo y él acariciando durante horas aquel cabello crespo.

No pudo decir como paso, apenas podía juntar los fragmentos que se perfilaban en su memoria. Recordaba haberle acompañado hasta su habitación tras limpiar sus lagrimas con el dorso de la mano. Y de pronto todo se volvió blanco. Blanco como el cabello de Near. Blanco como el pijama de Near. Blanco, como su piel. Quizás ahí estuvo el error, en no correr hacía fuera. Recordaba sus brazos cerrándose en torno a la cintura del pequeño y haber empezado a devolver sus besos haciéndolos cada ve más apasionados, más profundos. En algún momento que no lograba precisar sus manos se habían perdido entre los pliegues del algodón que cubría al muchacho. ¿Cuándo se había excitado? No estaba seguro, probablemente lo estaría antes incluso de entrar en aquella habitación.

Recordaba haber lamido aquel cuerpo que tembló bajo su contacto. Sus dedos se habían deslizado sobre la húmeda piel y la saliva había penetrado en su interior haciéndole sonrojarse. Una visión hermosa y desconocida para él hasta ese entonces. Un cuerpo que se dejaba guiar, que suplicaba por ser dominado, queriendo dar placer a cambio de recibirlo. El olor del cuerpo de Near había resultado embriagador, no era tan dulce como el de Mello y sin embargo resultaba igualmente delicioso. Era la fruta prohibida que nunca debería tomar y allí entre sus muslos, había olvidado el mundo que les rodeaba concentrándose simplemente en el placer.

Sacudiendo la cabeza regreso al presente. Busco con prisa los calzoncillos y se los puso dándole la espalda. Los pantalones del pijama estaban caídos y arrugados a los pies de la cama. El llanto de Near atrajo su atención de nuevo. Esta vez, era él la razón de su dolor y no podía evitar que una angustiada punzada congestionase su pecho. No podía quedarse y menos aún marcharse. El problema, el error, continuaría allí una vez el se hubiese ido y sin embargo no podía correr como un cobarde. Con los pantalones puestos volvió a sentarse en la cama y abrazó al pequeño, quien en un primer momento se revolvió molesto.

-Near.- Su voz melancólica paralizaba la mente del más joven.- Lo siento. Se que para ti no significa nada, pero para mi es importante que lo sepas. Ahora no lo entiendes, yo no lo hago, y es más que probable que nunca lo hagamos, pero esto ha sido …

-Un error.- Repitió el pequeño sin entusiasmo.- Eres suyo. Lo entiendo.- Atrapó el rostro de su amigo entre las manos y dio un suave besó en la nariz.- Te quiero.- Sus ojos húmedos e infantiles resultaban sinceros. Matt se alejó sorprendido.

-Yo ... -Balbuceo.- … no puedo Near. Yo le quiero. Yo … yo.

-Shhh.- Un dedo en sus labios le calló.- No hay problema. Es nuestro secreto. Tan solo un beso de despedida. Solo por un minuto finge que me quieres.

-Ese no lo tengo que fingir Near, por supuesto que te quiero; aunque no como mereces.- Se acercó al pequeño dispuesto a cumplir su deseo, pero se vio obligado a separarse con un golpe.

En su labio inferior la sangre comenzaba a brotar. Near le había mordido, le había marcado en un lugar visible, como Mello la primera vez. Se llevo la mano a la boca y la lengua al lugar concreto para mitigar el escozor y la hinchazón que pronto quedaría visible. Frente a él el albino se relamía los labios ahora manchados de carmín.

-¡Me importa un rábano!.- Gritó furioso.- Te quiero, ¿porqué no lo entiendes?, me da igual que seas de Mello. Déjame ser tuyo.- Suplicó entre sollozos.- Yo seré tu perro. Haré lo que tu quieras, lo que sea. Te dejaré hacer todo lo que quieras conmigo.- Tiro la sabana al suelo mostrando su desnudez. - Hazme todo lo que él no te deja.

Con las palabras ahogándose en la garganta Matt salió de la habitación del niño y apoyándose contra la puerta se llevo las manos a la cara, cubriendo su sorpresa. Con pasos rápidos llegó a la habitación que compartía con el rubio. El olor a chocolate negro llenó su nariz, haciéndole saber que estaba en casa. Con gesto mecánico revolvió la ropa del segundo cajón de su cómoda y sacó un paquete de cigarrillos. Encendió el primero e inspiro una profunda calada. Sus ojos se desviaban intranquilos hacía la espalda de Mello. Por lo menos no se había despertado.

Recogió el neceser del aseo, la toalla y una muda y se encaminó al baño para retirar de su cuerpo las evidencias. Mientras en la cama Mello miraba hacía la pared con aspecto cansado. Se había quedado la noche en vela esperando a Matt, dos tabletas de chocolate con 85% de pureza estaban a los pies de su cama arrugadas y maltratadas. Una lágrima se deslizo a través de sus ojos hasta la almohada. El olor de Near estaba presente en el cuarto desde que el pelirrojo había vuelto.

Algo roto dolía en su pecho y las uñas clavadas en su muñeca no podían minimizarlo, era demasiado grande. Tan pesado que incluso le costaba respirar, sentía como se ahogaba aunque tomaba aire con la boca abierta. Jamás había sentido algo parecido y aunque desease matar a Matt por hacerle sentir así era incapaz de moverse. Porque Matt era suyo, porque Matt era él. Porque aunque doliese no lo dejaría marchar, porque si lo hacía volvería a sentirse vació de nuevo. Porque aunque Matt tratase de revelarse no lo soltaría jamás. Era suyo antes, ahora y siempre. Su juguete, su mascota, su mitad y por ello prefería callar y no reprocharle sus infidelidades, porque al final solo estarían ellos dos.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).