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S-Crew por Hotaru

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Notas del capitulo: Los dejo con un nuevo capítulo, espero que les guste.

Siento que hago esto por costumbre y que nadie ve las presentaciones, pero no sé… me gusta llenar los espacios y me divierto haciendo estos detallitos.

Presentación.

08: Broken whispers.

No resultó muy fácil convencer a Stuart y Demian para que me dejasen ir a casa. Esos dos dependen casi completamente de su posición en el equipo de natación. Tuve que prometerles que recuperaría las horas de entrenamiento perdidas, y ni con eso se sintieron un poco más cómodos al respecto de mi falta a la primer sesión del año. Por suerte sólo son cuatro horas por semana, dos el lunes, hoy, y dos el viernes. Parece poco, pero de ser más, estaríamos flotando panza abajo sobre la piscina.

Llego a casa en compañía de Sabine. Es urgente un cambio de ropa. Que nadie se atreva a mirarnos por ahí con esta porquería de uniforme.

– Tu hermana es un ángel. – dice Sabine, aún maravillada con su imagen en el espejo. Modela las prendas que Kristen, mi hermana mayor, le prestó. Son sólo una blusa negra y unos jeans, cualquier cosa.

– Te confundes, el ángel soy yo. – suspiro y me dejo caer en la cama, aún sin camisa. – Mírame, soy perfecto.

– Sí, sí… ¿tú crees que se moleste si tomo estos pendientes?

Ni siquiera la volteo a ver, así que no me entero de qué pendientes habla.
– Te dijo que tomaras lo que quisieras… toma lo que quieras. – mi tono es severo, pero es sólo que estoy impaciente porque termine.

– Qué macho. Sólo estás enojadito porque tu familia me quiere más que a ti. – canturrea con el ritmo de una burla infantil.
Lo mismo puedo decir yo de su familia. Es que en nada le favorece ser la chica que camina por las nubes a todas horas; de ser su madre, me preguntaría si la sacaron de un bote de basura y la cambiaron al nacer por mi verdadero bebé.
Su padre le presta demasiada atención, la sobreprotege, critica sus decisiones, y menosprecia sus logros a favor de los de su hermano. Queda claro que no es la princesita de papá, sino la hija tonta.
A veces se lleva bien con su hermano, pero hasta ahí. Lance no soporta el estilo de su hermana, sea su personalidad, su humor, sus gustos… nada, no la soporta.
Y aún así toda su familia me cae bien. Su madre es una excelente cocinera, su padre es muy desprendido con el dinero y siempre paga por cualquier antojo que tengamos cuando estamos juntos Sabine y yo, y a su hermano lo admiro bastante… es el único muchacho homosexual que conozco que está fuera del clóset y se acepta con orgullo. Y no es que yo no me acepte, pero no estoy oficialmente fuera del armario y Samuel… él no cuenta porque no lo conozco.

Lo admiro por tener la determinación de decirle al mundo lo que es sin miedo alguno. Y creo que podría amarlo simplemente porque gracias a él, Sabine está muy cómoda respecto a mi sexualidad.
Siempre me he preguntado por qué nunca les dice nada a mis súper amigos, algo como jugar la carta de “Cállate, mi hermano es gay”, debería de funcionar hasta con ése par de idiotas… bueno, en realidad lo dudo. Probablemente no les dice nada porque eso crearía cierta controversia respecto a la relación que mantienen ella y el Scott del instituto, el homófobo. Siempre tan considerada… por algo es mi mejor amiga.

– Espérame dos minutos. – indico a Sabine. Más que pedirlo, lo ordeno.

Alza una mano con el dedo pulgar hacia arriba. No estoy muy seguro de que haya puesto atención a mis palabras, pues sigue sumergida en su propio reflejo. Bendito sea su reflejo, pues la ha mantenido tan ocupada que se ha olvidado de recriminarme el haber dicho la palabra con m, “marica”.

Llego a la sala. Kristen, mi hermana, aún está ahí, pero ahora también la acompaña un vejestorio… mi padre, obviamente. Seguro ha llegado a casa mientras me daba un baño rápido y no escuché cuando abría la puerta.

– Hola. – saludo a mi padre, y alzo una mano en forma de saludo. Me gusta tratarlo con informalidad porque eso le molesta.

– Hola. – responde enseguida. Ni siquiera alza la cabeza para darme la atención que tiene su hija favorita, no Kristen, la televisión.

– ¡¿Puedo usar también el maquillaje?! – pregunta Sabine a los gritos. Kristen me voltea a ver y asiente con la cabeza.

– ¡Lo que quieras! – reitero. No es posible que no entienda eso.

Escucho a mi padre carraspear.
– ¿Sabine está contigo? – por fin voltea a verme, parece sorprendido al notar que no traigo camisa.

Sonrío. Vaya si desconfía de mí… eso de pensar que mi mejor amiga y yo hacemos cositas malas cuando nadie nos ve… pobrecillo, tan ignorante a su realidad. Pero bien por mí, pues así quiero que sigan las cosas.

– No, papá… yo estoy aquí abajo, ella está allá arriba. Kristen, por favor sintoniza Plaza Sésamo a ver si entiende los conceptos. – respondo en tono serio, sólo para agregar el sarcasmo necesario a la burla.

Noto a Kristen sonreír. Qué bien, eso demuestra que su humor ha mejorado… después del sermón que me dio al llegar a casa por comerme su desayuno, esperaba que no me hablara por una semana o dos.
Además es bueno que sonría porque esos gestos de bruja le arruinan los rasgos tan bonitos que tiene. Es curioso que ella sea soltera… es bastante simpática cuando no se es de su familia; y además de eso es muy guapa. Alta, sólo un poquito más que yo, de cabello rubio ondulado, de ojos azules, piel blanca, buena figura… y supongo que lo necesario para atraer a un hombre heterosexual, el único eufemismo que me suena es “buenas formas”. Curioso, reitero, mas no sorprendente. Es soltera porque la universidad no le deja mucho tiempo para socializar.

– ¿Me estás tratando de tu chiste? – bufa mi padre. Qué gracioso, cree que me espanta con esa cara de cavernícola que pone cuando se enfada.

– ¿A ti?... no, nada de eso. Sólo que parecías tan dispuesto a decir que mi mejor amiga y yo… eh, pues… tómalo nada más como una defensa automática.

Nunca es bueno bromear mucho con papá. Es de carácter fuerte, casi podría decirse explosivo… no, no casi, se puede decir que es explosivo; en mayúsculas, en negritas, subrayado, y con cuatro signos de admiración.

Alza sus pobladas cejas y exhala lentamente; ahí va escapándose el grito inconcluso. Devuelve su vista a la pantalla de la televisión, donde debió quedarse. Lo único bueno de ser su hijo es su dinero… eso y estar seguro de que no me quedaré calvo cuando sea mayor. Si él, con cuarenta y siete años, conserva muy bien el cabello… yo podría arrancármelo a puños y aún así estaría a salvo de la alopecia permanente.

– Necesito un coche. – digo por lo bajo.

No pasa ni un minuto cuando ya voy de vuelta a mi habitación con las llaves del carro en la mano.

Sabine me espera recargada contra el marco de la puerta de mi habitación.
– Fueron más de dos minutos.

– Ya sé… ya sabes, de nuevo las preguntas inocentes de mi papi. Ni se te ocurra saludarlo, está que echa fuego; casi me arrojó las llaves a la cabeza. – en realidad sólo me hizo cogerlas de la mesa.

Niega con la cabeza y sonríe dulcemente, lo cuál no queda acorde con su exceso de maquillaje.
– Debo ser una buena nuera e ir a saludarlo, porque eso es lo correcto.

– ¿Y hacerme dar explicaciones innecesarias cuando salga del clóset?... gracias, pero no. – mi voz es casi inaudible. Gritarlo sería levantar una señal de “permiso para descuartizar”.

– Por favor, tómate una pastilla con un poquito de realidad… tú nunca saldrás del clóset. – se eleva en las puntas de sus pies para hacerme un cariño en la cabeza. – Tus padres aún creen que tanto los anticonceptivos como las relaciones sexuales antes del matrimonio son pecados imperdonables… ni hables de ser un… “sodomita”. – enfatiza las comillas con los dedos, supongo que lo hace para que no me tome en serio esa palabra. Se olvidó de mencionar que también creen que el divorcio es pecado… de no ser así, ya estarían más lejos que Neptuno de Mercurio.

Y sus pensamientos no son culpa de la edad, talvez en parte, pero más responsabilidad guarda esa secta extraña a la que pertenecen. Esa secta que ellos se atreven a llamar ‘grupo social’. Por favor, nadie se reúne todos los jueves a cotillear acerca de los “pecados” que comete la gente extraña para condenarlos a sus espaldas. Tres años más en el fuego para Megan, dos para Erica, y una eternidad para Scott Garland. De todas maneras, el fuego no se podría subsistir sin mí. Yo le agrego la chispa.

– Son capaces de torturarme hasta que diga que sólo estaba confundido y que lo único que deseo frente a mí es una vagina de tres metros… pero ése no es el punto. No vas a saludar a ése señor, he dicho. – debo hacerme a la idea de que en cuanto mis padres se enteren de mi sexualidad, dejaré de ser su hijo y me convertiré en “ése maricón”, por lo que yo también he comenzado a llamarlos como si fueran completos extraños… y la verdad es que no me cuesta demasiado.

Me visto rápido y salimos directo al centro comercial. A ella no le gusta mi música y a mí no me gusta la suya, por lo que decidimos no encender el equipo de sonido del convertible y nos ahorramos una batalla.

- - -


No hay mucho que podamos hacer en el centro comercial. Sabine es tan inteligente que en todo el día no se le ocurrió preguntarle a Samuel donde estarían él y mi amorcito.
Aprovecho la estancia para comprar un helado de frambuesa y lo como en compañía de Sabine, sentados en una banca frente a una de las tantas entradas al edificio.

– Tengo una pregunta. – dice Sabine de pronto y yo me le quedo mirando fijamente con la cucharita en la boca. Ante mi falta de reacción, ella alza la mano como si estuviera en la escuela. – Tengo una pregunta. – repite, consiguiendo que sonría y mi cuchara se caiga al piso. – Me doy por atendida, entonces. – dice entre risas y me devuelve la cucharita, pero sólo la boto al suelo.

– ¿Qué cosa? – comienzo a lamer el helado que sobresale de los bordes del vaso corto. Me duele la cabeza, pero lo resisto por el sabor.

– ¿Por qué te has obsesionado tan pronto con Seth? – qué ingenua, es obvio, el niño es hermoso.
Y bueno, no sólo es guapo, que sí, influye bastante. Además de su atractivo físico, tiene una personalidad desconcertante y al mismo tiempo atrayente que encuentro irresistible el acercarme. Hablar con él fue como arrojarme al fuego, y se sintió genial; no sé ni imaginarme qué se sentiría tocarlo, besarlo… hacerle de todo. Es tan aparentemente impasible… con esa sonrisita de “soy mejor que tú” y esa mirada de “sé que me envidias”. Aún así, creo que obsesión no es la palabra correcta para describir lo que siento.

– Quiero domarlo, eso es todo… no es que esté enamorado de él. – ¿existe el término “fijación extrema”?... creo que eso es una manía… no puede ser tan malo.

– Qué asco, no quería saber eso. – Sabine hace una mueca de disgusto. Obviamente ha malentendido mi oración… bueno, no del todo, pero no es lo que intentaba decir con eso de domarlo. – Ni siquiera Lance me cuenta esa clase de cosas. – y bueno, su hermano no es su mejor amigo, no se supone que se cuenten eso… sería como incesto, ¿no?

– Debo ir al baño, no tardo. – me levanto y la dejo ahí sola.
No se va a perder sólo por no tenerme con ella. Talvez sólo se sentirá desesperada, abandonada, triste… no, realmente no.

Entro a unos de los baños del centro comercial que están cerca de la banca donde dejé a mi bulto, digo, Sabine. Prefiero siempre usar los cubículos privados; pero no porque sea tímido, sino porque mis ojos no se resisten si hay un chico guapo a los lados, situación que suele suceder con los mingitorios. Sólo es divertido cuando son dos muchachos, porque mis ojos tienen la habilidad de ponerse como los de un camaleón.

Cuando me lavo las manos recibo un mensaje de texto al móvil. Es de Sabine.
“No vas a adivinar a quién me acabo de encontrar…” a Seth, obviamente “… pues entonces te lo diré, es Seth. No salgas o se dan cuenta de que algo anda mal.” ¿Mal?, a mí las cosas me funcionan de maravilla. Pero claro, ella se queda con el niño bonito mientras yo sólo tengo un helado de frambuesa en el baño.

Le escribo un mensaje en respuesta, algo largo, sólo para ponerla de nervios.
“No sé de dónde sacas que me quiero esconder de él, pero bueno… en un momento salto y me ando por el centro comercial… triste, solo, y con frío… en verano, qué me importa.” Sólo esperaré dos minutos, porque eso es suficiente para que se vayan. Sería un poco incómodo estar los cuatro cara a cara; Samuel con Sabine, Seth conmigo, por supuesto.

Como distracción, me pongo a buscar gente en los mingitorios. Está un chico muy atractivo, de unos dieciocho o diecinueve años. De cabello negro, piel blanca con un buen bronceado, musculatura notable. Parece un modelito de marca de ropa genérica, pero un muy buen modelito. Pero lo que me importa, además de su cuerpo, es lo que sale de entre sus pantalones.
Noto cómo pasa su mano por encima, acariciándose. Pareciera que lo hace para que lo vean, específicamente para que yo lo vea. Y es que además de él, soy el único en los baños.

Mi móvil comienza a vibrar para avisarme de una llamada. Contesto sin quitarle la vista de encima a cierta parte del muchacho desconocido. Supongo que es Sabine, se desespera con los mensajes largos pues siente la obligación de escribir algo extenso como respuesta; por eso a veces simplemente llama.

– ¿Hola? – atiendo. Casi me da un ataque de risa al momento que lo digo, pues el chico se gira a verme y me sonríe, creyendo que lo saludo a él.
Pero no puedo reír, algo anda mal del otro lado de la línea.

– Scott, necesito que vayas al hospital Stone. – es mi madre, su voz suena quebrada. Pero estoy casi seguro que no es por llanto sino por molestia.

– Me asustas, ¿qué pasa?

El muchacho ya se abrocha la bragueta mientras se ríe de sí mismo. Me dan ganas de pedirle su número de teléfono con señas, pero se supone que me estoy centrando en Seth, no me puedo distraer por unos ojos coquetos y unas manos inquietas.

– Los del colegio enviaron a Shane para allá, tuvo un episodio de asma y…

– ¿A Shane?, ¿qué no tiene su inhalador? – yo también comienzo a enfadarme.

– Se lo quitaron un par de mocosos imbéciles. – eso es suficiente para que termine de enfadarme. Nadie, absolutamente nadie debe joderle la vida a mi hermanito, además, ¡¿en qué cabeza cabe quitarle su inhalador?!

– Voy para allá, ¿no sabes si está bien?

Corta la llamada sin responder mi pregunta. Gracias, mujer, puedes dejarme en ascuas… talvez tenga un accidente de tránsito por manejar enojado, pero a quién le importa.

Me apresuro al coche y escribo un mensaje para Sabine al mismo tiempo que camino.
“Me voy al hospital, no podré pasar por ti más tarde. Te espero sólo dos minutos en el coche si es que quieres venir conmigo.”

Ella llega. Sabe que no debe preguntarme nada cuando estoy de mal humor o preocupado a menos que quiera arriesgarse a que le conteste mal en contra de mi voluntad. Creo que mi enfado es obvio, pero estoy más consternado que cualquier otra cosa.

- - -


No dejan pasar a Sabine de recepción, pero al menos resuelve su duda de qué ha sucedido gracias a mi breve conversación con Olga, la enfermera que sólo se expresa con monosílabos.

Mis pasos se hacen más lentos y mi respiración se calma poco a poco en cuanto entro a la habitación donde tienen a mi hermanito. La habitación es deprimente, toda blanca; paredes, muebles… a excepción de la cama, que está hecha de metal con su típico color cromo.
Mi hermanito está acostado. Se ve más pequeño de lo que realmente es. Su piel pálida aunada a su cuerpo tan delgado le da una apariencia más débil y enfermiza. Tiene los ojos cerrados. A los lados de su cabeza caen algunos mechones de su cabello teñido de marrón, aunque es rubio y rizado naturalmente… pero no le gusta, y por eso lo alisa desde hace meses con un tratamiento de larga duración que renueva siempre que puede, como hoy en la mañana que decidió ir a alisárselo porque en la tarde tendría su primer día de clases él también.

Me siento en una silla justo al lado de su cama y durante un rato observo cómo sube y baja su vientre al rito de su respiración. Se ve tan… triste.
Después de unos minutos, acerco mi mano derecha a su cabeza para acariciarlo. Shane abre de inmediato sus ojos azules y se gira para encararme.

– Estaba dormido, no inconsciente… – murmura con voz apesadumbrada. Retiro i mano de su cabeza y sonrío con discreción. – ¿Y mamá? – pregunta. Sólo puedo encogerme de hombros, a lo que él responde con un suspiro de alivio. – ¿Sabes si la citaron en el colegio?

– Me imagino que sí, ¿por qué? – es muy posible que por eso me enviara a mí al hospital. Shane niega con la cabeza, por lo que decido desistir, la enfermera me dijo que no lo molestara. – Bien… entonces, ¿por qué no me cuentas qué pasó?

Shane sonríe, pero sin ánimo alguno.
– No te lo puedo contar por la misma razón… – voltea hacia el techo. – Pero supongo que todos se enterarán en algunas horas.

La situación es demasiado extraña. Sus mensajes crípticos sólo me dan a entender una cosa que no estoy muy seguro de querer asimilar.
– ¿Quieres que derrita a esos tipos con mi mirada láser? – bromeo para intentar aligerar el ambiente.

Como respuesta obtengo la misma sonrisa desanimada.
– Eso funcionaba cuando tenía ocho años, ya estoy por cumplir catorce… además, los poderes se pierden al mismo tiempo que la virginidad, ¿qué quieres que suponga? – se gira nuevamente hacia mí y me sonríe sinceramente. – Scott, tú nunca me vas a dejar de querer, ¿verdad?...

Asiento de inmediato. Por supuesto que no, Shane es mi vida. Me gustaría poder aprovechar cada segundo junto a él, pero los horarios de escuela no lo permiten; y aunque no piense en él todo el tiempo, está dentro de mis preocupaciones y una de mis prioridades es asegurarme de su bienestar.

– Por nada del mundo, ¿cómo se te puede ocurrir tal cosa? – cojo su mano izquierda, la que me queda más cercana, entre las mías.

– Un chico… en la escuela, dijo que nadie me iba querer… no creas que eso desató mis inseguridades, no es como que él me importe. Pero después me puse a pensar en ti, en Kristen, en papá… – y ahí termina su oración. – No quiero que nadie se entere del por qué, pero es inevitable Scott… y quiero que me asegures que estarás de mi lado. – siento un escalofrío repentino que sólo se manifiesta como un dolor de cabeza pasajero.

Me encojo de hombros y le sonrío.
– Te lo prometo, cualquier cosa que pase pasará… pero tú nunca vas a dejar de ser mi hermanito.

Noto que Shane empieza a llorar, aparentemente en contra de sus deseos por resistirlas lágrimas. De vez en cuando su garganta se mueve, dando la impresión de que traga saliva.

Deposito su mano nuevamente sobre el colchón y me monto sobre la cama, junto a su cuerpo y acaricio su cabeza con la mano derecha.
– ¿Por qué te quitaron tu inhalador? – la duda me mata, tengo que admitirlo. Y además tengo que conocer la razón por la cuál una persona pudiera tratar tan cruelmente a mi hermanito. – ¿Los ofendiste?

Shane niega con la cabeza y mira hacia el techo otra vez.
– No… me lo quitaron porque escribí una carta.

No me atrevo a preguntar, tengo que darle tiempo si quiero enterarme de algo.
Se hace un silencio insoportable, pero finalmente comienza a hablar de vuelta.

– Scott… – deja escapar entre dientes. Aprieta sus ojitos como si estuviera preparándose para dar un paso muy fuerte. – Prométeme que me vas a querer sin importar nada.

– Si es necesario te lo juro. – retiro mi mano de su cabello y acaricio su rostro con la otra.

Se queda callado por unos segundos y rompe el silencio de manera rotunda.
– Scott… soy gay – deja salir mi hermanito; y seguido de eso, gruesas lágrimas empiezan a surcar sus mejillas… esta vez, yo lo acompaño en su llanto. Me causa un extraño sentimiento el escuchar cuán ciertas eran mis sospechas.

– Yo… – comienzo a decir, pero no puedo continuar por el ruido que hace la puerta al abrirse.

Es mi madre. No se le nota nada turbada, se ve como siempre… con una inquietante sonrisa en los labios y un fulgor turbulento en sus ojos verdes.

– Scott, necesito que me dejes a solas con tu hermano. – pide “amablemente”. Sólo deja ver una total urgencia porque me largue de allí, pues hasta abre paso para que salga por la puerta.

– ¿No ves que estoy hablando con él? – demanda Shane con un tono de voz agresivo muy inusual en él. – No quiero hablar contigo. – dice severamente. Su rostro es un mar en tempestad, aún con las lágrimas parece amenazador.

– Es inevitable, yo soy su madre y les digo qué hacer.

Pienso adecuado mejor salir y evitar una discusión al estilo segunda guerra mundial entre los dos. Y no es que me preocupe que discutan, pero mi madre terminaría ganando y además quiero evitarle el conflicto a Shane. Pero no salgo, porque le prometí estar junto a él en todo momento, como desde siempre.

– Dijo el doctor que necesito reposo, déjame en paz… – gruñe Shane.

Ocurre un duelo de miradas muy intenso… se ve reñido hasta que mi madre sonríe de la manera más hipócrita posible, casi siendo cruel con clase.
– El doctor dijo que sólo terminando el papeleo nos vamos a casa, más vale que no te duermas. Te aseguro, Shane, que ya solucionaremos tu problema… – añadiendo la angustia que estoy seguro que no siente, rueda una lágrima por su mejilla antes de salir de la habitación. Aún así, su expresión de señora perfecta y sonriente nunca cambió.

Shane aprieta la mano que tengo sobre su rostro y con eso llama mi atención.
– Creo que ha decidido pegarse un tiro… ella es mi único problema. – sonríe, como si estuviera satisfecho con la situación. – Estoy seguro que necesitas pensar… y yo quiero dormir, sé que tu madre no me dejará hacerlo esta noche.

Asiento y retiro mi mano de su cara. Se queda dormido al poco tiempo, sin importarle la advertencia de la todopoderosa Jessica Garland.

Sabine entra a la habitación y se queda parada contra la pared, sin decir nada.
– Tu madre es muy lista y ha dicho que soy su sobrina, al parecer sólo dejan entrar a familiares. – presume, pero no respondo a su iniciación de plática. Se acerca a mí y apoya su mentón en uno de mis brazos. – ¿Por qué lloras? – besa un costado de mi cabeza e intenta abrazarme, sin lograrlo.

– Te lo diré de la manera más directa posible, aunque no creo que sea adecuado… pero sé que puedo confiar en ti… – hago que se mueva para poder levantarme de la cama, no me siento seguro hablando tan cerca de Shane. – Al parecer, si Kristen no es lesbiana, mis padres nunca tendrán una nuera de verdad.

Sonríe.
– Hace unos días que llevaste a Shane a visitarme, Lance me contó que tu hermanito no le quitaba los ojos de encima, ¿recuerdas que él los recibió en la puerta y les dijo que yo no estaba?, ése día. – ése día había invitado a Shane un helado, y como quedaba cerca, decidí pasar a casa de Sabine para saludarla. Pero ella había salido con un tal Riley del que aún me debe explicaciones.

– Y… ¿le dijiste? – pregunta Sabine.

Niego con la cabeza.
No tengo idea de qué haré, no puedo decirle así como así… talvez dejaría de confiar en mí por no decírselo justo en el momento en que mi madre salió de la habitación.

- - -


Llevo a casa a Shane en el auto de papá. Consiguió dormirse otro rato en el asiento trasero… necesita un descanso, no importa si no me da explicaciones de por qué mi madre sabe.
Sabine se fue caminando, el hospital queda muy cerca de su casa.

– ¡No, mamá, yo estudio psicología y eso que quieres hacer no lo enseñan en los libros!, ¡Shane está bien, no necesita ninguna estúpida terapia! – escucho gritar a Kristen desde la sala. No puede ser posible que mi madre sea tan necia.

– ¡Pues entonces no te enseñan bien, no me importa!, ¡mi hijo se va a curar a como dé lugar! – grita mi madre en respuesta.
Tenemos suerte, todos, de que mi padre haya salido al trabajo.

– ¡La única enferma eres tú! – después de esa respuesta de mi hermana se escucha un golpe, una bofetada.
Shane corre a la sala, y yo me quedo quieto justo bajo el marco de la puesta de entrada.

– ¡Déjala, loca! – reclama Shane, uniéndose a la discusión.

Se escuchan murmullos por parte de Kristen y luego por parte de mi madre.
– ¡Te atreves a ponerle un dedo encima y te juro que no voy a dudar en arrancártelo! –amenaza mi hermana mayor. – ¡Es tu hijo, entiende!

Se escuchan algunos siseos, seguramente de mi madre.

– ¡No me importa, si quieres yo misma le digo a mi padre lo que te acabo de gritar!, ¡No soy yo quien sale perdiendo! – Kristen suena tan decidida… nunca la escuché así de furiosa.

– ¿Tu papá? – Escucho una carcajada por parte de mi madre. – ¡Ni digas nada, él está tan molesto como yo con esta estupidez!

Sabine tiene razón. Yo nunca saldré del armario.
Notas finales: Aquí están los cuatro miembros restantes de la familia Garland en orden de aparición.
Kristen Garland.
Eberhard Garland.
Shane Garland.
Jessica Garland.

Y ya está eso de las fotografías. Espero de verdad que les haya gustado, y que hayan considerado un poco más la historia de fondo de Scott.

Muchas gracias por leer, de verdad me hace sentir bien saber que hay gente a la que le gusta lo que escribo.

Comentarios, críticas, dudas, son todos bien recibidos.

¿Notaron que el nombre del hermanito de Scott empieza también con S?...
Hasta la próxima.

El servidor falló, etc. Qué molesto es que pase eso.

Ahora fue con un comentario de kata_c
Y como ya he dicho, no me gusta dejar a la gente con la palabra en la boca (¿dedos?). Una disculpa por no haber colgado la respuesta antes, me quedé dormido la mayoría de la mañana y en la tarde estuve mucho tiempo al teléfono, y bueno… como casi todos los hombres, no puedo escribir y hablar al mismo tiempo porque termino gritando lo que escribo.
Ya, aquí está la respuesta, es medio larga:

Dudo que alguien se lo esperara, mientras que algunos sospecharon que él fue el culpable del outing de Samuel, en realidad no se hicieron a una idea concreta del cómo.

Samuel ya ha hecho eso de hablar con la gente automáticamente dos veces, esperemos que esta vez no termine igual, aunque bueno… ni modo que Seth lo saque del armario otra vez.
La razón del cambio de Seth puede ser cualquiera, ya ha hecho presente lo impredecibles que son sus acciones, por más que planeé algo. Digamos que si le llegara a salir algo mal, igual no se quedará con las ganas de reaccionar.

En cuanto a Spencer, comparto tu opinión, es un chismoso de lo peor (o de lo mejor, depende del punto de vista). Como casi todas las acciones de las personas, debe tener sus razones para hacer las cosas a su modo. Ya lo veremos el día veinte.

De verdad que me encantaría poder responder a todas tus dudas con el capítulo que se supone ponga el día veinticuatro (que no voy a poder colocar lamentablemente, por vacaciones). Sean hasta ahora es el personaje (hablando de principales) con menos cantidad de apariciones en la trama, eso es lo que hasta ahora deja muy en duda su relación con todo esto. Pero de que la tiene, la tiene.
Me divertí escribiendo su capítulo, porque su personalidad es tan… retorcida, tan peculiar. Quiero que lean el capítulo, aunque sea el cuatro de enero, no importa (mientras no olviden la historia, que sino me deprimo… es que me ha pasado, que estoy muy clavado con un relato, y tardan siglos en actualizar, tanto que me olvido qué ha pasado y me veo forzado a leerme todo de vuelta y prefiero mejor no hacerlo).

De Demian también se ha hablado muy poco, pero teniendo próxima la aparición de Spencer, podemos estar seguros que volveremos a saber de él. Son los homofóbicos más patéticos que he no-conocido (¿?).

Un abrazo muy fuerte.
Gracias por tu tiempo.


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