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Sweet por bergdora

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Cap 2- Gula:


Watari limpiaba el leve goterón de sudor que caía por su sien. Carraspeando, poseía un folio de papel en la mano; papel que estaba dispuesto a leer.

Y allí, en la sala de investigaciones y siendo observado por todos los detectives, Ryuzaki, mordiéndose fervientemente el pulgar esperaba ansioso.

Light lo observaba con satisfacción. Al final su venganza comenzaba a germinar y, sabía que L sufriría más sin comer dulces, que siendo asesinado por él.

Sonrió abiertamente ante el solo pensamiento. Por otra parte, su padre miraba al detective asombrado.

¿Tanto lo había trastornado el saberse diabético?

- Ryuzaki- carraspeó el anciano, llamando la atención de la sala- el doctor Kinomoto me ha dado el régimen que tendrá que seguir a partir de ahora- siseó dulcemente.

Lawliet no contestó. Sus enormes orbes negras brillaban trastornadas, un hilo de sangre corría por su pulgar manchado su pantalón.

El hombre prosiguió, agarrando con fuerza el papel y leyendo con apatía.

- Su dieta se compone de un desayuno leve a base de leche o fruta, excepto plátanos, uvas o palo santo…
- …
- La comida consta de carne, pescados o verduras a la plancha, horno o hervidas. Nada de fritos.
- …

La voz se hacía monótona y cargante. Todos escuchaban inquietos, pues la parsimonia de Ryuzaki era exagerada, el moreno podría enloquecer en cualquier momento.

El castaño recordó entonces el momento en el que Ryuzaki había salido de la consulta.

Blanco, con las pupilas dilatadas y agresivo…muy agresivo.

Le gritó a Watari para que le preparara un enorme pastel de chocolate, fresas y nata; el hombre se negó.
Entonces, L, no dudó en apartarlo de un golpe, observar con ira a Light y marcharse corriendo como un animalillo asustado.

Ni siquiera dejó que Watari lo atara de nuevo a él, a Light, a Kira… un Kira más fuerte que nunca y con ganas de molestar al detective más débil del mundo.

La voz del mayordomo lo sacó de su ensoñación, estaba recitando la cena.

- Solo podrá tomar una taza de café al día, café negro y sin azúcar y 200 gramos de pan. Nada de dulces, excepto una vez al mes, en que podrá comer un pastelillo de cien gramos o una bajada de azúcar, claro- guardó el papel en su carpeta- nada más.

Y lo volvieron a mirar, todos. La tensión entre Watari y el moreno era espeluznante.

Lawliet se levantó de su silla, débil, marchándose de la sala y dando un sonoro portazo.

-¡Ryuzaki!- exclamó Matsuda, quien sentía de todo corazón lo que estaba pasando su superior.

Light observó al moreno; claramente, Matsuda tenía a L puesto en un pedestal. Sin embargo ese mismo, iba a romperse en pedacitos muy pequeños.

“Ju…”- rió con desdén, satisfecho de su buena suerte.


- Tienen que aceptar su enfermedad, Watari- concluyó Soichiro asustado- el caso no ha sido atendido desde que L sabe que es diabético.

Watari asintió con la cabeza.

- lo se- el anciano, que se sentía como el padre del mismo, se sentía culpable- pero es que Ryuzaki no ha tenido nada en su vida nunca- explicó, no podía dejar de observar la puerta por la que había salido- es un hombre tan humilde, que un simple terrón de azúcar es el único aliciente que le ha hecho seguir adelante.
- …

Los demás escucharon con consternación. A decir verdad, L, era muy desgraciado.

Y a Light Yagami le alegraba eso. Su único aliciente perdido en las sombras, su salud más delicada y él, siendo él, se aprovecharía de ello.

Se levantó elegantemente de la silla, colocó bien su chaqueta marrón oscuro y se dirigió a Watari.

- Hablaré con él, Watari san- mostró su sonrisa más leal- quizás pueda animarle.

Watari lo penetró con la mirada, desconfiado; Soichiro, sin embargo, se sintió orgulloso de su hijo.

- Si, hijo, eres muy bueno, ¡me alegro de ser tu padre!- se puso en pie con entusiasmo.

Yagami sonrió entonces, Watari no dejaba de taladrar su alma… pobre infeliz, ni que tuviera las armas suficientes para detenerle.

- prueba, haber que consigues, Yagami san- replicó el hombre de cabello cano.

El universitario asintió.

- Lo haré, Watari san, lo haré.

………………………………..


Elle Lawliet descansaba en su habitación. Solo, confuso, mareado por la falta de azúcar en su sangre; mientras, sus inteligentes neuronas trataban de descifrar el echo por el cual él había resultado diabético.

¿Cómo podía ocurrirle a él? ¿Como podría dañarlo el azúcar, cuando era su única fuente de nutrición? ¿Cómo un exquisito bombón de chocolate podría provocarle la muerte?

Daba vueltas en la cama, encogido en su habitual postura. Dos días sin catar dulce alguno era demasiado para él.

Siempre habría cosas peores a la glucosa, siempre, empezando por Kira…

La imagen de Light se proyectó en su mente, y un deje de odio lo envolvió.

-“Seguro que se estará regocijando por mi desgracia, kuso”- apretó sus labios con los dientes, tan fuertemente, que podría haberse herido.

La puerta de la habitación se abrió lentamente, sus ojos negros viajaron por la habitación a gran velocidad.

El castaño de ojos astutos reposaba sobre la madera, sonriente, auténtico, con una bandeja de café y un enorme pastel de nata y fresas.

Lawliet se levantó de un tirón, quedando de rodillas en la cama. Sus ojuelos brillando por la gula y las fresas del dulce reflejadas en la oscuridad de sus irises.

- Hola Ryuzaki- saludó Light tranquilamente, haciéndose paso en la habitación. Cerró la puerta tras de si.

El moreno negó con la cabeza. Adivinando las intenciones del chico por molestarlo, lo odió por eso; quería hacerlo sufrir.

- Hola, Light kun- trató de mantener la calma- ¿Te has aficionado al pastel de fresa?- preguntó como si nada, dando un largo sorbo a una botella de agua mineral que tenía sobre la mesita.

El joven se sentó en una silla, apoyó la bandeja en la mesita de tomar el té, y se sirvió una taza de café.

- Si, he aprendido a deleitarme con un buen pedazo de tarta.- y sirvió un pedazo en un plato de postre.

“– Hijo de puta- siseó para sí venenosamente L, enfadado totalmente.”.

Light se llevó una cucharada a la boca, el dulce paseó por sus carnosos labios llenándolos de nata… El moreno lo observaba con vacile, sufriendo al ver como el bizcocho se derretía en la lengua de aquel maldito asesino reprimido.

-¡Que bueno!- se hizo el sorprendido, como si nunca hubiera comido algo tan rico.
-¿te diviertes?- preguntó Lawliet, la saliva navegando por su boca, deseando poder ser él quien se comiera aquella delicia divina.
-BU-E-NÍ-SI-MO- deletreó Light, toda su sorna metida en el asador y risueño como nunca.
-Eres…- estuvo apunto de insultarlo, cuando Light echó sobre su camisa blanca de marca el resto del dulce- ¡DESGRACIADO!

Inconscientemente, el moreno había saltado de la cama, para correr hacia Light, que había partido el pastel.

¡Menuda injuria! ¡Aquello era un pecado mortal! ¡Ningún ser humano tiraría sobre su pecho un dulce de aquel calibre!

-¡Mal nacido, loco, asesino de dulces!- deliró el detective, su voz tornándose más grave que la habitual en él, arrancando los pedazos que caían por su atuendo.

Y no pudo más. Tuvo que chuparse los dedos, lamer la nata azucarada y recién echa… aquello era como un orgasmo, deleitante.

Light se excitó ante la imagen. Ante a un L enloquecido chupando los dedos llenos de nata… la lascivia le jugó una mala pasada, sintiendo su erección bajo el pantalón agarró la cara del detective.

-¡Cómetelo todo!- y estampó su suave dermis contra la camiseta, haciendo que sus labios y su lengua recorriera todo el azúcar vertido en él.

Humillado, lo humillaría ante él, si quería un pedazo de pastel tendría que arrodillarse y postrarse ante su persona.

Por su parte el detective enfureció en su fuero interno. Sabía la humillación por la que estaba siendo sometido, equilibró su balanza interna y pensó; ¡Aquel pastel lo merecía! Tal vez fuera la última vez en mucho tiempo que comiera pastel…

Y comió, devoró por encima de la ropa cada pedazo vertido. Echando a un erecto Light por encima de la mesa bajo su presión, devorándolo por completo.

Cuando había acabado suspiró sumiso, recobrando un poco la cordura, mirándose ambos a los ojos y notando el calor que desprendían sus cuerpos.

Light se rió sonoramente.

-¿a tanto eres capaz de llegar?- se puso en pie, resguardando el resto de pastel que quedaba intacto en la bandeja- eres de lo que no hay…
- Cállate…- musitó el otro hombre, al cual le ardía la sangre.
-¿serías capaz de cualquier cosa por un dulce? Eres diabético, podrías caer muerto por una subida de azúcar repentina…- predijo este.
-¡Me importa un comino morirme!- rugió Lawliet, y forcejeó con él para apartarlo de su presa: el pastel- lo único que maldeciré el día que me muera es no haber reunido una prueba exacta de que eres Kira- farfulló.

Quedaron en silencio, ambos mirándose, la respiración del moreno tornándose más fuerte.

Entonces desabrochó su corbata, su blanca camiseta manchada, dejándola caer en el suelo.

Alzó la vista con orgullo, mostrando su fuerte pecho ante aquel desesperado adicto a la glucosa.

- Eres como un drogadicto dispuesto a todo por un chute- siseó tranquilamente, afirmándolo.

L, con vergüenza, lo hacía callar.

- cállate.
- A ti te da igual morirte…
- Cállate- repitió, pasándose las manos por los oídos.
- … y a mi no me haces falta. Total, dejarás de molestarme.
- Cá-lla-te…- siseó con fiereza el otro hombre.
- Pero si quieres pastel- agarró un pedazo de tarta con la mano, el inglés suspiró- tendrás que comértelo a mi manera- y lo estampó en su pecho desnudo, barriéndose por su vientre esbelto y cayendo por la cinturilla.

El moreno observó escéptico, sin lanzarse a la deriva como la primera vez. Pensando.

- “Parece que al final si tendrá que pensárselo”- meditó Light.
- “¿Qué hago? Esto es una locura, una maldita locura- no podía dejar de mirarlo, y aunque el dulce era su locura, el “plato” se le hacia apetitoso.”

El castaño se acercó un poco hacia él, la nata amenazaba con caerse al suelo y ensuciarse y él, Light, estaba limpísimo y olía a perfume de marca.

Tragó saliva aproximándose a su vez, rozando con los brazos los hombros fuertes del universitario. Se puso de rodillas y Light quiso morir de placer.

Allí estaba L, sumiso, posando lentamente los labios alrededor de su ombligo…oliendo el dulce olor del pastel de nata y fresas, rozando con su cabello su piel tersa y torneada.

- come- siseó el castaño entonces, mordiéndose un poco los labios.
- Hijo de puta- contestó el detective- pagarás por esto.

Aquella mirada tan fría lo enfureció y de un golpe estampó la cabeza de nuevo contra él, contra su dermis fría y desnuda.

-¡Ooo...!- gimió el chico de enormes ojeras- el contacto con la piel y el dulce lo había sorprendido gratamente, y el hambre y ansia lo hacían devorar aquel tesoro que emergía sobre la piel. Devorando.

El moreno lamió y comió todo el pastel que le ofrecía el cuerpo de Light, entrometiendo su lengua hasta el fondo del ombligo, recorriendo ascendentemente su “tableta de chocolate” y deteniéndose en los pezones manchados.

El hijo de Soichiro jadeaba guturalmente. La excitación haciéndose reina ante tanta lujuria y odio. Su venganza se había convertido en la más dulce de todas.

Mareado por el placer y aprovechando la cercanía con su rostro, Light besó al mayor en los labios, lamiendo los restos de su hambruna y saciando su propia sed.

Al principio, el moreno trató de negarse, pero seguidamente acompañó al beso con un suave vaivén fruto de su lengua.

Se besaron fogosamente, ambos luchando por dominar dentro del beso. Light lo agarró con fuerza, arrastrándolo hacia la cama y echándolo sobre ella de un empujón.

Los labios enrojecidos de su compañero se le antojaron deliciosos… tan rojos y sugerentes y sus enormes ojos negros, resplandecían.

Cogió una de las fresas del pastel y la metió en su boca, caminó hacia su presa.

Se estiró en la cama por encima de él, acarició su cabello dulcemente, para sobresalto de Lawliet y juntó sus labios contra los suyos.

Devoró la rica fruta que tanto había echado de menos a gran velocidad y después, la lengua del castaño, que se le antojaba tan dulce como el resto de las delicias que había comido.

No le hubiera importado morir en aquel momento, tan siquiera se sentía mareado, ni acelerado, sino que un gran placer despertaba en él: se estaba excitando.

El besó prosperó a medida que sus cuerpos se encendían. Eran como brasas que conectadas por la pasión, buscaban encender una hoguera.

Se abrazaron y acariciaron durante el beso; como si nunca hubieran dado uno.

Volvieron a separarse para mirarse, el odio renació ante la mirada, pero se sorprendieron gratamente de que fuera compatible con el deseo.

Light se quitó su cinturón, sus pantalones y sus calzoncillos. Quedó en cueros ante el mayor, que lo observaba con un dedo metido en la boca.

- ¿ahora quieres darme de comer brazo de gitano?- alzó una ceja.
- El mejor de todos- contestó este- nunca has probado uno igual, Ryuzaki- sonrió con solemnidad.
- No me decepciones entonces- y dejándose llevar por el juego, hizo una seña con la mano para que se le acercara.

El menor iba a lanzarse sobre él, pero decidió condimentarse un poco antes. Caminó hacia la mesa para penetrar presuroso sobre la tarta, manchando su virilidad de la pegajosa substancia.

L negaba con la cabeza.

- Estás enfermo, Light kun.- negaba frunciendo el ceño.
- Tu si que estás enfermo- contestó el castaño- loco por los dulces y loco por mi polla.- forcejó un poco con su cabeza, volviéndose agresivo.

L, se arrepintió de estar enrollándose con un ser tan mezquino y evitó que lo sujetara por la fuerza.

- Vete a la mierda, Light kun- siseó venenosamente, Light intentaba inmovilizarlo con una mano, ya que estaba mucho más débil que él; con la otra, abría su boca a la fuerza.

Al no poder con Lawliet el castaño decidió cambiar de estrategia. Alargó la mano para coger un trozo de tarta y lo estampo contra su boca.

Con la boca bloqueada por el dulce, el hombre quedó en trance, por lo cual, Light lo penetró bruscamente en la cavidad.

- Urgggg- tragó con dificultad este, y el castaño podría haberse corrido ante aquella visión. Los ojos del moreno lloraban por la rabia, pero poco a poco, y mediante se iba calmando la bola de dulce iba deslizándose por su garganta.

A pesar de eso, un largo miembro viril proseguía en el lugar, resbalando dentro de él sin pedir permiso. Si pudiera haberlo mordido…

- Cómetela- jadeaba el universitario. Si su padre lo viera de aquella manera, pensó. Con la imagen tan pulcra que tenía de él. -¡Come!

Al diablo todo, forzó su cabeza contra él. …l era Kira, el dios del nuevo mundo y L un estúpido mentecato que se había metido en su camino. Y ahora estaba comiéndole la polla con frenesí, atendiendo a sus pasiones por miedo a ahogarse.

“Ju- por que sería divertido verlo morir ahogado por mi masculinidad”.

Un espasmo sobrecogedor lo hizo detenerse, su semen se agolpó en su glande y cayó por la garganta ajena.

-Ahhhhh- jadeó, se había corrido en su boca.

Se retiró satisfecho entonces, su pene mostrándose aún erguido y vacilante, mientras que L, enfadado, lo observaba con la boca llena de semen.

Sonrió, era Kira, tenía que salirse con la suya.

-¿ocurre algo, Ryuzaki san?- estaba feliz, envuelto por su orgasmo y dichoso-¿quieres más? Dame solo diez minutos…- miró su reloj de pulsera.

Entonces el moreno le escupió todo el semen en la cara, manchándolo. La pringosa substancia no lo dejó ver.

“¡Maldición!”

La patada que le propinó el detective fue enorme, blandió en su hermoso rostro y lo tumbó en el suelo.

Las sillas se movieron y el suelo retumbó. Preso por la furia, el joven apartó el mejunje de sus ojos y se abalanzó contra él.

Puño contra puño y patada contra patada. Se pelearon violentamente.

-¡Maldito marica!- gritó Light, con las aletas de la nariz abiertas de par en par y evitando las patadas del otro.
-¡Mira quien habla de marica!¡Tu empezaste esto!- y le dio de lleno en la cara.

Light cayó sobre la mesa, magullado, y aplastando los restos de pastel con la espalda.

En aquel momento, en el que L se acercaba amenazante a Light con un puño en alto, la puerta sonó.

- ¿Ryuzaki san?- era Watari.

L y Light se miraron y ambos abrieron las bocas de par en par. Pensando lo mismo ambos se pusieron en pie. Light corriendo a vestirse, a pesar de estar manchado y L a ayudarlo a buscar su atuendo.

Claramente, no les dio tiempo a mucho, pues Watari había acabado de entrar a la estancia, encontrándose “el pastel”.

El pastel consistía en un L manchado de dulce por toda la ropa, quieto como una estatua, recogiendo un boxer negro y Light; por su parte, estaba tapando su virilidad con la bandeja del café.

Silencio.

- Watari san- siseó L, no sabía que decir. Se había enrollado con Light, algo que no era muy masculino y para postres, había comido pastel sin poder hacerlo.
- ¡Kuso!- Light, con los ojos fuera de las órbitas hacia aspavientos con las manos-¡Cierre la puta puerta!

El anciano, aunque sorprendido, cerró la puerta y se hizo el desentendido. Observó a ambos y no pudo evitar echarse a reír finalmente.

-¿Qué pasa? ¿De que se ríe?- se quejó Light, arrebatándole a L sus calzoncillos, muerto de miedo de que su padre apareciera por allí.
- Watari, yo…- llegó el arrepentimiento. Watari no hacia más que cuidar de él y él que había echo, comer pastel servido de un pecho y un falo ardiente.

Pero el anciano no podía dejar de reírse, cosa que empezó a escamar en ambos.

-¿va a dejar de reír ya?- preguntó el castaño, perdiendo la paciencia.

Watari detuvo poco a poco su risa, secándose los ojos con un pañuelo y mirando a su protegido con dulzura.

- Ryuzaki, Ryuzaki, ¿¡No me digas que has llegado a esto por un pedazo de dulce!?- preguntó afirmando, mientras su mirada se iluminaba.

L, sin saber que pensar ni hacer, asintió con la cabeza.

- Sois unos tontos…- apartó la mirada hacia Light- sobretodo tú, Yagami san- carraspeó- así querías animarlo.

Light Yagami, Kira, se sonrojó por primera vez en su vida a más no poder.

-¿Qué quieres decir?- preguntó el moreno, acercándose con ansiedad a su mayordomo-¿Qué estás diciendo Watari?

El hombre le dio un abrazo y acarició su largo cabello ébano.

- que ha sido un error Ryuzaki- confesó Watari- el doctor Kinomoto ha llamado hace diez minutos para decirme, que es el cantante Hideki Ryuga el que tiene diabetes, ¡No tú!

De nuevo se hizo el silencio, la brisa corrió por la habitación, un pajarillo se empotró contra la pared.

………….

Días después…

Matsuda, con una taza de café en mano, leía animadamente el periódico semanal.

-Vaya, Ryuzaki, has tenido mucha suerte en apodarte como Hideki Ryuga, gracias a eso tu diabetes fue una equivocación – le sonreía animado a su superior, dándole una palmada confianzuda en su espalda.

L, también leía el periódico, mientras, comía un enorme trozo de pastel de chocolate con virutas de chocolate. Se lo veía más fuerte y feliz.

- Si, Matsuda san- y pasó un página del papel- por suerte puedo volver a comer mis dulces, y…- la cadena que arrastraba de su mano tintineó- volver al caso Kira, con MÁS fuerza que nunca.

Y a su lado, atado de nuevo a la cadena, y con cara de pocos amigos, Light Yagami apoyaba sus manos en la cabeza.

- “Juro por todos los santos, que mataré al Hideki Ryuga auténtico y al falso. Lo juro”.
Notas finales: n/a: Hola a todos, se acabó “Sweet” un two swot entretenido y muy picante. ¿Quién no se comería un dulce si el plato es Light Yagami? ¡Yo la primera! Jaja.
Bueno, espero vuestros reviews y ahora continuaré con el resto de los fics para que podáis leer lo antes posible.

Vuelvo a avisaros de que, el proyecto del fanzine sigue adelante así que podéis meteros en:

www.metroflog.com/Bergdora_Nolita y dar vuestra opinión y disfrutar de los dibujos.

Besos y gracias por los reviews,

Bergdora.- Hermi21

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