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Recuerdos en noches de desvelo por Koroshi_Death

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Notas del capitulo: Bueno, aquí la segunda y última parte de este "One-shot"
Ahora me encamino en un fic nuevo, lo publicaré cuando termine de subir "Sex Academy" Porque mis ideas están muy confusas y quiero que tenga tanto éxito como esa
xDD Adiós y gracias
Recuerdos en noches de orgasmos
segunda parte y final


Flash Back


Aquella noche para el fue especial… Aunque después pensó… ¿Por qué había sido tan especial? Sebastián fue exactamente igual que en las otras noches… Entonces ¿Por qué? La respuesta era simple: Sintió amor.

-Espera… - Susurra Ciel con una voz fina y delicada – Es una orden… Esta noche… Dormirás conmigo…

Ciertamente, nunca le había pedido pasar la noche completa con el, esta era la primera.

-Como ordene – Responde Sebastián, volviendo a acostarse y correspondiendo con desagrado el abrazo del menor que mantenía sus ojos cerrados y una envidiable sonrisa.

-Sebastián… - Susurra Ciel, sonriendo felizmente, hundiendo su cabeza en el hueco del cuello de Sebastián – Te amo… - Vuelve a repetir, tampoco recibió respuesta, no, no la recibiría a menos que Ciel le ordenara que lo hiciera.

Fin Flash Back


-Patético… - Murmura Ciel levantándose de su cama y admirando el destruido jardín – Será mejor que tome un baño.

Nunca permitía que otras manos lo tocaran, que otras manos lo bañaran ni lo acicalaran, ordenó llenar la tina a la temperatura que a el le gustaba y ordenar su baño son sales, espuma y pétalos de rosa, le daban un toque más tranquilizador.

Pero como siempre, o el agua estaba más fría, o más caliente, en este caso estaba más fría, que desagradable era tener sirvientes tan inútiles para realizar las tareas domesticas… Un momento, ellos eran sólo humanos, no es que ellos fueran inútiles, es que Sebastián era demasiado perfecto.

Se mete al agua, sin darse cuenta, estiró su brazo con los ojos cerrados, y volvió a sí cuando notó que Sebastián no tomó su brazo para limpiarlo con la esponja, no, ahora era algo que debía empezar a hacer el mismo.

Aún no se acostumbraba a la ausencia de Sebastián, recordando aquella noche tan cálida y placentera… Que también a la vez fue la última…

Flash Back


-Buenos días, joven amo – Lo despertó la suave voz del mayordomo, el muchacho extrañamente y como nunca antes, sonrió y respondió su saludo – Su itinerario de hoy es…

-¿Tu no amas…? – Preguntó interrumpiendo al mayordomo.

-Sí usted me ordena que ame, amaré.

-¿Sólo puedes amar sí es por obligación? – Vuelve a preguntar.

-Así son las cosas cuando cambias tú cuerpo de forma temporal a cambio de un alma deliciosa como la suya.

Entró en sí, esa era su cruel y cruda verdad… Sebastián amaría sí el le ordenaba que lo amara, Sebastián le otorgaría placer sexual sólo si el le ordenaba que lo excitara. Si, Sebastián es una marioneta temporal que actúa acorde a órdenes, jamás a impulsos.

Termina de vestirlo en silencio, mientras escuchaba a Sebastián terminando de informar el itinerario del día, comenzando por un pequeño viaje a Londres, Scotland Yard, tan inútil como siempre.

Aunque pudo prestar un poco de atención al caso, su mente seguía ocupada analizando las palabras de su demonio… ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Anoche llegó a sentirse amado a ojos cerrados, seguramente si los hubiera abierto, habría notado la mirada inerte e inexpresiva de Sebastián al abrazarlo, al besarlo, al tocarlo e incluso al penetrarlo, al parecer ni siquiera sentía placer, claro, el no era más que una replica perfecta de un ser humano.

Había pasado una semana de estar en la mansión de la cuidad, en Londres. Luchaba contra su insaciable necesidad de sexo gracias al cuerpo de Sebastián, pero no, no volvería a pedirlo, era algo sin duda cruel y de por sí, se sentía débil y necesitado cuando lo hacía, sabía que Sebastián conocía los motivos de su cambio, pero aún así no le daría motivo para aumentar su ego demoniaco que lo hace estar acostumbrado a que siempre los humanos queden entusiasmados y “prendidos” en sus ganas de tener sexo con aquel hombre ideal.

-Joven amo, usted ha estado particularmente desagradable estas últimas semanas – Si, también el hacerse el desentendido era uno de sus juegos más estúpidos y aburridos.

-Estoy cansado.

-¿Para qué miente si sabe que lo sé? – Si, y luego darte su “Jaque Mate”

-¿Para qué preguntas entonces? Y no, no es lo que piensas, no te hagas el inteligente conmigo.

-Usted mejor que nadie está al tanto de mis capacidades, Bocchan. Está herido ¿No es así?

-¡¿Qué dices?! – Exclama poniéndose de pie - ¡No juegues conmigo, imbécil! – Exclama entrando a su habitación - ¡Y no vengas a desvestirme! – Grita antes de cerrar la puerta con fuerzas detrás de el, como símbolo de debilidad, sabiendo que no era visto, se dejó caer sobre la cama bocabajo.

¿Herido? ¿Estaba herido?

-Reconócelo, Ciel – Se habló el mismo en voz baja – Aquí no hay nadie para escucharte ni para humillarte… Afuera sólo hay un perro fiel que mueve su cola esperando tus órdenes… Para cumplirlas al pie de la letra…

Ciel ciertamente jamás le había ordenado a Sebastián fingir amarle ni consolarlo cuando estuviera triste, de por sí, siempre tras la muerte de seres queridos se mantuvo solo, en pie, sin importar qué, lo único que pedía era no ser traicionado ni abandonado por Sebastián, ahora comprendía el por qué Sebastián ahora no entraba a consolarlo, nunca se lo ordenó, claro… Sólo era eso… Un cuerpo perfecto que te satisface… Que te otorgó sexo.

Por otra parte, la cabeza de Sebastián permanecía neutra, y aunque el no solía aproblemarse ni cuestionarse por nada, esta vez simplemente pensaba:

Su existencia hasta ahora era vacía, había nacido para cumplir órdenes y para comer, aquello era un panorama desalentador para tantos siglos interminables de vida, nadie negaba que era dueño de un físico increíble y de una fuerza y capacidad intelectual extraordinaria, pero ahora que lo pensaba… ¿De qué le servía todo eso sí nada más era para servir una y otra vez, para luego cobrar y devorar almas?

Incluso la vida de los humanos era más entretenida, al menos ellos llegaban a aproblemarse por estupideces del tamaño de una pestaña, de llorar o reír con la misma intensidad y emoción por amor, por rabia o alegría. Ellos no poseían poderes sobrenaturales, eran débiles, vulnerables y sólo unos pocos de ellos eran lo suficientemente inteligentes como para resolver asesinatos o hacer avanzar la tecnología, el mejor que nadie podía decir eso, había visto todo el avance del planeta durante el inicio de los tiempos.

Un momento… ¿Se estaba cuestionando? ¿Estaba poniendo en duda su existencia hasta ahora? Que ingrato para ser un demonio al cual le ha sido otorgada la inmortalidad, fuerza, y cuerpo perfecto, mejor debería ir a “dormir” en vez de estar pensando tonterías.

“La luna está alta” Sebastián siempre le decía eso. Pensaba mientras se encontraba de pie frente a la ventana, las cortinas abiertas de par en par mientras observaba la luna llena, las hermosas estructuras y el cielo de Londres.

Quita lentamente sus ropas, le costaba un poco, no estaba acostumbrado a lidiar con botones. Termina finalmente después de una guerra contra su camisón de dormir, se mete a la cama, acomodando sus almohadas.

Permanecía con los ojos abiertos, no entendía el por qué… Algo andaba mal…

Lograron resolver al caso tan sólo dos semanas después, un nuevo record de atrasos del perro guardián de la reina, pues en verdad, los asuntos de su cabeza no lo dejaban pensar con claridad, aunque Sebastián actuaba tan perfecto y suspicaz como siempre.

Volvieron a la mansión principal, Elizabeth lo esperaba, desde hace tiempo que no la veía, y en verdad no podía evitar sentirse incómodo ante los abrazos de su prima, sabía que no se casaría con ella, moriría antes, pero de todos modos se daba la atribución de tratarlo como a un novio, aunque de todos modos agradecía su decencia e inocencia para nunca pedirle un beso ni intentar tomar su mano, se sentiría mal, porque sus labios y sus manos… Sólo han tocado el cuerpo de Sebastián.

Fin Flash Back


-Elizabeth tampoco ha venido desde ese día…

Toma su caballo y sale a cabalgar alrededor de su mansión, hacia la vieja, si, la mansión que anteriormente fue de sus padres, el conde Vincent y la condesa Rachel Phantomhive.

Su caballo avanzaba lentamente por entre las ruinas, miraba todo detalladamente, recordándose cuando tenía diez años, corriendo entre los pasillos en llamas, buscando a sus padres… Y a Sebastián… Su perro…

-Sebastián era un buen perro… Pero al parecer… Hice mal en ponerle también Sebastián a mí demonio, también se fue… - Susurra, y era cierto, al igual que su mascota, su demonio se fue.

Flash Back


-Te he notado extraño – Comenta Ciel mientras almuerza.

-No debería preocuparse del estado de sus sirvientes, my lord – Responde Sebastián, manteniéndose firme y rígido como una estatua a su lado.

-Es desde que tu y yo no hemos vuelto a… Tu sabes – Agrega sonriendo, mirándolo burlesco, si, si aquella era la razón, entonces podría herir, o intentar herir a Sebastián, aunque este no contestó.

La noche había caído nuevamente sobre Inglaterra, Sebastián arropaba a su amo en su cama.

-Buenas noches, Bocchan – Se despide cordialmente, Ciel no responde, ante el silencio, agrega – Espero halla disfrutado su periodo de venganza – Ciel abre sus ojos sin entender nada, Sebastián no pudo verlo, ya que le estaba dando la espalda – Me tomaré un periodo de descanso, aunque lo tome a burla, los demonios también necesitamos… Ordenar nuestros sentimientos, las ideas – Continua diciendo – Por favor cuídese, y ahora que no estaré más, no se exponga a peligros estúpidos, ya que posiblemente no volveré jamás – Cierra la puerta.

Se levanta de la cama apresurado y se dirige a la puerta, pero su mano queda tiesa frente a la chapa, si, no se atrevió a tomarla, no pudo tomarla ¿Por qué? Claro, su orgullo.

Un nudo casi incontenible se hizo en su garganta, no podía creerse capaz de eso, o mejor dicho, no podía creer a Sebastián capaz de eso ¿Un demonio ordenando sus sentimientos? Un momento ¿Tenía sentimientos?

Por un instante sus ojos se iluminaron al pensar que posiblemente Sebastián se había enamorado de el, abre la puerta y corre en sus simples pijamas hacia la entrada principal de la mansión, abre la puerta y no ve a nadie, corre posteriormente al cuarto de sirvientes, ellos dormían y la cama de Sebastián se hallaba perfectamente hecha, corre luego a la cocina.

Nunca se había dado cuenta siquiera de que su mansión era tan grande que hasta el mismo se cansó de recorrerla, pero nada, no lo encontró, abrió la puerta principal de la mansión, nevaba, hacía frío, pero poco le importaba, salió corriendo y sintió como la nieve quemaba sus pies desnudos, aún así no desistió de ello.

-¡¡¡Sebastián!!! ¡¡¡¡SEBASTIÁN!!!! – Gritaba desesperado, en verdad no podía creer su estupidez, dejó pasar demasiados segundos antes de ir tras Sebastián, claro, debió imaginar que unos segundos nada más le bastarían para volar lejos de Inglaterra… Y de su vida…

Fin Flash Back


-Que estúpido – Susurra.

Continúa su viaje cabalgando para llegar a un lugar que nunca antes había visitado… Era hermoso, nunca había llegado hasta allá con Sebastián, nunca se había desviado del camino.

Encontró un hermoso campo, el césped estaba corto y verde, brillaba como si estuviese bien cuidado, pero no había nadie, y que el supiera, ese territorio tampoco le pertenecía a nadie.

Baja del caballo y lo ata a uno de los arboles, en el que encuentra una pluma negra, lo cual no le pareció tan extraño, pájaros negros existían en todas partes.

Se acostó un momento para sentir la brisa, cerró sus ojos y soltó un pequeño y cansado suspiro, sí tan sólo se hubiera dado cuenta antes de la actitud extraña de Sebastián, sabría lo que le pasaba, pero no, siempre fue egocéntrico y egoísta, nunca se intereso un mínimo en Sebastián, lo amaba, si, pero nunca se preguntó siquiera cómo estaba, de algún modo, sabía que la respuesta era “Lógica” y que seguramente Sebastián le diría que estaba como siempre.

Una extraña calidez invadió su cuerpo, quiso abrir sus ojos, pero no pudo, sintió unos brazos aprisionándolo y quitando su parche del ojo. No había contrato, había desaparecido, pero conservaba su parche para recordar a Sebastián.

Luchaba por liberarse de esos brazos tan fuertes, intentaba abrir sus ojos, pero una extraña fuerza lo impedía. Si, forcejeó hasta sentir unos labios contra los suyos… Ese aliento era… único… Perfecto y completamente conocido por el muchacho, que abrazó inmediatamente el cuello del cuerpo que lo aprisionaba, sabía, sentía que aquel era Sebastián que había vuelto por el, para llevarse su alma o permanecer simplemente con el para siempre. Tomó sus labios con desesperación, no se separaba ni para respirar, aunque en verdad lo necesitaba, se ahogaba dentro de ese beso, pero poco le importaba, estaba necesitado y apresurado por concluir las cosas.

El mismo, entregándose a un ser al cual había reconocido su presencia – Ya que de por sí, daba por hecho que fuera el – Comenzó a quitar sus ropas y las del más grande, sintiendo esos labios jugar con sus pezones, sonreía, gemía, el caballo relinchaba con susto ante la presencia de algo sobrenatural y fuera del mundo de la realidad. Abrió sus piernas y se dejó penetrar por ese grande y conocido pene para el, gimió inconteniblemente el nombre de Sebastián sobre el césped, ya ni siquiera intentaba abrir sus ojos para comprobar que fuese el, buscó sus labios antes de llegar al orgasmo, enredó su lengua con la de el, siguió moviéndose con desenfreno y locura hasta sentir la esencia del demonio dentro de el, dando un último y más excitante gemido, cuando escuchó una voz desconocida, pero suave a su oído murmurarle:

-¿Quién dijo que yo era Sebastián? – Intentó abrir sus ojos nuevamente sin éxito – Mí verdadero nombre es… Gareth… - Volvió a besarlo para luego susurrarle – Lamento no habértelo dicho cuando me lo dijiste, también te amo – Sonríe pacíficamente y desaparece, el muchacho pudo verse sobre el césped, despojado completamente de sus ropas, manchado en semen y con marcas en su cuerpo que el demonio no intentó reprimir, mientras alrededor suyo sólo veía plumas negras.

Desesperado se pone de pie.

-¡¡¡Sebastián!!! ¡¡SEBASTIÁN!! – Queda en silencio un momento - ¡¡¡¡¡GARETH!!!!! – Grita a todo lo que sus pulmones y garganta le daban pero no había respuesta.

No hizo intento alguno por cubrir su cuerpo, nada más el caballo lo estaba viendo, cae sobre sus rodillas y comienza a llorar.

-Y sólo hasta ahora fuiste capaz de decirlo ¿No? – Sollozaba mientras recogía sus ropas, vistiéndose entre llanto y vergüenza.

Al estar listo, tomó todas las plumas negras que encontró a su alrededor, todas y cada una de ellas tenían aquel olor tan suave y perfecto de Sebastián. Las guardó y subió al caballo sintiendo un ligero dolor, pero sin duda no era tanto, debido a que aquella no era ni su primera ni segunda vez, habían bastantes de por medio, el dolor se pasaría pronto probablemente.

Cabalga devuelta a la mansión, entra a su despacho y guarda las plumas en un contenedor de vidrio cerrado, lo abrazó, cerró sus ojos, no sonreía, sentía en el la huella recién marcada del sexo en su cuerpo, del sexo y del abandono, a pesar de escuchar un “Te amo” No pudo evitar sentirse solo, vacío.

Se sentó y dejó sobre su escritorio el contenedor con las plumas para observarlas detenidamente, Sebastián seguramente en su forma verdadera, era realmente hermoso… Las plumas lo eran… Se apoya y comienza a llorar, un llanto triste, silencioso, apenas audible…

Pero no estaba solo… A pesar de todo… Un hermoso ángel negro le observaba por detrás de la ventana.
Notas finales: Espero sus reviews, esta historia me quedó muy rara xDDD

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