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SANGRE ENTRE MIS PIERNAS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Antes que nada: EL SIGUIENTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS DE SEXO (CONSENSUAL) BASTANTE FUIERTES… AVISADAS/DOS  ESTAIS.


 


Pido sinceras disculpas por las semanas desaparecida. Pero estaba de mudanza y redecorando mi nueva casa. Y entre el traslado, los arreglos, la pintada al departamento y demás ¡simplemente no tuve tiempo!  Pero ya estoy aquí, de nuevo con el Internet conectado y con varias historias nuevas. Y sobre todo, con el Drarry prometido. Va para Majo 1986, Ibyra (siempre te recuerdo) Misima Reika, Rem, Banshee 87, Sakura-Tsukiyomi, Generalneko, Regina Ryddle y todas/os lo que me lo pidieron… porque me gusta leer sus reviews y aceptar sus sugerencias… sobre todo si me permiten crear arcos en la historia tan interesantes como el que sigue a continuación. Gracias… me ayudan a mejorar.

 

 

CAPITULO XIX

 

DRARRY

 

 

 

 

 

Albus abrió los ojos  sintiéndose pleno por primera vez en mucho tiempo. Trató de identificar esa sensación de felicidad que lo invadía y los recuerdos de la noche pasada lo envolvieron como una suave caricia. Su conversación con Lucius, con Draco,  la reunión en la biblioteca… y lo que imaginaba debió pasar después.

 

Se incorporó de golpe. La luz que entraba por la ventana le informó que otra vez había dormido demasiado. Agradeció estar a solas pues aún no se sentía con la suficiente disposición de ánimo para encarar al rubio menor desnudo de forma consciente.

 

Draco desnudo. ¿Por qué imaginarlo así no le producía el asco o el terror acostumbrado? Quizás porque el Draco que lo atacó en el callejón, llevándose su inocencia y su virginidad,  no era realmente el verdadero Draco.  El que estaba aprendiendo a conocer. Quizás, al igual que él, el monstruo desalmado de aquella maldita noche era el producto de la estupidez de su hermano y de la miseria espiritual de su familia. Que su familia era espiritualmente miserable era algo que no admitía duda en su cabeza, no ahora y después de todo lo vivido. Había que ser espiritualmente miserable para golpear a tu vástago y acusarlo de tus propios errores… espiritualmente miserable para ponerse del lado de un hijo que maltrata al otro solo porque el maltratado no llena tus expectativas de lo debe ser un “buen chico”, espiritualmente miserable para obligar a un chiquillo de 15 años a escapar y enfrentar solo la oscuridad y las inclemencias de una ciudad hostil….y sobre todo, debía haber mucha miseria en tu alma para dejar en el abandono a tu propia sangre después de haber sido violado… no preocupandote de si come, duerme, sufre o siquiera esta sobreviviendo a sus propios demonios internos.

 

Albus acarició su vientre y se juró que él no sería de ese tipo de padre. De esos qué piensan que su trabajo acaba cuando el fruto de tu vientre recibe el DNI ¡No! Su hijo sería amado siempre, sea un triunfador o no… tenga dinero o no… sea gay o no… y siempre tendría un lugar a su lado… no importa la edad él siempre estaría allí para darle una mano, abrazarlo cuando su mundo se derrumbe,  recoger sus pedazos y ayudarlo a recomenzar.

 

Un suspiro lo hizo ronronear satisfecho. Se sentía lleno, gozoso y con un calorcillo que le recorría las venas. “La magia fluyendo a través de mi”, sonrió.

 

Pensó en su bebe. Y llegó a la conclusión de que las cosas podrían haber sido  peores. Draco podría haberle tirado una patada después de follárselo… y él ahora estaría en la calle, embarazado y solo; con 15 años y sin un galeón en el bolsillo.

 

Y entonces recordó a Lucius. Y reconoció que era el gran artífice de su destino. Él hizo que Nott y Zabinni estuvieran de su parte, que Draco no lo mirase con odio y asumiera al bebe…. y le dio ternura, confianza, amor y respeto… sobre todo eso último. Respeto. Le enseñó que disfrutar de su cuerpo no es malo. Le enseñó a no sentirse sucio. Y ahora le regalaba la posibilidad de tener una familia con el padre de su hijo…

 

De un salto se puso de pie dispuesto a comenzar un gran día. La bandeja con el desayuno, mágicamente hechizada para mantenerse caliente, la rosa y la nota, lo llenaron de ternura. Ese era Draco. No la bestia que lo asaltó. Ese ser furioso y bárbaro que lo penetró con el pico de una botella no era el rubio que lo había cobijado entre sus brazos mientras escuchaban a Lucius suspirar por Severus.

 

Severus. Severus Snape. Su padre lo había llamado como ese misterioso hombre… mezcla de santo y demonio cuyo nombre murmuraban los Weasley con admiración y desprecio entremezclados. Había escuchado decir que era un tipo amargado, un maldito sádico, un espía formidable capaz de engañar al mismísimo Lord Voldemort por años… un héroe oscuro. Pero sobre todo, ahora lo sabía, había sido un hombre terriblemente solo. Enamorado y solo. Como se podían conjugar ambas palabras. Solo los Malfoys. Porque Severus Snape también había sido un Malfoy aunque no llevase el apellido, aunque su cuerpo no estuviese sepultado en la cripta familiar.

 

Sacudiendo la cabeza se bañó, se cambió, desayunó, puso su rosa en agua y canturreando bajó al comedor esperando encontrar a su prometido (que cursi sonaba la palabreja) o a Lucius, su ángel de la guarda.

 

Entró al despacho con una gran sonrisa que murió al punto, cuando vio la cara su futuro suegro. No tuvo que preguntar para saber que su mundo de ensueño se había terminado. Con cara de susto se acercó al patriarca y éste le tendió el periódico (uno nuevo pues el primero lo había quemado Draco).

 

Albus supo entonces, sin lugar a dudas, que la felicidad en su vida era un momento robado al tiempo… y que máximo podía durar  24 horas.

 

 

 

****************

 

 

 

Draco conversaba con Blaise cuando una tromba irrumpió en el despacho del medimago con la fuerza de un huracán. La magia desbordándose amenazaba con hacer saltar los objetos y reventar los vidrios.  Ante los sorprendidos slytherins  un muy cabreado Harry Potter devoraba al rubio con los ojos. Detrás del moreno la enfermera de turno trababa de hacerlo salir a la vez que se disculpaba por la interrupción.

 

-Blaise, déjanos solos. – Pidió Draco -  Y por favor cierra la puerta.

 

-Enfermera Hopkins... cancele mis citar para hoy, me tomaré el día. Recuerda que tenemos mucho que hacer Dragón. Estaré encargando mis rondas. Te espero en 20 minutos en el hall de la entrada principal. No me hagas venir a buscarte.

 

Y sin mirar a Potter padre abandonó la oficina.

 

Estaba preocupado. Claro. Iba a estar afuera esperando cualquier ataque por parte del Gryffindor para entrar y comenzar a lanzar imperdonables ¡Por supuesto! Pero no iba a humillar a su amigo ni a ofenderlo haciéndolo parecer desvalido o débil. No sería una serpiente si actuase así.

 

La puerta se cerró y Draco miró a Harry. Los ojos grises se clavaron en los esmeralda sin atisbo de vergüenza, rabia, ira o reto. Solo estaban ahí mirándolo. Esperando.

 

-Draco Malfoy - el moreno escupió el nombre con asco. El rubio seguía parado sin bajarle los ojos, mientras un volcán bullía en su interior. Hace 20 años que no se hablaban. Habían coincidido en King’s  Cross cuando iban a dejar o recoger a sus hijos y se habían saludado con un movimiento de cabeza (más bien Draco había saludado mientras el otro solo lo había mirado de forma inescrutable). Y ahora estaban allí, frente a frente.

 

- Así que vas a cobrarte lo que le pasó a tu hijo con mi Albus. Eres más miserable y cobarde de lo que pensaba… - Harry habló primero insultando.

 

-La ligereza con la que usas la palabra “cobarde” ya es legendaria. Creo recordar que era tu palabra favorita para calificar a Severus, al cual terminaste admirando tanto que llamaste así a tu segundo chico; curiosamente, hoy por hoy mi prometido.

 

Harry se abalanzó y cogió al rubio de la solapas de su traje.

 

-¡Jamás! me oyes bien maldito pederasta. ¡Jamás! Jamás pondrás tus sucias manos sobre mi muchacho. ¡¡¡Jamás!!! No permitiré que lo toques… antes te mato. Te asesino yo mismo y te mando a hacerle compañía al infeliz de Scorpius.

 

El rubio se tensó ante la mención del nombre y de un solo empujón voló al moreno al piso.

 

-¡¡¡No te atrevas a nombrarlo maldito!!! ¿Como… como puedes atreverte a mencionarlo… después de lo ocurrido….?

 

-Fue… fue un accidente… Malfoy… - y tuvo la decencia de bajar su cabeza avergonzado.

 

-¡¡¡¿¿¿ACCIDENTE???!!! Tu degenerado hijo mayor y sus compinches violaron a mi pequeño… lo violaron hasta matarlo… y tu encubriste el hecho acusando a la Casa de Slytherin de haber atacado a Albus… cuando tu hijo seguía siendo virgen mientras que el mío estaba destrozado y muerto en una mazmorra…

 

-Yo…

 

-¡¡¡¿Tú que maldito cobarde… tú que…?!!!  ¡¡¡¿Y te atreves a llamarme así a mí?!!!

 

-¡¡¡¿Qué hubieras echo tú?!!! James es mi hijo. Mi hijo mayor. E hizo lo que hizo azuzado por Minerva, quien confundió un acto de amor con un ultraje y le dio esa falsa información a mi chico de 17 años, quien actuó movido por una justa ira contra el que creía violador de su hermano…

 

-¡¡¡¿Justa ira?!!!  Justa ira hubiese sido golpearlo, no  violarlo hasta matarlo. Además, por lo que se el hijo de Ron, que estaba con ellos, les dijo que era imposible que Scorpius le hubiese echo algo a Albus pues ambos eran pareja desde hacía más de dos años. Todo el colegio lo sabía…

 

-¡¡¡James no!!!

 

-Quizá Albus no se lo hubiese confirmado pero era imposible que no lo hubiese siquiera sospechado. Si esos chicos eran como siameses desde la primera vez que se vieron a los 11 años.

 

-Que un Malfoy y un Potter puedan ser algo más que enemigos es algo inconcebible para cualquiera. ¿Acaso tú lo sabías?

 

-Por supuesto. Lo supe a la semana de que se hicieran pareja. Scorpius lo llevó a casa y nos lo presento a mi padre y a mí…

 

-¡¡¡¿Lucius lo sabía?!!!

 

-Claro, el fue el que me convenció de darle la bienvenida a tu hijo a la familia Malfoy. Yo estaba renuente. De un Potter y un Weasley solo podíamos esperar desprecio. Pero Padre me hizo ver que el chico no tenía la culpa de ser hijo tuyo y de la comadreja.

 

Por una vez Harry no salió en defensa de su mujer. Estaba choqueado.

 

-Entonces Lucius….

 

-Lucius adora a Al. Lo ha adorado desde siempre. Creo que es porque lleva el nombre de mi padrino.

 

-¡Era cierto!  -  y la cara de asco del moreno hizo comprender al otro a que se refería.

 

-¿Qué? ¿Qué mi padre y Snape eran pareja desde los tiempos de colegio? ¡Por supuesto! Todos los de su generación lo sabían. Se amaron desde entonces y nunca dejaron de hacerlo.

 

-Y lo dices tan tranquilo. Después de lo que…  y tu madre… ¡Que horror!

 

-¿Horror? Desde cuando estar enamorado es un “horror”. ¿Ya vez porque despreciamos a los muggles?  Traen esas ideas extrañas a nuestro mundo. Homofóbico de mierda. Mi madre sabía lo que mi padre sentía por Severus desde siempre. Y también sabía que la obligación de ambos era  cuidar de que mi padre preserve el apellido Malfoy. Se caso consciente y llegó a amar tanto a mi padre que aceptó a Severus por amor a él. Los tres se llevaron bien y me dieron la mejor de las familias. Mi padrino fue para mí como un segundo padre… lo amaba.

 

Harry rabiaba mirando la adoración en los ojos de Draco al hablar de Severus. Los celos lo hicieron contestar sin pensar.

 

-¡¿Segundo padre?! ¡Si, como no! Seguro tú también eras… ¡Que asco!

 

-¿Qué  asco que…? ¿Qué yo que…? ¿Qué te estas imaginando pervertido?

 

-Eras su alumno favorito. El único al que no hostigaba. También fuiste su… - y bajo la cabeza rojo de vergüenza. Draco sonrió sobrado.

 

-¿Amante?...La palabra es amante. Aprende a mencionarla sin vergüenza que eres un mago y no un vulgar muggle. Aquí no existen esos estúpidos prejuicios. Y no. No lo fui. Yo no suelo meterme con las parejas de mi padre. Lo amo demasiado para hacerle ese daño.

 

-¿Amor? Tú no amas a nadie maldita serpiente.

 

-Te a… Amaba a mi hijo. Y el tuyo lo asesino.

 

Harry volvió a bajar la cabeza.

 

-Ya te lo dije. Fue un accidente.

 

-Fue una violación. Un ataque cobarde y despiadado. Y créeme. Lo pagaran. Se pudrirán en Askabán donde nuestros antiguos “amigos”  los convertirán en las putas del lugar. Así sabrán lo que se siente.

 

-¡Maldito degenerado! ¡Solo en eso piensas! No me sorprende con la loca que tienes por padre. Pero jamás ¿me oyes? ¡Jamás! Jamás permitiré que toquen a mis hijos. Ni tus asquerosos mortífagos ni tú les pondrán una mano encima. De eso me encargo yo.

 

-Pues a Albus no vas a poder evitar que le ponga no una mano, sino mi falo encima… más bien dentro… -  Las palabras vulgares salieron de su boca antes de que siquiera pueda pensar en lo que respondía.

 

Harry se le abalanzó hasta estrellarlo contra la blanca pared apresándolo con su cuerpo.

 

-¡Eso quisieras degenerado! ¡Homosexual!  ¡Sodomita…! Pero jamás. Me oyes. Jamás lo tendrás. Porque jamás te casaras con él.

 

-No se te ha ocurrido pensar que quizás ya lo tuve…

 

-¿A que te refieres? ¡¡¡Maldito!!! Fuiste tú…

 

-Vive en mi casa, Potter. Desde que lo abandonaste a su suerte en el hospital medio muerto y te negaste a pagarle los gastos médicos. ¿Quién crees que pagó sus cuentas, su recuperación… quien crees que paga su comida, su ropa… sus gastos en general?  Lo abandonaste miserable. En su estado. A su suerte. Sin un galeón en el bolsillo y con tus amigos de la prensa llamándolo perra y otras cosas peores…  ¿Te sorprendería mucho que haya buscado en mi cama el amor que su familia le negó desde siempre? ¿Solo por ser diferente? Lo insultan cada vez que pueden, lo difaman… enlodan su nombre hasta ponerlo por los suelos y tu guardas silencio. ¿Dónde estas ¡oh gran padre! que no defiendes a tu hijo menor… una víctima inocente de todo este “horror”…  y sin embargo te juegas la camiseta, el nombre y hasta tu fortuna por proteger a esos criminales que mancillaron a mi hijo y a la arpía que  tienes por esposa?

 

-¡¡¡Con Ginny no te metas!!!

 

-Como puedes justificarla. Es ella y tu gran amigo Ronald Weasley, por quien rechazaste mi mano, quienes convirtieron a tu hijo mayor en un asesino. Con sus prejuicios, sus comentarios… envenenaron las almas de esos muchachos y tú no hiciste nada por detenerlos. Ustedes son los verdaderos asesinos… de mi hijo, de mi mujer... de mi madre.

 

-Ya veo cuanto la amaste… a Astoria quiero decir… cuanto la lloras… restregándote contra mí como una vulgar perra.

 

Draco entonces se dio cuenta de lo pegados que estaban, de los movimientos inconscientes de sus caderas… de su excitación. Pero también se percató de la excitación del otro.

 

-Que yo sepa, tú también te restriegas contra mí como una perra. ¿Tu santa mujercita no te satisface? ¿Hace cuanto que no la vez San Potter?

 

Harry, en lugar de separarse, se pegó más contra el otro cuerpo.

 

-Siempre la odiaste verdad. A Ginny. Porque ella si tuvo lo que tú solo pudiste soñar: mi cuerpo en su cama.

 

Draco lo miró anonadado.

 

-Creíste que no lo sabía. Que no me daba cuenta de cómo te comportabas después de la última batalla. Me seguías como perro y me mirabas con esos ojos tristes,  buscando que te dieras las migajas de mi atención por misericordia.

 

-¡Cállate!

 

-Y te morías de celos y envidia cada vez que me veías con ella…

 

-Cállate - ahora era una suplica.

 

- …feliz y contento mientras tú tenías que  consolarte con Zabinni…

 

-Ca… llate…  - Draco estaba llorando.

 

-Dímelo. Quiero oírlo - y Harry junto aún  más sus entrepiernas  - ¿Cada vez que te follaba cerrabas los ojos y pensabas que era yo verdad? – había rabia pero sobre todo celos en la pregunta. Draco, choqueado como estaba, no lo notó.

 

Lo cuerpos de ambos se fundian frente a frente.  Harry tenía a Draco con los brazos levantados por encima de la cabeza. Su cara a milímetros de la otra. El aliento del moreno golpeaba las fosas nasales del rubio… un olor a chicle y cerezas.

 

-Dímelo  -  y ahora su tono era un susurro electrizante -  ¿Cada vez que te la metía fantaseabas con que era yo quien te follaba?

 

-Jamás… él jamás…

 

-¿Vas a decirme que tú eras el activo?

 

-Siempre.

 

-¿Te han follado alguna vez “Draco”?

 

- ¿Y a ti “Harry”?

 

-No soy un asqueroso sodomita…

 

-Para no serlo, se te pone bastante dura solo con rozarme. Y te mueves demasiado entre mis piernas.

 

Y Draco movió sus cadera hacia adelante golpeando ambas vegas, duras, a través de la ropa.

 

Harry gimió y traicionó a su mente buscando con su cuerpo mayor contacto.

 

-¿Ginny te hace sentir esto Harry? - movimiento de pelvis - ¿Te la pone así cuando te roza?  - gemido en respuesta - ¿Te restriegas así contra su cuerpo? -  lengüetazo en el cuello - ¿Sientes esa adrenalina recorriendo tu sangre cuando la tienes cerca? –rendición.

 

Harry seguía moviéndose mientras escondía el rostro en el pecho de Draco para gemir a su gusto. Había soltado al rubio quien ahora aferraba sus caderas buscando placer.

 

El moreno comenzó a mordisquear el otro cuello mientras gritaba  ya sin control; y el otro invirtió los papeles volteándolo para ponerlo de espaldas contra la pared. No sabían por qué pero aun no se habían besado, como si el hecho de no hacerlo y no mirarse a los ojos le quitara la realidad al asunto.

 

La cabeza de Harry giraba dando vueltas. Trataba de preguntarse que hacía, con quien…

 

-Malfoy… Draco…. Por favor

 

-Harry…

 

-Prométeme… júrame…

 

Pero Draco cortó sus palabras invadiendo su boca con la suya en un brutal movimiento.

 

Harry quería sacarle la promesa de que si permitía que “eso” continuase, el rubio renunciaría a la supuesta boda con su hijo menor. Que si quería “cobrarse” lo de Scorpius lo hiciese con él. Que perdonase a James. Que no tratase de enviarlo a Askabán.  Su cerebro pensaba que no era tan gran sacrificio…entregarle su cuerpo a cambio de la libertad de sus hijos. Pero esos labios y esa lengua dentro de su cavidad bucal le anulaban el cerebro. Jamás, jamás en sus casi 40 años había disfrutado tanto de un beso. Jamás había sentido ese placer recorriendo su cuerpo, su sangre, sus vísceras. El pensaba que el amor era ese calorcillo casi fraterno que sentía cuando Ginny lo besaba, o esa excitación suave y confortable cuando su esposa le daba sexo oral… nada mejor que un buen partido de quidditch con su amigo Ronald Weasley, o una tarde compartiendo con sus hijos, o una estimulante discusión intelectual con Hermione… o los abrazos de Molly, la comprensiva ternura de Arthur… Eso era el sexo para él. Cariño y compañía. Y un desahogo físico por el cual estaba cada vez menos interesado.

 

Hasta hoy.

 

Que probaba el sabor de los labios de su antiguo némesis. Que sentía el éxtasis recorriendo sus venas cada vez que su entrepierna se encontraba con la del otro… que llegaba al cielo cuando sus vergas se frotaban.

 

Así que eso era el placer… el delirio… el verdadero sexo.

 

Harry lloraba en silencio pensando cuan equivocado había estado al pensar que la felicidad se reducía a tener amigos, una familia, hijos; un trabajo estable, una casa y un perro. La felicidad era esa locura, ese goce, esa tortura que el rubio estaba infringiendo ahora a sus pezones, erectos y turgentes. ¿Cuando había sentido ese placer en sus pezones? ¿Cuando había sentido ese placer en alguna puta zona de su cuerpo?

 

-Draco… fóllame….

 

Draco se detuvo y lo miró a los ojos, estupefacto. Harry le devolvió la mirada con igual estupefacción. No podía creer lo que había dicho. Permanecieron callados hasta que el rubio habló:

 

-Harry…

 

Harry Potter estaba al borde del pánico. Esperaba un insulto, una burla, un rechazo similar al que él le había dado hace años. En suma. Esperaba venganza. Lo que encontró sin embargo lo hizo sentirse peor:

 

-Te amo. Siempre te he amado.

 

Draco lo miraba con los ojos anegados en lágrimas. Totalmente rendido. Totalmente expuesto. Por primera vez no era un Slytherin y su comportamiento no era planificado ni calculado.

 

-Desde ese día, en la tienda de túnicas de Madame Malkin, cuando solo éramos unos niños… me jure…que sería tuyo o de nadie…

 

Harry se lanzó a devorar esos labios que lo enloquecían.

 

-Te amo, te amo…te amo… yo también te amo.

 

Le parecía increíble, una locura, una posesión de su cuerpo y de su mente por una fuerza poderosa y sobrehumana….Entre beso y beso Harry repetía “te amo” mientras ambos hombres se arrancaban la ropa desesperados…

 

Las bocas de ambos se comían y sus lenguas jugueteaban entre ellas. La magia fluía a través de sus cuerpos mientras abandonaban sus respectivas cavidades para recorrer otros caminos: pecho, tetillas, ombligo…

 

Draco tumbó a Harry sobre la camilla y comenzó a desabrocharle la bragueta… Harry recurrió a sus últimos atisbos de cordura.

 

-Espera… Draco…  -   su mano paró la cabeza platinada - nunca antes… yo…

 

Draco volvió a dirigir su cabeza hacia la goteante polla engulléndola con su boca.

 

-¡¡¡Ahhhhh!!! -  gritó Harry corriéndose casi  en el acto. Draco no paró de succionar hasta haber engullido la última gota de semen. Luego siguió lamiendo… verga, testículos… hasta que, levantando las caderas un poco más, llegó a la arrugada entrada.

 

Harry estaba laxo y vagaba en un mar de inconsciencia cuando una electrizante sacudida hizo convulsionar de nuevo su mundo. Draco había comenzado a lamer su ano.

 

-¡¡¡No!!! -  gritó e intentó zafarse, pero dos poderosos brazo lo inmovilizaban.

 

Harry movía la cabeza frenéticamente a los lados mientras sentía descargas eléctricas que recorrían su cuerpo para luego anidar en su entrepierna. Su polla volvía a estar dura y goteante.

 

-Draco… Draco… -sollozaba ahora levantando más las caderas en busca de mayor contacto-.  Por favor… nunca antes… con nadie… por favor…  - lloraba  muerto de miedo.

 

-Lo se - y Draco lo miro a los ojos -  Eres virgen. Igual yo. Jamás he sido penetrado.

 

Los ojos de Harry se abrieron de asombro.

 

-Me guarde. Todos esto años. Para ti.

 

Harry se sentó y miró a Draco, quien de rodillas y con los ojos anegados en lágrimas, le devolvió la mirada. Lo ojo de Harry se llenaron también de líquido, que comenzó a abrir surcos en sus mejillas.

 

-Fue mi culpa… tanto tiempo perdido…

 

-Fóllame Harry. Tú primero. Para que veas que no es tan malo. Que todas esas falsas y estúpidas ideas que te metieron sobre la homosexualidad son solo eso… falsas estúpidas ideas.

 

Y Harry se lanzó encima del rubio cayendo ambos al duro suelo con un sonoro golpe. Ambos lo ignoraron como ignoraron el dolor mientras Harry, alumno aplicado, repetía en el cuerpo del rubio todo lo que este había hecho minutos antes sobre el suyo. Lejos de la mente de ambos habían quedado Scorpius, James, Lucius, Ginny… y sobre todo Albus.

 

Harry llenó de besos, mordiscos y lengüetazos las tetillas, el pecho, el ombligo de su acompañante;  mientras repetía como un mantra:

 

-Mío… mío… te amo maldita serpiente… te amo…mío…

 

Y  Draco gritaba de placer como  nunca lo  había hecho en su vida.

 

El moreno tomó su verga con las manos y la miró goloso. Tímidamente le mando una pequeña lamida, justo en el glande. Draco gritó:

 

-¡¡¡Aaaaaaahhhh!!!

 

Eso lo llenó de placer y comenzó un trabajo más atrevido. El olor a sexo y a hombre, el sabor entre ácido y amargo…. Oleadas de placer se concentraban en su propia verga y una urgencia lo invadía por completo… quería penetrarlo y a su vez ser penetrado… ambos estaban desnudos y Harry había perdido el control y lamía y se restregaba ansioso contra las piernas del otro.

 

Draco, con más experiencia y más dominio de la situación, cambió de posición poniéndose de a cuatro y ofreciéndole el culo. No hubo necesidad de pedir o explicar. Harry lanzó su boca hacia su entrada y comenzó a comérsela. Draco se puso a gemir y a gritar cerrando los ojos y dejándose llevar.

 

 -Te amo… te amo…

 

Tan concentrados estaban ambos hombres que no vieron ni sintieron abrirse la puerta de un violento empujón.

 

 

 

***********

 

 

 

Albus había leído el periódico una y otra vez sumiéndose primero en la autocompasión, después en la ira y por último en la desesperación.

 

La autocompasión y la vergüenza habían llegado de inmediato… y pensando erróneamente que Lucius, y sobre todo Draco, creían lo publicado, había comenzado a dar explicaciones al patriarca  entre avergonzado y lloroso.

 

El rubio mayor tuvo que hacer gala de todo su autocontrol y ternura para hacerle entender que si, ambos Malfoys estaban furiosos, pero no con él sino con la prensa, que publicaba semejante infamia sin siquiera buscar su versión de lo hechos.

 

Luego el muchacho había pasado a indignarse y despotricar contra el dueño de El Profeta, amigo cercano de su madre y de Arthur Weasley. No dudaba de que tanto ataque hacia su persona tuviese por objetivo debilitar su testimonio, el más desfavorable para los implicados en el juicio.

 

Entonces preguntó por Draco y como lo había tomado… y Lucius, con toda la calma del mundo, le respondió que había ido por Blaise para luego dirigirse a buscar al periodista autor de la nota y a su jefe… y “limpiar el honor de la familia”,  que era lo único que se podía hacer en estos casos.

 

Albus no preguntó como “limpiaban el honor de la familia” los sangre pura, pero  supuso que lo hacían igual que los Weasley, o incluso los Potter…. a puñetazo limpio. Así que presa de la desesperación por lo que pudiese pasarle al padre de su hijo salió disparado hacia la chimenea para dirigirse por Red Flu al despacho de Zabinni.

 

-No pueden ir solos a enfrentar a esas escorias en su terreno. Van a lastimarlos. ¡Vamos! Quizás podamos alcanzarlo en San Mungo.

 

Lucius había sonreído al ver la desesperación del chico por Draco. Y lo siguió pensando que el amor entre ellos comenzaba a darse por fin.

 

Pero al llegar a la oficina del medimago,  en vez de encontrarse con una atareada enfermera y a una fila de pacientes esperando, se toparon con una antesala desierta  y con  un muy ido Zabinni  “¿masturbándose?” mientras miraba como autómata la puerta de su privado. De allí salían gritos y gemidos que el patriarca reconoció de inmediato, no en balde su más de medio siglo de vida  y su larga experiencia amorosa.

 

-¡¡¡Blaise!!!

 

El grito hizo reaccionar al medimago que se apresuro a sacar su mano de la bragueta y a acomodarse, rojo de la vergüenza. La mirada de disculpa que le dirigió a Lucius se transformó en una de verdadero pánico al ver que Albus también estaba allí.

 

El niño, todo inocencia, no se había dado cuenta de nada y preguntó confiado.

 

-¿Por qué no hay nadie? ¿Dónde esta Draco?

 

Un grito agudo salió del privado y Al reconoció la voz.

 

-¿Qué pasa allí dentro? ¿Es Draco? ¿Qué le están haciendo? ¿Por qué grita así?

 

Y antes de que nadie pudiese detenerlo fue hacia la puerta y la abrió de un porrazo. Lo que encontró lo dejo helado.

 

Su “prometido”, completamente desnudo, estaba en cuatro con su “¡¿padre?!” detrás comiéndole el…

 

Harry se incorporó y haló de los pelos a Draco,  quien se puso de rodilla temblando y con los ojos cerrados.

 

-Te amo…te amo… - susurraban ambos mientras Harry se llevó la mano a su verga dispuesto a penetrarlo.

 

-¡¡¡DRACO!!! – la voz de Lucius rompió el encanto e hizo que el moreno mirase hacia el grupo. Draco abrió los ojos sorprendido, para pasar de la excitación al absoluto terror en cuestión de segundos. Allí, frente a él, el padre de su hijo y casi esposo lo miraba en silencio. Temblaba, lloraba, pero eran sus ojos verdes absolutamente decepcionados  y rotos los que lo convencieron de que había realizado la mayor estupidez que podría llegar a cometer en cien vidas. Acababa de romper un corazón inocente que hubiese podido no solo redimirlo, sino darle el alivio y la paz que tanto buscaba. Había roto el corazón de quien empezaba a amarlo… y entonces se dio cuenta de que no era el reflejo de Harry lo que buscaba en Albus…. sino que era en Harry, en quien había buscado en ese momento,  el reflejo del amor y la pasión que había comenzado a sentir por el adolescente.

 

-¡Santo Dios!  Albus… no es lo que tú piensas…

 

Blaise volteo los ojos con enfado. Por lo menos podría tratar de ser original.

 

La voz del rubio saco de su dolor al  menor de los Potter quien corrió fuera de la oficina presa del llanto. Draco, desnudo como estaba,  se levantó de un brinco dispuesto a ir tras él.

 

-Draco,  espera ¡déjalo!  - Harry se aferró a una de sus manos tratando de detenerlo.

 

-¡Suéltame! – gritó el rubio zafándose.

 

-¡Déjalo! ¡Ya lo entenderá! Es mejor así.

 

-Eres tú el que no entiende Harry… Yo lo amo - ya esta, lo había dicho… ni el mismo lo asimilaba del todo hasta que pronunció las palabras.

 

-¡¿Qué?! - Harry lo miró perplejo – Pero…  tú me amas a mí. Siempre me has amado… acabas de decírmelo.

 

-Y tú siempre me despreciaste…

 

-Pero ahora…

 

-Ahora ya es tarde. Lo siento. Lo siento de veras… yo creí… no lo entendí… te ame Harry, demasiado… pero los años no pasaron en vano… demasiadas cosas, demasiado dolor…

 

-Draco… no… yo… - Harry estaba dispuesto a suplicar.

 

Draco calló sus labios con dos dedos.

 

-No te odio Harry. Por más que hayas hecho lo que hayas hecho. Y eres el padre de Albus después de todo.  Aunque solo sea por traerlo a mi vida no puedo odiarte. Así que conserva un poco de dignidad y no digas nada. No servirá… Esto fue un lamentable y completo error que afortunadamente no pasó a mayores. Solo me deje llevar…  por mis recuerdos. No fue real.

 

-¡Quieres dejar de perder el tiempo con estupideces he ir a buscar a tu prometido!  -  Lucius halo a su hijo de un brazo para increparlo - ¡Y vístete por el amor de Dios! ¡Eres un Malfoy, no una perra en celo!  -  con un movimiento de varita le puso la ropa.

 

-Padre yo…

 

-¡Draco! ¡Ve a buscar a Albus antes de que ocurra una tragedia!  - esta vez la voz desesperada de Zabinni lo hizo reaccionar.

 

Y sin mirar siquiera una vez en dirección de Potter padre corrió tras los pasos de Al con un nudo creciente oprimiéndole el corazón.

 

Lucius se volteó para contemplar a Harry con cara de asco. Como quien mira un bichejo que ha descubierto arrastrándose sobre sus costosas alfombras.

 

-Zabinni. Te recomiendo que eches a esta puta a la calle. Esto es un consultorio médico no un burdel  -  y dirigiéndole una última y despectiva mirada se volteó para ir tras sus hijos, porque Al ya era para él un hijo, y tratar de arreglar el desastre que una vez más, para variar, el “maldito niño que vivió dos veces para ser su pesadilla” creaba en su familia.

 

Harry cayó al suelo llorando y se abrazó a si mimo en posición fetal. Blaise lo miró, y aunque lo había odiado más que a nadie durante toda su adolescencia, por ser el elegido en el corazón de Draco, no pudo evitar tenerle lástima ahora que, al igual que antaño él, amaba al rubio sin esperanzas. Se agachó y lo cubrió con una sábana mientras trataba de hacerlo reaccionar… pero Harry era presa de un ataque de llanto y solo gemía cubriéndose el rostro, mientras su cuerpo convulsionaba. Amor, pasión, desesperación, dolor… celos. Y sobre todo unas inmensas ganas de morirse. Blaise conocía todos los síntomas e hizo por él lo único que podía: lo desmayó de un desmaius.

 

Luego se dirigió a la chimenea y llamó a la única persona que en estos momentos podría consolar al  ojiverde.

 

-Casa de Hermione y Ronald  Weasley  - indicó.

 

Después de un tiempo una alborotada cabellera se dibujó entre las llamas y una sorprendida Herm preguntó:

 

-¿Blaise Zabinni?

 

-¿Estas sola?  -  fue la contestación -  Harry Potter esta aquí conmigo y no es conveniente que ni su esposa ni los Weasley lo vean en este estado.

 

-Mi hija está en La Madriguera con toda la familia. Estoy sola ¿Qué ocurre?

 

-Casi nada. Tu compadre acaba de descubrir que es gay y que siempre ha estado enamorado de Draco Malfoy. Solo que Draco, en medio de una acalorada sesión de sexo, acaba de descubrir también que ya no lo ama, sino que ama a Albus… lo rechazó para correr tras tu sobrino, con quien dicho sea de paso va a casarse en unos días.

 

La castaña, que no leía la prensa desde hace semanas (para evitarse el mal rato) abrió la boca espantada. No sabía nada de nada. Sin decir palabra abrió la chimenea y Blaise, tomando a un inconsciente Harry entre sus brazos, fue hacia ella con cara de hastío: El sombrero seleccionador casi lo pone en Hufflepuff. Tuvo que rogarle para que lo deje en Slytherin. Ese era su gran secreto… Y a veces pensaba que hubiese sido la decisión más acertada ir a la Casa de los Tejones. Después de todo, y pese a los años, no podía controlar ese corazón suyo tan…

 

Miro al héroe y suspiró. Luego atravesó las llamas.

 

 

 

 


Continuará…

 

Notas finales:

Como ya estoy instalada (con contrato por un año) y tengo nuevamente Internet, no volveré a perderme. Aunque como entraré a trabajar no voy a poder actualizar más que una vez por semana, aunque ahora si de manera constante. Agradezco su apoyo y espero haber cumplido con aquellas que querían ver a Harry y Draco juntos (aunque sea por un ratito) en  esta historia. Y antes de que me maten… Si, Draco no debió liarse con Harry (eso fue idea de ustedes, así que no me linchen demasiado), y no, no es un “hijo de puta”,  solo le esta diciendo adiós a su pasado para seguir con su futuro… y si, esa no fue la mejor manera, no, no se separara de Al, no, el bebé no morirá ni le pasara nada malo (si  cada mujer embarazada a la que le ponen cuernos perdiera a su bebe ya no existiría la humanidad) si, Al dejará de sufrir y terminará siendo feliz con Draco (si, siguen siendo la pareja principal), no Harry no es malo, sí, si quiere a Al pero recuerden que él no lee el fic, no sabe lo que ha pasado entre el rubio y su hijo… no sabe nada de nada más que acaba de descubrir que le gustan los hombres, en especial Draco Malfoy… y si, será feliz (al menos eso creo)… no, Lucius tampoco es malo per si, Harry le cae mal sobre todo porque hizo sufrir a su hijo, porque persiguió a Severus y porque tampoco es un santo, sino un ser humano que como tal tiene derecho a renegar de algunas personas y a tener sus broncas particulares con ellas. ¿Qué más? No, Blaise no se queda con Harry… no alucinen.  ¡Ah! No, no me he olvidado de James y cía… tampoco de Ginny (si, va ha recibir su justo castigo)… tampoco  de la maldición… para los que leen entre líneas,  se darán cuenta de que ya esta corriendo… Bye.Bye.


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