- ¿Qué haces? - protesté
- Ya verás... - masculló
En ese momento no sabía para qué demonios lo hacía, pero al sentirlo dentro de mí, comprendí. Solté un leve gemido, no quería ser tan exagerado. Comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás. Me sentía arrullado. La sensación de él dentro de mí, se diseminaba por todas las partes de mi ser. La estera de joyas alrededor de Naruto parecía crecer y brillar más, incluyéndome a mí. Podía sentir la vibración y el hormigueo en todo mi cuerpo. Naruto comenzó a moverse cada vez más rápido, me sentía totalmente absorbido por él. El placer creció hasta tal grado que creí no poder soportarlo por más tiempo; entonces culminó con estallidos mucho más deliciosos, por parte de él y mía... una especie de explosión suave. En ese mismo instante, Naruto dejó de jadear y lanzó un gemido suave y prolongado, y aún yo en mi ignorancia, en la media inconsciencia de mi propio y dulce delirio, comprendí que provenía de su delicioso relajamiento. Se desplomó a mi lado, sentí su cabello húmedo sobre mi pecho. Descansamos así por un tiempo, los dos jadeando con fuerza. Lentamente me di cuenta de que los extraños colores se desvanecían y desaparecían. Sin levantar su rostro para mirarme, apoyado sobre mi pecho, Naruto me preguntó tímida y quedamente:
- ¿Te arrepientes, Sasuke?
- ¡Arrepentirme! - exclamé, espantado y haciendo un gran eco en la cueva.
- ¿Entonces lo podemos hacer otra vez? - murmuró, todavía sin mirarme
Pensé acerca de eso. "¿Es que se puede hacer otra vez?" La pregunta no era tan estúpidamente jocosa como sonaba. No se me puede ridiculizar por haber pensado que quizás a un hombre solamente le estaba permitido tener una experiencia como ésa en toda su vida.
- Tomaré eso como un sí - dijo él acariciando mi abdomen. Se quedó callado un momento y después añadió: - Te digo algo... ¿Y no te enfureces como sueles hacerlo?
- ¿Qué? - pregunté extrañado
- Esos colores que viste... no fueron casualidad - dijo pausante - El agua que bebiste antes cuando estabas atado... era una infusión de hongos alucinógenos... No supiste que lo eran... porque no tienen sabor...
Lo miré perplejo. Pero acepté la condición de "no enfurecerme como suelo hacerlo". Además... ya todo había pasado... …l me devolvió la mirada preocupado
- ¿Por qué lo hiciste? - pregunté conmocionado
- Desde que me perseguiste la primera vez en el desierto - respondió él - Desde que te vi pelear... me atrajiste de inmediato... Hice lo que hice, porque... temía que me fueras a rechazar si te dabas cuenta claramente de lo que estábamos haciendo.
Ahora me pregunto si lo hubiera hecho... …l también me atraía... y mucho. Era tan salvaje, tan temerario... Aunque ahora que lo pienso... aquella infusión me desinhibió y en cierto modo... me hizo disfrutar más... Me quedé callado unos instantes
- ¿Estás enojado? - preguntó él con una voz infantil
- ¡¿Qué?! - exclamé extrañado, su voz me hizo sentir incómodo
- ¡¿Qué si estás enojado?! - dijo con un tono mucho más fuerte
- ¡No! - le respondí con la misma firmeza
- ¿Entonces? - volvió a su molesto tono infantil
Recordé a la chica de la familia Haruno: Sakura. Sentí una punzada en el pecho. Era una sensación extraña... como de angustia. Cuando lo besé, incluso cuando tuvimos relaciones... no estaba pensando en nada... lo hice por hacerlo... por curiosidad... porque sentí adrenalina... porque él me hacía sentir totalmente diferente a como era antes... Cuando estaba con él, no era yo...
- ¿Qué sucede, Sasuke? - preguntó un poco más serio
- Ella - respondí yo
- ¿Acaso ya tenías novia? - exclamó inflando sus mejillas
- Yo no la elegí - bajé la mirada... esa maldita punzada de nuevo. Naruto desinfló sus mejillas y me dio un suave beso en la frente.
Ya no quiso hablar. Se recostó de nuevo sobre mi pecho y suspiró. …l oía los latidos de mi corazón, yo acariciaba sus dorados cabellos. Comencé a sentir aquella punzada, pero ésta vez venía acompañada de un vacío y unos deseos de llorar increíbles. Nunca me había pasado. Naruto, en una sola noche, me hizo sentir un sinfín de sensaciones nuevas, tanto buenas como malas. Sentí un líquido caliente sobre mi pecho. Levanté la vista para ver qué era. Naruto estaba llorando silenciosamente.
- ¿Qué tienes? - le pregunté suavemente
Negó con la cabeza varias veces y me abrazó muy fuerte.
- No quiero que te vayas - musitó
- No lo haré - dije firme - Hace unas horas dejaba que los demás llevaran mi vida y decidieran mi destino... Ahora será diferente.
Días después, Naruto y yo nos reunimos con sus hombres. Mi ángel lucía tan hermoso hablando como todo un líder.
- ¡Quiero que vigilen ésa área del desierto! - exclamó refiriéndose al lugar donde nos habíamos conocido - ¡Averigüen si hay alguna caravana buscándolo! ¡Nosotros los alcanzaremos después!
Con buscándolo se refería a mí. Estábamos huyendo. Los hombres salieron disparados en sus caballos. Naruto frunció el ceño y cruzó los brazos. Miraba hacia el horizonte. Desde esa mañana no hablaba mucho y siempre estaba ausente. Me preocupaba que no dijera nada, pero no quería hacerle preguntas. De todas maneras cuando él se empeñaba en algo, no escuchaba. Sólo me limité a mirarlo totalmente embelesado. En uno de esos momentos me observó de reojo.
- ¿Por qué me miras así? - me increpó
- No... por nada - bajé la cabeza, sonrojado. Naruto se rió quedo. Tomó mi barbilla, hizo que lo mirara a los ojos y me besó. Fue un contacto muy pequeño, pero me hizo sentir mejor.
- Lo siento, si no te he prestado mucha atención - dijo volviendo a mirar el horizonte - He estado meditando algunas cosas
- ¿Qué cosas? - pregunté
- Sobre esa chica - casi escupió esa frase - ¿Qué es ella de ti?
- Es... - titubee - es mi prometida
Naruto respiró profundo y ya no dijo más. Su semblante había cambiado, lucía enojado. Pasaron varios minutos así. Hasta que por fin volvió a pronunciar palabra:
- Será mejor que alcancemos a los míos
Yo solamente asentí.
- Vamos, mi amor - me dio un beso en la frente y me tomó de la mano.
Ambos montamos un solo caballo, yo iba adelante y él atrás de mí tomando las riendas. Su cuerpo rozando contra el mío se sentía muy bien. Me iba abrazando con fuerza. De vez en cuando me besaba el cuello o me mordía la oreja suavemente. Estos sentimientos dentro de mí, crecían cada vez más y se hacían más fuertes. Después de todo lo que había pasado, ya no volvería a ser el mismo de antes... Ahora era más feliz y así quería estar siempre.