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SANGRE ENTRE MIS PIERNAS por ANTARES

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Notas del capitulo:

Como siempre: Harry Potter y su universo pertenecen a J.K. Rowling. Yo tomo los personajes  sin fines de lucro.

 

 

 

 

CAPITULO XXXV:

 

LA OSCURIDAD QUE TE DEVORA

 

 

 

 

 

Harry entró como un autómata en el oscuro bar. Se había lanzado un hechizo de glamour para no ser reconocido y solo quería perderse y olvidar: olvidar el informe leído, a su hijo mutilado, a su otro hijo casado con el que descubrió había sido el amor de toda su vida… olvidar a su amigo muerto, a su amiga deshonrada, a su esposa fugada… a los Weasley… Olvidar que estaba solo con una hija que casi no veía… Olvidar que no importa la imagen que le regalase el espejo, aún seguía siendo aquel muchachito encerrado en la alacena que solo quería ser amado. Y el primer ser humano que lo amó, Ron, ya no estaba.  Fue asesinado por Albus: por aquel niño que cargó entre sus brazos y que había crecido para ser un hombre que no conocía.

 

Se puso a beber, sentado en un apartado de ese antro situado en el tenebroso callejón. Tratando de no pensar en James ni en los Malfoy…

 

Los Malfoy. Draco era alguien que aún lastimaba su corazón. Imaginarlo con su hijo compartiendo una cama, una familia… un bebé. Su rostro orgulloso en el tribunal al lado de Albus aún le quemaba el alma. Las fotos de la boda que vio publicadas en el periódico…

 

–  Tenías que casarte con él Al. Tenías que darle un hijo. Tú entre todos –   farfulló mientras bebía de una botella, un vaso tras otro.

 

En ese mismo instante vio al hombre entrar  al lugar. Vestía totalmente de negro y podía sentirse la magia que lo rodeaba: también llevaba un hechizo de camuflaje. Y fue precisamente esa magia la que lo dejó extático… tan familiar, tan cercana.

 

El desconocido se sentó en una esquina y llamó al cantinero; a quien le entregó una ruma de monedas mientras este dejaba varias botellas sobre su mesa. Se sirvió de la primera a vaso lleno y comenzó a beber.  Harry hizo lo propio sin dejar de observarlo a la distancia.

 

Hasta que vio como se paraba y, tras rentar un cuarto en el mostrador, subía al piso de arriba. Sin siquiera pensarlo  lo siguió. Iba caminando por el pasillo, rastreando su esencia, cuando repentinamente fue estampillado contra la pared.

 

–  ¡¿Quién eres y qué quieres?! ¡¿Por qué me sigues?! ¡Te he sentido mirándome por horas! –  el desconocido le apuntaba  al cuello con su varita. Harry sintió ese cuerpo pegarse al suyo y el alcohol hizo el resto: sin pensarlo se abalanzo sobre esa boca y le robó un furioso beso.

 

–  Nadie. No soy nadie… –   le dijo cuando el otro lo apartó de un empellón –  Solo alguien que busca amor… amor y olvido.

 

Severus, tal era el desconocido, estaba furioso. Los tiempos en los que era un debilucho al que asaltaban en los pasillos habían pasado hace tiempo.

 

–  Escúchame… –   su voz acerada susurró en el oído del otro – Creo que te has equivocado... Y tu equivocación puede costarte muy caro. No soy un hombre al que puedas acosar y salir indemne.

 

–  Yo no pretendía… yo solo quería…

 

–  ¿Asaltarme en un pasillo? Si buscas una víctima conmigo vas ha perder.

 

–  No pretendía lastimarte. Solo… te seguía. Es que eres tan… –  el pocionista levantó una ceja y lo miró divertido –   Quizás… quieras compañía. Te ves tan solo como yo.

 

  –  No tienes nada que pueda interesarme. Huelo a los heterosexuales a distancia. Si buscas un culo para experimentar tocas la puerta equivocada. Ahora mismo, lo único que quiero es causarte mucho dolor… En mi actual estado de ánimo, y dado los problemas que tengo, solo quiero un cuerpo que destrozar con mis manos y mi polla.  –  Y de eso el mago estaba seguro. Después de lo de Lucius, lo único que podría calmarlo sería una sesión de sexo salvaje con algún putito complaciente.

 

Harry, aun bajo su disfraz, se restregó contra ese extraño. Algo muy poderoso lo hacía desearlo y desear el dolor que prometía. Quizás era lo que necesitaba en ese momento: ser dañado, lastimado, roto…

 

–  Hazme sentir –   suplicó –   aunque sea dolor. Hazme sentir… necesito sentir… yo puedo ser ese cuerpo que buscas.

 

Severus, también bajo camuflaje, atacó esa boca en pleno pasillo; en un beso brutal. Sus manos profanaron ese cuerpo manoseándolo a placer. Nuestro héroe solo se dejó llevar mientras gemía como perra en celo.

 

–  Aún puede arrepentirse. No quiero dañarlo. No soy así pero hoy… Hay algo demasiado oscuro en mí. Y a veces, solo aflora y me devora.

 

–  Quiero esa oscuridad. Necesito esa oscuridad. Por favor…  –  el otro movió negativamente la cabeza y lo soltó. Trató de alejarse pero Harry lo aferró de un brazo mientras sacaba su billetera – ¡Le pagaré!

 

El ex espía le cruzó la cara y el otro lo miró aterrado. Entonces sintió como era arrastrado de los pelos y metido a una habitación.

 

–  Tú lo quisiste infeliz –   y lo tumbó sobre una cama –  no soy ninguna puta para que me ofrezcas dinero, pero por ti puedo recordar cómo ser sádico. Son 50 galeones (1). Déjalos sobre la mesa.

 

Temblando, Harry se sentó y sacó las monedas colocándolas en el velador. Luego solo esperó. Entonces Severus se aproximó y le volvió a tirar un cachete que lo devolvió al colchón. Luego se le lanzó encima y comenzó a arrancarle  la ropa mientras atacaba su cuello. Lo mordió hasta hacerle brotar sangre, la cual lamió. Bajó dejando huellas y llegó a los pezones, los cuales laceró con los dientes.

 

– ¡¡¡Ahhhh…!!!  –  el más joven se retorcía  –  ¡¡¡Duele!!!

 

–  Más te va a  doler esto – le dijo, y lo volteó de bruces. Harry comenzó a convulsionar de miedo.

 

Las uñas del pocionista trazaron sendos surcos en su espalda, haciendo que nuestro héroe se arqueara mientras apretaba firmemente los labios. Luego, al llegar a sus nalgas, las separó con un brusco movimiento; le dio un par de palmazos y lo penetró de una sola estocada. Y allí sí que Harry gritó; mientras que Snape sentía como las carnes se desgarraban  a  su paso. Un líquido viscoso envolvió entonces  su apretada polla facilitando el movimiento. No tenía que ser muy inteligente para saber lo que era: sangre.

 

“¿Virgen?”, pensó mientras embestía excitado como nunca. Esa estrechez lo enloquecía.

 

Harry seguía temblando de pánico. El dolor lo partía en dos. Era insoportable sentir como ese palo duro lo penetraba una y otra vez. “¿Esto era lo que sintió James? ¿Esto multiplicado por cien?” “¿Esto era lo que le gustaba a Albus? Draco se lo haría así, cada noche, mientras follaban y follaban en su enorme cama matrimonial”.

 

Sus manos se aferraron al cabecero y su cabeza se hundió entre las almohadas: las mordió tratando de no emitir ningún sonido, pero sus sollozos y quejidos retumbaron por toda la habitación. Hasta que sintió como el semen del otro se derramaba en su interior, quemando como ácido… y entonces si que chilló y chilló…  y su camuflaje cayó. La onda de magia que emanó de ambos cuerpos hizo vibrar las ventanas y apagó las velas, dejando la habitación en total oscuridad.

 

Aún después de su desfogue Severus continuó embistiendo. La rabia que sentía no había amainado ni un poco así que siguió y siguió hasta que su pene se volvió flácido. Solo entonces se retiró de ese cuerpo, que enseguida se aovilló en posición fetal mientras lloraba suavecito.

 

Una vez calmado, el pocionista se dijo que había cumplido. Que debía echarlo antes de que las cosas fueran a mayores. Pero al sentirlo temblar y acurrucársele, buscando su calor, algo parecido a la ternura lo invadió: aunque el hombre aparentaba unos 40 años parecía solo un chiquillo en la cama. “¡Oh, mi Dios!” pensó de repente, “¡Que no sea un hechizo de camuflaje! ¡Que en realidad sea mayor!”

 

Harry seguía gimoteando cuando escuchó a su compañero preguntar:

 

–  ¡¿Qué edad tienes?! ¡La verdad!

 

–  Casi 40.

 

–  ¿Y por qué siento que estoy con un chiquillo de Hogwarts? No existe nadie tan inocente.

 

–  Yo... no sé… nunca antes… quizás por eso.

 

–  ¿Vas a decirme que nunca antes te habían follado? Entonces… ¿Por qué pagar para que te inicien a lo bruto?  ¿Por qué desear ser dañado? –   Harry se estremeció antes de responder.

 

–  Abusaron… de mi hijo…

 

–  ¡¿Y en lugar de estar con él estas aquí dándole el culo a un desconocido?!  ¡¿En qué pensabas?! ¡¿En una violada de solidaridad?!

 

–  ¡¡¡No quiere verme!!! ¡¡¡Me culpa de lo que le pasó!!!

 

–  ¡¿De qué modo es tu culpa que lo violaran?! ¿Por qué lo hicieron?

 

–  Él atacó a un chico y ellos…

 

–  Veamos, tú hijo violo a alguien y le devolvieron el favor… ¿Y es tu culpa?

 

–  Yo debí ayudarlo… escapar… educarlo mejor…

 

–  ¿Es mayor de edad?

 

–  Pues sí.

 

–  Entonces tiene lo que se buscó.

 

–  ¡¡No!!! –   chilló –   No hables así… ¡No lo conoces! –   y trató de levantarse pero el dolor lo hizo lanzar un grito. Severus se sintió responsable.

 

Lo sintió aovillarse otra vez en la cama y  volver a sollozar. Y supo que se había excedido. Una cosa era tener sexo salvaje con un mortífago, acostumbrado a la tortura y los cruciatus, y otra con un tío sin experiencia alguna.

 

–  ¿Duele? –   preguntó sintiéndose estúpido.

 

–  Mucho…  ¿Cómo puede un hombre… encontrar placer en que otro le haga… esto?

 

Severus convocó dos de los tantos viales que guardaba entre sus túnicas, en un alarde de magia sin varita. Destapó uno y lo olió. Al tacto, lo dejó en la mesilla de noche y tomó el otro; abrazó a  su ocasional amante y levantó su cuerpo para sentarlo…. El hombre gimió:

 

–  Por favor… no puedo…  demasiado…

 

–  Bébase esto. Ayudará.

 

El pocionista no esta en sus cinco sentidos; sino, quizás,  hubiese sumado dos más dos y descubierto a quien tenía entre sus sábanas. Pero todo estaba a oscuras y su cerebro no pensaba: lo hacían su pene, su rabia y las seis botellas de whisky que llevaba encima. Por lo que solo le hizo tragar la poción y luego lo acostó. Esa mezcla de adultez e inocencia habían vuelto a despertar su polla:

 

–   Una cosa es sexo salvaje, otra hacer el amor. Debe buscar lo segundo –   le dijo abrazándolo. Comenzó a acariciarlo y Harry se deshizo entre sus brazos.

 

–   A mi nadie me ama.

 

–   ¿Su familia?

 

–   Mi esposa me abandonó, mi hijo mayor no quiere verme y el que le sigue se casó con el hombre que me gustaba.

 

–   Vaya mierda. Yo tengo una pareja que acaba de echarme porque descubrió que me acosté con una mujer hace más de 40 años. Me echó y ni siquiera le importó que no tuviese un galeón en el bolsillo.

 

–   ¿Por eso aceptaste? Mi dinero quiero decir… Se nota que no eres de esos.

 

–   Por eso. Y quizás porque también quería olvidar.

 

–   Olvida conmigo.

 

–   A él… lo amo. Se que esto pasará. No  quiero lastimarte… no puedo ofrecerte nada.

 

–   No pido nada. Nada más que esto… sentir… olvidar. Amar. Enséñame a amar. En mi vida también hubo alguien pero ahora esta con mi hijo… sácamelo de la piel. Fuiste el primero en el dolor…

 

–   El dolor no es nada. El placer es mejor. Déjame enseñarte… –  Y comenzó a besar su rostro –  el verdadero placer.

 

Y en aquella oscuridad se sumergió en ese cuerpo tan dulce, tan cercano,  mientras seguía repartiendo  suaves caricias con sus labios. Lo escuchó gemir, lo sintió corcovear, pudo beber las lágrimas que mojaban su rostro… y por un momento lo amó. No con el amor que le tenía a Lucius: ese amor era real, eterno, inmortal. Pero amó esa piel cálida y pura, esa inocencia, ese despertar, ese dolor que era un reflejo de su propio dolor. Harry se sintió extrañamente en casa. Como si ese desconocido y misterioso hechicero hubiese sido la razón por la que jamás hubiese podido siquiera mirar a otro hombre. Como si por fin, y después de tantos años de búsqueda, estuviese en el lugar y sitio correctos.

 

–  Hazme el amor –  pidió el ojiverde.

 

            El otro estiró la mano y alcanzó  el vial que tenía  en la mesilla. Lo destapó  y untó con el sus largos dedos. Luego los llevó a la maltratada entrada mientras seguía prodigando caricias. Harry se tensó pero su amante lo tranquilizó:

 

–   Descuida. Esto te sanará. Confía en mí.

 

            Aquellos dedos entraron en él y la sensación de bienestar lo envolvió. Aquel menjunje hacía el efecto de una poción sedante.

 

–   ¡Dios, si que eres bueno! –    musitó Harry.

 

–   Y aún no has visto nada. –    Entonces el mayor comenzó a hurgar en su interior buscando… De pronto su acompañante dio un brinquito y abrió más las piernas mientras gemía:

 

–   ¡Ahhhhhhhhh!   ¡Allí!  ¡Alliiiiiiii! ¡Por Merlín!

 

–   ¿Aquí?  –   preguntó divertido.

 

–   Siiiií… ¡Santa Morgana! ¡¿Que es?!… ¡Ahhh!

 

–   Tu próstata. Tu centro del placer.

 

Sin dejar de acariciar ese bulto, Severus bajó por el torso que adivinaba lampiño. Hasta llegar a esa polla, que no podía ver pero que sentía erecta y goteante. La besó, la lamió, la engulló y comenzó a mamarla mientras el cuerpo debajo suyo levantaba las caderas embistiendo su boca.

 

–   ¡Ah!  ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

 

–   Así, pequeño, así… siénteme…

 

–   Fóllame, fóllame, fóllame ya… Por Dios, Merlín… por quien quieras… ¡Hazlo ya!

 

            Entonces Severus apuntó su miembro hacia esas nalgas y tanteó, hasta que sintió el dilatado orificio. Subiendo, besó esa boca que se le abría mientras  se dejaba deslizar suavemente, lubricado con la poción en crema y con su anterior expulsión. Harry lanzó un gemido y se aferró a ese cuerpo, sintiendo como  el placer lo invadía. Cuando el miembro volvió a golpear su próstata envolvió esas caderas con sus piernas y se dejó llevar. Ni siquiera fue consciente de su segundo y brutal orgasmo.

 

 

 

*****************

 

 

 

Severus abrió  los ojos sintiendo un cuerpo a su lado. El cabello negro,  algo largo y alborotado,  cubría el rostro que se perdía bajo su abrazo. Su dormido amante se envolvía en su torso.

 

Sonrió. Había sido una fantástica noche;  aunque ya debía  terminar.

 

Más tranquilo y bajo otra óptica, su pelea con Lucius no era nada del otro mundo. Seguro que, para estas horas, su rubio ya debía estar en casa de Draco buscándolo. Aunque fuese un Slytherin a carta cabal era taaaan impulsivo a veces; que de seguro al echarlo ni siquiera pensó en si tenía o no a donde ir. Habían sido sus celos y su despecho los que habían actuado por él.

 

Sintiéndolo por su acompañante, se obligó a despertarlo para despedirlo sin mucho drama. Había sido bueno, para ambos, pero cada uno tenía una vida previa. Tal vez unos cuantos consejos hiciesen que el sentimiento de culpa que comenzaba a embargarlo se disipe. Era lo malo, y él y Lucius lo sabían, de eso de  separar el sexo del amor. En sus épocas de jóvenes mortífagos los despertares con alguna pareja eventual se les hacían incómodos. Para ellos no era más que sexo, un buen desfogue a la tensión, pero los otros siempre se hacían ilusiones. Creía que esas costumbres habían pasado, lo creía hasta esta noche en la que su antiguo yo tomó el control.  Bueno, al mal paso darle prisa.

 

–   He, despierta dormilón… hora de seguir… –    el terror invadió su rostro cuando el sonriente rostro de Harry Potter lo miró desde su resaca. –   ¡¡¡POTTER!!! – y el pocionista saltó de la cama cubriendo su desnudez con lo primero que pudo coger.

 

El otro cuerpo se acurrucó al verse despojado de las mantas que lo abrigaban. Con horror, Severus pudo ver la sangre ya reseca que manchaba su entrepierna.

 

–   Un ratito más ¿Por qué…? –    Harry abrió la boca alucinado mientras miraba el rostro de su antiguo profesor –   No… no…no… –    y sus ojos se inundaron de lágrimas.

 

–   ¡¿Qué es esto, maldito mocoso infeliz?! ¡¿Una venganza?! ¡¿Contra mi?! ¡¿Contra Lucius?! ¡¿Contra Draco?! ¡¿Es que como no pudo meterse entre las sábanas de mi ahijado y arruinarle su relación ahora trata conmigo?!

 

–   Yo… yo… 

 

–   ¡FUERA! ¡¡¡FUERA!!! ¡¡¡FUERAAAA!!! ¡¡¡No me interesa si era virgen o incluso un ángel!!!  ¡¡¡Fue lo más bajo!!!  ¡¡¡La peor venganza!!!  ¡¡¡¿Qué pretendes?!!!  ¡¡¡¿Separarme de Lucius?!!!

 

–   Yo…

 

–   ¡¡¡LARGOOO!!! –    y revolvió la habitación buscando las ropas  de su ex pupilo. Este se había  arrastrado hasta un rincón de la cama y estaba sentado, abrazándose las piernas, mientras escondía la cara entre sus brazos y lloraba.

 

–   ¡¡¡¿Qué no me oyó?!!! ¡¡¡Deje de llorar como si fuese una doncella ultrajada!!! ¡¡¡Tome sus trapos y fuera!!! –    y al decir esto lo haló de un brazo y lo vistió con un pase de varita, con los jirones de ropa que encontró y que dejaban ver en su cuerpo las huellas de su noche de amor.  –    ¡Ahora largo! Y pobre de usted si trata de utilizar esto para lastimar a alguien de mi familia. Voldemort le parecerá un juego de niños a mi lado.

 

–   No sabía… le juro que no sabía…

 

Pero Severus no quiso seguir oyendo y abrió la puerta para echarlo. De un empellón, Harry fue arrojado al pasillo y escuchó cerrar tras sí. Totalmente humillado, queriendo morirse y con un dolor en el pecho que ni siquiera con Draco había sentido, se apareteó rumbo a  la casa de Hermione, donde ahora vivía.

 

Ella, que estaba sentada en la sala muerta de la preocupación, lo vio llegar y caer al suelo. Corrió a abrazarlo mientras él se le aferraba y rompía a llorar desesperado. La castaña no preguntó. Davies la había buscado tras hablar con Harry para informarle de todo.  Su hijo, aparte del susto no tenía nada, pero James era otra historia.

 

Por el propio Hugo se enteró de lo que esos monstruos le hicieron. Su chiquillo estaba tan trastornado por lo que vio mientras estuvo cautivo que tuvo que ser sedado y Obliviateado para evitar un trauma crónico. Estaría en cura de sueño una semana.

 

 Así que la mujer dejó a  Rose a cargo de su hermano y a Lily vigilante de cualquier noticia del suyo, y partió para buscar a Harry por cuanto sitio se le ocurrió. Sin ningún resultado, volvió a casa a esperar su llegada porque creía que tarde o temprano regresaría al único hogar que ahora tenía. No se equivocó.

 

–   No sabía… no sabía… –    Harry balbuceaba sin querer mirarla –    ¡Merlín, Hermione, que hice…! Yo me acosté… hicimos el amor… No sabía… ¡Y fue tan dulce! ¡Tan bueno!  ¡¿Por qué siempre destruyo todo lo que toco?! ¡¿Por qué siempre tengo que dañar a todos los que amo…?!

 

–   Shhhh… Shhhh… ¡Harry, tranquilo! –    la castaña le acariciaba el cabello como cuando era un niño –   No sé con quien hayas estado pero si fue bueno…

 

–   Snape –   Hermione abrió los ojos espantada –    En un bar… borrachos… no sabía… llevaba un hechizo… yo también… ¡Oh, Dios!

 

Entonces la bruja lo abrazó más fuerte mientras Harry volvía a su llanto desesperado. Era de conocimiento público que desde su resurrección el ex profesor era la pareja oficial de Lucius Malfoy. En “Corazón de Bruja” incluso ya se hablaba de boda. ¡Maldita sea! Ya parecía que su amigo estaba salado. Cada hombre que le había interesado desde lo de Ginny era un imposible. Recordando la escena con Zabinni hizo lo mejor que pudo: le regaló la bendita paz de la inconsciencia con un Desmaius. Luego lo levitó a su cuarto, terminó de quitarle las desgarradas ropas y sin ápice de malicia trasladó ese cuerpo desnudo al baño. Allí lo examinó, lo limpió y curó su intimidad. Luego lo llevó a la cama y le puso un pijama holgado. Lo acostó y se tendió a su lado mientras trataba de buscar en su interior la fuerza para, una vez más, recoger los pedazos rotos del corazón de su amigo. James estaba destrozado y necesitaba de su Padre. No era como si Harry pudiese permitirse un mal de amores en este momento.

 

 

 

*****************

 

 

 

Lucius abrió los ojos mientras apretaba su dolorida cabeza. Traía una borrachera de los mil  diablos. Después de la escena con Severus, se había encerrado en la biblioteca a beber como cosaco. Ahora la mala noche le pasaba factura.

 

Llamó a un elfo y le pidió una poción contra la resaca. Entonces lo sintió: esa opresión en el pecho que solo había experimentado durante la batalla, cuando vio a Severus marchar al lado del Lord, minutos antes de su muerte.

 

Desesperado, trató de serenarse y encendió las velas del estudio, pero estas se apagaron otra vez de golpe. Allí lo supo: había echado a Severus de su vida y este no volvería. Su estúpido orgullo, sus celos y su falta de comprensión lo habían dejado solo… Ya estaba cayendo en la histeria cuando la fuerza de una magia poderosa violó las protecciones de la Mansión una y otra vez, tratando de entrar. Con un pase de varita Lucius las levantó, deseando que fuese el que esperaba.

 

No se equivocó. Severus, con peor cara que él, se apareteó en medio del salón mirándolo suplicante. Lucius mando a la mierda todos sus remilgos y corrió hacia él mientras el otro hacía lo propio. Se encontraron en medio de la habitación en un beso brutal, que se prolongó por largos 10 minutos…hasta que el moreno se separó del rubio para tumbarlo en el piso presa de la excitación.

 

–   Sev… Sev… –  el mago trató de hablar mientras sentía como su amante destrozaba sus ropas –    Sev… –   gimió, cuando esa boca comenzó a devorar su polla.

 

De pronto, el pocionista se empaló de una brutal estocada tras desaparecer sus pantalones con un hechizo. Lucius se dio cuenta que buscaba hacerse daño, lastimarse… exorcizar alguna culpa que… Y por fin comprendió: esa opresión, ese dolor, ese frio… Su hombre se había acostado con otro. él lo había echado de la mansión y seguro algún puto o puta se había colado en su cama aprovechando que estaba herido. ¡Sería idiota! Héroe de guerra resucitado, soltero codiciado… y él lo lanzaba al mundo solo y sin un galeón.

 

Empujó al hombre para tenderlo en el suelo, sin salirse de su interior, y comenzó a follárselo duro.

 

–   Mío, mío… –    repetía como un manta mientras lo penetraba –    ¡Dilo! ¡Di que eres mío!

 

–   Tuyo, tuyo… solo tuyo… siempre tuyo…

 

El orgasmo llegó para ambos a la vez y su culminación los unió en un gemido de éxtasis. Una vez satisfechos, el rubio miró esos ojos negros y supo que vivía un tiempo prestado:

 

–   ¡Cásate conmigo Sev!

 

Ya esta. Ya lo había dicho. Era algo que venía debiéndole desde que era un muchacho. Las dos mitades de su alma por fin estaban en paz.

 

–   Yo… lo dices en serio. Lucius…

 

–   Por su puesto mi hechicero. Tu lugar es en mi cama, entre mis piernas… tu lugar es a mi lado como mi esposo. Y mi lugar es a tu lado como el tuyo.

 

–   Te amo Lucius. Sí. Quiero. Quiero casarme contigo y ser tuyo para siempre.

 

Lucius se dijo que no iba a preguntar ni a indagar. No quería saber. Con quien se haya acostado no importaba. Una infidelidad más o menos entre ellos no importaba. Habían superado tanto.

 

Severus se dijo que lo de Potter solo había sido un estúpido error. Uno más en la larga lista de estúpidos errores con los que había estado jodiendo su vida desde adolescente. ¡Hasta aquí! él se casaría con su rubio porque era lo que deseaba desde que lo vio en el colegio, desde que su mano se tendió para ayudarlo y rescatarlo de los Merodeadores. Porque la alternativa, el no tenerlo, era peor que la muerte.

 

–   ¡Casémonos! ¡Mañana! ¡Hoy mismo!… No quiero esperar.

 

Lucius ignoró la voz que le gritaba que tanta precipitación era porque realmente el revolcón iba a traerles cola. Se obligó a sonreír y a contestarle:

 

–   Mañana, hoy… cuando tú quieras. Te he amado desde siempre y un papel firmado no cambiará eso ni lo hará más eterno.

 

Riendo, se levantaron tomados de la mano y fueron hacia la lechucería. Iban a enviarle una carta a Draco inmediatamente. El y Albus debían ser los primeros en enterarse.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

(1)   “50 Galeones” es uno de los mejores fic que he leído. Pertenece a Stiby. Búsquenlo en Slasheaven y no se arrepentirán. Que este sea el precio de Severus es un homenaje a ella y a su historia. Pero, si por allí alguien la conoce, le comenta la dedicatoria y ella se siente incomoda con la mención, que me lo haga saber para quitar este aparte y cambiar la suma. No hay ofensa en ello.

 

 

 

 

Notas finales:

A las chicas que siguen el fic: Antes de que se unan a la muchedumbre que pide mi cabeza, por favor, ténganme un poco de fe. Esperen dos capítulos antes de prender las antorchas y levantar la horca. El destino de Harry lo decidió mi hijo, y como todo niño, dentro de su inocencia, dio con la solución perfecta. Se origina en una pregunta de Biología de su profe (aunque no lo crean) y antes de que alucinen… No, ni Harry, ni Severus ni Lucius mueren. No, no pienso clonar a Severus ni cosa parecida y si… todos van a quedar contentos. ¿Cómo? Pues como diría Shakespeare: “… es un misterio”.

 

A las que abogaron por Harry, su destino es obra suya. Y espero me manden un comentario con su nombre para darles crédito en el próximo capi (si no le temen al escándalo).  Mi hijo me dijo, refiriéndose al personaje (recuerdan que se inspiraba en mi madre) “el que tú no puedas perdonar, no significa que no sea digno de perdón. Además, a mi Harry me cae bien… no quiero que sea como la abuela.”… Así que ni modo. Agradézcanle y recen para que pueda viajar a su próximo torneo.


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