Besitos encebollados.
El tiempo lo cura todo, especialmente los cúbitos cuando han sido bien enyesados. Al haber sido victima de un accidente automovilístico Ivan tenia derecho a acudir al hospital para que le retiraran el yeso y lo examinaran, salvándose del tormento de perder todo el dia esperando ser atendido en el centro de salud, entre campesinos con lepra y mocosos mocosos, literalmente.
No, en las instalaciones del hospital que habia sido moderno hacia quince años solo tenia que esperar en la antesala de urgencias, pues los genios que lo habían diseñado (al hospital) habían decidido que urgencias y yesos y curaciones eran puertas que debían ir una al lado de la otra, como el gordo y el flaco, como Viruta y Capulina; como El Santo y Blue Demon.
Su cita era a las 6 am, por lo que llego a las 5. Que llegase tan poco antes de su turno para hacer fila, esa necesidad mexicana, se explica fácilmente por el hecho de que Gutierritos era y habia sido de pueblo toda su vida.
Una chilanga repatriada, cuyos abuelos se habían ido a la capitán el busca de trabajo como ahora ella regresaba al pueblo en busca de lo mismo, con cita a las 8, habia llegado desde las 3:30. Y desde esas horas no habia dejado de ver embarazadas llegar una tras otra, siendo atendidas antes que el anciano inconciente y el joven apuñalado.
A las 6 am, con puntualidad, el personal externo de seguridad contratado por el hospital les hizo desalojar la sala de espera de urgencias.
-¡Temblor! – grito la chilanga, traumatizada por los recientes eventos sísmicos.
-¡Temblor! – repitieron otros, ignorantes de que esas peñas sobre las que se asentaba el pueblo no se habían movido desde el cretácico, ni se moverían, según la proyección evolutiva de la reintegración de Pangea hecha por geólogos de todo el mundo.
-¡No! ¡Nada mas van a limpiar! Desalojen por favor para que el personal de limpieza (contratado externamente, también) pueda limpiar, y cuando ya este todo limpio terminada la limpieza podrán regresar.
Limpiamente, hubiese podido agregar la guardia de seguridad, pero no conocía el adjetivo.
-¡Es el colmo! – protesto Gutierritos, mejor el que la madre de la niña con neumonía.
El pueblo de San Miguel se tomaba en serio lo de clima semidesértico que aparecia en el Google maps, asi que las madrugadas y amaneceres eran frios, frios, y cuando el sol subia, el índice UV superaba los 13 grados, anaranjeando a los gringos que lo habitaban.
Durante la hora de limpieza, nadie fue atendido. Ni la parturienta que llego con la fuente chorreando. Las señoras de la limpieza checaban sus celulares y compartían imágenes de Piolin en Facebook, pues pagadas por hora, era una la dedicada a la sala de urgencias y ni la llegada del Papa con el corazón sangrante como el del Sagrado Corazon les hubiera hecho tenerla lista en menos.
A las 7:05 la parturienta fue recibida, luego otra embarazada, y otra, y otra…
-¡Chingá! ¿Qué aquí solo atienden a las panzonas o que? – protesto Gutierritos viendo llegada su hora de entrada a la oficina, las 8, olvidado su buen rollito, que del otro lado de la injusticia le habría hecho invitarse a no proferir palabras sexistas.
Nadie lo pelo, y al quince para las diez, cuando la chilanga llevaba extáticas seis horas de fila gratuita, un doctor con anteojos, coleta y una sien rapada abrió por primera vez la puerta de Yesos y curaciones.
-¿Ivan Gutierrez? – pregunto.
Gutierritos se adelanto, super mohino, meneando el culito.
El doctor, con pinta de ser bastante miope detrás de las gafas, parpadeo como si su graduación repentinamente hubiera sido mal calibrada.
-Llevo cuatro horas esperando, doctor. Entro a las 8 a trabajar, necesitare un justificante.
El doctor sonrio, mostrando sus dientes con brackets aunque no era tan joven.
-¿Cómo si estuviera en la escuela?
-A usted le parece divertido porque tiene un trabajo muy bien pagado, pero uno…
-¿En que trabaja usted?
-En la presidencia…
El doctor se carcajeo, sin dejarlo terminar.
-Chico, creo que tu ganas mas que yo.
-Lo dudo, trabajo en archivo.
-Estoy haciendo el servicio social de mi maestria en administración de empresas.
-¡No chingues! ¿Hasta para eso piden servicio ahora?
-Trabajo gratis es trabajo gratis para papa gobierno. Ok, déjame ver ese brazo…
Examino al dr en lo que el lo examinaba. Su bata era de cuello mao y tenia un pendiente como de arañita, asterisco…
-Cafeina – se la acerco a la cara el dr al ver que la veía – La molecula de la cafeína. La compre en la pagina de I fucking love science. – sonrio, con sus bracketotes de Betty la fea de fuera. – Tendras que ir a radiografia antes de que te quite este yeso.
-Pero, mi trabajo…
-Ya puedes irte olvidando de el.
Eran las tres de la tarde cuando abandono el hospital. El sol caia a plomo sobre las calles polvorientas de la colonia que habia escuchado a siete presidentes municipales prometerle la pavimentación de sus calles.
Resoplo. Su brazo se sentía frio, frio, a pesar de que en su coronilla pudiera freírse un huevo. Su brazo se sentía raro y le dolia y no estaba seguro de que estuviera bien. Al menos Betty el feo lo habia citado para dentro de una semana, para un ultimo chequeo. Le habia dado analgésicos y desinflamantes.
La presidencia quedaba cerca, mas hacia las afueras de la ciudad pero ya pavimentada, para que los Lamborghini de los regidores no se fueran a estropear la suspensión, pero ni para que ir. Salia a las 4, llegaría ahí a las 3:30, con el caos vial que siempre habia en las vías de acceso a la ciudad.
Pero si no iba el cabron de Marcel podría despedirlo. Eran necesarias tres faltas injustificadas consecutivas para que el despido de ley procediera, pero un exnovio ardido del infierno es de lo peor, como lo demuestra Tony Stark en cada película de los Vengadores desde que Bucky regreso. Un exnovio del infierno, por el que daría cualquier cosa para que volviera a ser novio.
*
Ernesto lo esperaba con su caja de asesinatos, secuestros y demás crímenes no resueltos diaria. Montones de papeles y folders que le habían dejado sobre el escritorio y se se meneaban en precario equilibrio.
Archivo era un infierno, solo aliviado por ese angelote musculoso que era el policía.
No creía lo que Jaime habia dicho: que fuera mentiroso, casado, hetero, hipócrita y de lo peor. Bueno, hetero a lo mejor si si era casado, pero su dedo estaba desnudo y no habia ninguna marca en el. Claro que en piel tan morena…
Se relamio, viendo la franja de piel fontaneresca que la camisa dejo al aire al separarse del pantalón, al agacharse Ernesto a embutir los archivos en el pequeño espacio que quedaba en la orilla, a la altura del piso. Hizo fuerza y fuerza, con lo que el pantalón bajo y bajo.
No alcanzo a componer el rostro antes de que Ernesto se volteara. Orgulloso de su trasero capaz de sostener un destornillador entre los glúteos, como lo mostraba en sus videos de redtube, Ernesto lo apretó. Uno, dos. Tan duro que de estar destornillando, habría dado la vuelta entera al tornillo.
-Ya estas bien de tu manita… - le dijo, agarrándosela – Ya te vas a poder hacer manuela… - continuo, acercando su boca a la suya.
El beso sabia a longaniza bien condimentada de las gorditas de doña Mari. A su salsa de cebolla.
Gutierritos tampoco pudo disimular su cara de asco cuando termino.
-Hay, perdón, creo que me hace falta una holls.
Ivan asintió. Al carnicero de doña Mari se le andaba pudriendo la carne con tanto calor y uso ajo como para ahuyentar un vampiro.
-Creo que deberíamos esperar un poco.
-Puedo ir a lavarme los dientes.
Pero Ivan era super fresita.
-Vamos a esperar.
***
Cuatrocientas treinta y cinco trasferencias electrónicas, ciento veintiocho cheques y, por aquella semana (el numero de “aviadores” se incrementaba cada semana), doscientos treinta y cinco sobres de efectivo de la nomina de la Presidencia municipal esperaban ser pagados en la céntrica sucursal de Banco Aguila, pues las computadoras seguían perdidas de virus.
Frente a las esculturas postmodernas del Quijote que adornaban la zona VIP, Jaime y Marcel se apresuraban con las cuentas. El aire acondicionado compensaba el encierro y el calor infernal del exterior. El conejito, una vez asado, era menos interesante.
Ya no se preguntaba que se ocultaba tras el cuello bien alto y planchado de su camisa. Conocia las formas que habia debajo de la ropa, y, aunque una vez no era suficiente, por esta vez seria: el conejito seguía mostrándose tan arisco como el primer dia, sacándole las garrillas y los dientecillos al primer avanze.
Y, sin Gutierritos poniéndose celoso, no era tan divertido. El rechazo le dolia a Marcel en el ego: no podía creer que, luego de haberlo probado, un uke no quisiera repetir.
Era verdaderamente lesbiano ese conejillo. Como una lemuriana de Saint Seiya. Aburrido. Y ni siquiera era tan bonito o estaba tan nalgon.
Suspiro, y Jaime despego el reflejo de los lentes de la pantalla para encararlo.
-¿Lo extraña, verdad? ¡Pues lo tiene bien merecido! – estallo, volviendo al tecleo con conejil eficiencia.
Marcel estaba sorprendido. Tanto por el exabrupto como por lo dicho.
Habia extrañado a Ivan un par de noches antes, cuando durante el nuevo episodio de los Expedientes Secretos X Mulder salio bien bueno y no habia nadie con quien compartirlo. Nadie con quien imaginar el trio que le montarían al milf.
Tambien habia estado a punto de compartirle un meme buenísimo, pero lo recordó a tiempo. Luego descubrió que estaba bloqueado y la inmadurez, por otro lado de esperarse, de Ivan, no lo molesto tanto por si misma. Per se.
Tambien se le habia hechado a perder un litro de leche, porque el no tomaba tanta.
-¿¡Puede ayudarme a contar el efectivo?! – le repitió el conejillo histérico, azotándole la bolsa de monedas delante.
Mas grande que como con la que Judas habia vendido al Señor.
Continuara...