1.- ¿Ver y callar?
Desabotonó la blusa blanca del uniforme despacio, descubriendo una piel similar a la suya, dulce bajo sus labios, femenina, hermosa, sintiendo los dedos de ella, ásperos por el entrenamiento, perdiéndose en sus cabellos, tan negros y lacios…
La imagen desapareció súbitamente de la pantalla.
—Mayuri-san ¿Quién te dio permiso de utilizar esas cámaras?
El aguafiestas de Kisuke, tenía que ser.
—Es absoluta observación científica, Urahara. Podría ser que los muchachos no se desempeñaran bien.
—O pudiera ser que quieres ver a Uryuu-kun sin ropa, de nuevo, como cuando lo metimos al avatar, neh?
La sonrisa maliciosa de Mayuri.
—Es una cuestión sencilla, Kisuke. “Ver y callar”, diría Ean.
Urahara levantó una ceja y su kidou destruyó todas las conexiones, en un instante.
—No recuerdo esa frase. Ya viste lo suficiente, querido amigo. Es hora de “callar”…
Y, guiñándole un ojo, salió del laboratorio.
2.- Predicciones acertadas (dedicado a Ditta)
El Decano Satoshi siguió el rastro del humo y, antes de llegar al laboratorio de citoquímica, uno de los norteamericanos que estaba haciendo el doctorado casi lo atropella ¿Norm Spellman? Sí, el distraído que había venido con Grace Augustine.
Satoshi-san se enfureció ¿Qué suponían aquellos hippies que era su Facultad? ¿Un fumadero de opio? Abrió la puerta de un sólo golpe…sólo para encontrarse con el escenario menos esperado.
Tras el escritorio, las largas piernas de Grace, en el piso y encima -y entre ellas- las de alguien más, mezclado a risas suaves y no tan ligeros gemidos. Satoshi suspiró al reconocer los geta ¡Ese degenerado de Urahara! Entonó su voz lo más severa posible.
—Doctores…no, no es necesario que se levanten… ¡usted, Kisuke Urahara, es un genio en citoquímica y reflectancias de ADN y es la única razón por la que permanece en esta Facultad; imagino que su futuro será el de un delincuente perseguido por hacer transmutaciones biológicas prohibidas y usted, Grace Augustine, con sus ideas desaforadas sobre mezclar ADN humano con otras especies, seguramente terminará con un trabajo de quinta en algún planeta desconocido! Ahora, me gustaría solicitarles que se dediquen a sus actividades… extracurriculares en un lugar que no sea el laboratorio y que dejaran de fumar esa yerba, ¡¡por Kami!!
El decano salió, azotando la puerta. Dentro, sólo sonaron las risas de Grace y Kisuke.
Fujioka Satoshi nunca supo cuánta razón tendría sobre aquellos dos…
3.- Cantar y Danzar o Las Evidencias…
—Ahí vienen ¿Estás seguro de que funcionara?
—Les funcionó a esos dos.
—Y yo creo que nos matarán a ambos.
Uryuu tragó saliva, mirando a Ichigo; no le faltaba temor, pero tenían que correr el riesgo y hacer las cosas bien. “Danzar Zí” había dicho Ean. Despeinó un poco más a Ichigo y tironeó de su camisa.
—Listo, así quedas perfecto.
—Estás loco.
Las risas se escucharon en el pasillo, acercándose, una amenaza tangible.
—¡Shuuu…cállate y bésame, pero ya!
Tatsuki se quedó con la boca abierta, sin saber cómo reaccionar, a quién patear o si debía golpearlos o no. Pero cuando Orihime dijo “Aaawwww, mira qué tiernooos”, Uryuu supo que tenían la jugada en la manga. Separándose de Ichigo, la boca aún roja y húmeda y arreglándose los anteojos -Uryuu- los cabellos y la camisa -Ichigo- el quincy les preguntó, con su mejor sonrisa y sus más dulces ojos de cachorro:
—¿Listas para ir al cine?
4.- Efectos Secundarios o demasiado tiempo dentro de un Avatar
(dedicado a Saya-chan)
Rikichi entró corriendo a las oficinas del Escuadrón. Debía tener todo listo para cuando Kuchiki-taichou llegara después de casi tres semanas de ausencia. Revisó los tinteros, el papel, en orden, los reportes últimos, listos para su autorización e incluso el té nuevo que había ordenado, rojo y de aroma fuerte -¿Lliquth, se llamaba?- que habían traído del último mundo y que difería del suave aroma del Gyonkuro acostumbrado por su capitán.
La puerta central se abrió, dejando entrar a Abarai fukutaichou y a su capitán. La primera sorpresa de Rikichi fue cuando se despidieron con una suave palmada en el pecho y un roce entre ambas mejillas. Luego, el joven quinto puesto notó las trenzas, finísimas y primorosamente tejidas, en la cabellera de Byakuya, lastradas con cuentas de marfil del mismo tipo del kenseikan… con éste aún sujetando sus mechones ¡Menudo trabajo de peinado! Pensó.
Lo peor vino después. Su capitán, con la impasibilidad de siempre, revisó lo que había por firmar, catalogó los trabajos del día, dio un sorbo a su té… y acarició la cabeza de Rikichi, despeinando sus cabellos, y tocando su hombro y su pecho, en un gesto totalmente natural.
Éste se quedó helado, esperando que el poderoso reiatsu lo redujera a polvo. Su capitán lo miró y suspirando de fastidio -ojos de espiral- ordenó, calmado:
—Ve a la División Doce y trae a rastras a Urahara, Rikichi-kun…
El chico salió como alma que lleva el diablo. Al poco rato…
—¡Kuchiki-taichou! ¿En qué podemos servirle? —el ex-capitán de la Doceava entró, sonriente y despeinado como de costumbre. Byakuya lo tomó de la nuca y lo besó hasta que Kisuke se puso morado. Luego, regresó a su escritorio, a seguir trabajando y añadió, con calma, sin levantar la vista de su trabajo:
—Espero, Urahara-san, que trabajes de forma efectiva en solucionar estos efectos secundarios. No puedo anticipar lo que ocurrirá la siguiente vez —lo miró, con una sonrisa maligna. Y en verdad Urahara se apresuró. No existía cosa más aterradora en éste mundo que ver sonreír de esa forma al capitán Kuchiki…