Inevitable XXXIV – parte A
Para cuando el calendario marcó 01 de Marzo ya llevaba conociendo la extraña dinámica entre los chicos. Siendo dispares en personalidades era increíble la forma de compenetrarse al tocar juntos. Afuera quedaban esos chillidos, risas o insultos y quejas de otros momentos y si bien el buen humor no se perdía, aquella exigencia muda me cayó como un balde de agua fría.
Por aquel tiempo, muy a pesar mío, dejé el trabajo a medio tiempo para meterme de lleno en las prácticas con la banda. Las canciones ya las tenía oídas y hasta ensayadas por el gusto hacia ellas y claro, a pedido de mis odiosos amigos.
No fue hasta estar en ensayos continuos que caí en cuenta del significado: yo era el nuevo.
Sabes, Ukeke, amárrate a ellos como sea o te podrían desechar.
Las palabras de Yamato me dejaron en shock, su sonrisa malévola daba a juego perfecto con la mueca de Mizuho. No obstante, muy a mi estilo, mantuve la calma en apariencia y revoloteé el popote contra los hielos de mí soda; con lo que el muy cretino dejó su propia bebida y tomó de la mía, notando mi aparente silencio por sus ideas. Por mi parte calibraba una respuesta contundente, no podía verme realmente preocupado por eso, aunque, muy a mi pesar, había empezado a nacer una fea polilla, queriendo carcomer el interior de mi pobre confianza.
¿No estarás en tiempo de prueba, Yukkun?
Yo opino lo mismo, Mizu. O sea, ese tal Aoi se voló a un montón de bateristas antes, ya sabes, según mis fuentes era muy amigo del otro batero. Deberías volverte su amigo, Ukeke.
Esa idea me pareció aún más descabellada y no porque lo viera imposible. El tiempo, ese era mi enemigo actual y un año o más en desventaja, tomaba la delantera en mis propósitos. Recordé vagamente nuestra presentación aquella noche, sí, esa donde invadieron mi casa. Tener a la vista a Reita-kun y Ruki-kun me sirvió para indagar a mis posibles compañeros musicales y el modo de actuar probable, la nueva presencia inesperada de los dos guitarristas cambió por completo el panorama: Eran el agua y el aceite en conjunto.
Dispares y únicos. Mientras uno gritaba sobre ir a la derecha, el otro enceguecido decía que el camino por la izquierda era la mejor opción indiscutible. Bastaron solo segundos para encontrarnos con sus gritos en plena noche y si le sumamos la valiosa participación de mis amigos en aquel enfrentamiento, los hechos iban directo al descontrol.
¡Aoi-san! ¡Es Kai-kun, nuestro nuevo baterista!
Taka, aguarda… Taka…
La algarabía de los chicos fue tremenda, en medio de sus saltos locos y las felicitaciones sin mayor sustento, puesto que Ruki-kun, recordandolo mejor ahora, se dejó guiar por la emoción del momento, quizás sin haberlo consultado con ellos. Entonces, la afirmación a mis dudas fue respondida al observar la expresión trémula de Uruha-san al sujetar del brazo a Aoi-san, en el justo instante en irse de boca no solo con el pequeño vocalista.
¿Y quién dice que es el baterista? ¡Qué te crees enano! ¡Ni siquiera sé su nombre!
¡Pues es Kai-kun!
¿Y quién diablos es Kai? ¿Tú eres? ¿Por qué estás sonriendo? Aquí nadie te ha escogido.
Claramente, la charla formal donde los cuatro miembros se ponían de acuerdo, ni por asomo había ocurrido en esta o cualquier dimensión; y yo ya era presentado como el flamante baterista dispuesto a cruzar los mares musicales y enfrentarme a versus de bandas, nada más estrafalario.
Oh, y si mejor vamos a la casa de Yukkun y hablamos lo correspondiente a su ingreso, ¿eh?
Y después de la metida de pata de Mizuho, ya no pude con nada.
Los ánimos se caldearon, Yamato empezó con el tema del pago, las regalías que no existían siquiera, solo en su cabeza, claro estaba y los beneficios de los cuales gozaría, y por supuesto, si cubría mi seguro médico el contrato.
Kai es muy buen baterista, es una suerte que ahora no tenga una banda y…
Y la indignación de Aoi-san explotó.
La vi estallar sobre nosotros, porque aun cuando ni nos habían presentado, no se amilanó en mandarnos al diablo y decirnos hasta de qué se moriría la tercera generación de nuestros hijos. Prácticamente me acusó de oportunista, a Ruki-kun de idiota, y Reita-kun, él solo quedó en ser el blanco de un intento de golpes. Identifiqué, y aun ahora no lo entiendo, su mal humor como una marca personal, o quién sabía lo que hubiese pasado antes de llegar hasta nosotros.
Tuvimos suerte en no acabar en la jefatura de policía. Si bien no les tenía mucha fe a Yamato y Mizuho por ser unos idiotas convenidos la mayor parte del tiempo, la reacción de ambos ante los insultos sin mayor justificación, de ser el “probable nuevo”, mantuvo mis nervios a punto de quebrarse por los dos, muy envalentonados estuvieron a nada de irse a los puños con Aoi-san, y si agregamos a Uruha-san que se mantuvo al lado opuesto del ring, junto a su guitarrista, al verlo arrimado contra el poste de luz y siendo por poco golpeado en pleno rostro, nuestra probable futura amistad ya estaba resquebrajándose.
Ja ja, ¿ya olvidaste como largó a nuestro Ukeke? Ja ja, casi me caigo de espaldas, Mizuho, si no fuera por nosotros que protestamos.
Tosí no muy convencido por el giro y lo poco convincente de esa afirmación, siempre intentando quedarse con el crédito de los demás. El salvador de la noche, y de muchas pasadas lunas, tenía nombre corto y preciso: Mon. Muy a mi pesar de aceptarlo porque no negaré, me crispa los nervios con su pasividad, él intervino pronto. Luego de días, pensé, sin su apariencia u oportuna participación, el pleito habría afectado mi posición en la banda. Nadie desea un buscapleitos cerca, y aunque yo no había empezado la discusión o los puños para hacerme el machito como ellos, estaba relacionado por ser mis amigos.
En ese instante, vi mi futura vida artística irse al traste por la estupidez de Yamato y Mizuho, sin embargo, también tener el apoyo de Ruki-kun y Reita-kun, desesperados en hacer entender a su guitarrista sobre mí, una opción amigable y tener el bonus de conocer sus canciones y haber estado en otra banda, haciéndome no un novato en cuestiones musicales.
Pero, poco o nada lograron, el calor del enfrentamiento estaba en su punto más alto y solo el gran cuerpo de Mon sirviendo de muro entre los cuatro, acabó por detenerlos. Ni bastó que abriera la boca, su sola presencia dejó estupefactos tanto a Uruha-san como a Aoi-san.
¡Bien, bien, ni creas que la tienes ganada, adulador, podrás engañar al enano; a mí, no!
¡Esto teníamos que haberlo hablado todos juntos, Ruki-chan, no puedes dejarnos a un lado y tomar las decisiones por tu cuenta!
Pero, ¡Uru-chan, no hay nadie más a la vista, Aoi-san los rechaza a todos!
¡Me largo de la banda, me largo!
¡Shiroyama, deja el drama, déjalo yaaa!
Pasamos a ser espectadores en una riña de banda, Mon volvió a separar a Aoi-san y Reita-kun un par de veces más. Poco es decir, la vergüenza por ser la causa de aquella riña me valió pesadillas y un terrible dolor de cabeza al día siguiente. En esos sueños extraños, yo era un aterrador impostor, buscando quedarme con la virtud de la banda, llevarme el nombre Gazette y esconderlo bajo siete llaves, al fondo del mar.
Lo sé bien, más surrealista no podía soñar, sin embargo, ese malestar y pena por el fallido primer encuentro se quedó grabado por varias semanas y supongo, tuvo mucho en juego la postura de Aoi-san y esa invisible contrariedad en Uruha-san.
¡Estaban locos! Igual, les daba una tunda a ambos.
No entendía a dónde querían llegar ese par de idiotas al hacerme recordar el “altercado” de esa noche. Después del incidente, sí tuve lo que debería haber sido un buen primer encuentro, restándole el adjetivo de “bueno”.
Me citaron a Takahashi Studio un viernes por la noche. Según Ruki-kun, debía lucirme y no solo frente a los cuatro, sino con otras personas. No entendí muy bien el asunto en un primer momento, supuse se trataría del manager, porque aun cuando no estuvieran en Matina, mantenían al mismo sujeto con ellos y parecía que sería de ese modo por un buen tiempo; las referencias por parte del primo de Mizuho, contaban, iba muy unido a la banda. No obstante, la sorpresa resultó ser otra.
Las demás personas, no se limitaron a Tazawa-san, oh no, eso hubiese sido demasiado bueno para alguien con mi suerte, iban de jueces ni más ni menos que el mismo dueño de Takahashi Studio, un tipo bastante joven llamado Shino, de quien no tenía la suficiente información, una mujer llamada Hana Inoue, un tal Tarou Nakahara.
Eso bastó para tener un peso sobre los hombros cuando estuve frente a la batería en esa audición; debía impresionar el doble.
Tras la ventana de la sala de control, Ruki-kun me observaba sonriendo y firme, pude leer claro en sus labios, “tú puedes”, si tenía por lo menos una persona que confiaba en mí, sin conocerme realmente, debía darle el crédito a tenerme fe, solamente, por haberme visto tocar un par de veces, o fiarse de algo que yo no veía en mí aún. Mis sueños iban en mis manos, tenía en ellas las puertas a algo nuevo, a un futuro diferente. No podía fallar, por lo menos, no tanto.
Muerto de ansiedad, me dispuse a acomodar los audífonos en mis orejas y después de la señal, hacer lo que sabía bien. Repetí varias canciones más de dos veces, ellos hablaban y yo no podía enterarme de nada, sus reacciones solamente eran una vaga respuesta sin confirmar.
¡Ya puedes salir, Kai-kun!
Sonreí con absoluta sinceridad. Tenía las piernas casi acalambradas y no por el esfuerzo, sino por el miedo.
¡Bah, hagan lo que quieran!
¡Shiroyama!
Yuu, no seas idiota, no ha estado mal. Suena mejor que los últimos tres bateros que han pasado por acá.
Shino, tú siempre dices que todo está bien, como no es tu banda.
¿Ah? ¿Estás poniendo en tela de juicio mi oído musical? Te recuerdo que acá producimos y cuando algo no suena bien, soy el primero en decirlo.
Me sorprendí al escuchar ese comentario, tristemente parecía que aun con la propuesta de Ruki-kun, yo fui citado como una última opción.
Nee, Kai-kun, ven, ven…
De inmediato fui llevado por Ruki-kun a otro espacio, una antesala donde parecía que llevaban reuniones. El muy amablemente compró dos cafés en la máquina expendedora y me ofreció uno de inmediato. Antes de hablar, ingresó Uruha-san y se sentó a mi lado con una sonrisa extraña, mis ojos se detuvieron directo en sus dedos donde un par de anillos oscuros, de plata quemada, que llamaron mi atención.
¿Y bien…?
Pues que estás dentro, ¿no?
Uruha-san me dio un ligero empujón, le miré sorprendido y un tanto cohibido por la última vez que nos vimos, aun sin poder hablar con normalidad, ya nuestros amigos habían discutido.
La última vez, es decir… Lo siento.
Nah, olvídalo. No fuiste tú, solo tus locos acompañantes, ¿quién era el grandote?
Ja ja, ese era Mon-chan, el fuerte.
¿Eh? Ja ja ja. ¿Es así como se llama, Ruki-chan? Es enorme, ¿es boxeador?
¡No, claro que no! Es de todo menos eso.
Muy breve les dije, Mon podía verse como el principal matón de alguna pandilla yakuza, sin embargo, era todo lo contrario, no causaba más problemas.
Después de esa charla, libre de inquietudes, me reuní nuevamente con los que me escucharan, si bien aun no tenía un contrato de por medio, de palabra ya podía decirme el nuevo baterista de Gazette, aun con la mirada de muerto viviente en el rostro de Aoi-san.
¡Vayamos a celebrar! ¡oh por favor, papá ha abierto un nuevo local y aun no voy!
Hana como era su nombre, rodeada de todos aquellos hombres, parecía una única joya, y no cesaba en querer ir a divertirse. Pronto descubrí que era la novia del dueño de Takahashi Studio y que al parecer también conocía a todos los miembros. Solo después al descubrir que pertenecía a la familia Inoue, sí, a esa familia poderosa en el ámbito del divertimento nocturno estuve a punto de caerme de espaldas. De un modo u otro, Gazette iba rodeado de interesantes contactos.
Paso de ir.
No seas aguafiestas, Yuu.
Oh vamos, Yuu-kun. Estoy invitando yo, será como ir a la inauguración. Shino también vendrá, ¿verdad, cariño? Tazawa-san, ¿también nos acompañará un rato?
¡Está decidido, hoy no dormimos!
La noche se pintaba larga, el clima estaba demasiado fresco al salir y lo único que me faltaba era ver a la tanda de amigos sin escrúpulos, aguardando a la salida con rostros de angustia. Mizuho, Yamato, Mon y hasta Mio, rodé los ojos porque era lo último que me faltaba.
¡Qué carajos hacen ellos acá!
Parece que será una interesante noche…
Miré al joven alto y bastante atractivo… ¿Tarou-san? Se llamaba Tarou-san si mal no estaba, el reía por lo bajo mientras que muy sutilmente acariciaba el dedo meñique de Uruha-san… ¿Tendrían alguna relación? La reacción de Uruha al ver mis ojos podría confirmármelo, ya que acaba de sonrojarse hasta las orejas.
Continuará…