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Por necesidad... por dark_amassones

[Reviews - 29]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo: ¡Helloito to everybody! Sé que más de una querrá matarme por haber demorado demasiado tiempo pero comprendan que los trabajos escolares y exámenes me dejaron sin tiempo, lo bueno es que estoy de vacaciones y ya puedo escribir más tranquila. Este capítulo dedicado a mj18 por tratar de adivinar y bueno, se llama Kenji porque el seiyū original de Seto Kaiba en el segundo anime se llama Kenjiro Tsuda ¡Joh! Nada importante, pero me pareció lindo debo aclarar que este capítulo está un poco más largo que el anterior, espero que no desesperen.

Agradezco a Pequeña Lin, Sonia, mikaria, Paty, Locappya, Fleir, knaxzerim, Anónimo, camuswoman y Melody Kat por haber comentado ¡Muchísimas gracias! 11 reviews, eso me alegra, saber que si les gustó es un honor. Espero que este capítulo también les guste y ya sabes Nee-chan… ¡Para ti de todo corazón! xD
Advertencias: AU mezclado con historia original. OOC principalmente Kaiba. Un poco de tortura. Lemon.

**Dato curioso; los títulos de los capítulos son complemento del título principal.

POR NECESIDAD…
By Dark-chan


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Capitulo 2. Deja que más de uno te toque…

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Por tercera vez en la semana, había tenido que llamarlo para conversar con él. Hiciera lo que hiciera no lograba que las reglas se le quedaran en esa cabezota rubia, como le entraba por una oreja, le salía por la otra. Su contraparte de nuevo estaba sentado frente a ese imponente escritorio de madera de caoba, tallado ostentosamente sin evitar gritar lo caro que seguro, había resultado.

Nunca le había gustado estar allí, la presencia de ese hombre no hacía más que reafirmar su profundo rencor. Sí, rencor, odio, y todo ¿Todo por qué? Porque el tío no podía darse a la idea de que deseaba, necesitaba, que era ¡Era urgente tomar de una vez por todas al chiquillo rubio que no hacía otra cosa más que calentar su cuerpo y apagar sus sentidos al mismo tiempo! Bendito sea el maldito momento en que llegó a trabajar allí.

– Supe que golpeaste de nuevo al chico Wheeler…– pronunció después de un breve instante en silencio – ¿Cuántas veces te he dicho que lo dejes en paz?– deletreó palpando cada silaba a fin que entendiera.

Sus manos cruzadas a la altura de su barbilla delataban su reciente enojo, pero parecía respirar lentamente para controlarse, y eso porque había tenido que soportar las estupideces de su subordinado por no poder aguantar y terminar golpeando a alguien.

– No las suficientes…- retó socarronamente recargándose en el respaldo del sillón-sofá en el que estaba sentado al momento de cruzarse de brazos –ya te di mi condición para que lo deje en paz ¿O no, Maximilian?- sonrió levemente al ver el seño fruncido del que estaba frente suyo.

El aludido decidió levantarse para tranquilizarse. Era de lo más común tener problemas diarios con Kit cada vez que no podía calmar sus estúpidas hormonas. Jah, como sí fuese un joven de quince años, para sus casi treinta debería sentirse avergonzado por su comportamiento tan estúpido. Pero aún así y a pesar de todo, no podía despedirlo.

– Sabes que la culpa la tiene el mocosito…- dijo a su favor mientras el de cabello plateado miraba por la ventana, con su usual pose imponente –Sí no estuviera tan bueno el maldito…- sin que Maximilian lo viera, bajó una mano a su entrepierna, tocándose lascivamente.

– Deja tus porquerías fuera de esta oficina ¿Te parece?- se giró para mirarlo de frente –Mientras yo siga siendo el dueño de la “Amapola”, escúchame ¡No vuelvas a golpearlo! Ese joven es uno de nuestros mayores “atractivos” y por él este Bar no se ha ido a la mierda

Y esa era una de las mayores porquerías por las que aún no se había hecho de Joey, por la maldita reputación que ya había adquirido desde que entró como Bar-boy. Era de esperarse que un jovencito rubio de 17 años llamara más la atención que unas chicas en minifalda. Por lo general, en el sitio donde está ubicada “La Amapola” se puede distinguir que Bares son del tipo ‘normal’ y los que son del tipo ‘homosexual’ y para la suerte de los gay de Ciudad Dominó, ese Bar es uno de los mejores.

– Espero que tengas una buena idea para el aniversario del Bar- Maximilian retomaba la palabra después de quedarse notoriamente callado –Sino con la pena tendré que cambiar de encargado.

– No se preocupe por eso Maximilian- Kit sonreía estúpidamente divertido –Y me encargaré que el chico rubio se lleve el estelar de la noche…

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Hacía poco que había dejado de sentir el intenso frío de la noche, ahora un calorcito le recorría todo el cuerpo. No era capaz de abrir lo ojos para ver que era lo que sucedía, no quería hacerlo porque eso significaría saber que seguía vivo, que su pesadilla diaria tendría que repetirse una y otra vez sin parar y que el horrible sabor de la verdad le amargaría la boca de solo pensarlo. Además no podía, aún sentía muy hinchado su rostro.

Unas manos le acariciaban el cabello con suma ternura que se dejó hacer por los sutiles movimientos sobre su cabellera. Después de todo lo malo, siempre podía contar con el brillo de una mirada detrás del Infierno, ahora ya sabía en donde se encontraba, estaba con un ángel, con su ángel…

– Hermano…- le llamó para tratar de despertarlo –Joey…- y se interrumpió al ver que el rubio se removía en sus brazos –Hermanito…- tembló su voz cuando el chico levantó el rostro y la miró sonriente –Q-que bueno… que estás bien. Oh Joey…- sollozó abrazando su cabeza sobre su regazo –Pensé… pensé que tú…

– Tranquila Serenity…- le dijo tomando una de sus mano con la suya –Estoy bien ¿de acuerdo?- su voz sonó extrañamente relajada, pero más aguda de lo normal. Eso no era extraño, siempre que mentía le sucedía lo mismo.

Sí, quien dijera que decir mentiras era de lo más fácil, no conocía a Joey Wheeler.

La castaña no pudo evitar derramar unas lágrimas de alegría. Cuando salió en la madruga a buscar a su hermano se sorprendió a verlo casi muerto fuera de su puerta, a pocos metro de la entrada, sabía que su jefe era un maldito enfermo que con cualquier cosa era capaz de matarlo a golpes, pero nunca lo había visto a su hermano tan mal. Sí lo había castigado un par de veces por no saber cerrar su bocota, pero nunca lo habían dejado al borde de la inconciencia.

– ¿Qué hora es?- preguntó una vez que su hermana había levantado la cabeza –Tengo que ir a la escuela…

– ¡No voy a dejarte ir así!- le recriminó Serenity –Mírate nada más, apenas y puedes hablar.

Tenía toda la razón, aún sentía el sabor metálico de la sangre en su boca y si se movía aunque fuese un poco le dolía el costado derecho, seguro que tenía más de una costilla lastimada, pero eso no sería un pretexto para no ir a la escuela, Kenji, el hermano mayor de Yuugi le había enseñado que un hombre es firme a su palabra, costase lo que costase, nunca había faltado a pesar de las golpizas y esa no sería la primera vez.

– Pero debo entregar un trabajo de…- susurró más para sí mismo que para su hermana –Y si no lo llevo… no tendré derecho a la… cali-fi…- estaba quedándose dormido.

Era de esperarse que las caricias de la castaña sobre su nuca lograrían tal cometido, lo que menos quería era tener que ver como su hermano va a la escuela casi molido a golpes, no sería capaz de soportar las burlas de sus compañeros por su estado físico. Bastante era con saber que trabaja en un bar gay para burlarse de él, como para que ahora se mofaran por su apariencia.

– Yo lo llevaré hermanito…- dijo mirando el reloj que ya anunciaba las 7:43 de la mañana –Tú solo descansa.

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– ¿Sucede algo señor Motou?- el profesor nuevamente llamaba su atención. Si mal no contaba, ya era la tercera vez en la clase.

– Nada.

– Entonces le pido que preste más atención a la pizarra. Que si lo prefiere puede contemplar las nubes desde afuera.

Las risas quedas de sus compañeros hicieron que se sonrojara.

No es que quisiera estar distraído o que no le importara la clase, era solo que la visita de Serenity en la hora del receso le preocupó más de lo necesario. Por mucho que el jefe los maltratara, Joey siempre había encontrado la manera de asistir a la escuela sin la necesidad de faltar por los problemas, en más de una ocasión participó en el partido de soccer de clase de deportes, con más de un golpe en las costillas.

– Muy bien jóvenes, no olviden la tarea para el próximo lunes.

Y con eso los alumnos se levantaron para después escuchar la campana del término de clases por ese día. Yuugi tomó sus cosas y las guardó distraídamente cuando creyó que ya estaba solo en el aula, sin darse cuenta que tres personas lo miraban desde la puerta, esperando a que saliera para poder aclarar unos cuantos asuntos relacionado con él y su inseparable amiguito Joey Wheeler.

– Mira lo que tenemos aquí- dijo un pelinegro a su compañero cuando Yuugi ya estaba cruzando la puerta para salir –Es el “meserito gay”- escupió entre dientes al verlo por debajo de su estatura –Y dinos Motou, ¿Dónde está tu amigo?- arrastró la palabra cuando notó que el menor fruncía el ceño al verlo frente a él.

– No tengo porque decirte Yoruhi-kun- intentó pasar de largo pero otro chico lo sujetó del brazo.

– Tranquilo, no vamos a hacerte nada que tú no quieras- sonrió el pelirrojo burlón –Solo queremos que nos digas donde está la puta rubia, eso es todo.

Si algo no soportaba era que difundieran esos horribles chismes de que Joey, aparte de ser Bar-boy, era parte del grupo de bailarinas que se encargan de alegrar la noche a los borrachos que asisten a La Amapola. Sin embargo ahora no podría hacer mucho contra ellos, estaba en líos, no había contemplado el hacerle frente al trío detestable ese día, pero debía resistirse sino quería tener problemas. Miró enojado a los chicos que le rodeaban; Seiki Yoruhi -un pelinegro de piel pálida y ojos ónice-, Sentō Kibōuta -el pelirrojo de ojos aguamarina- y Senzō Kazehoshi, sin duda el más apuesto de los tres.

– ¿Sabes? Dicen que es muy bueno en la cama- habló Senzō, el más alto del grupo, un chico muy apuesto de cabello blanquecino y de ojos azules –Así que queríamos contratar sus servicio para esta noche- y le mostró un fajo de billetes de alta denominación –Así que pásale el recado ¿está bien?- le guiñó el ojo a Yuugi que con horror veía que se retiraban carcajeándose.

Eso estaba mal, muy mal.

Por mucho tiempo habían intentado que no se supiera en donde trabajaban, era para pocos el saber que buena parte de los estudiantes de esa preparatoria era del tipo homosexual, por lo que al enterarse de La Amapola, las burlas, los acosos y las interminables insinuaciones no cedían día con día. Joey es un chico muy apuesto, y con ello solo provocó que más de un alumno quisiera pagarle para tener un revolcón con él. Claro que el pequeño amatista no se salvaba de la situación, más de una vez fue acosado en los vestidores del gimnasio.

Intentando sacarse esos horribles pensamientos, salió rápidamente de la escuela. Intentó correr por la entrada principal cuando alguien se el interpuso, reteniéndolo en lo que parecía un inofensivo abrazo.

– ¿A dónde y con tanta prisa?- su voz le relajó y por primera vez en el día, sonrió.

– Kaiba-san, que bueno que te veo- le abrazó alegre –Pero ¿Qué no esta es tu hora de trabajo?- preguntó inocente al escuchar las 3 campanadas de la escuela.

– Sí, pero quería asegurarme de algo- miró alrededor entristeciendo de repente – ¿Y Joey?

Y allí estaba la pregunta del millón de dólares ¿Y Joey?

– No vino a clases- fue su escueta respuesta.

Inmediatamente se le vinieron todas las escenas de la noche anterior y un sudor frío le recorrió la espalda. ¿Habrá sido por su culpa que Joey…? Se pateó mentalmente después de dos segundo pensando ¡Porque no lo dedujo entes! De no haber reaccionado de eso modo tan arrogante con la histérica de anoche, en ese instante ya estaría viendo sonrojarse al rubio que tanto le gusta. Lo más seguro era que en ese instante estuviera grave por lo que pasó, quizá el bastardo de su jefe le había golpeado.

– Vamos- dijo girándose para dirigirse a su limosina.

Yuugi solamente le siguió, ya tenía una idea de lo que quería hacer el castaño y no estaba en posición de oponerse por dos razones; una porque sabía que Kaiba querría ver como está el rubio y dos porque él mismo estaba muy preocupado por su amigo.

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El timbre se escuchó tres veces, haciéndola sobresaltarse por el sonido, se despabiló un poco y bajó las escaleras no sin antes mirar el reloj del cuarto de su hermano. Sonrió alegre al ver que seguramente era Yuugi quien iba a visitarlo ya que en la mañana le dejó muy preocupado por entregarle el trabajo de Joey, aún así no podía decirle más, puesto que su padre sospecharía de ella por haber salido de la casa a esa hora de la mañana.

– Hola Yuu…gi- se quedó estática cuando abrió la puerta, nunca imaginó que Seto Kaiba estaría en compañía de su pequeño amigo –Buenas tardes Kaiba-san- se inclinó dejándolos pasar.

– Hola Serenity- respondió el más joven, pasando junto al castaño que solo asintió ante el saludo de la chica – ¿Podemos ver a Joey?- dijo recibiendo un asentimiento de la joven. –Gracias.

Dirigido por Yuugi, subió la escalera detrás del pequeño que sin decir nada, ya se dirigía a la habitación del rubio.

La castaña por su parte, se mordió el labio inferior al sentir esa mirada azul sobre ella. Por lo que su hermano le había contado de ese joven, sabía que era una muy buena persona, que siempre se preocupa por él cuando está trabajando y que aunque Joey no lo quisiera admitir, también le gustaba. Eso hacía que ella sonriera, desde que su madre falleció no había visto tan alegre a Joey al hablar de alguien, siempre que le decía algo sobre Seto Kaiba se le iluminaba la mirada y sonreía como idiota. Si, no cabía duda que también estaba completamente enamorado.

Si bien, ahora que lo pensaba, para ese momento su hermano estaría dormido. No tenía ni 10 minutos que había comido y muy probablemente el caldo de pollo le había provocado sueño. Sería una visita corta después de todo. Para ese entonces, Yuugi y Kaiba ya habían llegado a la habitación del rubio, y haciendo gala de sus modales, el menor tocó sin recibir respuesta alguna, por lo que decidieron pasar.

En ese instante Yuugi pudo percibir una mueca de alegría en el rostro de Kaiba, era la primera vez que entraba a la habitación de Joey.

– Vaya- susurró detrás de Yuugi

El que Wheeler estuviera trabajando, no significaba que estuviera mal acomodado económicamente, tampoco era el rico laborando por no tener nada bueno que hacer, simplemente su padre a pesar de los malos momentos, le tenía mucha consideración al mantenerlo, podría decirse que casi sentía cariño por él, mandándolo a una aceptable escuela. No fue hasta el fallecimiento de su madre que su progenitor entró de nuevo en el maldito vicio del alcohol, ahogándose cada que se recordaba el porque ahora su hija tendría que vivir con él, se suponía que al separarse se olvidaría de la parte femenina en su familia y en su vida, por eso se repudiaba cada que veía a la castaña en su casa.

La habitación de Joey no es muy grande, de hecho eso podían gritarlo los muebles en su habitación; la cama individual con su mesita de noche al lado, un escritorio enfrente de su cama, un pequeño sofá del otro lado de la estancia, un librero casi lleno en la parte contraria a al cama junto al escritorio y una silla muy cerca de la cabecera de la cama.

– Creo que está dormido- mencionó el más joven que ya estaba de pie junto a la cabecera de la cama –Hum, pero se ve que ya está bien.

Kaiba no necesitó acercarse para comprobarlo, desde donde se encontraba parado podía escuchar perfectamente la respiración un poco pausada de Joey. Sin embargo, si no se acercó más de la cuenta fue por la desagradable visión que tuvo, el blondo estaba recostado de lado, pero podía observar que en su cara había pequeñas banditas una sobre su ojo derecho, otra en el puente de la nariz y otra en el pómulo izquierdo, tenía unas horrendas ojeras y aunque pareciera que dormía tranquilamente, podía notar la dificultad que tenía al respirar.

Bufó roncamente al verlo así. ¡Maldito el momento en que reaccionó tan inconciente! Por su culpa ahora estaba mal, seguro que lo odiaría después de eso.

– Kaiba-kun- dijo repentinamente, llamando su atención pero sin levantar mucho la voz-Voy por agua para que tome eso…- y señaló una caja de pastillas, con unos números escritos en ella, seguramente la hora de administración –Ahora vuelvo.

Salió cerrando cuidadosamente, Kaiba se acercó y se sentó en la silla. No podía despegar su mirada de los moretes que Joey tenía en una parte del cuello y no pudo evitar imaginar lo que su jefe bastardo le había hecho. ¡Basta! Debía dejar esas horribles escenas y pensar en algo para terminar con eso ¿Es que siempre reaccionaría así su jefe, cada vez que alguien se le acercara a Wheeler? Cerró los ojos derrotado, suspirando frustrado e ideando una manera para que el blondo se diera cuenta que no debía estar en ese horrendo lugar.

– Perdóname- susurró colocando su mano en la cabeza rubia –Por mi culpa estás así…

– No es verdad…- abrió los ojos para darse cuenta que Joey lo miraba –Yo fui quien…

No pudo decir más cuando notó una sonrisa de sorpresa en el hermoso rostro de Seto Kaiba, pocas veces lo había visto sonreír y esta vez era de un modo tan tierno que lo desconcertó, sin embargo no podía quejarse, el que Kaiba haya ido hasta su casa era un gran apremio, algo que seguro él no merecía. Fue tanto el desconcierto que ya no pudo hablar más, y simplemente se dejó hacer por la mano de kaiba colocada sobre su cabeza rubia.

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Uno de sus muy malditos lemas era "No hay querer, solo deber".

Aunque desde pequeño se había enseñado a que no debía dejar de lado las cosas importantes, varios sucesos cambiaron su perspectiva de la vida, todo era estable y hasta cierto punto bueno, sin embargo, desde la muerte de su madre había tenido que valerse casi por si mismo cuando antes no lo había hecho, y ahora era para mantener a salvo a su hermana, la única persona que conocía todo el sufrimiento por el que habían pasado antes de que sus padres se divorciaran.

Ya no era por él mismo, era para cuidar a su pequeña hermana Serenity.

Las luces color Neón brillaban desde el otro lado de la calle, el anuncio enorme en lo más alto del establecimiento decía parpadeante “Bar Flor de la Amapola” y en la entrada, los guardias enmarcaban la gran entrada para evitar que tipos molestos entraran.

Ese día en especial, había mucho más gente de lo acostumbrado en el establecimiento, desde hacía un par de semanas se había anunciado que el Bar cumpliría un año más al servicio de la clientela y con esta idea, se tenía en cuenta una presentación especial de los empleados de La Amapola. Las chicas harían “servicio” la mayor parte del tiempo, de hecho esa noche no actuarían como meseras, sino que se habrían abierto cuartos especiales para el trato “cariñosos” a los clientes de la noche, y mientras ellas se ocupaban de “servir” las necesidades de los fieles consumidores de bebidas, los ‘Bar-boy’ serían las nuevas meseras.

Sobraba decir que el uniforme que les habían escogido era de lo más espantoso; minifaldas, medias de encaje y muchos listones. ¡Eso sería el punto final del degenere! ¿Cómo era posible que ellos siendo jovencitos no mayores de edad, usaran semejantes ridiculeces?

– Esto no me agrada para nada- comentó después de haberse visto en el espejo del cuarto que compartía con uno de sus compañeros –Presiento que algo malo va a suceder…

– Pero no podemos hacer nada, Bakura-kun- Yuugi le había escuchado, y resignado, también estaba portando tan elegante vestimenta femenina –El jefe Kit nos dijo que sería solo una noche.

– ¿Pero tienes idea de cuantas horas durará esta noche?- el rubio se cubría con una manta desde el otro lado de la habitación –No quiero hacerlo Yuugi…

– Nadie quiere hacerlo Wheeler- respondió el peliblanco resignado.

– Solo nos queda esperar a que todo termine- sonrió el más pequeño de los tres, animando de una buena vez a los otro dos.

Una singular alarma se escuchó dentro de los pasillos del personal de la Amapola, lo que les indicó que ya debían salir para comenzar los dos turnos de esa noche. Para maldita desgracia de los chicos, esa noche daría paso al sábado, por lo que Kit no se tocó el corazón al hacerles saber que debían quedarse hasta que amaneciera. El Cuarto aniversario del establecimiento sería el evento social de la zona de los Bares más visitados en Ciudad Dominó.

Yuugi iba encabezando el camino hacía el piso del bar, seguido por Bakura y al final de la fila; Joey Wheeler. Todos iba preparándose mentalmente para lo que fuese a suceder, tan centrados iban que no escucharon el par de pasos extra a sus espaldas, ni que después de unos segundo solo eran dos personas dirigiéndose a su Infierno personal. Joey había sido interceptado, tenía a un sujeto detrás de él, una mano extraña cubriendo su boca y la otra alrededor de su cintura.

– No sabes como me pone verte con esa falda- susurró la voz de Kit en su oreja, enronquecida por la presente excitación –Te odio Wheeler, te odio porque me la pones dura- y bajó la mano que tenía en su cintura, para acariciarle las piernas al rubio –Ah, quiero desvirgarte pequeño, quiero que te tragues mi semen…- posicionó su cadera en el trasero de Joey, frotando su dura erección en él –No te esfuerces perra- dijo al sentir que se removía para zafarse del agarre –Yo seré el primero en hacerte gemir esta noche- subió la mano que tenía en su pierna, acercándola a la braga rosada que cubría su pene –Y si quieres seguir trabajando… debes dejar que más de uno te toque ¿Entendiste?

En ese momento, pudo sentir el ardor en sus parpados cerrados. Quería llorar, quería golpear a su estúpido jefe y salir corriendo de allí, pero no podía. Necesitaba el trabajo sí quería mantener a su hermana junto a él.

Ahora entendía el porque de la gran celebración de esa noche, no solo se cumplía un año más del Bar, sino que las meseras y las bailarinas ofrecerían sexo gratuito en las narices de los clientes y los Bar-boy, vestidos como sirvientas, también tentarían a los hombres a tocarlos, a manosearlos, a excitarlos… Y ese no sería entretenimiento gratuito, algo le decía que quien quisiera acostarse con uno de ellos, debía pagar una buena suma de dinero.

Deja que más de uno te toque…- repitió tanteando su entrepierna –Pero yo seré ese uno ¿Oíste?- y comenzó a reírse de su suerte, de esa fortuna que tendría por quitarle su virginidad a Joey Wheeler.

En la desesperación, solo pudo pensar una sola cosa, un nombre, recordó un rostro y una sonrisa ¿Podría ser posible que fuera al bar… ese día…? Sintió una lágrima resbalar en su mejilla, mientras Kit intentaba bajarle la ropa interior. Todo iba muy mal, sino hacía algo sería un desastre. Dejó de pensar cuando su jefe lo aprisionó contra la pared y sintió temor cuando algo húmedo rodeó su trasero, frotándose sin pudor sobre sus nalgas. Tenía que hacer algo rápido, pero su cuerpo no le ayudaba, solo su cabeza gritaba un nombre y esperaba que fuera suficiente para que lo ayudara.

‘Ayuda… Ayúdame, Kaiba…’

Continuará…
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Notas finales: Pobrecito de Joey T__T su jefe Kit quiere desvirgarlo y no puede hacer nada. Además hay nos chicos que ya sabían lo que iba a suceder en La Amapola, ¿Será que van a pagar los servicios de Joey? O_o ¿Les gustó la vestimenta? xD sí alguien llegó aquí por error, me encantaría saber su opinión sobre este segundo capítulo. Sé que demoré demasiado, pero espero que puedas perdonarme Locappya… ¡Perdóname hermanita…! Ojala te guste y prometo no tardar tanto con el que sigue (que será el último)

Bueno, ya me voy. Ya saben… si quieren que Joey salve su virginidad… ¡Espero sus reviews! Cuídense y nos leemos pronto.

Shikai: "Acepta lo que en realidad necesitas…"
» ¿Qué estás dispuesto a hacer por necesidad? Por la persona que quiero; lo que sea…«

Leona Dark
1614-180709

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