Los dos estaban caminando en medio de la lluvia implacable que no dejaba de derramar sus lágrimas por todos sus cuerpos, la luz apenas visible de la luna los tocaba mientras ninguno de los dos mostraba signos de querer decir algo, parecía que estuvieran en mundos distintos pues ninguno ni siquiera miraba al otro…
Cuentan que cuando un silencio
aparecía entre dos
era que pasaba un ángel
que les robaba la voz.
El menor, alzó su rostro entre la lluvia y observó a la figura del mayor alejarse lentamente, se detuvo mientras sus ojos negros y fríos miraban a esa figura, hasta que ese también se detuvo al no sentir los pasos de su acompañante, a su pareja aunque… ¿aún eran pareja?
Y hubo tal silencio el día
que nos tocaba olvidar
que de tal suerte yo todavía
no terminé de callar.
_ Vas a enfermarte… - dijo la figura del mayor que era un rubio muy hermoso pero con una mirada muy triste
_ A ti que te importa – dijo el azabache mientras bajaba su rostro, el rubio se volvió y lo miró de nuevo, había mucho que decirse pero no habían palabras… ¿palabras? No… nunca hubo palabras entre ellos, solo caricias, pasión, lujuria y sexo… solo sexo ni siquiera amor… obsesión tal vez pero no amor…
Todo empezó en la sorpresa
en un encuentro casual
pero la noche es traviesa
cuando se teje el azar
sin querer se hace una ofrenda
que pacta con el dolor
o pasa un ángel
se hace leyenda
y se convierte en amor.
Ambas miradas se alzaron y se confundieron en los ojos del otro, que patético era mirarlos a ambos mirarse como extraños, era extraño, su “relación” llevaba como seis meses y siempre era lo mismo, un lugar donde citarse y tener una noche se sexo sádico que el rubio no podía tener con su esposa y el menor no podía tener con alguna pareja de su edad… ¿amor? No solo lujuria, el azabache no sabía lo que sentía por el rubio y el rubio no sabía lo que sentía por el azabache, tal vez necesitaban una cama para saberlo realmente… sintieron como los vientos comenzaron a alzar sus cabellos y a helarles los huesos que parecían aturdidos y no por el frío sino por esa escena de telenovela que ambos montaban…
_ No eres tú… es Kushina ella…
_ Ella te acaba de dar al mocoso que yo no puedo – dijo fríamente el menor sin mover un solo músculo mientras sus ojos seguían sin mostrar alguna sensación
_ Itachi yo…
_ Minato no finjas… lo que hubo no era amor sino sexo… solo sexo…
Ahora comprendo
cual era el ángel
que entre nosotros pasó
era el más terrible, el implacable
el más feroz.
Silencio, de nuevo silencio entre ellos, el azabache había dicho la verdad o por lo menos desde su punto de vista mientras el mayor se negaba a creer que eso era verdad, no podía, pero sí, estaba su hijo de por medio y la seguridad de ese menor, sintió como algo desgarraba su interior y al ver los fríos ojos del azabache comprendió lo que sentía por ese hombre frío y sin corazón que podía decirle esas cosas sin pestañear ni tener un poco de dolor en su voz…
Ahora comprendo en total
este silencio mortal
ángel que pasa
besa y te abraza
ángel para un
final.
Comprendía, comprendía, él único que tal vez sintió algo más que placer entre ellos fue él mismo, el menor no, el menor… Itachi… Itachi no tenía sentimientos…
De nuevo silencio, ambos se miraron los ojos de Minato comenzaron a derramar más lágrimas que el mismo cielo mientras Itachi seguía sin moverse y con la misma expresión…
_ Se acabó Minato… se acabó y para siempre… - dijo antes de volverse para comenzar a alejarse lentamente – gracias por enseñarme a sentir placer – dijo con una cruel sonrisa antes de volverse dejando solo al rubio que no dejaba de sentir como su corazón lloraba con él
_ Adiós Itachi…
ángel para un
final
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