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Cuentos de amor, locura y muerte. por Agus y Moony

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Notas del capitulo: Heey, gracias por tantos comentarios lindos. Ojala que les guste este nuevo capi y se entienda un poco mas.
Por las dudas aclaramos que Saga es esquizofrenico y sus visiones son alucinaciones, obviamente las del manga. Los reales son los medicos y eso.
Bueno, ahora si.
Lo primero que Giovanni quiso hacer fue echar a Aioria que estaba pegado a sus talones, mirando a Mu a escondidas detrás de su espalda.
Lo ponía nervioso tenerlo tan cerca, además, cuando trabajaba, trabajaba.
Le hizo un gesto a su amante para que se alejara porque no quería armar una escena delante del chico que claramente se veía perturbado.
Aioria parecío no entender el movimiento de manos de su compañero así que este se acercó a su oído y le dijo en voz baja que saliera antes que lo violara delante del paciente.
Finalmente se fue riendo contoneándose debajo del ambo ajustado.
Cáncer lo vió salir deleitándose con lo que vendría después y se enfocó totalmente en el chico que lo miraba con sus grandes ojos verdes abiertos.

-¿Te gusta? –le preguntó de improviso el joven paciente.

El medico sonrió, iba a ser mucho mas fácil que Afrodita.

Asintió con la cabeza y se sentó en una silla junto a la cama en la que estaba acostado Mu.
Sus manos estaban entrelazadas y las movía suavemente, como acariciándose. Giovanni tomó nota mental de esto, era un signo clásico de los niños que tienen poca demostración de afecto en sus hogares.

-Mu, ¿no? ¿Te gusta jugar a la pelota?

El chico no ocultó la sorpresa de la pregunta. Seguramente estaba esperando una interrogación igual a la de Aioria y Milo, pero Gino no era como esos críos. Sabía como tratar a la gente y como llevarla a donde él quería.

-Si, -contestó finalmente. –Pero…

Se interrumpió, miró hacia otro lado.

-Nunca juego con nadie. –murmuró y luego se quedó callado.

Problema familiar. No había duda. Estaba claro como el agua. Al doctor le costó comprender que Aioria no lo hubiera notado. Tenía en más estima a su muchacho.

Siguió interrogando al chico pero cada vez las respuestas lo iban descolocando más. Al parecer no era tan sencillo. Era un niño querido en el hogar y la familia lo consentía como podía. Se ocupaba de él e iban a visitarlo a la clínica todos los días.
Giovanni estaba desorientado. ¿Dónde se escondía el problema?
Debía de seguir buscando, pero se fastidió.
Había imaginado que esto iba a ser rápido e iba a poder presumir con Aioria lo buen profesional que era.
De repente Mu dijo algo sobre los hermanos y luego hizo una mueca prácticamente imperceptible de dolor.
Prácticamente, pero no para Giovanni Cáncer. Sonrió, todavía estaba a tiempo de presumir con su gatito.

* * *

Myu entró al baño de enfermeros para asearse. Acababa de toparse con Radamanthys y este la había dado algunas indicaciones. El corazón le latía desbocado y estaba transpirado bajo el ambo.
Sabía que para el director prácticamente ni existía y si hoy había hablado con el, solo había sido por que ser el primer enfermero con el que se topó.
Se mojó el cuello y la nuca para enfriar su cuerpo. Aseguró mechones rebeldes en su coleta y se disponía a salir cuando escuchó una respiración entrecortada.
¿Quién--?

El baño era amplio y había varios cubículos. Myu de dirigió al ultimo, desde donde provenía el ruido.
Abrió la puerta sin preguntar, ya que se imaginaba lo que estaba sucediendo.

-¿Otra vez? –le preguntó a Valentine con pesar.

Este sufrió un respingo al ver a su amigo.

-Dios Myu, me asustaste…

Papyllion se acuclilló para mirarlo de cerca.
Valentine estaba pálido y traspirado, y debajo de sus ojos había unas profundas ojeras.

-Comí algo en mal estado- explicó este rápidamente al notar el escrutinio de su amigo.

-¿Y como explicas esto?- le recriminó Myu tomándole la mano lastimada en los nudillos de los dedos que se metía a la boca para provocar el vómito.

Valentine recostó su cabeza sobre la pared del cubículo.

-No le digas a nadie Myu, por favor, podría perder mi trabajo.-suplicó.

El joven de cabellos pelirrojos hizo una mueca.

-Eso es lo de menos- respondió cortante. Odiaba ver como su amigo y compañero se destruía de esa manera. Se paró dispuesto a conseguir un poco de agua.

-Maldicion Val, deberías tratarte.- le reprendió.

El enfermero lo miró con rabia, y se puso de pie también.

-¿Eso crees? ¿Me estás comparando con estos locos que atendemos todos los dias? ¿Acaso--?

Myu se apresuró a sostener a su amigo cuando sus piernas dejaban de sostenerlo y su rostro perdía el poco color que tenía.

-Hey, hey, tranquilo, no deberías haberte parado tan de sopetón.-

Valentine hizo un intento por mantenerse conciente a pesar de que todo le daba vueltas. Estaba deshidratado y exhausto por el esfuerzo que le producía vomitar.

-¿Esta bien?- preguntó Orfeo que acababa de entrar en el baño, viendo toda la escena.

- Le bajó la presión- mintió rápidamente Myu. De hecho quizá tenía la presión baja también.

El recién llegado lo ayudó a recortarse en el piso y alzarle las piernas.

-Yo me ocupo de esto Orfeo, ¿Podrías ir a buscarle algo salado a Val?-

El joven asintió enérgico. Cuando finalmente salió de los baños. Los ojos de Valentine miraron a su amigo seriamente.

-Si llegas a decir algo de esto, le cuento a Radamanthys lo que haces en su despacho- amenazó.

Fue el turno de Myu de palidecer.

* * *

Al terminar con Mu, Gino pensó que aun le quedaban varias sesiones por delante con el pobre chico. No estaba seguro que no volviera a intentar el suicidio y le diría a Aioria que lo mantuvieran vigilado y si fuera necesario, sedado.
Tenía la autoestima mas baja que había conocido además de un sentimiento de culpa que iba a ser muy difícil sacarle. Suspiró, sintiendo algo de compasión. Pero en todos sus años de servicio había aprendido que no debía involucrarse con los pacientes.
Ya le había pasado algo similar con Afrodita y no permitiría que volviera a suceder.
Caminó por el largo y amplio pasillo color celeste que conectaba las salas de psiquiatría y clínica en general pensando en su paciente preferido.
Afrodita Piscis era autista. Pero a un nivel peligroso, tanto para su seguridad como para la de los demás.
A una persona autista puede molestarle un ruido que para una persona no autista pasa desapercibido. En muchos casos la molestia puede ser extrema, hasta el punto de llevar a comportamientos violentos. Esto le había sucedido a Afrodita y había lastimado gravemente a sus familiares que lo habían internado sin más en un neuropsiquiátrico.
Cosa que por supuesto había trastocado seriamente la escasa salud mental del niño.
Giovanni había visto rápidamente ese destello de dolor y la violencia que este engendraba en el joven y le había rogado a Hades, el recientemente asumido director de la clínica que lo dejara tratar con él.
Este había accedido finalmente y así había empezado una relación que para Cáncer se había vuelto poco menos que adictiva.
Necesitaba curar a ese chico. Necesitaba que estuviera bien.
No dormía, no comía y pasaba horas estudiando su caso e investigando con colegas de distintas partes del mundo. Incluso había ido a aprender idiomas para poder ampliar sus conocimientos. Estaba totalmente consumido por la situación.

Hasta que había llegado Aioria.
De la mano de su hermano mayor, al que Giovanni le había echado previamente el ojo (la verdad era imposible no hacerlo), Aioria Leo había ingresado a la clínica con sus veintipocos años y había dado vuelta el mundo de Cancer.
Sus rulos desenfadados y su cuerpo bronceado habían sido suficientes para que el pediatra saliera del trance en que estaba metido. Claro que le llevaba como 10 años y el chico era totalmente inmaduro y mimado.
Aioria había jugado con él hasta el hartazgo, hasta el punto en que Cáncer lo había arrinconado en su consultorio una noche de guardia y le había metido la lengua hasta la garganta. Le había hecho gemir su nombre en voz tan alta que casi lo descubrían los del servicio de limpieza.

A partir de ahí habían llevado una relación medianamente estable, salvo por el hecho que era secreta y que Aioria prefería robarse medicamentos antes que decírselo a su correcto hermano. Que, para el juicio de Giovanni, también llevaba una relación bastante inusual con uno de sus propios pacientes.
Suspiró. Debería ir a ver a Aioria y contarle las novedades del caso de Mu, pero cuando llego vió que en su sala de espera había varias madres con sus críos avergonzados de tener que ir al loquero y lo pospuso hasta mas tarde. Además, había prometido que se juntarían en su casa.
Si habría tiempo le contaría del paciente y si no, mañana sería otro día.

* * *
Milo se dirigió al baño y tomó dos pastillas. La cabeza lo estaba matando. Abrió la canilla y se mojó la cara para relajarse. Aun le quedaban varias horas de trabajo.

Desde pequeño había sufrido fuertes dolores de cabeza, efectos de lo que Aioros había diagnosticado como “estrés”. Simple y conocido.
El, en ese entonces, joven estudiante Sagitario, había estudiado el caso de su protegidito, ya que no era común que un niño pudiera estresarse de esa manera. Pero así era, como finalmente redactó en su tesis.

Milo nunca la había leído, porque sabia que toda su vida estaba plasmada ahí, vista desde el punto de un psiquiatra. Y no era algo que le terminara de gustar, más allá de su profesión.

Cuando al fin el dolor aminoró un poco, Escorpio decidió salir del baño para continuar con su trabajo.

-Hey, ¿Dónde estabas?- Le preguntó Aioria cuando lo encontró. –Deberías haber visto como trabaja Giovanni, no sabes, Mu y él…

-¿Para que si vos lo miraste por los dos? -le contestó en broma.
Sospechaba que su amigo sentía mas que admiración profesional por el pediatra.

El rubor que cubrió las mejillas de Leo se lo confirmó.

-Pero me alegro que haya conseguido progresar con ese chico, a mi me volvió loco- confesó.

Se rieron con un poco de culpa y se encaminaron a ver al siguiente paciente:
Shion Seira.

Ambos médicos entraron en la habitación.
Shion estaba haciendo la cama.

-Buenas tardes Sr. Seira- saludó Aioria.

Cuanto mas correcto se lo trataba, mejor respondia a las sesiones.

-Joven Leo, ¿Qué tal?- respondió este.

Milo lo ignoró. Sabia que a Shion no le agradaba para nada, y no quería que se pusiera agresivo.

-Muy bien, gracias- respondió Aioria con una sonrisa. -¿Me permite ayudarlo?

Se colocó del otro lado de la cama y agarró las mantas.

El paciente se tensó.

-Están limpias- aseguró Aioria mostrando sus manos.

-No te molestes.

Milo garabateó en sus apuntes, sabía que su amigo quería evaluar en grado de ansiedad que el paciente tenía hoy. El hecho de que Shion se hubiera rehusado a la ayuda de su medico favorito dejaba en claro que su trastorno obsesivo-compulsivo hacia la higiene extrema todavía estaba en un nivel consideradamente alto.

Había entrado por la guardia con sus manos completamente lastimadas ya que había estado cepillándolas con virulana y desinfectantes altamente tóxicos, intentando dejarlas libres de gérmenes.

Aioria se sentó en la silla que había a los pies de la cama.

-Hay un día precioso. ¿Te gustaría salir a caminar con nosotros?

Shion lo pensó.
Milo se dió cuenta de que su mente se debatía entre salir a disfrutar y dejar la pulcra y segura habitación.


-Puede que este Dohko- se dirigió al paciente por primera vez.

El hombre lo miró horrorizado.
El joven sonrió. Había visto como Shion miraba al chino en el comedor.
Dado que se negaba a comer la comida que preparaban en la clínica, también producto de su enfermedad, se dedicaba a mirar al otro paciente que, en sus días de lucidez, se mostraba muy animado y amable con todo el mundo.

-No se que quiere decir Doctor.-le contestó despectivo.

-Sé que son amigos-explicó tranquilamente Milo.-Los ví hablando el otro día.

Shion se relajó. Y se volvió a Aioria.

-Me parece bien salir un poco- accedió- Pero me gustaría tener la sesión con usted solo de ahora en adelante Dr. Leo.

El aludido evitó la carcajada al ver la cara de odio de su amigo.

-Como usted desee, Sr. Seira.

* * *


Radamanthys se restregó los ojos luego de quitarse los anteojos que usaba para leer.
Acababan de enviarle la historia clínica de un caso nuevo. Como Jefe de Psiquiatría estaba dentro de sus trabajos asignarle un profesional.
Pensó en sus posibilidades. Como no era pediátrico, Giovanni quedaba afuera. Aioros era competente pero ya tenía demasiados pacientes, sin contar a su novio esquizofrénico y todo el tiempo que éste le consumía.
Siempre estaba Minos, su mejor amigo, y el que siempre tenía prioridad a la hora de las elecciones y divisiones de trabajo…

Y finalmente, los odiosos residentes. Aioria Leo (que usaba el apellido de la madre para que no lo compararan con el hermano, por favor, si se notaba a la legua que eran dos gotas de agua) y Milo Escorpio. No confiaba del todo en sus capacidades, pero eran la mejor opción ya que no estaban muy atareados.

No le gustaba dejar cosas en sus manos, y eso siempre le traía discusiones con Sagitario, quien insistía en que sin pacientes jamás iban a tomarle la mano al trabajo.
Sí que era irritante, Radamanthys no sabía lo que le veía Aiacos.

Volvió a leer la historia clínica del nuevo: ¿Depresión producida por un Complejo de Edipo no solucionado? Frunció el ceño. Extraño, pero sin duda no lo mas raro con lo que se había encontrado.

Sonrió con malicia al decidir que después de todo se lo dejaría a los residentes.
Miró su reloj y comprobó que ya era hora de irse. Solo tenía que buscar a Leo y Escorpio y notificarles la derivación.
Se dispuso a guardar sus cosas en el maletín para salir de allí cuando alguien lo interrumpió en mitad de su labor. Siempre venían a preguntarle alguna pavada a último momento, cuando quedaban cinco minutos para finalizar su turno.

-Pase. –dijo con un suspiro.

Valentine entró con una sonrisa. Al verlo, la expresión del psiquiatra cambio. Estaba un tanto pálido, pero hermoso como siempre.

-Creí que ya te habías ido. –dijo el enfermero.

-No sin saludarte.

El joven se ruborizó. Radamanthys amaba eso. A pesar que ya hacía varios meses que salían, Valentine aun conservaba la timidez del primer día.

El mayor, siempre analizándolo todo, suponía que se debía al hecho que se sentía inferior a él en varios aspectos, y aunque el medico no era una persona egocéntrica, no podía dejar de admitir que le agradaba ese hecho.

-Ya te vas, ¿no? –preguntó Valentine tontamente viendo que el otro tenía el maletín en la mano.

-Si, solo tengo que buscar a los residentes para entregarles algo. –respondió Radamanthys sin darle importancia.

-Si queres yo se los doy. –sugirió el enfermero, siempre servicial.
Wyvern sonrió, dándole un fugaz beso en los labios.

-No te preocupes, aparte tengo que explicarles un par de cosas.

-Ah, claro.-
Radamanthys soltó una carcajada. No había pasado por alto la rápida mueca de disgusto que había cruzado la cara de su novio. Lo conocía, era celoso e inseguro.
Para dejarle claro sus preferencias volvió a besarlo, esta vez con más pasión.
-Nos vemos mañana, coshita- le susurró para luego alejarse con paso elegante.

Valentine se quedó quieto, sonriendo, mirando a su amante. Con él no era la persona fría y calculadora que todos veían, si no alguien dulce y cariñoso que se comportaba como un verdadero novio. Tenía que verse delgado y hermoso para él, se lo merecía.
Sus labios se curvaron como siempre que tocaba el tema. No podía compartirlo con nadie. Su mejor amigo estaba perdidamente enamorado de ese hombre y decirle que tenían una relación hubiera sido como clavarle un puñal.
Y otra gente a la que pudiera interesarle su vida personal no tenía.
Con culpa pero con hambre sacó un chocolate del bolsillo del ambo y se lo comió mientras se dirigía de vuelta al office.

* * *

Era la mañana mas atareada de su vida y se había pasado la noche en vela. Revisó los planos que tenía en la mesa, y la hora que era. Debía entregarlos al mediodía y no había siquiera empezado.
Si seguía así, iba a terminar loco como su hermano.

-¿Kanon?- preguntó una voz conocida desde la puerta.

El aludido gruñó, recibir esta visita no estaba en sus planes y no iba a mejorar su capacidad para terminar el trabajo a tiempo.

-Pasa- dijo de todos modos.

Aioros Sagitario entró cabizbajo a su escritorio, con dos café express en su mano. Viendo que terminar a tiempo sería una causa perdida ahora que el novio -y psiquiatra- de su hermano había decidido tener una reunión con él, Kanon despejó la mesa de trabajo y tomó uno de los cafés. Quizá le ayudara a espabilarse.

-Aioros, no te esperaba.-le dijo con un dejo de irritación. El medico nunca llamaba para avisar de su llegada. Simplemente se aparecía para darle malas noticias.

-Perdón Kanon, se que estás ocupado, pero necesitaba hablar con vos.

Géminis hizo un gesto con la mano para restarle importancia.

-Esta bien, después de todo estaba bloqueado.

Aioros miró a su alrededor como descubriendo el caos de papeles, lápices, escuadras y maquetas.

-Se nota- comentó con una risilla.

Se quedaron en silencio unos minutos en los que ambos utilizaron para acabar su café.

-¿Y bien?-dijo entonces el mayor- Supongo que vas a contarme algo de Saga, ¿no es así?

Aioros asintió y sus ojos se vieron tristes.

-Si.-dijo apesadumbrado-La terapia de Saga no esta surtiendo ningún efecto, mas bien lo contrario.

Kanon clavó la vista en su vacito vacío.

El medico prosiguió:

-En contra de mi voluntad estoy pensando en asignarle a otro psiquiatra.

-¿Otro psiquiatra? ¿Que decís Aioros?

-Saga no está bien conmigo.-explicó Aioros dolorosamente.-…l, en su alucinación, me teme.

Kanon recordó la ultima vez que había ido a ver a su gemelo y la reacción de este último al verlo. Tres enfermeros habían tenido que sujetarlo.

-¿Por qué a nosotros dos Aioros? Solo queremos ayudarlo…

El medico tenía varias teorías, pero le pareció que la pregunta era retórica, así que no comentó nada.

-Por eso creo que alguien como Milo Escorpio podría resultar.

-¿Milo, tu Milo?-preguntó el arquitecto alzando una ceja.

-Es con el que mejor reacciona, y pueden tener una charla tranquila, también podría ser Cancer, con él parece sentirse relajado, pero es pediatra, y no creo que Radamanthys me lo permita.

Kanon asintió comprendiendo. Le costaba creer que Aioros renunciara al tratamiento de su hermano, derivándolo a alguien más. Pero sabía que este quería lo mejor para Saga.

-Tengo que firmar algo dando mi consentimiento, ¿verdad? -preguntó dándose cuenta al fin el motivo de la visita de Sagitario.

-Muy bien informado Sr.Geminis- dijo Aioros mientras hurgaba en su maletín para sacar los papeles.

-Solo años de tramites iguales-respondió Kanon- Aunque a decir verdad nunca creí volver a hacerlo.

-Odio dejarlo-confesó el medico- Pero creo que es lo mejor. Además, conozco a Milo, y el no va a intentar nada sin consultarme.


Kanon firmó y devolvió las hojas. Miró su reloj, era cerca del mediodía.

-¿Cuándo entrás a la clínica?-le preguntó al medico.

-A los dos, pedí la mañana libre.

-Bien, vamos, te invito a comer.

***

Notas finales: Besitos, nos vemos!! Gracias!!

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