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SANGRE ENTRE MIS PIERNAS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Como siempre: El universo de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling. Yo solo lo tomo prestado para plasmar esta loca historia y ver si así pasan un rato de amena diversión.

CAPITULO XXVIII

EL DESPERTAR

 

 

 

Dicen que la gente siempre cree lo que quiere creer, por más inverosímil que la explicación resulte. Cuando Albus y Severus se presentaron en el hospital y contaron su disparatada historia… ni los aurores ni el propio Kingsley Shacklebolt la pusieron en duda.

 

Anteriormente un elfo se había aparecido con Draco en San Mungo. El rubio, con un mutilado y sangrante muñón, no había declarado de inmediato. En cuanto pudo hacerlo afirmó que cuando llegó a su casa, y vio que su esposo no estaba, le había pedido a Winky que lo lleve con él. Este lo había transportado a un sótano donde Al se encontraba peleando con Ronald Weasley, quien le había cercenado una mano para desarmarlo al  intentar intervenir.

 

Que la mano fuese la izquierda y Draco fuese diestro, que no fuese capaz de decir de donde venía, que el elfo tuviese órdenes de no hablar… eran cosas que nadie cuestionó. Que Albus, al llegar, solo informase escuetamente que su tío había logrado escapar, después de resucitar al pocionista con quien sabe que oscuro ritual de magia negra, para quien sabe que nefasto propósito; que Severus afirmase no acordarse de nada, salvo del rostro de su acompañante despertándolo; que el ex auror no ganase nada con traer de vuelta al moreno…  eras pequeñeces que a nadie le importaba.

 

El Profeta sacó en edición extraordinaria la historia del ataque a Draco Malfoy y la resurrección de Severus Snape. Ambos hechos atribuidos al desquiciado comportamiento de Ron, enloquecido por la traición de su esposa quien al parecer se había convertido en la amante secreta de Lucius Malfoy.

 

Como al director del periódico no le convenía volver a enemistarse con Los Malfoys, y como aún le unía una gran amistad con los Weasley, trató de justificar al acusado argumentando que estaba loco por la pena, ya que su hijo había sido sentenciado y él se había enterado de que “la ambiciosa Hermione Granger” lo había traicionado nada menos que con Lord Malfoy. Al menos en eso no mentía El Profeta, ya que el fugitivo pelirrojo lo había gritado a  todo pulmón durante la boda y la totalidad de invitados le habían creído. No atacaba al patriarca, más bien lo ponía como un pobre viudo engatusado por la mujer, que había tratado de comprar con favores sexuales las simpatías de la familia para su hijo preso.

 

El Profeta hacía hincapié de que Los Malfoys se habían mostrado a favor de que al pequeño Hugo se le diese una sentencia suspendida, ya que él no había participado directamente en la violación de Scorpius e incluso lo había tratado de ayudar… y aducía de que esta actitud se debía a que la Granger se había acostado con el patriarca del clan aprovechándose de su soledad.

 

“Ya desde Hogwarts esta mujer era conocida por su ambición e interés al involucrarse románticamente con magos famosos…recordemos a Víctor Krum y Harry Potter…”

 

Hermione, al leer los titulares, solo pudo romper en llanto y buscar refugio en los brazos de Harry, quien totalmente choqueado leía sobre la asombrosa “resurrección” de su profesor.

 

–  No es posible – repetía el ojiverde una y otra vez –   ¿Qué interés tendría Ron en regresa a Snape de entre los muertos? Lo odiaba.

 

–  Ron no pudo hacer eso… no pudo… no mi Ron…

 

–  Bueno, él atacó Lord Malfoy en la boda de Albus. Todos lo vieron.

 

Los dos adultos voltearon a ver a Rose y Lily, a razón en casa debido a unos días de asueto. La que había hablado era Lily.

 

–  Niñas, esto no es asunto suyo ­­ –  Harry las miró serio.

 

– ¿Y de quien entonces? – Ros le respondió más seria aún – Ese diario difama a mi madre como antes difamó a Albus. Todo debido a que mi padre la acusó mientras le lanzaba un imperdonable al abuelo de Scorp… ¡Será imbécil! No me importa lo que hayas tenido que hacer para proteger a Hugo mamá –  la niña volteó a mirarla –  Papá y tío Harry son los responsable de todo, así que nadie tiene solvencia moral para condenarte. Fueron ellos dos, junto con tía Ginny y el abuelo, quienes planearon la mentira que ahora nos revienta en la cara. Por culpa de ellos es que mi hermano esta preso sin haber hecho nada. Por obligarlo a mentir es que ahora su vida esta arruinada.

 

Harry bajó la cabeza avergonzado mientras Hermione respondía:

 

– Rose, mi niña, te lo juro por mis padres, por tu vida y la de Hugo… yo jamás me he acostado con Lucius Malfoy. De lo que haya tenido que hacer para garantizar la seguridad de tu hermano en la cárcel no me arrepiento, ni me avergüenzo, pero Lord Malfoy no tiene nada que ver con ello.

 

– Y te creemos tía – Lily habló – Yo te creo.

 

– Y yo mamá –Rose la abrazó.

 

– Voy a buscar al maldito que redactó esto y se lo haré tragar. Te lo juro Herms –  Harry prometió molesto –  Pero no permitiré una palabra en contra de Ron. Él no es malo… y si planeó esto fue por amor a James, por amor a tu primo y a la familia Rose. Es tu padre.

 

– Preferiría no tener padre a tener uno tan lleno de odio y prejuicios.

 

– Basta hija. No hables así. Tu padre esta confundido, yo no lo culpo por acusarme. Es más… no puedo creer que haya atacado a Albus, que haya resucitado a Snape y que le haya cortado una mano a Draco…

 

– Tienes razón Herms. Aquí hay algo muy raro.

 

– ¿Qué crees que pase Harry? – la castaña estaba confusa.

 

–  Nadie regresa de la muerte así porque sí. Además Ron… ¿Cómo podría?... No quiero pensar que… ¡Oh Merlín! Tengo una sospecha y nada tiene que ver con él.

 

– ¡Harry! ¿Y si el profesor Snape no estaba muerto en realidad? ¿Y si solo se estaba escondiendo?

 

–  ¿Y por qué se escondería? Herms, has visto la foto, luce como de treinta y tantos. Como si tuviera nuestra edad. Además, yo personalmente rescaté su cadáver de la Casa de Los Gritos. Estaba muerto…

 

–  Papá, ¿es que alguien puede volver del otro lado? Aparte de Voldemort claro…

 

Harry Potter frunció el ceño y no dijo nada. Pero la imagen del Dark Lord volviendo de la muerte en ese cementerio no dejaba de acosarlo. Debía comprobar algo.

 

 

 

*****************

 

 

 

Cuando Harry llegó a su casa, cerrada y protegida por sellos de sangre, todo estaba aparentemente normal. Aparentemente. Pero al entrar se dio cuenta de que alguien había estado allí, alguien que cubrió convenientemente sus huellas. Lo suficiente para ser irrastreable, para no dejar una sola prueba… pero no lo bastante para lograr que él no se diera cuenta.

 

Con profunda tristeza pasó revista a lo que fuera su hogar. La sala donde recibían a sus amigos para largas tertulias, generalmente a Ron y a Hermione; el comedor donde comía con Ginny y los chicos…. Subió al segundo piso y recorrió las habitaciones: el cuarto de James, con sus posters y afiches de Quidditch, el de Lily con sus muñecas y vestidos rosas, el sobrio cuarto de Albus… Entonces lo recordó: cuantas veces su hijo le había preguntado sobre la noche en el cementerio, la noche en que Voldemort lo capturó… a James la historia no le interesaba mayormente, y su pequeña hija se encogía de miedo… pero su Al sentía una morbosa fascinación por escucharla, una y otra vez, siempre pidiendo mayores detalles.

 

– ¡Magia de Sangre! – se dijo – La casa está protegida por Magia de Sangre. Solo un Potter puede entrar… ¡Albus!

 

Y corrió a sus habitaciones privadas. Entonces la vio. La foto de bodas estaba de pie sobre el buró. Él recordaba haberla echado antes de abandonar la mansión. No había querido ver el vacío que quedó después de quemar la imagen de su esposa.  Y había bloqueado la entrada para ella apenas supo que le vació las cuentas. No podía haber entrado… ni siquiera un Weasley. “Solo la sangre Potter”, pensó pasmado. Nunca, nunca se le habría podido ocurrir  que Albus ayudara a Draco violando la confianza de su familia.

 

Fue hacia el Pensadero y observó sus recuerdos. Todos empolvados salvo… entonces  lo supo: “… La sangre de un enemigo entregada por la fuerza…” ¡Ron! Era enemigo jurado de su ex profesor. El maldito de Draco había utilizado a Ron para traer de vuelta a Severus… ¿pero por qué?...

 

 “Lucius” pensó. Estaba en coma ¡y claro! conocía la leyenda urbana sobre el romance de la primera espada de Voldemort con el traidor que ocasionó su caída… Los celos lo habían acometido de muchacho, cuando sus sentimientos aún no estaban claros. Todavía recordaba del beso robado que le dio a Snape días antes de que este asesinara a Dumbledore, y lo que le dijo este en aquella ocasión: “No soy libre para corresponder”.

 

Si Lucius estaba muriendo, y Draco quería salvarlo… Severus era la mejor opción. Entonces todos los cabos sueltos se unieron, incluso la amputación del rubio: “La carne del siervo entregada voluntariamente”. Draco se había auto mutilado para… ¡Pero entonces, ellos tenían a Ron! Draco lo tenía. Y se lo devolvería aunque tuviese que enviarlo a Askabán. Ron era más que su mejor amigo, era su hermano, su familia… Podía amar al rubio pero no permitiría que este dañe al pelirrojo.

 

Y con esa seguridad enrumbó a San Mungo.

 

 

 

*****************

 

Albus estaba pasando una revisión de rutina con Blaise mientras Severus y Draco velaban el cuerpo inerte de Lucius. La prensa, los aurores, los medimagos y los amigos por fin los habían dejado tranquilos.

 

– ¡Hasta que se marcharon! – Draco, terriblemente pálido aún por la pérdida de sangre, acariciaba los rubios cabellos de su padre.

 

– Siento no poder devolvértela – Y Snape señaló el brazo vendado.

 

– ¿Te creíste que porque Voldemort lo hizo con Colagusano tu podrías? – en medio de su debilidad, Draco no pudo dejar pasar la oportunidad de un poco de humor negro.

 

– Tsk. ¿Qué tuvo él que no tenga yo?

 

– ¿Un poder ilimitado y casi 100 años de estudios en las Artes Oscuras?

 

En eso la puerta se abrió de un solo golpe.

 

–  ¡DRACO! – y ambos hombres vieron a Potter parado en el umbral.

 

El rubio se sobresaltó y buscó la mirada del recién llegado, pero este tenía sus ojos fijos en el ex espía:

 

– Severus… –  su voz sonó rota.

 

– Señor Snape para usted… Potter. Se que han pasado más de 20 años pero el tiempo no nos quita la educación.

 

– Estas… vivo –  hizo caso omiso del sarcasmo.

 

– Harry… – Draco volvió a interrumpir mientras lo devoraba con los ojos. Su muñón aún vendado. Severus lo vio tan frágil…

 

Harry se recompuso del impacto emocional que le significó el encuentro y confrontó a su antiguo Némesis.

 

– Se lo que hiciste  Draco. Utilizar a Ron para traer de vuelta a Severus. Es magia negra… ¡Dios, siempre tienes que caer tan bajo! Solo tú pudiste hacer algo tan… aberrante. Sin embargo por Ron estoy dispuesto a callar. Porque él no se merece ir a prisión. Hizo lo que hizo por desesperación, porque todo este asunto se le escapó de las manos… su hijo, su esposa… es digno de lástima más que de castigo. Así que si me lo entregas y te callas, yo también callaré… No diré nada.

 

– Harry, yo no tuve nada que ver.

 

– ¡Oh vamos! ¿Quién sino tú? ¿Quién más tendría interés? ¿Quién más podría utilizar magia oscura? Siempre estuviste del lado equivocado Draco, no importan tus justificantes. Has turbado el eterno descanso de un hombre bueno solo para que la alimaña de tu padre no muera.

 

– Le hago notar, Potter, que Lucius esta muriendo por culpa de ese amigo que ha venido usted a defender tan ardorosamente –  Severus recordaba ahora el porque de su animadversión hacia el mocoso… hombre, se corrigió. Tenía el mismo “defecto” que Albus y todos los gryffindors que conocía: su prejuicio contra los slytherins y esa manía de apañarse entre ellos. Si hacías algo malo y eras Gryffindor, eras digno de lástima y comprensión, te habías equivocado y debían de darte otra oportunidad para enmendar tus errores… ¡Ah, pero si eras Slytherin! Si eras Slytherin entonces habías obrado por maldad y con alevosía, así que todo el peso de la ley para ti, el peor castigo posible.

 

– Usted no sabe lo que ha pasado profesor. No defienda a quien no tiene defensa.

 

– Quizás se más que usted, que sigue tan espiritualmente miope como cuando tenía 17 años.

 

– No le permito…

 

Snape agarró a Harry por un brazo y lo jaló hasta casi pegarlo a su cuerpo.

 

– Usted a mi me permite lo que me de la gana muchachito estúpido. Veamos: sé que su hijo mayor, a quien crió para ser un nuevo James Potter, violó y asesinó al hijo de Draco después de hacer de su vida en Hogwarts un verdadero infierno; sin que usted, por supuesto, hiciese nada para disciplinarlo. No contento con eso, usted inventó junto con su gran amigo Ron y su querida esposa Ginebra, la mentira de que estaba defendiendo el honor de su otro hijo porque una banda de sly lo estaba violando… Todo esto ayudados, claro, por Arthur y Minerva. Con lo que no contó era con que Albus, digno miembro de la casa Slytherin, se pondría contra ustedes por defender a su novio muerto… porque ¡oh, ironía! se enamoró de un Malfoy, quien lo diría, uno de ustedes al fin tuvo los huevos de aceptar sus sentimientos.

 

Harry estaba pálido.

 

–Y ahora su pequeño hijo, quien lleva mi nombre, y no sabe lo orgulloso que me siento de ese muchacho, no solo ha dicho la verdad delante de toda la sociedad mágica, sino que le ha dado la oportunidad a Draco de formar una familia y arreglar toda esta tragedia que su soberbia ha creado.

 

– ¿Y su adorado Draco le contó que violó a mi Albus?

 

– No – Severus se puso serio mientras Draco bajaba la cabeza – Pero ya lo sabía por el propio chico. Y sé que eso pasó en parte por su causa, porque ustedes lo echaron a la calle, al tratar de obligarlo a que se  acueste con cualquiera para que pierda su virginidad y no se descubra la mentira que habían urdido. Draco hizo lo que hizo llevado por el dolor, pero Albus tuvo la nobleza de espíritu que usted no tuvo y pudo ver más allá de sus errores. Y aceptó la mano que este le tendió. Por eso ahora están casados, esperan un hijo y son felices.

 

– Si, claro. Ahora cuénteme una de vaqueros. Draco se folla a mi hijo porque no puede follarme a mí.

 

– A ti pude follarte si hubiese querido Potter – Draco se recompuso y adoptó su máscara de frialdad –pero elegí a tu hijo porque es mejor persona que tú. Porque él si me ama por lo que soy, y no por lo que le gustaría que fuera. Con él no tengo que cambiar.

 

– Lo que hagas con mi hijo ahora no me importa Draco. Tú sabes que yo te amo, te lo dije, pero tu sed de venganza pudo más que nuestro amor. ¿Te casaste con él? ¡Que bueno! Sed felices los dos, si pueden… – Severus volteó los ojos. No había nadie más obtuso que un león a la hora de negarse a ver la verdad – Pero no traicionaré a Ron por ti. Él es mi hermano, la única familia que he tenido aparte de Hermione… Dime donde está o iré con los aurores.

 

– Su amigo Weasley esta muerto, Potter – Severus se lo soltó en frio – lo sacrificaron para traerme de vuelta; el hechizo así lo exigía ya que, a diferencia de Voldemort, mi alma ya no estaba en este plano de existencia. Y antes de que siga hablando sandeces no, no estoy de acuerdo en que se halla hecho; no me considero mejor que nadie y no creo justo que nadie deba morir por mí. Y desde luego, y para que le quede bien claro, Draco no tuvo nada que ver. Él no es un asesino. Jamás ha asesinado a nadie y solo aceptó que cercenaran su mano porque pensaba que Weasley viviría, como vivió usted después de lo de Voldemort, ya que el ritual solo requería un poco de sangre.

 

– ¡¿Si no fue él quien?! Lucius esta en coma y…

 

– No puede ver la verdad así esta lo abofetee en la cara ¿verdad Potter?

 

Todos en la sala se quedaron en silencio hasta que la luz se hizo en el ojiverde.

 

– Albus… – y su cara era un poema.

 

– Albus. El único con las suficientes agallas para vender su alma al diablo por amor. Por amor a Lucius se entiende.

 

– Pero él… se casó con Draco…

 

–Pero fue mi Padre quien estuvo a  su lado cuando… lo del hospital. Cuando ustedes… lo sacaron de su vida.

 

– ¡Él se puso contra nosotros al declarar contra su hermano!

 

– ¿Decir la verdad es ponerse en su contra? ¡Por Merlín Potter, cállese ya! Si quería saberlo, ya esta enterado. Fue su hijo quien se metió a su casa, buscó el hechizo, he hizo el ritual… y cuando este no funcionó intercambio mi alma por la de su amigo. ¿Qué va ha hacer ahora? A mi modo de ver tiene dos opciones: o se calla, madura, acepta que en la vida no todo es blanco y negro, y que a veces uno tiene que avalar cosas que nos son moralmente inaceptables… o va con los aurores y denuncia a su propio hijo. Pero déjeme decirle que si lo hace acabará con cualquier posibilidad de reconquistar el afecto de ese muchacho… Usted jamás entenderá el alma de un Slytherin: amamos y odiamos intensamente, más que cualquiera... y jamás olvidamos. Ya ha perdido un hijo, no pierda dos.

 

–  ¡Oh, claro! ¡Debo mentir por Albus, mentir por Albus esta bien! Pero si quiero proteger a James deben crucificarme ¿no es cierto? ¿Por qué, en su retorcido concepto del bien y del mal, mentir por Albus está bien y mentir por James esta mal?

 

–  Si no sabes la diferencia Potter –  y Draco habló con profundo pesar – No seré yo el que te la enseñe (1). Ahora, haz el favor de marcharte antes de que llame a los enfermeros para que te echen. Mi esposo esta próximo a venir y no quiero que te encuentre aquí. Aún tienes encima la orden de restricción que te impide acercarte a él.

 

Harry lo miró. Draco le sostuvo la mirada. Severus rodó los ojos lamentando haber muerto. Si hubiese estado vivo de seguro no hubiese permitido que esos dos arruinasen así su vida. Ahora ya era tarde. Draco, a Dios gracias, tenía a Albus; sería feliz y a la larga Potter solo sería un agridulce recuerdo, como lo era en su corazón la propia Lily Evans. Esperaba que Potter no siga por el camino de la terquedad y el orgullo y recupere a su familia, entiéndase a Albus. Si no le auguraba un solitario camino. No creía que nadie que dañase así a un hijo pudiese ser feliz sin mayores consecuencias. Por propia experiencia sabía que la vida siempre te pasaba factura por tus malas acciones, sean estas voluntarias o no.

 

En cuanto estuvieron solos Draco lo confrontó:

 

–  ¡¿Por qué le dijiste que Albus había sido el culpable?!

 

–  Porque es cierto. Él fue el de la idea y lo hizo todo sólo. Además, el que sepa que fue tu marido lo hará mantenerse callado. Si pensase que eras tú ya tendríamos a los aurores encima.

 

–  ¿De verdad crees que callará porque se trata de Albus?

 

–   ¿Crees tú que denunciaría su propio hijo? ¿Qué pondría a Weasley por encima de Albus?

 

–  Ojalá me equivoque padrino, pero creo que muy pronto necesitaremos los servicios de Theo como abogado.

 

–  No puedes estar sugiriendo…

 

–  Te lo aseguro. Del Harry Potter que tú recuerdas queda muy poco. Y yo, por sobre todas las cosas, pienso proteger a mi esposo y a mi hijo. Se los debo.

 

–  Ve con Albus Draco. Cuéntale lo que pasó y estén preparados. Yo me quedaré con Lucius.

 

Y con un elegante movimiento de cabeza ambos hombres se despidieron.

 

 

 

******************

 

 

 

Severus se quedó pensando mientras acariciaba los largos y hermosos cabellos de Lucius. Su Lucius. Apenas podía creer todo lo que había pasado en estos 20 años. Todo lo que su amante había sufrido. Ni siquiera él había sido tan loco para desenterrar el cadáver de Lily, hacer un inferius de ella y dejarse follar en una orgía de drogas y sexo. No es que Lily pudiese follárselo, se recordó, pero ni siquiera él, amando como había amado…

 

Y se dijo que si bien es cierto había querido a su pelirroja como todo buen Slytherin, por siempre y para siempre, Lucius no había sido menos con respecto a él. Y ahora estaba muerto en vida, en una cama de hospital, por la estupidez del Weasley ese… ¡Oh, Merlín Santo! ¡Y el baboso de Potter todavía se atrevía a reclamarles! ¿Es que esa gente se cree que por ser gryffindors pueden hacer mierda de los demás sin pagar las consecuencias?

 

– Escucha amor, soy yo… tu Severus… debes despertar pronto mi bella serpiente, abre los ojos para mi –  suplicaba el moreno – Lo siento. Siento de veras haber estado dividido en mis afectos. Siento de veras que el fantasma de Lily siempre estuviera entre nosotros. Lo siento tanto mi amor. Pero si ahora despiertas te prometo que no habrá nadie. Solo tú y yo…

 

Los parpados del rubio se abrieron y su cuerpo se movió un poco, pero Severus no lo notó apoyado como estaba en el filo de la cama, susurrando a la oreja de su amor.

 

–  No puedo creer que me hayas esperado todos estos años. No puedo creer que no hayas seguido con tu vida. Nunca pensé que…

 

–  Sev…  erus…

 

–  ¡¡¡Lucius!!!

 

– ¿Ya pa… só?… ¿Ya morí?… ¡Oh Merlín! Estás aquí… a mi lado… No importa si esto es el infierno… si estas conmigo todo estará bien…

 

–  Pues sí, será el infierno dentro de unos momentos… cuando todos sepan que despertaste…

 

–  ¿Todos?... ¿Mamá?... ¿Papá? ¡Salazar bendito, los muchachos!… Dime que no están aquí… o si están… dime que ya te perdonaron por traicionarlos… Vol… Voldemort no esta aquí ¿verdad?

 

Severus no pudo evitar darle una sonrisa. Su rubio creía estar muerto.

 

–  Ja ja ja ja. Lucius… tú no estas…

 

–  Me… duele –   y un gemido le impidió seguir –   No debería dolerme. No se supone que debería doler…

 

–   Lucius, no estas muerto. Estamos en San Mungo amor…

 

–   ¡Noooo! –   y un aterrado grito salió de su boca –   ¡No de nuevo, Sev…! ¡No lo permitas! ¡Que no me hagan regresar! ¡No quiero amor…! ¡Llévame contigo!

 

–   Estoy aquí a tu lado Lucius… vivo.

 

Lucius comenzó a agitarse sobre la cama y trató de alcanzar uno de los viales. Severus, pensando que quería agua, le acercó un vaso. Lucius se lo arrebató estrellándolo contra el barandal de metal. Con los vidrios rotos trató de alcanzar su muñeca.

 

– ¡Por los Cuatro Fundadores! ¡¿Estás loco?! – Severus le arrebató los vidrios y con un pase de su mano le cerró las heridas. Agradeció que pudiese hacer magia sin varita, pues aún no sabía donde había quedado la suya. Estaría enterrada en su tumba o quien sabe… se dijo con amargura.

 

Lucius seguía agitándose y tratando de liberarse de los brazos del moreno.

 

–   Déjame Severus… no quiero vivir… no sin ti.

 

Harto de tanta terquedad el ex espía le soltó un bofetón al enfermo. Lucius lo miró en shock.

 

–   Me golpeaste… pero como…

 

–   Los siento amor, pero si que eres terco. Escucha, y escucha bien porque ahorita vienen los medimagos y esto se pondrá imposible… ¿Qué recuerdas?

 

–   Weasley... me lanzó un Avada…

 

– Exacto. Pero Albus interpuso su magia y la maldición no acabó contigo, aunque casi. Quedaste en coma mágico. Sin actividad cerebral.

 

– Recuerdo la oscuridad, el frio, no se cuanto pasó pero fue mucho… hasta que vi una luz, como un túnel… y al final estabas tú, me tendiste tu mano y después algo me arrebató de tu lado… otra vez la oscuridad.

 

– Estuviste clínicamente muerto… Zabinni te trajo de vuelta.

 

–  ¿Por qué? –   sonó a queja –    Debieron dejarme ir.

 

– Por un chiquillo demasiado terco llamado Albus. Amenazó con cruciarlos si no te ayudaban…. Luego el coma mágico. Decían que tu cerebro estaba muerto. La magia era retenida en tu cuerpo artificialmente.

 

– ¿Por qué? Los magos no mantenemos artificialmente vivos a nuestros seres queridos.

 

– Repito. Tienes en Albus un hijo bien cabezón. Cabezón y algo incestuoso. Ese chiquillo anda medio enamorado de ti ¿Qué hiciste Lu? ¿Con el novio de tu hijo?

 

– Idea de Zabinni. No era su novio entonces… ¡Yo no quería Sev!

 

– No importa. El crío me agrada. Él me trajo de vuelta... con el hechizo que uso el Lord… Ya sabes: los huesos del padre, la carne del esclavo, la sangre del enemigo…

 

– Pero… no puede... tú ya estabas muerto… tu alma había cruzado…

 

–  Si, pero eso lo averiguó después… Mató a Ronald Weasley.

 

– ¡¡¡¿Qué?!!!

 

– Te ama demasiado Lu. Condenó su alma. Hizo el ritual y al ver que no funcionaba mi cuadro…  puto cuadro Lu, te dije que lo quemaras… le aconsejó que intercambie el alma culpable de Weasley por la mía. Lo tiró vivo al caldero y saz… aquí estoy…

 

– Vivo.

 

– Vivo.

 

– Estas vivo…amor…

 

Y Lucius comenzó a hiperventilar. Las alarmas del cuarto saltaron y Severus, aterrado, empezó a zarandearlo mientras le masajeaba el corazón…

 

– ¡¡¡Ni se te ocurra Lucius Malfoy!!! ¡¡¡Ni se te ocurra!!! No vas a morirte ahora que estoy vivo y podemos al fin ser felices…

 

Las enfermeras invadieron la sala y lo echaron fuera. Media hora tuvo que pasar para que Zabinni apareciera, sudoroso, a darles el parte médico. Draco, Albus y Severus, más una veintena de amistades y algunos aurores, esperaban noticias.

 

– La impresión de verte vivo casi lo mata… pero estará bien. Quiere hablarte Severus... pero antes me pidió hablar con Albus…

 

La cara totalmente trémula del chiquillo se iluminó con una sonrisa. Deshaciéndose del abrazo protector de Draco corrió a encerrarse en el cuarto mientras el medimago le gritaba las últimas recomendaciones.

 

–   Por lo menos podría disimular un poco –    la voz resentida de Draco hizo sonreír a Snape. Pero la venda de su mano lo hizo sentir culpable. ¿Valía su vida y su felicidad, la felicidad de Lucius, el alma del chiquillo y la mano mutilada de su ahijado? Se dijo que no, ninguno de los dos ex mortífagos lo valía, pero por primera vez sintió lo que deben sentir los niños con sus padres: ese cariño incondicional que se te da sin tú hacer nada para merecerlo. Tanto el muchacho que había corrido emocionado al lado de su amante, como su Dragón, que aceptaba auto mutilarse y compartir los afectos de su esposo, los amaban; a ambos, sin condiciones y sin exigirles nada a cambio: ni que espíen, ni que sean buenos, ni nada... con todas sus miserias y oscuridad, así los amaban. Y se juró hacer que su sacrificio valiese la pena. Por esos dos, él y Lucius marcarían un antes y un después.

 

 

 

*****************

 

 

 

El patriarca estaba semi sedado cuando Albus entró a verlo. No podía hablar gran cosa y Blaise les había advertido que solo permitiría que lo saluden por unos minutos, para evitar que siga agitándose, y luego debería descansar por lo menos sus buenos dos días antes de volver a recibir visitas. Por eso el muchacho entró de puntitas y se detuvo ante la frágil imagen del mago que había aprendido a amar, primero como hombre y después como padre.

 

– Lu…

 

– Al….

 

El muchacho apretó su mano y contuvo un sollozo.

 

– Gracias Al… en verdad gracias. Yo…

 

El moreno solo se derrumbó en la cama presa del llanto, escondiendo su rostro entre sus brazos. Él había hecho algo terrible, terrible… por ese rubio que le había enseñado el significado del verdadero amor. Del amor culpable, del amor que se esconde en el ancho universo de los grises.

 

Draco ingresó al cuarto. Los sollozos lo habían alertado y, con timidez, casi sintiéndose un intruso, asomó la cabeza. El rostro de su padre se iluminó en una sonrisa aun más ancha.

 

– Mi Dragón – murmuró, mientras acariciaba los cabellos del niño sollozante que se escondía entre sus brazos – Me lo trajo mi Dragón... Severus esta vivo… – y entonces sus ojos se fijaron en la venda manchada de rojo que se asomaba entre la bata de hospital, donde debería estar su mano izquierda.

 

– ¡¿Qué has hecho?! – y su voz se elevó hasta alcanzar la tonalidad de casi un grito – ¡¡¡Nooo!!!

 

–Tranquilo papá, está bien, es solo una mano. Solo mi mano, esta bien – y acarició sus largos cabellos mientras Albus se encogía presa de la culpa, sin dejar de llorar, sin levantar la cabeza.

 

–No… no con tu mano…

 

– Era necesario, el ritual ya estaba en curso… es solo una mano. No es como si no me pudiesen poner una prótesis o algo así…

 

– No a ese precio…

 

– Severus también estuvo molesto pero… ustedes, por mi e incluso por Al, hubiesen dado sus vidas. Por mí lo hicieron, durante la guerra: pagaron mi tranquilidad al precio de su cuerpo y de su alma… ¡Yo jamás olvidaré eso!

 

– No lo hicimos para que lo recuerdes, o para que nos pagues con esto, lo hicimos porque te amamos. Cuando haces algo por amor, lo haces sin esperar nada a cambio… si te sientes en la obligación de pagar no es amor, es trueque.

 

– Yo te amo Lu – Albus levantó la cabeza – Eres el padre que siempre quise, que siempre me hizo falta sin saberlo. Yo amé a Harry… pero él jamás me amó, al menos nunca lo sentí. Siempre por debajo de James, incluso de Lily… ellos eran su madre y su padre reencarnados, yo, solo el amigo invitado a cenar…

 

– Potter es un inmaduro que dejó de crecer a los 17, no te tortures por eso mi muchacho. Tú para mi eres un hijo más, y nunca podré agradecerte lo suficiente que lo hayas traído de vuelta… aun al precio de la vida de Weasley.

 

– Ese maldito tuvo su merecido – y los ojos del moreno relampaguearon con furia – Espero que su alma arda en los infiernos.

 

– No es que quiera defenderlo… a tu padre quiero decir, pero trata de entenderlo Al. Potter nunca pudo ser niño, Padrino me contó que cuando le enseñaba Oclumancia tuvo acceso a los recuerdos de su vida antes de Hogwarts: lo trataban peor que a un elfo, lo hacían dormir debajo de las escaleras…

 

– Tuvo una vida difícil, bien, ¿ese es motivo suficiente para hacer de la mía un vía crucis?

 

– Todos  hemos tenido una vida difícil Draco, pero cuando uno se decide a ser padre, debe estar dispuesto a hacer ciertos sacrificios; uno de ellos es crecer y dejar de considerarse el protagonista de la historia. Tú lo hiciste con Scorpius, yo lo hice contigo… Potter debió estar allí para sus tres hijos, no solo para aquellos que actuaban como a él le gustaba.

 

– Ya no importa. Ahora ustedes son mi familia. Y yo no cometeré los mismos errores con mis pequeños. Los amaré así sean gryffindors, gays o incluso magos oscuros.

 

Lucius acarició la cabeza del muchacho y Draco lo besó cariñoso en plena boca. Fue un beso profundo, demandante, que el más joven respondió a cabalidad. Y el rubio se sintió bien cuando Al le devolvió el beso delante de su padre. Quizás haya sido una chiquillada, pero se sintió bien de que ninguno de los dos se haya incomodado, y de que su esposo se haya mostrado apasionado y deseoso.

 

– Ahora, hijos, dejen que Severus entre y váyanse a casa a descansar  ­– El patriarca les guiñó un  ojo –  ¿Ya te dieron de alta Draco? – y otra vez dirigió una mirada apenada a su muñón – ¿Debe haber algo que se pueda hacer con eso? ¿Un trasplante tal vez?

 

– Por ahora no hay nada. Y la verdad no me importa demasiado. Y sí, ya puedo irme a casa. Me  quede solo para estar cerca de ti.

 

– Zabinni dijo que necesitaba descanso. Casi me muero de un ataque. Sería idiota después de lo que les costó traerme de vuelta, y ahora con Severus aquí conmigo. Así que nada de visitas en dos días.

 

– ¿Severus no es visita? – Al lo miró burlón.

 

– Severus es mi marido. Él no es visita – Lucius lo soltó como quien suelta la hora y los dos menores se miraron sonrientes. Con un beso se despidieron y salieron para que el ex espía los reemplace. Unas horas más tarde Draco era dado de alta y ambos abandonaban el hospital. Una nueva vida empezaba para todos.

 

 

 

Continuará….

 

 

 

 

Notas finales:

(1) Para evitar contestar demasiados correos sobre este punto aclaro: porque Albus no actuó por prejuicio, maldad, deseo de venganza, odio o interés personal. Hizo lo que hizo para salvar a alguien que amaba, y aunque no se arrepiente porque si tuviera que hacerlo lo haría de nuevo, si le pesa. Le pesa haber matado a alguien, aunque ese alguien sea un ser tan retorcido como Ronald Weasley. Le pesa porque, a diferencia de su hermano, no esta en su naturaleza ser cruel. Odiaba a Ronald porque él, más que cualquiera, gestó la tragedia del Caso Scorpius. Y por lo que le hizo a Lucius.  Pero de no ser porque necesitaba matarlo, al final no lo hubiese hecho… es más, ni siquiera lo hubiese sacado de la cárcel. Como buen Slytherin ama y odia al límite, pero no es en esencia un ser mezquino, ni cruel ni vengativo. Pienso que a eso se refieren cuando dicen que Dios no ve tus actos, sino la intención de tu corazón.


(2) Una lectora me hizo el análisis de porque Albus se puso la túnica mortífaga de Lucius (en los capítulos anteriores). Tuvo razón, fue para identificarse con Lucius, pero sobre todo… porque era consciente de que iba a hacer algo ilegal, oscuro… como un simbolismo: en muchos casos las personas hacen algo moralmente reprobable, e ilegal,  no por su gusto, sino porque las circunstancias los ponen en esa disyuntiva. ¿Cuántos mortífagos tuvieron que serlo porque no tenían otro camino? Porque no aceptar significaba su muerte y la de sus familias, porque el Estado y los aurores no podían protegerlos del terror.


NOTA: A partir de ahora volveré a subir los capítulos de uno en uno. Haré mi máximo esfuerzo para hacerlo todos los fines de semana hasta terminar la historia. Y para hacerle caso a una de las lectoras, que con toda razón me dijo que estaba corriendo en la trama, pausaré un poco la narración; por lo que quizás no acabe en el capítulo 32 sino en el 35, 36 o quien sabe… Como sea, trataré de hacerlo lo mejor posible. Gracias a todas/os los que leen y sobre todo, a quienes se dan el trabajo de comentar.


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