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SANGRE ENTRE MIS PIERNAS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Con mi agradecimiento a Mishima Reika. De un comentario que me envió nació parte del primer dialogo de nuestra pareja (él reclamo que Al le hace a Draco en la biblioteca). ¡Gracias niña por tu aporte! Dedicado a Rem… de quien nació la idea de un Draco uke (viril pero uke ¿lo hice bien Rem?)


Advertencia: Contiene Escenas de sexo consensual.


Como siempre: Harry Potter y sus personajes son propiedad única de J.K. Rowling. Yo solo me los presto un ratito para nuestra diversión.

CAPITULO XX

 

POR FIN…JUNTOS

 

 

 

 

 

Albus llegó a Malfoy Manor vía chimenea y se dejó caer en la alfombra de la biblioteca. Draco arribó con un minuto de diferencia y solo atinó a quedarse parado, viendo al muchacho en el piso presa de una crisis. No sabía que decir, no sabía que hacer… no sabía como justificarse.

 

La aparición de su padre lo sacó de su  inacción. Lucius se abalanzó sobre el niño y este se aferró a su pecho. No decía nada. No gritaba, reclamaba o acusaba… solo lloraba. Lloraba y convulsionaba.

 

-Llama a Zabinni. No se que hace que no esta aquí ¡De inmediato! - demandó el rubio con una mirada colérica. Draco corrió a la chimenea pero por más que intentó nadie respondía al otro lado.

 

-No contesta.

 

-Pues localízalo con un patronus, el celular o que se yo. Este niño esta mal. Puede perder al bebe.

 

Ante la noticia Draco se asustó, apresurándose a marcar el número de Blaise. Este le respondió algo fastidiado.

 

-En unos minutos estoy allí.

 

Draco se quedo anonadado, viendo como su padre levantaba en brazos a un desmayado Al para llevarlo a sus habitaciones. Ciertamente esta vez la había regado.

 

 

 

****************

 

 

 

Blaise, después de atender a su paciente, se retiró aduciendo que tenía “otro enfermo” que visitar. Albus había sido sedado, revisado y medicado para evitar que pueda producirse un aborto. El medimago había dado un sermón de casi media hora a su amigo sobre lo delicado y altamente riesgoso que es un embarazo masculino, y de lo muy necesario que era que el portador estuviese tranquilo para llevar el producto a buen término.

 

-Eso, suponiendo que aún quieras que tu hijo nazca – le había dicho con una mirada acusadora antes de irse. Y a Draco le pareció que esa  mirada era la misma que le daba de adolescente, después de que se lo follara pensando en Potter. “Hay cosas que jamás cambian”, pensó.

 

Y ahora estaba junto a su padre que lo miraba… realmente no sabía como lo miraba. Ambos sentados en los cómodos sofás de la biblioteca, cada uno con un vaso de whisky de fuego en la mano, frente a frente. Uno sin atreverse a preguntar y el otro sin atreverse a explicar. Se quedaron bebiendo en silencio hasta el atardecer. Ensimismados en sus recuerdos.

 

El ruido de la puerta al abrirse de golpe los hizo reaccionar.

 

Albus estaba allí, de pie, mirando al rubio como quien mira una abominación. Temblando por el esfuerzo. “Al parecer el sedante no le hizo mucho efecto”, pensó Lucius.

 

Draco, algo borracho, se puso de pie y trató de explicarse.

 

-Albus… yo…

 

-¡Tú, Draco!

 

-Mira, no se como explicártelo…

 

-¿Explicarme? ¿Qué tienes que explicarme? ¿El por qué estabas desnudo a cuatro patas con mi padre a punto de dártela por el culo?

 

-¡No te permito…!

 

-¡¿Qué no me permites?! ¡Que te cante tus verdades en la cara!

 

-Mira quien habla. El que se regalaba a mi padre como perra en celo.

 

Lucius frunció el ceño. Sacar “eso” a estas alturas no venía al caso. Contra lo que ambos rubios pudiesen suponer, Albus no se avergonzó ni bajo la cabeza. Sus ojos esmeraldas fulguraron  con rabia y  respondió furioso.

 

-¿Cómo te atreves...? ¿Cómo puedes…?

 

-¿Ahora sabes lo que se siente, verdad?

 

Albus temblaba y su magia se desbordaba haciendo tintinear la cristalería. La fuerza de su herencia. “No en vano soy el hijo del puto Salvador del mundo mágico” pensó.

 

-¿Con que cara te atreves a llamarme perra? ¿A recriminarme? ¿A ver dime? - le espetó - Hasta donde sé, quien se iba a la cama con cualquiera porque no superaba un frustrado amor de adolescencia eras tú. Quién se encerró en la autocompasión y la bebida por la perdida de su familia fuiste tú, lo que te llevó a violarme borracho, quitándome mi virginidad y embarazándome. Y no estuviste conmigo después de lo que hiciste, sino que me dejaste solo, tirado en la calle. Fue tu padre quien me recogió y me llevó al hospital. Quien no se me separó cuando mi familia me dio la espalda por defender a tu hijo muerto. Quien se preocupó y me cuidó ¡Y tú sabías que el embarazo me creaba una necesidad sexual! ¡Que el bebe necesitaba de tu magia para sobrevivir!  Pero ¿te reportaste? ¡NO! Fue tu padre el que estuvo conmigo… ¿Qué esperabas?

 

-Quizás que tuvieras un poco más de decencia y no te le abrieras de piernas.

 

-Hazme el favor y lánzate un ubicatex. Yo no te debía nada aún. Tú solo eras mi violador. ¡¡¡Yo ahora soy tu prometido!!! Sino fuera por el alma de mártir que tengo, te hubiese hundido en Askabán hace tiempo. Haya echo lo que haya echo mi familia, eso no justificaba que me ultrajaras de la forma en que lo hiciste. Aún así te comprendí, te perdoné y traté de quererte. Me entregue a ti para salvar a NUESTRO HIJO y estuve dispuesto a casarnos y a formar una familia. ¿Y cómo me lo pagas? Regalándole el culo a mi padre, al tío que dijo que tu hijo era un violador y un mortífago.

 

-¡Cállate!

 

-¡¡¡No, cállate tú y escucha!!! Deberías besar el suelo que piso. Deberías agradecerme. Y en lugar de eso me pones los cuernos ¡maldito! con mi padre… con el tipo que me dejó botado en un hospital a mi suerte, que quiso venderme para tapar el asesinato de Scorpius.

 

-¡¡¡Yo lo amaba!!! – gritó fuera de si – ¡¡¡Él fue el amor de mi vida!!!

 

Al lo miró boquiabierto. Draco, confuso, bajo la cabeza.

 

-Desde que tenía 11, más chico aún, cuando ni siquiera sabía si era gay o no… soñaba con Harry Potter;  y que algún día al conocernos nos hiciésemos amigos.

 

El moreno se llevó la mano a la boca.

 

-Yo… se que mi padre te lo dijo… que me enamore perdidamente en mi juventud. Y que me rompieron el corazón. Que por eso soy como soy. Fue él, Harry Potter, tu padre…

 

-¿Ustedes eran… amantes? -  la última palabra fue pronunciada con horror.

 

-¡No, Al, nunca! Quizás eso fue lo peor. Cuando lo conocí, a los 11, me despreció como a un perro. Me dejó con la mano extendida. Lo odie por ello. E hice de su vida en Hogwarts un infierno…  de tanto que lo aborrecía para no amarlo. Claro que él también hizo lo suyo… Y luego, a lo 16, tuve que reconocer que no era odio lo que sentía. En la batalla final me salvó del incendio. Y luego me ignoró hasta hoy. Ese último año en Hogwarts me la pasé persiguiendo sus pasos… y él humillándome con sus desplantes… Cuando salí del colegio solo quería el olvido. Y lo busque en mil cuerpos. Pero el olvido nunca llegó. Hasta que comencé a salir con Astoria. Ella me dio paz y un hogar. Ella me dio a Scorpius.

 

-¡¡¡¿Y yo?!!! ¡¡¡¿Yo que soy para ti?!!! ¡¿Solo el reflejo del hombre que amas?! ¡¿Un cuerpo donde desfogar tu deseo?!

 

-No es así Al. Tal vez al principio… pero ahora no.

 

-No quiero escucharte ¡No más!

 

Intempestivamente Al  se agarró el vientre y e doblo en dos. Lucius corrió a socorrerlo.

 

-Basta. Lastimas al bebé.

 

-Lo siento Lucius. Se que es tu hijo. Pero es un maldito bastardo.

 

-Ese “maldito bastardo” será tu marido Albus. Eso no puedes cambiarlo. Agredirlo no va a solucionar las cosas. A veces es mejor callar y llevar la fiesta en paz.

 

-¡Por supuesto que no! Callar esto no será lo mejor. No me quedaré tan tranquilo mientras folla con mi padre, con el hombre que escupe sobre el apellido Malfoy, para luego aguantar que venga a meterse a mi cama con una sonrisa. ¡¡¡Yo no soy Narcissaaaa!!! - el niño gritó desde el suelo retorciéndose de dolor.

 

-¡ALBUS! -  Draco lo cortó colérico mirando a su padre bajar los ojos.

 

-No. Ya estoy harto. Hasta aquí llegue - ahora estaba llorando – Amo a mi bebe pero esto es demasiado.

 

Un nuevo dolor lo hizo quebrarse otra vez y Lucius dudo, dolido como estaba por sus palabras. Sin embargo, y tras pensárselo un poco, lo abrazó. Era su pequeño después de todo.

 

-Al, por favor, tranquilízate. Te estas haciendo daño. Estas haciendo daño a tu hijo. Y me estas haciendo daño a mi con tus palabras.

 

Al vio la profunda tristeza de Lucius, la culpa por los errores del pasado hacía la que fuera su amiga y compañera durante décadas. Apenas llevaba un mes de muerta.

 

-Lu. Perdóname. No quise dañarte. No a ti – una mano acaricio su mejilla – Tú eres mi ángel y jamás me atrevería a juzgarte. No soy quien. Vivir dos guerras, perderlas; ser el objeto de deseo de un loco megalómano; soportar la presión de Abraxas, un matrimonio arreglado, la muerte de tu verdadero amor… es increíble que con todo eso aún puedas tenerte en pie. Y ser el gran hombre que eres. Siempre tendrás mi afecto, mi respeto… Pero lo de Draco es diferente… ¡Con mi Padre, por Merlín! ¡Lucius! ¡Con mi padre! Abriéndose de piernas como un vulgar…

 

Y sus ojos despechados lo miraron con rabia. Con celos. Ahora si,  Draco captó toda la tormenta que se escondía tras esas esmeraldas. Y su corazón no pudo dejar de sentirse alegre. “Está furioso, pensó. Y esta celoso. Entonces él…”

 

-Yo no me abrí de piernas como un vulgar - se defendió cínico.

 

-Claro. Y yo estoy ciego, quizá alucino… Todos estamos locos y nadie vio lo que vio.

 

-No pasó nada - se encogió de hombros como restándole importancia -  No llegó a pasar nada.

 

-Me importa una puta mierda si pasó o no pasó… ¡cabrón!

 

Y ahora si el dolor lo hizo gritar. Lucius lo sostuvo en brazos y lo cargó para llevarlo a su cuarto.

 

-¿Qué es Al? ¿Qué te pasa? – le preguntó el patriarca.

 

-La magia. El bebé… el bebe necesita de su magia – sollozó el chico mirando a Draco  con despecho.

 

-Déjamelo padre. Este es un asunto de pareja. Lo resolveremos solos.

 

Y el rubio menor, tomando al muchacho entre sus brazos, subió con él al cuarto. Al borde del desmayo, Albus no tuvo fuerzas para negarse y se aferró a esos brazos musculosos que lo acunaban.

 

 

 

****************

 

 

 

 

 

Al gemía en la cama mientras se revolcaba de dolor. Draco estaba a su lado sentado y tomando su mano.

 

-Disfrutas esto ¿verdad? - susurró el más pequeño -  Verme así. Humillado. Necesitando de ti. Disfrutas violarme mientras estoy inconsciente.

 

A Draco se le quebró la voz rememorando una noche maldita.

 

-No… no digas eso. Yo…yo no soy un violador. No quiero forzarte. Así no quiero tenerte.

 

-¡Claro! Ahora  que ya tienes a mi padre yo deje de  importarte. Quizás hasta quieres que el bebé no nazca. Así podrás tener a tu heredero con el gran Harry Potter.

 

-Prefiero tener a mi heredero con el dulce Albus Potter.

 

-Yo… - un nuevo espasmo lo hizo callarse por un segundo - …ya no soy un Potter.

 

-Demos gracias a Merlín por ello.

 

-¿Qué pasará ahora?

 

-Necesitas mi magia para el bebe. Sabes lo que pasará.

 

-Yo… no quiero. No así.

 

-Yo tampoco lo quiero así.

 

Y Draco buscó a Al en un tierno beso, que el muchacho no respondió pero tampoco rechazó.

 

-No pasó nada Al. No llegó a pasar nada.

 

-Te ibas a entregar a él. Después de todo lo que le hizo a tu familia. A mí. A ti. Después de todos sus prejuicios y desprecios…

 

Un nuevo espasmo. El rubio entonces comenzó a acariciar suavemente el vientre, tratando de relajarlo, tratando de dejar fluir su magia.

 

-Uno no manda en el corazón. Pero lo que ocurrió me sirvió para saber que mi amor por él es pasado, que se quedó en el pasado.

 

-Ibas a entregarte a él.

 

-Porque creía que lo amaba. Y me juré que mi primera vez sería con alguien que amara. Había esperado tanto. Casi perdido las esperanzas…  Cuando lo tuve cerca y se me insinuó enloquecí y me deje llevar por el deseo. Pero era solo eso, deseo. Ganas de sacarme el clavo.

 

-Si, seguro. Por eso ibas a dejarte follar.

 

-Cuando te vi sentí que me moría – no contestó lo anterior. No había como explicarlo - El miedo a que me dejaras. A no tenerte más cerca mío. Me di cuenta de que eras tú al que amaba. Por eso salí y lo deje… aunque me rogó que me quedara con él yo preferí buscarte.

 

-Por tu hijo… - Al se retorcía de ansiedad. Draco se había acercado a su vera y ahora estaba prácticamente encima suyo - Si no estuviese embarazado ahora estarías en la cama con mi padre.

 

-Si no estuvieses embarazado definitivamente no estaríamos en la cama, porque no me gusta obligar a nadie a acostarse conmigo sino quiere hacerlo. Pero no estaría con tu padre. Estaría contigo diciéndote esto: yo ya no amo a Harry Potter Albus. Me he dado cuenta… de que eres tú a quien amo realmente. No se como, no se cuando, pero te metiste en mi sangre y en mi corazón sin siquiera notarlo.

 

-¿No sabes cuando?

 

-No lo se. Y me aterra pensar que cuando te veía por la casa, de la mano de mi hijo, ya me gustabas.

 

Al lo miró a los ojos.

 

-¿En serio?

 

-No lo se. No quiero saberlo. No quiero reconocerlo ni tan siquiera pensarlo, plantearme la posibilidad, porque siento que eso sería una traición a Scorpius, una ofensa a su memoria. Pero recuerdo que te miraba: me llamaba la atención tu inocencia, tu entrega, la cara de enamorado con la que seguías a mi muchacho… la sencillez y la calidez con la que nos tratabas a todos.  Tan libre de prejuicios.

 

-Yo solía pensar que eras hermoso. Soñaba con que Scorp fuera como tú de adulto. Eran tan parecidos, casi como un reflejo. Pero había algo que los diferenciaba. Scorp tenía los ojos chispeantes, alegres… pero en los tuyos siempre veía una tristeza velada, tristeza  que me hacía querer acercarme y consolarte… por un dolor que no sabía que existía,  pero que adivinaba y presentía.

 

-Te amo - y Draco volvió a besar los labios despacito, como pidiendo permiso - Déjame demostrártelo. Déjame enseñarte que el amor y el placer  van de la mano. Déjame borra con mis besos recuerdos amargos...

 

-Y cuando me beses, ¿me besarás a mi o a mi padre? y cuando me toques ¿me tocarás a mi o a mi padre? Dime Draco, ¿a quién le harás el amor esta noche? – había tristeza y dolor en aquellas preguntas.

 

-Hasta ayer no habría podido responderte. Porque ni yo mismo sabía la verdad. Pero cuando te vi parado en esa puerta, mirándome roto con esos ojos grandes e inocentes… ¡Lo supe! Supe que era a ti a quien amo ahora. Y que lo que sentí por tu padre en Hogwarts se quedo allá, en Hogwarts...

 

Al lloraba. Era solo un adolescente de 15 años deslumbrado por una declaración  de amor del chico que había comenzado a querer. Pero las imágenes aún estaban frescas. No se atrevía a soñar.

 

-¿Y como puedo creerte? Tú ibas a entregarte a él. Ibas a dejar que él…

 

Otro beso lo interrumpió.

 

-Y tú llegaste para salvarme. Para evitar que cometiese la mayor estupidez de mi vida. ¿Quieres que te cuente un secreto?

 

-S… si.

 

-Cuando era un crio de 16 años, y  descubrí que era gay y que tu padre me gustaba, me prometí que sería de él o de nadie. Así que juré que solo me entregaría a mi verdadero amor. Que solo me dejaría poseer por mi verdadero amor. Y era tan soberbio y tan seguro de mí que lo juré por mi magia. Por lo que, si dejo que alguien me tome sin amarlo la perderé ¿Entiendes eso?

 

-Pero mi padre… entonces tú…

 

-Sino hubieses llegado yo hubiese cometido la estupidez de dejar que me tome, y ahora sería un squib. ¿Viste que llegaste para salvarme?

 

-Quizás no serías un squib. Ibas a entregártele porque lo amabas.

 

-Porque creía que lo amaba, que no es lo mismo. Porque a quien amo es a ti.

 

-De eso no puedes estar seguro.

 

-Lo estoy. Y tan seguro estoy de que te amo, y de que tu me amas,  que quiero que esta noche sea la primera vez de ambos, tuya y mía… sin violencias, sin pociones… porque aunque llevas un hijo mío nadie te ha poseído aún. Para mí eres virgen, eres puro, eres blanco… porque cuando alguien te toca sin que tú lo desees es como si en verdad nunca te hubiesen tocado.

 

-Draco… - Albus estaba llorando.

 

-Déjame amarte… - y suaves besos llenaron la cara de Al - Y déjame entregarte mi amor. Hagámoslo juntos. Dejemos el pasado atrás. Olvidemos todo. Empecemos de nuevo. Tú y yo, y nuestro bebe. Seamos como mi padre y Severus, tengamos lo que tuvieron ellos… solo que esta vez no dejaremos que los convencionalismos, las estúpidas reglas o los lores asesinos nos  separen… Perdóname Albus. Por el pasado, por lo que te hice, por la estupidez que casi cometo con Harry. Por haber sido orgulloso, egoísta, soberbio… Perdóname. Y ámame. Con ese corazón inmenso que se que tienes en el pecho. Con ese fuego, con esa pasión inocente que te hacen único. Se mío, Albus, que yo seré tuyo. Solo mío y solo tuyo. Sellemos con la sangre de nuestros cuerpos este pacto de amor eterno.

 

Albus se abalanzó a los brazos del rubio ofreciendo su boca y su cuerpo en una entrega total. Draco lo beso suavemente, aumentando la intensidad ante la ansiedad del menor.

 

-Ámame Albus. Ámame.

 

-Yo jamás…

 

-Déjame enseñarte. Usualmente lo que hacemos es lo que nos gustaría que nos hagan.- dijo en un susurro ansioso.

 

Y el mayor comenzó a depositar besos, pequeños mordiscos y lengüetazos por el rostro del otro, atacando el cuello en un asalto tranquilo. No había violencia, solo reverencia y profundo amor.

 

Albus gemía y se corcoveaba aferrando con sus manos las sábanas mientras temblaba. Trataba de reconocer esas sensaciones que lo embargaban;  que dejaban fuera al temor, al miedo, al terror que debería darle la situación. Su mente le decía que el tipo que tenía encima era su violador, pero su corazón y la magia en él le gritaban que era el hombre que lo llenaba de deseo y de sueños húmedos, pero sobretodo de esperanza, esperanza y compañía, como un bálsamo que curaba las heridas de su sangrante corazón… Ese ser que ahora atacaba sus pezones, su ombligo, su vientre al que susurraba reverente, era un hombre tan solo y deshecho como él, que había llorado al mismo amor perdido que él, y que ahora acudía  sumiso a sus plantas en busca de perdón, consuelo y redención.

 

Y el alma inocente de Albus soñaba, quería, anhelaba un amor de leyenda. Un ancla para asirse a la vida. Un nuevo comienzo.

 

Primero con timidez, y luego con la fuerza que le daba la pasión y la vida que llevaba dentro, comenzó a responder cada caricia, cada beso, cada gesto de cariño. Con total deleite sus inexpertas manos recorrieron ese torso desnudo, esos brazos musculosos, esas nalgas perfectas… besaron esos labios que se abrían para gemir su nombre como un mantra protector.

 

-Albus…Albus…Albuuus…

 

Pero, y la vocecita de su pequeño demonio interno comenzó a escucharse más fuerte,  Draco estaba ahí con él dispuesto a  entregársele. A ser el sumiso en una relación por primera vez. Con él. No con su padre. Por una vez en su vida era a él al que querían, al que buscaban, al que elegían… no al mítico héroe de leyenda… no al extrovertido  James o a la inocente de Lily. No a la bella Ginebra. Y la sensación de haber ganado se instaló fuerte en su corazón  echando fuera al miedo, a la vergüenza y a la inexperiencia.

 

Veía a Draco y no veía la escena de un callejón oscuro donde lo rompía con una botella. Veía a Draco y veía a ese ser exquisitamente sensual sometiéndose a su reflejo unos años mayor. Sometiéndose a su padre.

 

“Fóllame… fóllame Harry”, esas palabras quemaban su cerebro y levantaban su polla.

 

De un solo empellón Albus cambió de lugar con su rubio quedando encima de este y comenzó a devorarlo.  Su boca hora estaba sobre sus labios, hora  recorría su pelo, su oreja, su cuello…  lamiendo, mordiendo, susurrando palabras de amor y de deseo. Y ahora descendía por su pecho chupando los pezones erectos, para luego bajar y atacar los costados de su tórax arrancando gritos de éxtasis. Esos gritos le gustaban: “Vas a suplicarme que te folle. A mi, no a él”, pensó.

 

“Fóllame, fóllame Harry”… Voy a lograr que me supliques.

 

Y luego llegó al erecto miembro que beso suavemente, castamente, en esa punta que de tan roja parecía que iba a explotar.

 

Draco trató de que se lo metiera a la boca pero Al se hizo el desentendido y comenzó a lamerlo, como Scorpius se lo había hecho hace tanto… cuando él se había quitado asustado, dominado por el miedo y los prejuicios. Dominado por la culpa.

 

“No hay miedo ahora. No hay prejuicios no hay culpa. Ni habrá fantasmas en esta cama”,  prometió.

 

Engulló el miembro del rubio y lo succionó como recordaba que otro rubio lo había hecho. Esperaba hacerlo bien. Estaba bien instruido. Solo tenía que concentrarse. Imaginar que era el helado de crema y caramelo que comía en Florean Fortescue, lamer, lamer,  lamer con deleite, el budín de chocolate que le servían en el gran comedor los viernes y que devoraba de su cuchara. Lamer, chupar, desear… con cuidado para no lastimar. Y la magia fluyendo, envolviendo, poseyéndolos a ambos.

 

Un mordico suave para arrancar un quejido. Justo en la punta goteante.

 

-Albus…Albus…

 

“Ya dice mi nombre. Ya grita mi nombre”

 

“Seguir lamiendo. Seguir succionando. Ahora las bolas, ahora la entrepierna… un mordisquito suave… regresar a las bolas… no olvidar el miembro a seguir masturbando con mi mano… la suave piel de más abajo que me llevará hasta ahí, hasta donde estaba mi padre… para hacerle lo que él, solo que mejor… porque yo soy más joven, más inocente… porque yo llevo a su hijo, porque yo lo amo más… porque yo nunca lo desprecie ni le tuve asco. Porque le tendí mi mano en lugar de rechazarlo, porque lo acepté a pesar de sus defectos, de todo lo que me hizo… no lo juzgué, no lo acusé… a pesar y pese a todo (1)

 

Y la lengua seguía lamiendo hasta que llegó a ese arrugado agujero y comenzó a entrar en el… con ritmo, con suavidad, con deseo, con amor… entra y saca tratando siempre de llegar más  hondo.

 

-¡¡¡Ahhhh… Aaaaalbuuuusssss… Fóllame Albus… hazlo… por Merlín hazlo… ahora… hazlo…  hazlo!!!

 

“¡Lo dijo, lo dijo… lo dijo!  Me lo pidió. A mí. No a él”.  Ese pensamiento lo hizo sentirse victorioso.

 

“Mío… mío… solo mío y de nadie más. No de los Weasley, no de Astoria, no de mi padre… MÍOOOO”.

 

Draco sintió la magia desbordando por cada fibra del cuerpo de su joven amante. Magia antigua, densa, oscura y poderosa…magia que lo dominaba y lo arrastraba, que lo encendía de lujuria y lo elevaba a límites insospechados de éxtasis. Que se adentraba en él para luego llevarse parte de su alma. Como una droga, como una posesión.

 

-Debes…  prep…

 

Un hechizo de lubricación fue lanzado y Draco se sobresaltó al sentir su interior húmedo. Un dedo de su niño lo penetró dulcemente.

 

-Te amo… te amo Draco – susurró el pequeño – No te lastimaré. Gracias… gracias… gracias por esto… - y su boca volvió a engullir su miembro mientras que su cavidad anal era distendida por unos seguros dedos.

 

Draco, delirante como estaba,  no supo cuando los dedos fueron reemplazados por un erecto falo que se abrió paso a través de él con suavidad. No era tan grande como el suyo. Su dueño aún era un muchacho. Así que solo causo un breve dolor y una ligera incomodidad. Nada que no pudiese soportar.

 

Pero la sensación que lo embargó cuando comenzó a moverse, y tocó algo dentro de él, fue brutal. Placer puro y líquido. Mil orgasmos recorriendo todo su cuerpo. Se arqueó y comenzó a gemir.

 

-Albus Albus… amor más… más… maaássss…

 

Mientras que Albus seguía moviéndose y moviéndose, él levantaba sus caderas para obtener mayor contacto.

 

-¡Me corro... me corro! – gritó el mayor. Pero las manos de Al fueron a sus testículos reteniendo el orgasmo mientras que aceleraba  las embestidas para venirse con un grito.

 

-¡¡¡Dracoooooooooooo!!!

 

Se tomó unos momentos para recuperar aire. Fase uno concluida con éxito. “Córrete y no lo dejes correrse. Eso lo enloquecerá”

 

Draco seguía agitándose y tratando de liberar su propio placer cuando Al se incorporó para comerle la boca, en un beso profundo y salvaje,  tras lo cual liberó su miembro y se empaló en él de una sola estocada.

 

El rubio  se obligó a contener el orgasmo otra vez, esta por voluntad propia, al sentir esa estrechez cubriéndolo. Quería disfrutarla un rato. El moreno entonces comenzó una furiosa cabalgata:

 

-¡¡¡Dilo… dímelo…!!! - gritaba entre gemidos.

 

-Te amo… te amo… Albus te amo….

 

Y con un furioso grito el mayor se corrió dentro del más joven mientras este volvía a hacerlo entre ambos cuerpos.

 

Pero ahí no terminó la noche. Sea por la magia, la juventud de uno de ellos, o la fuerza de la nueva vida que se gestaba; ese fue solo el inicio de varios encuentros que se dieron consecutivos, con prisas y sin pausas,  donde ambos se amaron con furia, con total entrega, con absoluta pasión.

 

En las sombras, a través del espejo… alguien los contemplaba con una sonrisa complacida.

 

 

 

                ****************

 

 

 

Once de la mañana del día siguiente. La luz que entraba por la ventana despertó a Albus.  Con un movimiento de varita éste cerró las cortinas para seguir durmiendo, aferrado al desnudo cuerpo que yacía a su lado.

 

-Mi hombre - gimió mientras lo abrazaba.

 

-Veo que todo te fue bien – una voz ronca y sarcástica lo hizo saltar de la cama.

 

-¡Por Merlín! No debe verte… - Al volteó a revisar a Draco  que se encontraba en un profundo sueño.

 

-Descuida. No despertará hasta dentro de varias horas. Una primera vez siempre te agota, más con la poción que le administraste.

 

- Yo… - y tuvo la decencia de bajar la cabeza avergonzado.

 

- Eres un Slytherin. Utilizaste los recursos a tu alcance para beneficio propio. No hay nada de malo en eso.

 

- Lo amo.

 

-Lo se. Sino no te hubiese ayudado. Agradece al retrato de Abraxas, que me fue a avisar de que “el chico que lleva al heredero en el vientre” estaba a punto de suicidarse.

 

-Me sentía… no sabes. Solo quería morirme.

 

-¡Da igual! Semejante tontería. Menos mal que llegue a tiempo y pude darte un lavado de cerebro. Eso y una clase rápida de “como conquistar a un Malfoy sin morir en el intento”… amén de “sexo salvaje en su primera vez para que nunca te olvide”. Yo tenía 13 cuando comenzamos. El era mayor en 4 años, pero lo follé como nadie en su vida. Quedó exhausto y complacido. Casi como el tuyo.

 

Al sonrió orgulloso. Lo había hecho perfecto. Recordó cada cosa, cada consejo.

 

-Y que esto te sirva de lección para entender que un sly no va llorando por los rincones, ni trata de cortarse las venas,  cuando un Gryffindor imbécil intenta quitarle a su pareja. Afila las uñas, saca la artillería pesada y recupera  lo que es suyo.

 

-Pero es que era mi padre. El gran Harry Potter. ¿Cómo luchas contra eso? Un cuerpo y un falo de adulto… y años de ventaja y experiencia.

 

-¿Y? Tú eres quien va a casarse con él. El que lleva a su hijo en el vientre. No es el tamaño sino como la mueves.

 

- Pero él dijo que lo amaba.

 

-No lo “amaba”. Era solo la obsesión por el capricho incumplido. Conozco a Draco más que tú. Desde que era un bebe. Y al igual que Lucius se obsesiona con aquello que no puede tener.

 

-Crees que lo que me dijo fue… porque lo sintió de veras o…

 

-Solo usaste un perfume de feromonas para aumentar su libido y su deseo por ti… y una poción para potenciar las zonas erógenas que astutamente te dije se la esparzas con tu lengua…

 

-Gracias.

 

-Dale las gracias a Lucius, que en 20 años no ha cambiado ciertas cosas de lugar.

 

-Me dijo que me amaba.

 

-Si. Y eso no fue por el perfume o la poción. Fue por las cosas que le hiciste sentir con esa lengüita y esa cabalgata fabulosa que te pegaste. Eres un alumno aplicado Albus Severus… sigue haciendo caso a mis consejos y en unos meses lo tendrás comiendo de tu mano.

 

-¿Vas a seguir ayudándome?

 

-Si prometes dejar de gimotear, y ya no montarle escenas como la de la biblioteca, que casi acaba con lo vuestro y con el bebe…  y obedecerme en todo… por supuesto.

 

-Iba dispuesto a hablar civilizadamente. Pero solo al verlo me descontrole. Lo siento.

 

 

 

-Cantarle sus verdades en la cara, de vez en cuando, no esta mal. Lo hace reflexionar. Pero abusa y se alejará. Los hombres no gustamos de “chicas histéricas”, por mas razón que lleven en sus histerias.

 

-No lo volveré a hacer. Gracias por estar de mi parte.

 

-Llevas a su hijo en el vientre. Le diste y te diste una oportunidad. Dejaste que todo el mundo mágico te tildara de puta por protegerlo. Mereces quedarte con él y que ambos sean felices ¿Crees que quiero que venga tu padre a poner de nuevo su vida de cabeza?

 

-Quizás él también lo ama. Se lo dijo.

 

-¿Amor? ¿Después de 2 décadas de desprecio? Tarde pequeño. Perdió su tren. Ahora es tu momento ¡Y para nada debes dejarlo pasar! ¿O quieres renunciar a tu hijo y a Draco para cedérselo al héroe? Creí que eras un Slytherin y no un estúpido y moralista Gryffindor, o un acobardado Hufflepuff.

 

Albus respiró profundo y  entrecerró los ojos. Decidido preguntó:

 

-¿Qué debo hacer?

 

-Por lo pronto, acabarte la poción esa que te sugerí para que no te duela el trasero. Luego, despertar a tu hombre con una buena mamada. Dejarlo que te folle duro y parejo y devolverle el favor en la ducha, cuando inocentemente sugieras que se aseen para bajar a buscar a Lu.

 

-¿Debo usar el perfume?

 

-No. Eso solo era para romper el hielo. El sabe ahora quien su compañero. Ten por seguro que tu padre ha quedado en el pasado. Solo tienes que ser tú y dejarte de remilgos a la hora de tomar la iniciativa. Enloquécelo en la cama. Nada encandila ni amarra más a un Malfoy que un buen polvo. Si lo sabré yo.

 

-Bien, entonces vete ahora – y el muchacho busco entre la almohada, sacando un pequeño vial a la mitad que se terminó de un solo trago – debo despertar a “mi prometido”. Y no me gustan los voyeurs.

 

-Suficiente con el espectáculo que me diste anoche. Has aprendido bien. Si tienes alguna duda sabes donde buscarme.

 

-Si, en las mazmorras. Gracias por todo Severus.

 

-De nada “tocayo”. Y bienvenido a MI  familia.

 

Y la imagen de Severus Snape se perdió en el espejo. Tenía un largo camino que recorrer a través de los cuadros hasta llegar a su altar, en las mazmorras, donde su rubio personal no tardaría en ir a buscarlo. Se sentiría orgulloso cuando le contara que, por primera vez en décadas, él y el retrato de su padre (Abraxas) habían firmado una tregua en aras de un bien mayor: la sobrevivencia del apellido Malfoy, que se alojaba en el vientre de ese niño en la forma de un pequeño.

 

-El hijo de Draco. Mi nieto. Esta vez no voy a estar de tu parte Harry Potter. Esta vez pondré primero a los míos.

 

Y con un elegante ondear de su capa la sombra se perdió entre sus iguales.

Notas finales:

(1)    Para muchas/os lo dicho por Albus quizás no se ajuste a la verdad. Al principio  no solo lo juzgó, sino que lo rechazó. Pero los seres humanos solemos tener memoria selectiva cuando nos conviene, y este es el caso. Respecto a lo que siente por Harry, son celos, ni más ni menos… y quizás el conflicto adolescente que todo muchacho en esa edad siente por su padre. No es que Al se haya vuelto malo, sino que es humano y como tal en este capítulo nos deja ver su lado oscuro. Para los que no lo tienen claro, Severus ayudó a Al para lograr que Draco termine con él en la cama. ¿Cuándo? Mientras el rubio y su padre bebían el pocionista lo fue a buscar a su habitación, donde se supone dormía (y si, Severus le dijo como seducirlo, como prepararlo, le enseñó el hechizo de lubricación, etc. ¿Cómo sino lo iba a hacer tan bien?)


 


Prox. Capítulo: La captura de James y Hugo. Se viene el juicio


Publicidad: Para los que gustan de mis historias he subido CUENTA LA HISTORIA (un Sev/Draco ya finalizado) y NUESTRO PEQUEÑO SECRETRO (Lucius/ Albus Severus). A ver que les parece. Claro, también esta  UN PAPA PARA SEVERUS, que concluye esta semana.


 


 


 


 


 


 


 


 


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