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SANGRE ENTRE MIS PIERNAS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Dedico estos dos capítulos a Ruby Andariel Claw. Niña, captaste el sentido del fic y te proyectaste muy bien. Hasta ahora solo Majo 1986  había podido adelantar mis alucinadas…. También va para Ricardo, de Amor Yaoi, por el fic que le vengo debiendo, y que pienso subir apenas alcance el capítulo 28. Y por supuesto a Stiby, quien me ha hecho muy feliz al decirme que le gusta la historia ¡ella es mi diosa personal!

Como siempre, el universo de Harry Potter es propiedad de J.K. Rowling. Yo solo tomo prestado sus personajes por diversión y sin fines de lucro.

CAPITULO XXVI

 

HASTA EL INFIERNO, IDA Y VUELTA AL PRECIO DE MI ALMA

(PRIMERA PARTE)

 

 

 

Draco, Albus, Theo y media docena de Slytherins irrumpieron en San Mungo siguiendo a un aterrado Blaise, que levitaba el cuerpo sin vida de Lucius Malfoy.

 

– ¡¡¡EMERGENCIA!!! – gritaba el moreno medimago fuera de si – ¡¡¡Este hombre esta con paro cardiaco!!! ¡¡¡Hemos encapsulado la magia en su cuerpo pero no responde a los hechizos!!! ¡¡¡Se muere!!!

 

Una decena de personas, entre médicos y enfermeras, rodearon al doctor Zabinni y desaparecieron con el herido por la puerta de urgencias. Draco apretó sus manos en un gesto convulso y trató de abrazar a Albus, pero éste lo rechazó colérico. Había gritado fuera de si cuando Zabinni, Nott  y su ahora esposo  se habían resignado a lo aparentemente inevitable en los jardines de la mansión. Los había tachado de “imbéciles” y “convenidos”,  y había lanzado “Enervate” tras “Enervate”  al cuerpo del caído patriarca hasta que Blaise lo detuvo y se puso a darle los primeros auxilios mágicos, que consistían principalmente en evitar que la magia del moribundo abandone su cuerpo. Mientras haya magia en él aún se podían albergar esperanzas.

 

Isabella y Marcus, los amigos del colegio de Albus, se le acercaron solícitos. Si bien era cierto que el muchacho había cortado todo vínculo con sus antiguos compañeros de Casa, autoenclaustrándose entre los muros de Malfoy Manor después de su salida del hospital, ellos siempre habían estado esperando por él, y ahora estaban allí… apoyándolo.

 

– Tranquilo Al – Isabella le acariciaba el brazo.

 

– Ellos... él… iban a dejarlo morir.

 

– Nadie iba a dejarlo morir – ese era Marcus –   Pero a veces hay que resignarse.

 

­– ¡Él no esta muerto!

 

– Le lanzó un “avada” Al… –  Isabella – ¡Nadie sobrevive a un avada! Por eso se llama “maldición imperdonable”, porque no tiene arreglo.

 

– Mi padre sobrevivió a uno ¡dos veces! Si él pudo, Lucius puede.

 

– Tú padre quería vivir  – intervino Draco molesto  –   Mi padre murió junto con Severus. Tu “tío Ron” – dijo el parentesco con desprecio – solo lo sacó de su miseria.

 

– ¡¡¡Tú ya te resignaste!!! ¡¡¡Quieres que muera!!! ¡¡¡Ansias ser el Lord de Wiltshire ¿verdad Draco?!!!

 

– ¡¡¡¿Cómo te atreves?!!! ¡¡¡Es mi padre y lo amo!!! ¡¡¡Pero no soy un iluso!!! ¡¡¡El ya esta muerto Albus!!! ¡¡¡Tu insensatez solo prolonga lo inevitable… solo lo condenas  a unas horas de agonía sin sentido!!!

 

– ¡¡¡No va a morirseeeee!!!

 

– Caballeros… –  la voz de Blaise hizo reaccionar a todos y calló los gritos. Draco y Albus se acercaron ansiosos.

 

– ¿Cómo esta? – preguntó Al.

 

– Le lanzaron un Avada. Es un  milagro que aún tenga magia en su cuerpo. Hemos hecho latir su corazón artificialmente… mezcla de hechizos y tecnología muggle. Pero no hay actividad cerebral.

 

– ¿Eso quiere decir? – Draco habló.

 

– Que tu padre esta estable. Si por “estable” entiendes que respira conectado a una máquina y su magia sigue prisionera en un cuerpo muerto. Podrá vivir tanto como esos aparatos lo permitan. Un hermoso vegetal que no piensa, no siente, no habla… ¿Eso querías Albus?

 

– Está vivo – musitó el interpelado.

 

– Está muerto. Le lanzaron un Avada.

 

– A mi padre Voldemort le lanzó un avada. Dos. ¡Y vivió!

 

– La primera vez tu padre tenía un año y su madre le sirvió de escudo  – el medimago explicaba brutal – La segunda vez quería vivir más que nada en este mundo. Lucius no quiere vivir Albus. Ni Draco ni mucho menos tú le importan lo suficiente (1). Lucius Malfoy murió en la batalla final cuando Nagini se despachó a Severus. Él solo continuó por inercia y esta fue la ocasión que andaba buscando para dejarse ir.

 

– ¡¡¡NO!!! Él no puede morirse. Yo le quiero. Le necesito. No perderé otro padre ahora que por fin lo he encontrado. El maldito odio de los Weasley no destruirá mi vida otra vez.

 

– Esto no se trata de ti, Albus. Se trata de Lucius. Y de lo que quiere, lo que es mejor para él. Me resisto a ver como tan orgulloso mago termina siendo una estatua, un recordatorio de lo que los Gryffindors y su odio pueden hacernos. ¿Quieres que el mundo mágico lo vea reducido a un mero monigote que necesitará babero y pañales de por vida? ¿Quieres reducirlo a una planta que servirá de mofa y burla para sus enemigos?

 

– Quiero que viva. Que sea feliz. Que este a mi lado aconsejándome, ayudándome a cuidar a mi bebe. Quiero que nos enseñe a amar como él amó a Severus…

 

– Para lograr eso tendrías que conseguir que Lucius luche y quiera regresar. Y él no quiere, Al, ¿no lo entiendes? Esta vivo porque tu amor se interpuso entre el avada y su cuerpo, pero él quiere dejarse ir. Y nada de lo que hagas podrá evitarlo – la voz del medimago se quebró en un sollozo – Solo quiere estar junto a Severus… lo sabe Draco… y lo he sabido yo desde siempre.

 

– Prométeme…. Prométeme que no lo desconectarás de esas máquinas… Blaise – el muchacho se volvió a Draco – Draco… por favor, por mí… No mates a tu padre…

 

– ¡¿Cómo puedes decirme eso?! ¡¡¡ES MI PADRE COÑO!!! ¡¡¡LO AMO!!! ¡¿Crees que quiero matarlo?! ¡¿Qué no lo quiero a nuestro lado?! ¡Me acusaste de ser un interesado! ¡De querer tanto el título de Lord que preferiría verlo muerto con tal de….! – el rubio no pudo seguir.

 

– Lo siento – Albus se abrazó a su esposo y rompió a llorar – No quise… ya no se ni lo que digo… no puedo con esto… yo… simplemente siento que…

 

Un gesto de dolor agarrotó al moreno y lo hizo agarrarse el vientre.

 

– ¡Basta de tensionarte Albus! – la voz de Blaise adoptó un tono profesional – Estás embarazado por Merlín… No puedes someterte a esto.

 

– ¡Yo haré que Lucius quiera vivir! Si lo que quiere es a Severus le traeré a Severus…

 

– ¡No! No comiences tú con eso de los inferis también… no voy a soportarlo.

 

Theo, Blaise, Marcus e Isabella, que eran los que estaban más próximos a  los flamantes esposos, abrieron los ojos pasmados: “¿Inferis?”

 

– ¿Draco? – Theo se acercó profesional – Co… como tu abogado… quisiera recordarte lo que el Ministerio les haría si los descubren haciendo algo que remotamente se acerque a las Artes Oscuras. Es decir, a todos nosotros. ¡Ni siquiera se les ocurra mencionar la palabra “Inferis”!

 

– ¡Cállense ya! – Draco sonaba molesto – Hay cosas que ustedes – y miró al grupo de amigos – no quieren saber.

 

Los Sly se apartaron del grupo en silencio. Se pusieron a observar el decorado, o a conversar, cualquier cosa para evitar oír y enterarse. Lo que no sabes no puedes declararlo.

 

Albus tragó una bocanada de aire y apretó los puños.

 

– Una semana. Dame una semana Blaise. Si no he logrado que Lucius se recupere, es decir, que abra los ojos y comience a luchar, lo desconectarás de esas “cosas” que lo mantienen vivo…. y dejarás escapar su magia… ¡Pero júrame que lo mantendrás estable una semana! No lo dejarás marchar sin que pueda volver a verlo, hablarle…

 

Blaise lo miró extrañado y asintió.

 

– Claro.

 

– Draco – ahora el muchacho le hablaba a su esposo – Quiero que permanezcas con tu padre. Que esperes a que vuelva. Yo tengo cosas que arreglar.

 

– ¡¿Albus?!

 

– ¡Confía en mi maldición! Necesito ir a buscar algo con mi antigua familia. A donde voy no puedes acompañarme.

 

Y Al partió con un “PLOP”. Nadie pareció notar que acababa de desaparecerse en un hospital con una de las barreras antiapariciones más fuertes del mundo mágico.

 

 

 

******************

 

 

 

Quien no ha perdido a un ser querido nunca entenderá el vacio que te queda en el alma. Como el recuerdo de aquellas cosas que para otros no tienen sentido para ti cobran una importancia vital: una caricia, una sonrisa, una mirada o tan solo el silencio de la voz amada perdida en sus propias cavilaciones. Albus rememoraba todos y cada uno de sus momentos con Lucius mientras marchaba: su rostro, su sonrisa, sus caricias… lo que le hizo sentir a su cuerpo… sus lágrimas, su tristeza...

 

– ¡No te dejare morir! ¡NO!

 

Llegó a Malfoy Manor y se adentró en la biblioteca buscando. Nada de Libros Prohibidos ni de Artes Oscuras… pero Lucius ya le había revelado algunos secretos.

 

Cortándose la mano extrajo algunas gotas de sangre con las que tuvo acceso a las cámaras secretas de la familia. Aquellas que ni un pelotón de aurores con excavadoras muggles podrían encontrar, así tiren abajo la casa entera y busquen debajo de cada piedra. Aquellas que solo la sangre de un Malfoy podría revelar. Una vez que encontró el libro que buscaba fue a las habitaciones del que ya era su segundo padre. Revolvió en su armario privado y se cambió con las antiguas ropas de mortífago de Lucius, quien las guardaba como recordatorio de sus errores pasados. Se las había mostrado al más joven en una de sus tantas conversaciones; y él sentía que esa ropa era la que debía llevar para su autoimpuesta misión. Con un hechizo las adaptó a su cuerpo y llamó:

 

– ¡Winky!

 

– Ma… mande amo Albus – el elfo se estremeció cuando lo vio así vestido.

 

– Necesito que me acompañes. De más esta decirte que lo que veas no debe salir de tus labios.

 

– Winky es uno de los elfos de la familia Malfoy amo – El elfo parecía ofendido y levantó la cabeza orgulloso –  ¡Winky es totalmente leal a la familia Malfoy!

 

– Lo se. Solo quería asegurarme. Transpórtame a las afueras de Godric’s House. A la casa de Harry Potter.

 

Si al elfo le extrañó semejante petición no lo demostró. Tomó de la mano a su amo y con un suave PLOP partieron para aparecerse a las afueras de una gran casa, con las puertas y las ventanas cerradas… y la mala yerba creciendo en los jardines.

 

– Necesito saber si hay alguien dentro, Winky – le dijo Albus, mientras miraba con tristeza el lugar. Se colocó unos guantes de látex y se lanzó un hechizo para anular su firma mágica. Winky se desapareció para luego volver e informar:

 

– No he podido entrar amo. Magia de sangre protege el lugar. Pero por lo que pude percibir no hay vida dentro. Ni humana ni de ninguna otra criatura.

 

– Bien Winky. Voy a entrar. Mi sangre, aunque me pese, siempre será Potter. Vigila el lugar y avísame si alguien pretende ingresar – le pidió mientras cortaba su palma con un  pequeño “Diffindo”.

 

Albus se dirigió a la entrada principal y apoyó su mano herida. Las barreras lo reconocieron y le dejaron libre tránsito. El muchacho pensó con amargura que su padre seguía siendo el mismo tipo confiado de siempre: él, como Slytherin que era, le hubiese quitado el acceso apenas lo desheredo; por una cuestión de prudencia y seguridad. Pero el pequeño Albus no era un peligro para el gran  Harry Potter, pensó con ironía, craso error que su padre pagaría.

 

Entró en la sala, llena de suciedad  y telarañas, y  por un minuto rememoró lo ocurrido la última vez que estuvo allí: los desplantes de su madre, la inacción de su padre, las palabras de su hermano mayor… el miedo en los ojos de su hermanita.

 

Subió las escaleras con un nudo en la garganta, resistiendo la tentación de pasar por su cuarto para ver si sus cosas aún seguían allí, o si las habían quemado al enterarse de “su traición”. Resistió la tentación mientras caminaba al cuarto matrimonial porque sabía que si las encontraba intactas no podría seguir con lo planeado: simplemente se echaría a llorar, buscaría a su padre en casa de su tía Herms (apostaba su alma a que estaba allí) y se arrojaría en sus brazos  para derrumbarse  por la muerte de quien tanto amaba: Lucius. Su Lucius. Quien lo salvó de algo peor que la muerte: el hambre, la calle, la vida inmisericorde e incluso la prostitución. Lucius, su Lucius, por quien iba a vender su alma al diablo. Solo para traerlo de vuelta. Porque lo amaba y la alternativa, una vida sin él, era totalmente inaceptable.

 

Llegó a las habitaciones de sus padres e ingresó. La cama desordenada, los adornos rotos, el polvo cubriéndolo todo. Se dio cuenta de que las cosas de su madre habían desaparecido casi en su totalidad… la foto de bodas estaba quemada. Sin poder resistir el morbo abrió el closet de la pareja para descubrirlo sin los caros vestidos…”Entonces era cierto – se dijo –  lo que decían los periódicos. Que mi madre huyó abandonando a papá y a Lily” y cerrando las puertas buscó  lo que le interesaba. Recurriendo otra vez a su sangre penetró las protecciones personales de su padre para acceder a su Pensadero y a las decenas de recuerdos que tenía almacenados. Los  analizó  frenéticamente hasta encontrar el que le interesaba y lo colocó en la vasija de piedra para luego sumergirse en él.

 

Minutos después emergió y volvió a guardar el pensamiento dejando todo como si nunca hubiese estado allí. Lanzó un Deletrius (2) a la habitación y bajó  las escaleras volviendo a lanzar el hechizo dentro de la casa, borrando toda huella mágica suya. Salió a la calle, donde limpio la sangre de la entrada repitiendo por tercera vez el encantamiento. “Irrastreable”, pensó. Y se acercó a su elfo que, al borde del pánico, lo esperaba mientras vigilaba.

 

– Amo, estar aquí es muy peligroso. Y en su estado…

 

– Vámonos Winky. Ya tengo lo que necesitaba.

 

El elfo respiró aliviado y tomó de la mano del muchacho para regresarlo a la seguridad de Malfoy Manor.

 

 

 

******************

 

 

 

Albus, vestido totalmente de negro y con su importante secreto bien seguro en los resquicios de su mente, se dirigió a los sótanos de la mansión. Mas concretamente a buscar a cierto cuadro que reposaba en un altar, en una habitación que no hubiese deseado volver a ver  jamás.

 

– ¡Severus…! – la voz del muchacho se cortó ante la imagen de un Severus expectante, que miraba otro cuadro de igual tamaño que antes no estaba allí. En él, un Lucius que bien podía tener 39 años parecía dormir.

 

– Albus… –  el pocionista pareció reaccionar de su ensueño y abandonó la contemplación de la otra pintura  – Aún no despierta. ¿Sabes por qué? ¿Se supone que esta muerto, no? Le lanzaron un Avada…

 

El embarazado moreno comenzó a boquear sin saber si gritarle al ex espía (“carroña”, era lo que le venía a la mente) o llamar a un elfo para que pueda explicarle la escena que tenía lugar ante sus ojos.

 

– ¡¡¡WINKY!!! – al parecer escogió sabiamente pelearse con los elfos.

 

– M… man… de… amito…  – la horripilante criatura se arrastraba muerto de miedo.

 

– ¡¡¡QUE SIGNIFICA ESTO!!!

 

– Ordenes del amo Lucius amito. Mandó pintar la imagen hace un dos semanas. Apenas hace tres días la terminaron. Y nos ordenó quemar  sus otros retratos. Todos, salvo en los que aparecía con su familia. Dejó este escondido en su alcoba con órdenes expresar de que si algo le pasaba lo traeríamos junto al amo Severus, para que despierte junto a él. Y bueno… como le lanzaron un avada…

 

– ¡¡¡ AUN NO ESTA MUERTOOOO!!!

 

– ¡¡¡OH AMO DICULPE!!!  ELFO IDIOTA, MALO… WINKY SE CASTIGARÁ AMO… SE PLANCHARÁ LAS OREJAS… SE AZOTARÁ… SE…

 

– ¡Basta! – Albus rompió a llorar – No quiero que te castigues Winky. ¿Como es que…?

 

– Es costumbre del amo Lucius amito. Por estas fechas, cada año, renueva lo que él llama su “cuadro especial”... Cada año… dice… para preservar su memoria. Y una vez que esta hecho quema el anterior… Dice… que cuando muera estará con el amo Severus. Dice que no quiere dejarlo solo. Que estarán juntos para siempre... El amo Lucius amó mucho al amo Severus amito… ¿Hice mal en obedecer?

 

Ahora si que Albus estaba llorando. A mares. Un dolor le atenazó el bajo vientre y por un momento pensó en derrumbarse, en dejarse ir y suplicarle al elfo que lo traslade a San Mungo. Para abrazarse a su esposo y suplicar la ayuda de Blaise. Para pedirle al medimago que deje ir a Lucius y permitir que esos dos se encuentren, en el cielo o en el infierno, pero juntos al fin; y que puedan alcanzar la felicidad que se les negó en vida. Quizás era en la eternidad donde construirían su tan ansiado hogar.

 

Y luego él podría tratar de olvidar. Se aferraría a su Dragón y trataría de reconstruir la vida que el odio le había robado.

 

Por un momento…

 

Pero luego Albus pareció emerger de su debilidad y un brillo feroz se vislumbró en sus hermosos ojos verdes.

 

– ¡¡¡NO!!! – gritó apretando sus puños. – Yo no  voy a traicionarte. No voy a dejarte morir. Y si tengo que viajar a los infiernos para traértelo de vuelta lo haré. Al precio de mi alma.

 

Caminó  hacia adelante ante los horrorizados ojos del elfo.

 

– ¡¡¡VETE WINKY!!! Y te ato con un Juramento Inquebrantable para que no reveles nada de lo que veas u oigas en estos días. ¡A nadie! Ni siquiera a Draco o a Lucius. Te lo mando yo, que también soy un Malfoy.

 

El elfo  se inclinó en una solemne reverencia y desapareció. Albus ni siquiera se dio cuenta de tan ansioso como estaba.

 

– ¡Severus! – le gritó furioso – deja de soñar y esperarlo. Lucius esta artificialmente vivo y así lo mantendré hasta la culminación de los tiempos. Es decir, que si quieres estar a su lado, no debes esperar a que ese estúpido cuadro despierte; sino ayudarme…

 

– ¡¿Que tramas?! O mejor dicho ¿qué necesitas de mí?

 

– Un consejo. O mejor dicho un plan. Pero antes, necesito que me cuentes algunos datos sobre tu historia personal… tu padre ¿fue enterrado?

 

La pintura ni siquiera se inmutó ante lo extraño del pedido. No preguntó. Solo lo miró por un largo momento y luego abrió los ojos desmesuradamente. Cuadro o no, había sido el espía más formidable del mundo mágico y una de las mentes más privilegiadas de su época.

 

– No me digas… no me digas que pretendes….

 

– Eso mismo. No conozco otra manera.

 

– Es magia negra. Una vez que cruces esa línea…. ¡Y esperas un hijo! ¡Le afectará también!

 

– Por Lucius. Él vale el precio.

 

– ¿De tu alma?

 

– De la tuya. De la mía… ¡De la del maldito mundo! Ahora, respecto a la información que necesito…

 

La pintura que era Severus pareció pensárselo un poco y luego asintió:

 

– Dejemos esa “información” para el último. Sé  lo que buscas de mí. Y sé que únicamente yo tengo la ubicación del “ingrediente principal” para lo que has elucubrado. Solo un mago antes que tú llegó tan lejos. En su caso fue ansias de poder… en el tuyo ¿amor?

 

– Amor.

 

– Lo amas… es decir… ¡Te casaste con Draco!

 

– Alguien me enseñó que puedes amar sin estar enamorado.

 

– Di más bien que él no estaba enamorado de ti – bufó sarcástico con el fantasma de los celos danzándole en los ojos.

 

– Disfruto en la cama con Draco. Es mi esposo. Le soy fiel y le seré leal hasta la muerte. Eso para mi también es amor. No soy un rival para ti, Severus. Y puedo ser un aliado… ¡Ayúdame a traer de vuelta a Lucius! ¡No merece morir!

 

– Él ya esta muerto Albus. Como yo. Deja las cosas como están y permítele descansar en paz. Permítenos estar juntos.

 

– ¡¿Y como sé que estarán juntos?! ¡Eres un cuadro por Merlín! No sabes que hay más allá… Ni siquiera eres capaz de sentir placer o amor de forma auténtica. ¡Necesitó de un cadáver que lo folle porque tú ni para eso le sirves!

 

Severus lo miró altivo y sumamente dolido.

 

-¡No puedes negar que eres un Potter!

 

– ¡¡¡¿No?!!!  ¡¡¡Hasta el infierno!!! ¡¡¡Ida y vuelta por aquellos que amo!!! ¡¡¡Aun al precio de mi alma!!! ¡¡¡Aunque él no me ame!!! ¡¡¡¿Eso es lo que hace un Potter?!!! ¡¡¡¿O corre a esconderse en las faldas de sus amigos y de la mujer más conveniente?!!!  – comenzó a jadear para recuperarse de su exabrupto  – Tal vez soy un Prince Severus. Soy más parecido a ti que a ningún otro. Llevo tu nombre después de todo.

 

– El hijo que Harry y yo pudimos tener…  – otra sonrisa irónica – …de no mediar una maldita serpiente.

 

– Tú y… pensé que Draco…

 

– Draco amaba a Harry. Harry gustaba de Draco. Pero entre tu esposo y un servidor… digamos que estoy seguro de cual hubiese sido su elección.

 

– ¿Y Lu?

 

– Lucius… Ame, amo y amaré a Lucius. Fue mi realidad. Pero antes que él existió una mujer de cabellos rojos… ella fue mi ángel. Mi primer amor…

 

– Harry no es la abuela Lily.

 

– Tiene sus ojos. Para mi era bastante. Pero jamás le falté.  Se distinguir una ilusión del mundo real y en ese entonces tu padre era solo un niño. Jamás le fui infiel. A Lucius quiero decir… yo al menos no…

 

– Tus historias de alcoba son interesantes – a Albus comenzaba a darle migraña tanta promiscuidad – Pero no tengo tiempo. Voy contra el reloj. Dime, ¿hay una tumba en la cual excavar? ¿o lo que busco es simplemente un montón de cenizas perdidas en el tiempo?

 

– Prepara tu pala. Obtener esa parte de la lista será pan comido. ¿Has pensado en lo demás?

 

– Esta cubierto. O casi. Necesito sacar a Ronald Weasley de la cárcel. Y necesito sacarlo hoy. ¿Será posible?

 

Los ojos de Severus se entrecerraron y su boca se torció en una cruel sonrisa.

 

– La perfecta venganza… los Malfoys han dejado su huella en ti. Es difícil. Pero no imposible si sabes a quien acudir. Puedo tener al candidato ideal para esto. Crédulo. Manipulable. Es decir, si cumplió lo que afirmaba de niño y se unió al cuerpo de los Aurores. Si aún sigue vivo. El tiempo no pasa para mí, pero al verte se que ha pasado tanto…

 

– Habla.

 

 

 

*****************

 

 

 

Dennis  Creevey entró en las Tres Escobas y se acercó al encapuchado vestido de negro que ostentaba una rosa roja en el ojal.

 

– ¿Godric?

 

– Creevey.

 

– Recibí tu nota y tu bolsa de galeones. Decías que eras amigo de la familia Weasley y que querías ayudar a Ron. Pero como están los tiempos no me fio, y si no muestras tu rostro esta conversación se termina.

 

– ¿Eres leal a Potter Creevey? ¿Eres valiente? Fuiste miembro del Ejército de Dumbledore aunque tan solo eras un niño. Te fugaste del colegio para acudir al llamado de Hermione en el Cabeza de Puerco. El único de tu generación. Participaste en la Batalla Final. Enterraste a un hermano y te hiciste auror para perseguir mortífagos. ¡Eres un Gryffindor y digno león de tu casa! ¿Pero eres leal a Harry? ¿Hasta el punto de arriesgar tu trabajo?

 

– Mi lealtad hacia Harry esta fuera de toda duda. Pero yo no se quien eres. Y si no te muestras esta conversación se termina aquí.

 

– Sígueme. Reservé un privado.

 

– Te advierto que soy auror. Tengo una varita y estoy dispuesto a usarla.

 

– Trae tu varita. Y si después de saber quien soy quieres usarla, no tengo problema.

 

El encapuchado se levantó, se dirigió a las escaleras y comenzó a subirlas. Dennis lo siguió. Entraron a un cuarto y entonces, tras cerrar la puerta:

 

– ¡Neville Longbottom!

 

– Dennis.

 

– Debí saberlo.

 

– No hay mucho tiempo así que escucha. Esto que hago lo hago por cuenta propia. Harry aún no sabe nada.  Es mejor así hasta que las cosas se calmen por un tiempo, pues no dudo que él será el primer sospechoso e incluso pueden interrogarlo con veritaserum.

 

– Entiendo. No puede contar lo que no sabe.

 

– Lo que vamos a hacer debemos hacerlo ya mismo. Lucius fue herido ayer en la noche ¿Donde esta Ron ahora?

 

– Aún en los calabozos del Ministerio. Ya ha sido interrogado y se ha programado su juicio para el próximo lunes. Aunque la sentencia por sus primeros crímenes esta dada. Es más que nada para juzgarle por el ataque a Malfoy… como si fuese un crimen librar al mundo de semejante mortífago. Se habla incluso de darle El Beso ¡que horror!

 

– Entonces estamos a tiempo. Tengo esta caja. Es mejor que no la abras para que no sepas lo que es. Lo que no sabes no puedes declararlo. Solo debes dárselas a Ron en su celda diciéndole que es de parte del Ejército de Dumbledore y que un encapuchado con una rosa roja lo espera en el callejón para ponerlo a buen recaudo, afuera del Ministerio. Eso y nada más. Por tus servicios te recompensaré con esta maleta llena de oro y dinero muggle. Irrastreable. Pero debes desaparecer. ¿Norteamérica quizás? ¿Una nueva vida nadando en la opulencia?

 

– Mi madre murió al poco tiempo de mi hermano. Y toda mi familia es muggle, así que no tengo mayor contacto con ellos ¿Ron estará bien?

 

– Deberá desaparecer también. Por un tiempo. ¡Hey! Quizás puedan encontrarse en Norteamérica y quedarse juntos. Hasta que arreglemos las cosas y al menos tú puedas regresar.

 

Creevey lo pensó por un momento mirando la maleta llena de oro. Luego pareció ceder.

 

– Has hecho un trato Neville.

 

– No hay tiempo que perder. Debemos hacerlo esta misma noche. Son las 10. Debemos marchar a las celdas del Ministerio para que entregues la caja. Dile a Ron que espere hasta media noche. Dentro hay un reloj. Luego repórtate enfermo y di que te vas a descansar. Sal y te estaré esperando con el maletín del dinero y un traslador internacional. ¿Es un trato Dennis? ¿Por los viejos tiempos? ¿Por Dumbledore y por Harry?

 

 

 

*****************

 

 

 

Mientras aguardaba en aquel viejo callejón bajo el disfraz de Neville Longbottom pensaba en lo ingenuos que eran los Gryffindors, no importa la profesión que eligiesen. Y en la formidable mente que debió ser en su época Severus Snape cuando, 20 años después de muerto y sin mayor contacto con el mundo real, aún podía analizar tan bien el alma humana.

 

Dennis Creevey. Efectivamente, tal y como dijo Severus, se había vuelto auror odiando todo lo que tenga que ver con los mortífagos, y  tan manipulable e influenciable que apenas Neville se le apareció lo siguió como un manso corderito. Albus sabía que lo hubiese seguido igual aunque no mediase dinero de por medio. Realmente el soborno era solo un seguro. La lealtad del hombre para con su padre era incuestionable.

 

Lástima, se dijo,  haber tenido que desmayarlo, obliviatearlo y dejarlo tirado en el contenedor de basura a sus espaldas. Iba a despertar mañana a las 10, si no lo encontraban antes, con los dos últimos días de su vida borrados sin remedio y para siempre. Pudo haberle dejado el dinero pero eso solo hubiese servido para incriminarlo. Después ya vería la manera de recompensarlo y hacerle llegar su pago: un benefactor anónimo, un premio… ya vería. Era Slytherin pero siempre pagaba sus deudas.

 

– Aún vive en las glorias de un pasado que ya no existe –  dijo a la nada sin perder de vista la puerta trasera del Ministerio. Si conocía a su tío Ron, y lo conocía muy bien, aparecería de un momento a otro. Ya casi era media noche.

 

El movimiento en el agua de los charcos, a la entrada del callejón, le dijo que aquel que esperaba se acercaba bajo la capa de invisibilidad de su padre. Su tío Ron no era ingenuo, sabía que a él no lo engañaría… Se mantuvo de pie al fondo del callejón dejando que la escasa luz ilumine el rostro de Neville Longbottom que lo disfrazaba, cortesía de la poción multijugos y de unos cabellos del profesor que su tan amada Isabella consiguiera para él… de prisa y sin hacer preguntas. Ella y Marcus habían estado demasiado apartados de su vida: ¡No más! se dijo. Cuando todo esto termine quizá podría regresar al colegio, como alumno externo… sería bueno regresar, culminar sus estudios…

 

Seguía pensando mientras escrutaba la semi penumbra atento a los movimientos en el agua… solo unos pasos más: cuatro, tres, dos…

 

– ¡¡¡AHHHHHHhhhhhh!!!

 

Un grito y unas chispas al ras del suelo cortaron la quietud de la noche. Un ruido sordo y luego nada. El rostro de Neville Longbottom sonrió maquiavélico.

 

– Soy hijo de un mestizo criado por muggles tío Ron. Hay cosas que yo domino y que tú ni siquiera recuerdas… –  le dijo despacio – cosas como la electricidad. ¡Accio Capa de Invisibilidad!

 

La prenda voló a sus manos dejando ver el cuerpo de un inconsciente Ronald Weasley. Con un movimiento de varita Albus recogió un cable pelado que pasaba por debajo del agua y cortaba de pared a pared, en tres lugares distintos, el callejón que tenía que recorrer el ex auror.

 

– Mejor que un Desmaius. Y no se puede evitar con un Protego – comentó a la nada haciendo desaparecer el cable con un Evanesco– ¡Winky!

 

El elfo se apareteo en el lugar.

 

¡Inmobilus! ¡Incarcerous! - señaló hacia el cuerpo inconsciente – Revisa que no tenga una varita o arma alguna y llévalo a una de las celdas de los sótanos. Encadénalo de pies y manos, hazle beber esta poción para asegurarnos de que no despierte antes de tiempo y, por si acaso, déjalo amordazado.

 

El elfo lo miró aterrado.

 

– Tienes tus órdenes. Nadie, ni siquiera Draco si se aparece por la casa, debe saber del prisionero. Yo iré en cuanto termine un último asunto que tengo pendiente.

 

Y tras la marcha del elfo con su inconsciente tío se agachó a recoger la pala que descansaba a un lado de la mugrienta pared. Iba rumbo a un cementerio muggle después de todo. No era cosa de andar desenterrando ataúdes a golpe de varita para que algún trasnochado lo descubra haciendo magia, se arme la grande, y los aurores comiencen a atar cabos sin quererlo. No era tan estúpido.

 

Tras borrar toda huella mágica del lugar se marchó a su nuevo destino, la mirada triste y serena de quien se sabe condenado por la justicia del cielo con justa razón.

 

 

 

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

(1) No es tan así. Albus y Draco son importantes para Lucius. Pero el dolor por la muerte de Severus es más fuerte. Quizás muchas/os no lo entiendan. Supongo que es necesario haber perdido a alguien para comprender que, no importa tus hijos o amigos, y aun queriéndolos muchos, el deseo de morir siempre esta presente cuando la persona que era tu pareja predestinada esta muerta. Quizás sea depresión supongo. Quizás simplemente amor.

(2) Deletrius: Hechizo que borra todo rastro de encantamiento hecho con una varita.


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