-Ciel… Pequeño… - Una voz femenina lo arrullaba, acariciaba sus mejillas mientras al mismo tiempo un cuerpo más grande lo abrazaba.
Abre lentamente sus ojos para ver a Rosete despertándolo cariñosamente y sentir a su padre abrazándolo, este aún dormía.
-Rosete… - Pronuncia Ciel aún entre dormido, su madre aún no entendía por qué a ella la llamaba “Rosete” de aquella forma tan fría, mientras le pedía a Sebastián casi todas las noches que durmiera con el, cuando le pedía que lo duchara, que le cocinara, lo llamaba “Papi” “Papito” “Papá”, Seguramente era normal, casi siempre los hijos varones aprecian más a su padre.
Se sentaron en el living comedor, menos mal era fin de semana, dos días para descansar del fastidioso colegio, sus padres sentados frente a el, comiendo, conversando, casi sin tomarlo en cuenta, cuando notó como Sebastián miraba picaronamente a Rosete y por debajo de la mesa acariciaba su pierna, ambos reían y se daban besitos cortos.
Le parecía extraño, lo odiaba, pero sentía tanta rabia al verlos así, aunque sus compañeros de curso lloraban cuando sus padres se separaban y eran felices cuando regresaban, Ciel parecía ser mas feliz cuando peleaban que cuando estaban bien.
Rosete no disimulaba cuando tenía relaciones sexuales con su padre, seguramente era demasiado bueno en eso como para intentar siquiera gemir más despacio.
Cuando escuchaba esos gemidos, recordaba su pasado…
Esos gemidos roncos de su padre se parecían a los de aquel tipo cuando…
-¡Basta! – Exclama tomándose la cabeza y hundiéndola entre sus piernas - ¿Por qué tengo que seguir recordando todo eso? Desde aquel día ya no soy el mismo… Desde aquel día... Me siento más atraído por chicos que por chicas ¿Es eso normal? Maldita sea… ¿Por qué a veces pienso que me gustaría estar en el lugar de Rosete? ¿No me estaré volviendo loco? Maldita sea, la culpa de todo eso es del maldito que me hizo daño… Necesito… Aliviar mí pasado… Aliviar mis emociones después de tantas noches de ser violentado… Por un perro…
Las horas siguientes transcurrieron “Normalmente”…
Su padre y Rosete parecían cada vez más felices… En la noche también se escuchaban los gemidos de la perra… Un momento… ¿Por qué perra si es la esposa?
-Pequeño, te ves extraño hoy… - Comenta Sebastián acariciando los cabellos del menor, quien le da la espalda.
-Estoy cansado – Responde simplemente – Tu también deberías estarlo ¿No? – Sebastián comprendió inmediatamente la idea y sonrojo un poco.
-Lo siento, deberíamos ser mas cautelosos – Lo abraza por la espalda.
-Suéltame.
-¿Acaso me estás celando?
-Tómalo como quieras – El mayor sonríe tiernamente ante el menor, quitándole la ropa y metiéndolo a la cama - ¿Esta noche te quedarás conmigo? – Pregunta con cierto tono de inocencia, sonriendo.
Su padre se dirige a su cuarto, como siempre lo hacía, a informar a su esposa que esa noche la pasaría con el menor, volviendo como siempre con su pijama puesta, mientras Ciel le hacía un espacio en su cama.
-Tu amas a Rosete ¿Verdad? – Pregunta mientras es arrollado por los brazos del mayor, sintiendo su cálido y suave aliento golpear contra su boca.
-Claro, es mí esposa – Responde con simplicidad – Pero a ti te amo también, mi pequeño campeón.
-¿Me amas? Pero… ¿De qué manera?
-Como tendría que amarte nada mas – Responde, el niño se desilusiona un poco.
Sebastián cierra sus ojos intentando dormir, cuando siente que unos labios se posan sobre los suyos.
-¿C… Ciel? – Pregunta extrañado cuando siente la desesperada e inexperta boca intentando besarlo sin éxito, alejándolo de el - ¡Ciel! – Exclama enojado, pero Ciel vuelve a lanzarse sobre el, abriéndose de piernas sobre el más grande, abrazándolo con fuerzas alrededor del cuello, besándolo con ansias.
Esos pequeños, húmedos y cálidos labios lo cautivaron, el debería ya ser un adulto que se sepa controlar, pero no encontró el “Por qué” de que en ese instante, el cuerpo pequeño lo enloqueciera y lo hiciera desear estar en el, tocarlo…
Pero que inmoral y poco inteligente conducta, primero que nada, el menor era su hijo adoptivo, segundo, tenía once años… Tercero… ¡Es un niño de su mismo sexo! Pero ¿En qué estaba pensando cuando tomó al niño y lo posó con violencia debajo de el para desabrochar su pijama y besar sus pezones?
-Ah… Pa… pá… - Gemía retorciéndose bajo el cuerpo del mayor, este metía su mano debajo del pequeño bóxer, cuando abre los ojos y observa a su pequeño con ojos llenos de lujuria, un hilillo fino y casi visible de saliva escurrir por su mentón, sus pezones brillantes por la saliva del padre, y su mano húmeda en el pene de su hijo ¿Qué estaba haciendo?
Se pone de pie, en su cuerpo aún se notaba su bulto entusiasmado, el pequeño Ciel miraba desde la cama la conducta de su supuesto padre.
-Nunca me vuelvas a pedir que duerma contigo – Pronuncia enojado, saliendo y dando un disimulado, pero fuerte portazo tras cerrar la puerta del cuarto.
Cualquiera se hubiera imaginado que ante eso, el menor seguramente abrazaría sus piernas y comenzaría a llorar, pero no, se quedó sentado, mirando la puerta, recordando la reacción de su padre… Ese “Nunca más” No era más que una vil amenaza…
Una sonrisa maquiavélica surcó su rostro por completo, eso no había sido más que la muestra involuntaria de un “Sí”.