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Animal Instinct por Kyokawiichan

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Notas del capitulo: Gracias por sus reviews tan lindis *o* aqui el segundo capitulo, espero q les guste~

Nuestro querido gatito enfrentándose a la cruel marca de iniciación

(ni que fuera secta satánica XD o a lo mejor si.... o_o)
- Espero que esta mascota pueda satisfacerlo… -
- Seguramente lo hará -
- ¿Cómo están…? -
- Están muy bien, pero sabe que no les permito salir de la mansión… -
- Por supuesto, por supuesto. Pero me alegra saber que están todos en perfectas condiciones… -

En ese momento entró al lugar Mao, cargando entre sus brazos el pequeño cuerpo del niño, cubierto por la chaqueta negra que antes vestía. Dejando ver como las mangas de su camisa estaban rasgadas y con un poco de sangre. Su dueño lo miró y enseguida Mao bajó la cabeza.

- No se preocupe, mi señor. No le ha pasado nada a esta mascota… La he sedado como me dijo, pero… lamentablemente he dañado mis ropas… - dijo apenado.
- Mi querido Mao… no importa de quien sea la sangre, me preocupo por los dos por igual… Al regresar por favor pídele a Kanon que te cure… Por la camisa no te preocupes, tendremos igualmente que ir de compras para el pequeño… -
- Si, mi señor… -

Se subieron al carruaje y el conejo acomodó al infante en su regazo. Estaba dormido y muy tranquilo. A juzgar por lo fuerte que era el tranquilizante, estaría así hasta al siguiente amanecer… Su dueño lo observó, pero no dijo nada.

- Por hoy… - comenzó, el otro lo miró. Se retractó y sonrió - Nada.
- Mi señor, si desea decir algo… -
- No es nada -
- Esta bien… -

Al llegar a la mansión Mao decidió llevar al pequeño primero al baño. Debía limpiarlo y luego vestirlo, se preguntaba también que clase de nombre le daría al pelirrojo. Entró al cuarto hecho con paredes de azulejos, en el centro había una bañera que llenó de agua caliente.

Al primer contacto con el agua, el menor se despertó, pero con los calmantes que tenía apenas pudo abrir los ojos y encontrarse a si mismo desnudo, en una bañera, en un cuarto que no reconocía para nada, con lujos que tampoco se le hacían familiares. Sintió unas amables manos limpiar su cuerpo, y entonces su corazón comenzó a latir con mas fuerza.

- Despertaste… - escuchó - No te preocupes, no te estoy haciendo nada malo… Deberías dormir, si te esfuerzas con los sedantes colapsarás… y eso no estará permitido una vez debas sentarte frente a tu nuevo dueño… -

“¿Mi nuevo dueño?”, abrió sus labios para formular, pero no pudo decir ninguna palabra. Se resignó a cerrar sus ojos, dejando que ese joven siguiera limpiando y masajeando su delgado cuerpo.

Cuando volvió a despertar, esta vez un poco más espabilado, estaba sobre una superficie cómoda. Lo tomaron por los brazos y lo sentaron, entonces observó a su alrededor y se encontró esta vez en una habitación y sobre una cama. Escuchó el eco de unas voces.

- ¿…l es? -
- Si -
- Dime… ¿Ruki lo ha visto? -
- No, aún no lo ha visto… Ayúdame a ponerle esto… ah, esta despierto… -

Tomándolo por debajo de los brazos, lo pararon con facilidad y pasaron alrededor de su cuello un lazo que ataron debajo del cuello de la camisa dándole forma de moño. Sintió que debajo de su mentón tenía una cinta, y luego fue capaz de sentir que sobre su cabello tenía un adorno, aunque no sabía que era…

- Ah, esta muy lindo. A nuestro amo le va a encantar… Mao, siempre te quedan preciosos… recuerdo que hasta a Ruki lo hiciste ver tierno… y eso no es muy fácil - comentó riéndose.
- Si… - sonrió un poco.

Había vestido al pequeño con unos pantalones negros y cortos, unos zapatos negros y unas medias blancas y negras largas. Una camisa la cual le quedaba un poco larga, y un blazer negro sin mangas. Sobre su cabeza un sombrero pequeño como el que Mao había usado al salir…

- No lo vayas a soltar… recuerda que esta débil -
- No lo voy a hacer -
- Hay que llevarlo al estudio… ven acá -
- ¿Lo llevarás tú?… - preguntó preocupado por los rasguños que tenía.
- Si… será algo extraño si tu se lo llevas -

Lo tomó entre sus brazos con facilidad. Y el menor apoyó su frente en su hombro, pero el mayor le advirtió que no se quedara dormido mientras caminaban, pues iban a ver a su nuevo dueño. Tocó la puerta de la habitación de su señor y esperó a que éste respondiera, como era la costumbre…

- Quédate afuera, Mao… -
- Si - dejó al pequeño sobre un sofá - No hagas nada indebido… - le susurró.

Se retiró tras dar una reverencia y cerró la puerta al salir. Ya había pasado por eso repetidas veces, y lo había vivido en carne propia. No importaba que ruidos escuchara, no debía impacientarse, tan solo debía esperar a que su amo saliera de su cuarto…

“Indebido”… ¿Qué podría ese sujeto considerar indebido?… Se quedó quieto, ya que no podía moverse del todo libremente, en el sillón, mirándolo mientras se acercaba a él. Su respiración se inquieto un poco… Miró a su alrededor… en esos días fríos de otoño, en su habitación, ardía una chimenea. Pero ni siquiera una cosa así le daba calidez a ese lugar…

- Primero que todo… permíteme presentarme como se debe -

Su voz le inspiraba terror en esos momentos, pero debía admitirlo, era un hombre joven. Más joven que los que había visto esas semanas…

- Mi nombre es Kyo Nishimura… - luego sonrió - Aunque tu deberás llamarme “mi señor” o “mi amo” - dijo mientras levantando su dedo índice, con una mirada de “no se te vaya a olvidar”…

Terminada la primera lección se dirigió a su escritorio y sacó de uno de sus cajones un pañuelo negro, que ató sobre sus ojos. Quiso oponerse, levantando su brazo hasta tomar la mano del rubio, pero no tenía fuerzas como para hacer algo más…

Lo escuchó nuevamente sacar algo de su escritorio. Esta vez lo bajó del sillón y lo hizo arrodillarse en el piso… Comenzó a asustarse mucho, mas que nada porque no sabía que demonios iba a hacerle ese sujeto… Escuchó un click cuando quizás ya era demasiado tarde, trató de mover sus manos, pero estaban atadas detrás de su espalda.

- … Iie… -

Comenzó a desabotonarle la camisa con calma, las de adultos se abrían por delante, mientras que la mayoría de las vestimentas de niños tenían los botones por la espalda. Dejó al descubierto la espalda del menor, lucía tan pálida y tersa… sonrió. Apartó el cabello rojizo y largo que pudiera molestarle.

- Procura no moverte mucho… podría dolerte -
- … ¿Eh?… -

Se acercó a la chimenea y de su fuego cogió una pinza que llevaba calentando un buen rato. De entre la ardiente ceniza entonces se asomó el extremo de la marca. Un sello con su inicial, ardiente al rojo vivo. Cogió de la mesa un recipiente preparado desde antes con agua fría y lo dejó cerca del menor… Decidió cual sería el mejor lugar y se precipitó a herrarlo.


Cuando aquel grito desesperado escapó de sus labios, Mao, fuera del cuarto, cerró sus ojos con calma, pero sus manos temblaron ligeramente, y en un reflejo tocó su hombro izquierdo. La sensación… no la había olvidado. Suspiró, pero aún quedaba mucho para que terminara.


- Ahh… ah…. Nnh…-
- Será solo un momento… -

Su cuerpo temblaba incontroladamente y no podía dejar de llorar, aunque le dolía la garganta. Escondió la cola entre sus piernas, completamente aterrado de lo que pudiera pasarle. Un dedo se deslizó por su columna, y unos labios se posaron suavemente sobre su reciente herida, haciéndolo gemir un poco más.

- Está… enfermo… - dijo entre dientes.

Bajó la cabeza, el sedante y el dolor lo agotaban, y el temblor en su cuerpo no se detenía. La tensión en sus brazos se alivió, sin embargo, antes de que pudiera moverse, el mayor lo levantó abrazándolo por la espalda y lo tendió bocabajo sobre la cama. Llevó sus brazos por sobre su cabeza, y volvió a sentir ese click cuando era tarde.

- La mayoría diría que yo hago lo correcto - dijo mientras caminaba hacia un armario.

Escuchó sus pasos alejarse por un momento, entonces trató de mover sus brazos, pero se supo atado al cabecero de la cama.

- No te esfuerces… - la voz lo congeló al instante, no se había percatado en que momento había vuelto al cuarto.

Traía consigo otro instrumento, se subió a la cama y procedió a quitarle los pantalones cortos al menor. Este trató de evitarlo, pero un cuerpo tan pequeño como el suyo nada podía hacer para luchar contra ese hombre tan fuerte.

- Esto es mera precaución… no queremos ningún accidente, ¿cierto? - habló con calma mientras dejaba la ropa del menor a un lado. - Procura estar calmado y obedecer… y yo a cambio seré suave -

“¿Suave? ¿Y si no obedezco?… ¿Qué es lo que piensa hacerme?…”

Era una horrible sensación de impotencia, no podía siquiera resistirse y tampoco sabía que era exactamente contra lo que debía luchar. Comenzó a llorar nuevamente, pero el otro no se inmutó y tomó su pierna. Cuando terminó de colocarle un extraño artefacto, volvió a dejar sus piernas sobre la cama. Pero algo era diferente… No podía juntarlas ni separarlas más de lo que ya estaban.

- ¿Qué… qué vas a hacerme? -
- Hago lo primero que se debe hacer con todas las mascotas… -

Lo sintió sobre él, sus manos rozar su espalda hasta llegar a su cabello. Lo tomó firmemente y levantó su cabeza, entonces sintió su respiración en su oído…

- Enseñarle a quien le pertenece… - susurró.

“Yo no te pertenezco…” pensó con los dientes apretados. Seguramente si se atrevía a decir aquello, estaría haciendo algo que actuaba de acuerdo a lo que era indebido. Y aquel hombre rompería el trato de ser suave. Pero suave ¿para qué?…

- Ahora, tranquilo… - dijo y con un movimiento retirándole la venda de los ojos.

Instintivamente volteó un poco para mirarlo. Y sintió que era la primera vez que lo observaba. De cabello rubio y mirada seria. Sus facciones masculinas podían hasta hacerlo atractivo… pero a él le inspiraban temor, en especial por lo calmado que parecía estar. Era macabro.

Se quitó la chaqueta y los pantalones, pero se dejó puesta la camisa. Se subió a la cama y lo perdió de vista, ya no podía ver lo que sucedía a sus espaldas. Pero casi al momento de no verlo, sus manos tomaron sus caderas y lo obligaron a arquear su espalda.

- Basta… - gimió.

Esos finos dedos recorrieron una vez más su columna y decidieron esta vez ir un poco más allá. Un escalofrío incontrolable recorrió su espina, apoyó su frente contra las almohadas, sin saber que más hacer.

- Será mejor que lo disfrutes… -
- Basta… - repitió.
- Con un cuerpo tan frágil siempre temo hacerles daño la primera vez… - habló un poco más alto.
- … basta… -
- Pero jamás ha pasado…, sin embargo, es por cordialidad que sigo haciéndolo -

Buscó aquel punto exacto por el cual irrumpir en su cuerpo. Un dedo… dos… tres… y sintió al infante temblar sin detenerse. Sus puños estaban fuertemente cerrados, y probablemente luego tendría que curarse. Sus piernas aún luchaban por cerrarse, pero el bastón no se lo hacía posible.

- ¿Por qué no dices nada? -

El repentino silencio que guardaba el pelirrojo le llamaba la atención, y le divertía. Lo más seguro es que estuviera mordiéndose los labios para no gritar… Sonrió y retiró sus dedos de ese pequeño cuerpo, y lo sintió relajarse inmediatamente.

- Tranquilo… has hecho bien. - dijo acariciando la cola del menor - Seré suave… -

Quitó de su cuerpo la prenda que ocultaba su miembro, y lo acomodó en la entrada del menor. Este dio un respingo, pero se preparó para lo peor… Aquello que iba a hacerle iba a doler y lo sabía, finalmente lo sabía.

- No… por favor… -
- Ssh… -
- N-- -

Sus puños se cerraron más fuertemente, y ahogó su grito en las sábanas que se desordenaban bajo su retorcimiento. Era como un dolor que quemaba y lo desgarraba por dentro… Le rogó que se detuviera, pero ese sujeto no le hizo caso. Estaba claro… él era el amo. Y él era la mascota…

Sin embargo, eso era un hecho al cual el no le daba cabida en su razonamiento.

No supo cuanto duró, pero en ningún momento dejó de sentir otra cosa que no fuera dolor. Quería que aquello terminara lo más rápido posible… Se dejó tocar por el mayor, que recorriera su cuerpo a su antojo… sintió los besos de esos labios sobre su espalda. Sobre la quemadura que aún no dejaba de arder. Permitió que sus manos se escabulleran debajo de su camisa y tocaran su pecho, su vientre. Que tocara aquello que estaba entre sus piernas y que jamás nadie había tocado…

- Nnh… - mordió sus labios. ¿Por qué deseaba emitir tan extraños sonidos? -
- Ah… - dijo con un tono de haberse dado cuenta de algo - Me parece que ya no estas sintiendo lo mismo. -

“Maldito enfermo…”

- Vamos,… dale cabida a otras sensaciones… -

De lo contrario, su eterna estadía en esa mansión sería insoportable para el pequeño. Besó su hombro una vez más, antes de terminar dentro de este cuerpo.

Tardó en vestirse y en quitar del pelirrojo, dormido, las esposas y el bastón entre sus piernas. Le dio un beso en la mejilla y dejó la cinta negra sobre el velador. Al salir del cuarto, miró a su lado y como a un costado de la puerta estaba el joven rubio.

- Mao… -
- Mi señor - lo miró e hizo una reverencia.
- … Límpialo y cambia las sábanas… -
- Si -

El mayor se retiró y el conejo entró en el cuarto. Sobre la cama estaba el cuerpo dormido del menor, con una marca un tanto rojiza en una zona de su espalda, que tendría que calmar con agua fría antes de curar. Miró el desastre que había en las sábanas y como el líquido que había resbalado por las piernas del pelirrojo habían manchado la fina tela…

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