- ¡Sasuke! - gritaba mi hermano. Itachi... siempre tan tedioso. Cada vez que me llamaba y yo no le contestaba, pronunciaba mi nombre lentamente y con un sonido chirriante en su voz.
- ¡¿Qué quieres, Itachi?! - gritaba yo hastiado
- ¡Vamos! - dijo él - ¡Vamos! No te pongas así. Tenemos que ir con mamá. Nos espera dentro del carruaje.
Mi padre era un aristócrata y había arreglado mi matrimonio con la hija del gobernador de Beijing: Haruno Sakura. La chica no es fea, pero la verdad es que no me interesaba, ella era... ¿Cómo decirlo sin que suene ofensivo?... muy... expresiva. Siempre que estoy cerca de ella, empieza a gritar mi nombre como una loca.
Mi madre estaba totalmente en desacuerdo con el arreglo que mi padre había hecho, pero como yo sí acepté, mi madre tuvo que ceder.
Antes de partir en el carruaje, mi madre me tomó del brazo y me susurró al oído: "Si cambias de opinión, yo abogaré por ti"
Sí, ese carruaje iba directo a Beijing.
Mi padre ya encontraba en camino hacia allá, así que sólo éramos nosotros tres. Mi hermano y mi madre fueron dormidos, yo iba mirando por la ventanita. Itachi se despertó al poco tiempo e hizo una mueca de que recordaba algo. Metió su mano debajo de su abrigo y sacó su dije, el abanico, el símbolo del Clan Uchiha. Yo cerré la ventanita.
- Ten - dijo serio y alargando el dije hacia mí - Considéralo como regalo de... bodas.
- Pero... - dije - Eso es... tuyo
- Ya no - Itachi sonrió - Es para que te cuide de esa bruja
Yo comencé a reír. Itachi, al igual que mi madre, estaba en desacuerdo, él pensaba que para el matrimonio debía haber amor. Mi hermano estaba un poco cursi últimamente... Tal vez me desesperaba a veces, pero era un buen hermano, no podía pedir nada mejor. El dije brillaba como si fuera nuevo. La voz de mi madre me hizo despertar del embeleso.
- ¡No juegues con eso! - exclamó ella.
- No te preocupes, mamá - respondí - No lo romperé
De pronto el carruaje se paró súbitamente. Era muy pronto para llegar, así que abrí una de las ventanillas. No encontrábamos en un desierto. Una nube de bandoleros se acercaba hacia nosotros.
- ¡No dejes que te vean! - gritaba mi madre mientras me halaba.
- ¡No toquen a los pasajeros! - gritaba un hombre que parecía el líder
Me acerqué más a la ventanilla, para mirar a aquel hombre. Estaba montado sobre un caballo. Era rubio, ojos azules, piel tostada y traía tres marcas en ambas mejillas. Se acercó a la ventana, me miró, me sonrió y me arrebató el brillante dije que tenía yo entre mi mano.
- Muchas gracias - dijo él y se fue a toda velocidad.
Voltee a ver a mi madre... estaba desmayada. Itachi había salido a pelear con los bandoleros. Por supuesto que no me iba a quedar con los brazos cruzados, además ese idiota me había quitado mi dije. Salí rápidamente. Los hombres que estaban afuera me miraron y se lanzaron a atacarme. A todos y cada uno, los repelí, lanzando patadas y puñetazos. Divisé a aquel rubio despreciable, le quité a un hombre su caballo y su espada, dispuesto a perseguirlo.
En la carrera, él volteó a verme e hizo que su caballo corriera más rápido, yo hice lo mismo, tenía que recuperar el dije que Itachi me había regalado.
- ¡Devuélveme mi dije! - le grité furioso. No contestó. Ambos sacamos nuestras espadas y comenzamos a pelear. En un movimiento perdí el equilibrio y me caí del caballo. El rubio siguió su camino rápidamente mientras reía. Mi caballo había salido corriendo, así que tuve que perseguirlo.
Cuando hube alcanzado ese caballo, regresé a donde mi madre y mi hermano. Itachi seguía luchando con aquellos hombres. Mi madre seguía adentro del carruaje. Aquellos hombres al verme, no vacilaron en atacarme, pero antes de que pudiera ponerme en guardia, una voz nos interrumpió... Ese idiota...
- ¡Déjenlo! - gritó el rubio - ¡él es mío!
Lo miré furioso. Los tipos se detuvieron. Entonces sí era él el líder.
- ¡Devuélveme mi dije! - le grité
- ¡Atrápame primero! - exclamó riendo
Tomé un caballo y lo volví a perseguir. Para ser honesto él era muy buen jinete.
- ¿Por qué haces esto? - preguntó el rubio mientras lo perseguía.
- ¡Regrésamelo! - grité
- ¿Todo esto por un simple dije? - exclamó - ¿Cómo te llamas?
- ¡Regrésamelo! - yo insistía
- ¡Yo me llamo Naruto! - parecía que el tonto no me escuchaba - ¡Uzumaki Naruto!
Llevábamos ya un rato persiguiéndonos sin resultado alguno. Naruto habló:
- ¡Ven, vamos a descansar!... ¡Hay un arroyo con mucha agua cerca de aquí!... ¡Tu caballo necesita agua!... ¡Necesitas descansar!
Detuvo su caballo cerca de una cuenca seca...
- ¡Bueno! - exclamó bajando del caballo - solía haber mucha agua...
Sacó una bota de cuero, de esas que sirven para guardar vino y otras bebidas. Después de tomar él, me la lanzó, a manera de ofrecimiento. Tomé, era agua lo que contenía. Se lo regresé de igual manera.
Después me dispuse a atacarlo. Estaba muy enojado. Se defendía bastante bien de mis patadas, pero fue con un puñetazo con el que cayó inconsciente a la ardiente tierra. Yo ya estaba muy débil, así que le propiné leves patadas en el estómago.
Mi vista se comenzó a nublar, mis piernas flaquearon, caí sobre mis manos, pero mis brazos temblaron y caí desmayado sobre él.