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SANGRE ENTRE MIS PIERNAS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Como siempre: los personajes no son míos, pertenecen a J.K. Rowling. Yo solo los tomo prestados sin fines de lucro.

 

 

 

 

CAPITULO XXXI

 

DE SERPIENTES Y OTRAS COMPONENDAS (PARTE 2)

 

 

 

 

 

La sala de interrogatorios era oscura, alumbrada solo por un candelabro que se alzaba sobre la cabeza del detenido. Albus entró con Theo como su abogado y Blaise como su médico de cabecera. La familia había presentado un documento en la que acreditaban que el chico estaba  grave y necesitaba constantemente la presencia de un sanador.

 

Kingsley sabía que no podría administrarle veritaserum debido al embarazo por lo que trató de emplear Legilemancia, solo para encontrarse con una sólida barrera mental. Bien, se dijo, Severus otra vez…

 

– Estamos aquí para proceder al interrogatorio de Albus Malfoy sobre los hechos que llevaron a la supuesta muerte de Ronald Weasley el pasado… –  Kingsley comenzó a grabar para los archivos – Señor Malfoy, ¿esta usted aquí por propia voluntad?

 

– Sí. He recordado algunas cosas de lo que pasó cuando el señor Snape regresó de la tumba, y llegué a la conclusión de que pude haber matado a Ronald Weasley en defensa propia.

 

– ¿Ha recordado? – el tono de Kingsley era burlón.

 

– Estrés post traumático – ese era Nott interviniendo – Mi defendido tenía sus recuerdos bloqueados hasta hace unos días; en los que las declaraciones de Severus Snape, dando cuenta de una hipótesis propia sobre su resurrección, abrieron una riada de imágenes…

 

– ¡Ya! –  el negro se mostró fastidiado, esas serpientes se creían muy astutas – ¿Y que fue lo que lo que esas imágenes le mostraron al señor Malfoy?

 

– Antes que nada – siguió Theo – quiero dejar en claro que las acciones del Señor Malfoy se dieron en un momento de locura temporal. Ronald Weasley irrumpió en su boda y casi asesinó al hombre que él considera como un segundo padre…

 

– ¡Es mi padre! – Albus intervino airado.

 

– Ahí lo tiene. El propio Ministro es testigo de lo alterado que estaba. Ya en el hospital, al ver que la muerte de Lucius era inminente… y saber que este se dejaba ir solo para estar al lado del que fuera su gran amor…

 

– Si me lo permite, desearía que sea el joven el que se explique.

 

– Mi padre siempre me contaba de la guerra, de cómo Voldemort revivió en aquel cementerio. – Albus comenzó a narrar  –  Lo habré escuchado cientos de veces a lo largo de mi vida Así que pensé, si funcionó para él…

 

– ¿Confiesa que deliberadamente realizó un hechizo de magia negra?

 

– No es como si fuera una imperdonable o algo así… No iba a dañar a nadie. Solo necesitaba la sangre de un enemigo, un pedazo de carne de un siervo y los huesos de su padre…

 

– ¿Y como obtuvo ese último ingrediente? Usted no tenía forma de saber donde están enterrados los huesos de Tobías Snape…

 

– Lucius lo sabía. Me lo dijo hace mucho… que solía acompañar a Snape cuando estaba vivo, a visitar la tumba de su padre en el cementerio del quinto distrito.

 

– ¡Ya! Que conveniente…

 

– i¿Verdad?! Lo mismo pensé yo – la ironía era latente – Entonces solo tuve que pedirle un poco de sangre a Gregory Goyle…

 

– ¡Goyle!

 

– Claro. Sangre de un enemigo. Gregory odia a Snape desde que se enteró que era un espía. Su padre esta en Askabán por su culpa.

 

– ¡Esto es el colmo! Tú utilizaste la sangre de Ronald Weasley muchachito… lo sacaste de la cárcel y…

 

– ¡¿Qué?! – Theo saltó molesto – ¿Como podría mi cliente, un simple chico de 15 años, sacar a la Comadreja de la cárcel? ¿Piensa acaso que sus tíos Weasley, que trabajan en el Ministerio, se prestarían a ayudarlo? Todos sabemos que fueron sus compañeros aurores quienes…

 

– ¡No le permito!

 

– ¡¡¡Basta!!! – Albus gritó – Estoy aquí por voluntad propia para contar la verdad. Si prefieren pelearse…

 

– Lo siento – el auror se calmó – Continúe.

 

– Como le dije, yo no sabía nada del tío Ron, ni siquiera pensaba en él. Fui a la casa de Snape pensando que allí el hechizo sería más fuerte, luego de desenterrar su cadáver y con la sangre que me dio Goyle y los restos del tal Tobías… Iba a amputar mi propia mano, pues al ser Sly pensé que podía decirse que yo era un siervo del antiguo jefe de mi casa. Ya había comenzado el ritual cuando Draco llegó buscándome… Al ver que hacía trató de detenerme argumentando que la magia negra dañaría a mi bebe… ¡Y de pronto apareció el tío Ron!... Seguro se escondía allí sin yo saberlo… Él y Draco comenzaron a pelear y Ron le cercenó la mano de un Diffindo… la misma que cayó al caldero. No recuerdo más, mi magia debe haberse descontrolado… La siguiente escena que tengo en mente es a Sev… al señor Snape abrazado a mí.

 

– ¿Si? – Kingsley hablaba sarcástico.

 

– Si. Pero, por lo que sé, Blaise encontró la sangre de Goyle en el bolsillo de mi túnica, así que…pienso que yo… debó haber peleado con mi tío y… bueno… debo haberlo empujado al caldero. Solo así se explica que el hechizo haya funcionado…

 

Shacklebolt esperaba algo como eso. Realmente no serían serpientes si no lo hubiesen planeado así. Pero no dejaba de indignarle como podían falsear la verdad a su conveniencia sin ninguna consecuencia.

 

– No le creo ni una palabra. En lo que a mi respecta usted, ignoro con que medios, sacó a Ronald Weasley de la cárcel y lo utilizó en un ritual de magia negra; buscaba resucitar al amante  su suegro, tratando así que éste luche para salir del coma mágico en el que se encontraba. Por ello me veo en la necesidad de arrestarlo acusado de uso ilegal de la magia en un ritual nigromántico y asesinato con agravantes. En consideración a su estado no será esposado pero deberá acompañarme y quedar, recluido, en unas de las celdas del Ministerio a la espera de su juicio.

 

– Haga lo que tenga que hacer Auror en Jefe. Ya se ha equivocado antes: cuando pensaba que Scorpius era un violador, James un angelito y yo una sucia puta. Cuando persiguió y casi mató a Severus  Snape pensando que era un traidor y el asesino de Dumbledore. Al igual que en esas ocasiones, se equivoca ahora y el tiempo me dará la razón…

 

Sin más el joven salió escoltado por dos aurores y los dos sly. En el pasillo, los uniformados lo tomaron de ambos brazos y procedieron a conducirlo a los sótanos, donde estaban las celdas de detención.  El muchacho se despidió de sus amigos con una inclinación de cabeza e iba ya por el segundo corredor cuando un hechizo salió de la nada, directo a su vientre. El grito hizo saltar a Kingsley que corrió a socorrerlo.

 

– ¡¿Qué pasó?!

 

– No lo sé Jefe, salió de la nada.

 

– ¿Esta embarazado no? – uno de los custodios preguntó con miedo – ¿Afectará al bebé?

 

– ¡¡¡Si le pasa algo todo Londres Mágico va a crucificarnos!!!

 

Blaise Zabinni y Theodore Nott llegaron corriendo, forcejeando con los guardias que pretendían cortarles el paso.

 

– ¡¡¡Qué mierda pasó!!! – Theo estaba pálido.

 

– No se… dicen que un hechizo salió de la nada…

 

– ¡¡¡Esta embarazado por Merlín!!!

 

Blaise lo examinó profesional y sentenció:

 

– No conozco el hechizo. Es magia negra. Esta muy mal y no siento al bebe. Debemos trasladarlo a San Mungo.

 

 

 

*****************

 

 

 

Kingsley estaba sentado en una de las salas de espera  privadas conteniendo la sangre que brotaba por su nariz rota. Afuera era el pandemónium: los representantes de las Familias Slytherin pedían su cabeza, la prensa hacía su agosto, y la población en general esperaba noticias orando a Merlín y todos los magos (oscuros y blancos) que el bebé de los Malfoys se salve. Draco apenas se enteró se le lanzó encima y lo llamó asesino… Afortunadamente su padre le arrebató la varita, pero nadie pudo evitar que lo tumbara al suelo y lo moliera a puñetazos. Sus hombres habían querido arrestarlo apenas  se lo sacaron de encima pero él no los dejó ¿Para qué? No le quitaba algo de razón al rubio. Pudo hacerse de la vista gorda y dejar que el chico volviese a su casa, pero quiso ser honesto, hacer lo correcto; y ahora su honestidad iba a matar otro niño Malfoy, otra criatura inocente que pagaría sin merecerlo por los pecados de sus padres.

 

– ¿Cómo…como pudieron? – se preguntaba mientras esperaba noticias – Sabía que ningún extraño podría pasar una varita por los férreos controles del edificio. Sabía que los atacantes habían sido aurores o algún trabajador del Ministerio, es decir, gente suya; y ahora sabía también que el hechizo, de la más oscura magia negra, no había buscado matar al muchacho sino matar al hijo que llevaba en su vientre; y de paso dejarlo estéril, sin la posibilidad de volver a concebir. Era el refinamiento de la venganza lo que le erizaba la piel. Hasta un Avada sería comprensible, pensaba, la ira de vengar al amigo… pero vengarse en su hijo…

 

La puerta se abrió y un demacrado Severus Snape entró con una bata de hospital. A Kingsley solo le bastó ver su pálido rostro, y esa mano apretando el bajo vientre, para que la luz hiciese “click” en su cerebro y comprenda la verdad de lo sucedido:

 

– ¡¡¡¿Eras tú?!!! ¡¡¡Por supuesto!!! Mi nivel de Legilemancia es avanzado. Nadie podría resistirlo salvo el gran Maestro en Oclumancia, aquel que pudo superar incluso al mismísimo Voldemort… ¡¿Cómo lo hiciste Snape?! Con multijugos no pudo ser, lo hubiésemos detectado… ¿Y el ataque? ¿También fue una estratagema?

 

Por toda contestación el espía se destapó la bata y el auror pudo ver la horrible herida que adornaba su vientre.

 

– Mi matriz quedó destrozada. Jamás podré gestar un hijo. Si hubiese sido Albus ahora tendrías la muerte de un inocente en tu conciencia. Y tu Ministro, una guerra civil en ciernes… Una vez más, Kings, he salvado tu cuello. Tienes una deuda de mago conmigo y pienso cobrártela.

 

– ¿Ustedes no…?

 

– No, no fuimos nosotros. Planeaba avanzar un paso más y luego tomarme una cápsula que me haría convulsionar. Eso ocasionaría que me trasladasen a San Mungo y aquí volveríamos a hacer el cambio. Entonces Albus esperaría, seguro, la vista de la causa que desde ya, como sabrás, tenemos ganada.

 

– Son unas…

 

– ¿Serpientes? Sí. Pero no somos nosotros, las sucias serpientes, los que planeamos la muerte de los hijos inocentes de nuestros enemigos. Ni siquiera Bellatrix con lo loca que era lastimó a Neville cuando torturó a los Longbottom. Tuve suerte. Suerte de poder hacer magia sin varita, y de que jamás apuesto a la bondad de un auror. Tenía un proteggo conjurado sobre mí en forma permanente… eso me salvó.

 

– ¿Te salvó? Has quedado estéril… ¡Merlín!

 

– Kings, mi matriz esta muerta pero mi saco seminal esta intacto. Significa que podré ser padre si me decido. Solo que otro tendrá que ser el gestante.

 

– Genial. Lucius va a odiarme.

 

– Ni que lo digas. Ahora, ¿dejarás tus escrúpulos de lado y permitirás que Albus aguarde la vista de su causa en San Mungo? Aquí será custodiado por una guardia de Slytherin y nada podrá acercársele.

 

– Esa historia que inventaste Sev… Lo mínimo que esperábamos de ustedes era una confesión sincera.

 

– Yo no declaré Kings. Fue Al. Estábamos conectados mentalmente. Él estaba allí, solo que lo corté apenas dejé la oficina.

 

– Afortunadamente.

 

– Afortunadamente.

 

– Asesinó a Ron, merece un castigo.

 

– Tú lo llamas asesinato, nosotros justicia. Afortunadamente vivimos en una sociedad con un sistema legal que te permite ventilar estas “diferencias semánticas” en un tribunal, y no con sucias venganzas a punta de varita.

 

– ¿Qué diferencia a Albus de James? ¿A ustedes de Harry y los Weasley?

 

– Que nosotros no los culpamos por nuestros cadáveres. Que no tratamos de ocultar un crimen con otro mayor. No es el color de tu Casa, tu profesión o tus acciones en la vida lo que hacen de ti una buena o mala persona Kings, sino las intenciones de tu corazón. Mientras no lo entiendas la palabra justicia solo será un concepto abstracto en tu vocabulario.

 

– Albus se queda… Solo porque sé que ya tienen su libertad comprada; y porque no quiero la sangre de un niño inocente en mis manos.

 

– ¿Sabes que no estaría a salvo entre los tuyos, verdad?

 

Por toda respuesta el auror bajó los ojos.

 

– No somos los monstruos que piensas, Severus.

 

– Tampoco nosotros lo somos Kings.

 

– No. Tú nunca lo fuiste – y su mano se alargó en una suave caricia. Apenas rozó la mejilla, que se ladeo para recibirla – Debo ir e informar a Harry. Y luego a hablar con los Weasley. Merecen saberlo por mí.

 

– Dile a Potter y a esa gente que la Orden de alejamiento que Albus interpuso contra ellos ha sido renovada, incluyendo a Draco y a cualquiera de la familia. Si se acercan  a siquiera 100 metros tenemos autorización para usar imperdonables…

 

– ¡¡¡Severus!!!

 

– Si Potter siquiera trata de mirar a cualquiera de los Malfoys, especialmente a Albus, personalmente lo cruciaré hasta la locura. Quizás haya cumplido con Ronald como hermano, o con los Weasley como familia, pero como padre de ese chico fue un completo fracaso.

 

 

 

*****************

 

 

 

Amos Diggory estaba reunido con Harry Potter en la casa de Hermione. Ella, vestida completamente de negro, escuchaba sus explicaciones junto a su familia. Rose y Lily también estaban allí.

 

Pese a que no les debía ninguna consideración, el Ministro recordaba al muchachito de 17 años que asumió una responsabilidad superior a sus años y que libró al mundo mágico de una era de horror. Recordaba al chico que llorando trajo a cuestas el cadáver de su hijo. Solo por eso, y por respeto a lo que fue e hizo, es que era él y no su jefe de Aurors quien repetía los argumentos que lo llevaron a pactar con los Sly.

 

– No fue como él dice. Estoy seguro de que lo planeó y lo llevó a cabo como parte de una fría venganza – Harry explicaba apesadumbrado.

 

– No puedo creerlo, mató a mi Ron. Nosotros… yo lo he querido como a un hijo… – Hermione no podía dejar de llorar.

 

– Quizás sea como ustedes dicen – el Ministro trataba de hacerlos entender – pero como probarlo. Ron ya no esta aquí y solo tenemos la palabra de Albus. Ni siquiera la Legilemancia funcionó con él. Claro, teniendo a su lado al más grande Oclumens.

 

– No puedo creer que mi hermanito… No puedo creer que haya sido capaz.

 

– Todo por el infeliz de Draco Malfoy – Harry volvía a rumiar su rabia.

 

– No es como si papá no le hubiese hecho nada – la voz fría de Rose sorprendió a todos, incluso al Ministro.

 

– Hija… era tu padre.

 

– Si madre. Todos los días, en el colegio, me lo recuerdan. Y cada vez que te veo bajar la cabeza en la calle, porque alguien te insulta y te llama zorra, lo recuerdo también.

 

– No estaba en sus cabales – Harry  intervino.

 

– ¡Claro que no tío! Aunque no lo creas soy la más consciente de ello. El odio lo enloqueció. Yo no dejaré que me ocurra lo mismo. Dígame señor Ministro ¿qué pasará ahora?

 

El interpelado se turbó por la madurez de la jovencita. Suspirando, respondió:

 

– Mañana, lo miembros del Wizengamot visitarán San Mungo y escucharán el testimonio del joven Albus, las sospechas de Kingsley, y luego decidirán. Si hay alguna condena yo la revocaré con una amnistía, por razones humanitarias se entiende.

 

– Quizás si yo declaro…

 

– Por amor a Merlín padre… – Lily lo miró espantada.

 

– Tío. Ya basta. Olvida todo esto y permítenos olvidar a nosotras también, a todos. ¿Vas a ir y declarar contra tu propio hijo, que actuó enloquecido por el dolor, después de todo lo que hiciste por tapar la estupidez de James? Eso solo hará que la gente te odie y que los jueces lo compadezcan.

 

– Todos estuvimos en la boda Harry. El Ministerio en pleno. No hay un juez que no haya visto el ataque, lo que Ronald le dijo a tu hijo, la manera desesperada en que este se enfrentó a Draco, Zabinni y los demás; suplicando enloquecido que salvásemos a Lucius. Estaba realmente mal, nunca he visto afecto más sincero… Ni siquiera si lo viesen matando a Ronald lo condenarían…

 

– Pero…

 

– ¿Qué quieres Padre? ¿Mandar a Albus a Askabán para que de a luz a su hijo en una celda, con James y los Dementores como parteras?

 

– Le agradecemos señor Ministro su deferencia – Rose se paró para despedirlo – Se que usted no tiene porque explicarse, y sin embargo esta aquí. Ahora, si nos disculpa, debemos reunirnos en familia para prepara el funeral de mi padre.

 

– Claro – Amos se despidió de todos – Harry, cuando el funeral de Ron termine pásate por mi oficina. Hay un puesto en el Ministerio esperándote cuando ganemos las próximas elecciones.

 

– ¿Compras mi silencio? – había tristeza en su voz.

 

– No hijo, puedes salir a las calles a gritar si quieres. Eso solo hará que la gente te tenga más ojeriza. Te ofrezco la posibilidad de un ingreso seguro para que mantengas a la familia que aún te queda ­ – miró a las tres mujeres – Se que la huida de tu esposa te dejó en la calle…

 

Harry se mordió los labios y movió la cabeza afirmativamente. Recordar a Ginny aún dolía, pero saber que podría ganarse la vida honestamente y cuidar de Herms y las niñas era un alivio.

 

Cuando se quedaron solos su amiga de toda la vida lo abrazó y le dijo:

 

– Se que lo que más te duele es saber que fue Al. Y que él se quedará sin castigo mientras que James se pudre en una celda. Pero Harry, que Albus este encerrado no nos devolverá a Ron, nada lo hará. Lo perdimos cuando dejamos que comience esta locura. Siempre estuvimos ahí cuando chicos ¿recuerdas? para controlar y encausar esa rabia que tenía, para llevar a esa cabeza loca por el buen camino. No fue Al el que mató a Ron, él solo lo sacó de su miseria… Fuimos nosotros Harry, nosotros lo matamos. Lo matamos al no obligarlo a hacer lo correcto.

 

– Nunca fue muy brillante ¿verdad? Era un gran estratega en ajedrez pero la de las buenas ideas eras tú… Tú imaginabas, el planificaba y yo ejecutaba… El trío dorado… Ahora ya no queda nada…

 

– Estamos tú y yo Harry. Y las niñas. Y Hugo cuando salga, y luego James… y quizás, algún día cuando las heridas cierren… Albus y el pequeño Draco puedan también regresar a casa.

 

– ¿Draco?

 

– ¡Oh vamos! ¿Conociendo el ego del hurón crees que no le pondrá su nombre a su segundo hijo?

 

En medio de sus lágrimas Harry sonrió a su amiga y las niñas se marcharon más tranquilas. Ahora que sus padres se habían serenado  Rose y Lily debían vestirse de negro e ir a buscar a los Weasley. Había una lápida que grabar y un ataúd vacío que enterrar en algún cementerio local.

 

 

 

*****************

 

 

 

La ceremonia que se realizó para darle el último adiós a Ronald Weasley fue triste.

 

Molly vino con Charlie desde Rumania pero Arthur no pudo asistir por su sentencia. Hermione estaba apartada, con su hija y Lily, del resto de la familia que le lanzaba miradas de odio. Todos creían lo dicho por el pelirrojo pero mientras que Molly la justificaba, diciendo que una por los hijos hacía cualquier cosa, el resto de las mujeres jóvenes la crucificaban con sus comentarios. Harry, dividido entre su hermana y su familia, permanecía hora con unos hora con otros mientras el oficiante enumeraba las virtudes del muerto y pedía por su descanso eterno.

 

Cuando el ataúd bajó Hermione no pudo evitar romper en llanto, pese a saber que estaba vacio; y alguno de los aurors que se habían apersonado para darle el último adiós al amigo exclamó lo suficientemente alto como para ser oído:

 

– ¡Zorra hipócrita!

 

Harry volteó a encararlo, rojo de la rabia, pero Rose lo contuvo:

 

–No vale la pena tío.

 

Trató de buscar alguna evidencia de apoyo en la familia, pero Fleur, Angelina y todas las demás mujeres (salvo Molly) miraban la escena divertidas. Al marcharse la totalidad de pelirrojos evitaron darle el pésame a Hermione, solo se dirigieron a su madre y a Rose, quien agradeció fría. Ya para partir la matriarca del clan fue y besó a Hermione, quien se colgó de su cuello bañada en lágrimas:

 

– Yo no te juzgo pequeña, y no creo nada de lo que dicen los diarios – le susurró bajito antes de volver, rota y tambaleante, a los brazos de sus hijos.

 

Ella, que había sobrevivido a dos guerras, se veía incapaz de sobrevivir a la muerte de sus dos hijos (tres si se contaba a Ginny, de la cual no había vuelto a tener noticias) y a la desintegración de la familia que había ayudado a formar. Que su nieto fuese el autor de la muerte de Ron era solo la última de una larga lista de tragedias  que había soportado a lo largo de su vida. Solo  que esta ya no pudo soportarla y se fue apagando quedito, sin llamar la atención, hasta que un buen día, casi un año después, se durmió para no despertar en los brazos de su marido; el único hombre que había conocido y al que había amado.

 

Fue enterrada en tierra extranjera, llorada solo por Arthur y por Charlie, y con su muerte se fueron las ganas de vivir del patriarca del clan. Este se quedó rumiando su culpabilidad en la casa de su hijo hasta que unos meses después murió, mientras estaba solo, de un ataque al corazón.

 

Los restos de ambos fueron repatriados para ser depositados al lado de Fred y Ron, en un otoñal cementerio donde Harry y Hermione, sin falta, iban cada domingo a dejar unas flores blancas.

 

 

 

*****************

 

 

 

Y mientras Ron era sepultado, el Wizengamot visitaba San Mungo y escuchaba las declaraciones de Albus Malfoy. La totalidad de sus miembros había asistido a la boda y había visto el ataque del loco pelirrojo, había oído sus hirientes palabras, y hasta había recibido uno que otro de sus puñetazos. Lo que Kingsley argumentó no les importó mucho, más interesados en saber como un preso pudo ser atacado en los pasillos del Ministerio mientras era escoltado por dos aurors.

 

Finalmente, y dándole la razón a Amos Diggory en sus conjeturas, dictaminaron que la muerte fue en defensa propia y que no había lugar a juicio. Ni siquiera el Ministro tuvo que presionar para ello: que un civil hiciese cosas ilegales era esperable, y hasta perdonable, pero que un auror caiga al nivel de unos delincuentes era algo que un gobierno digno no podían tolerar. Nadie lo dijo, pero todos estaban aliviados de que Ron estuviese muerto y dejara de comprometer, con sus acciones, al actual régimen que intentaban salvar. Declararon libre de todo cargo a Albus y sellaron el expediente declarándolo cosa juzgada. Para reabrirlo tendrían que presentarse nuevas pruebas (que todos sabían no existían) o nuevos testigos.

 

Al marcharse, Albus se quedó solo con Draco y se arrojó a sus brazos. Theo suspiró feliz y Lucius tomo la mano a un pálido Severus. Blaise sentenció:

 

– Un plan perfecto.

 

– Ni tanto – los ojos del chico estaban rojos – Severus casi muere.

 

– Se necesita mucho más que un grupo de aurors vengativos para acabar conmigo.

 

– Nunca podrás tener un hijo.

 

– No lo tuve en 38 años, no es como si de pronto me entraran ganas. Además, con Draco y contigo… – Severus trató de restarle importancia mientras que Blaise añadía pícaro.

 

– Puedes tener una docena si quieres, solo  que otro tendrá que gestarlo. Viéndolo bien, creo que si lograron vengarse de un Malfoy – y miró significativamente a Lucius, mientras todos soltaban la carcajada.

 

–Pues si Severus quiere – dijo el rubio no muy convencido – yo no tengo problema.

 

–Si. Pero antes se casan. Ningún hermano mío va ser un bastardo – Draco cruzó lo brazo enfurruñado – Basta ya de vivir en pecado. Eso de andar follando por allí…

 

–Y la burra le dijo a mula – sentenció Theo – Quien te ha visto y quien te ve, Draconius…

 

Las risas siguieron, y los planes, y algunos reproches de quienes no estuvieron en el ardid. Blaise se disculpó por el susto pero, para que nadie sospeche, la suplantación debía hacerse en el más absoluto secreto. Y cuando Severus actuase la convulsión, las reacciones de preocupación de Theo, Draco y demás deberían ser autenticas. Claro, nadie esperó un ataque sorpresa, ni aquel hechizo maldito, pero Severus, que era el más afectado, no pensaba en ello y su único comentario era que mejor él que el bebe. Así que dejaron la mala experiencia atrás y se dispusieron a seguir con sus vidas.

 

Los Malfoy abandonaron ese mismo día el hospital y al día siguiente partieron rumbo a Europa, Severus y Lucius a pasear por allí y los más jóvenes a su tan postergada luna de miel. Tenían el suficiente dinero para poner una pared de guardaespaldas entre ellos y cualquiera que quisiese atacarlos.

 

Tres meses después, y aún con las dos parejas fuera, las elecciones para un nuevo Ministro en el Mundo Mágico Inglés se realizaron con inusitada calma. La Casa Slytherin había declinado lanzar un candidato y un sonriente Theo salió en la portada de El Profeta, dándole la mano a Amos Diggory y llamando a la gente a la unidad: “Los trágicos acontecimientos que comenzaron con el Caso Scorpius han creado una brecha en la sociedad y es el momento de la reconciliación, y de que todos trabajemos unidos para poner el hombro y construir una sociedad sin viejos odios ni venganzas”.  La gente se creyó el sapo y todos aclamaron tal desinterés imitándolo; no hubo más candidato que el actual Ministro que reasumió el mando por cinco años más con la satisfacción del deber cumplido.

 

Entonces los Malfoy regresaron  a casa y justo con 7 meses de embarazo… Albus reingresó a Hogwarts como alumno externo.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Como ven, al fin pude dar el salto en el tiempo que necesitaba para cerrar esta historia. Espero no se haya visto forzado. En el próximo capítulo, el nacimiento. Estoy a la búsqueda de un nombre para el bebé (definitivamente no se llamará Scorpius, no son tan malos padres para ponerle a un hijo el nombre de otro muerto). Acepto sugerencias pero uno debe ser nombre de estrella (preservando la tradición Black) y otro debe significar algo así como renacido, reencarnado, etc. Como dije, acepto sugerencias.


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